2000-05 Josep Rebull de 1937 a 1939: la crítica interna a la política del CE del POUM durante la Guerra de España [Guillamón]

Investigación documental, biografía, presentaciones, notas, entrevista, cuestionario y conclusiones de Agustín Guillamón. Balance (Cuadernos de historia del movimiento obrero, números 19 y 20. Barcelona, mayo-octubre 2000).

1.- ESBOZO BIOGRAFÍCO Y CONTEXTO HISTÓRICO.

Josep Rebull Cabré, nació en Tivissa (Tarragona), en 1906. Se inició en las luchas sociales siguiendo el ejemplo de su hermano mayor, el conocido militante del POUM  Daniel Rebull (« David Rey »)[1]. Sufrió su primera detención a los 11 años[2], en casa de su hermano, en Barcelona, a raíz de la huelga general de 1917. Cursó estudios de peritaje industrial. Durante la Dictadura de Primo de Rivera (en 1927), mientras cumplía el servicio militar, se afilió al Partido Comunista de España, en Tarragona. En 1932 fue militante (y uno de los fundadores) del Bloc Obrer i Camperol (BOC) en Tarrasa. Responsable remunerado del trabajo editorial del BOC desde octubre de 1934, consiguió excelentes resultados mediante una imaginativa y eficiente distribución de la prensa de su partido. Participó en la fundación del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) en Las Planas (setiembre 1935)[3]. Era íntimo amigo de Manuel Maurín. En febrero de 1936, participó en las listas electorales del POUM por Tarragona. En las jornadas revolucionarias del 19 de Julio intervino en las luchas callejeras de Barcelona, en la Plaza de Cataluña, en el grupo de un centenar de militantes entre los que se contaban Carmel Rosa (« Roc »), Rovira, Algemir, Vidal, etc…

Josep Rebull salió ileso del enfrentamiento con un pelotón militar, con el que se estaba parlamentando, a pesar de que se encontraba junto a Germinal Vidal, secretario de la Juventud Comunista Ibérica (JCI), que fue abatido a tiros en la Plaza Universidad el 19 de julio.

Requisadas las prensas de El Correo catalán, organizó la prensa del POUM y las ediciones de la Editorial Marxista, desempeñando el cargo de administrador.

Gaston Davoust, dirigente del grupo francés « Union Communiste » pasó tres semanas en Barcelona, en los meses de agosto-setiembre de 1936, durante las que mantuvo diversas entrevistas con dirigentes anarquistas y del POUM, e inició su amistosa relación con Josep Rebull.

No se tenían noticias de Joaquín Maurín, que el 19 de julio se encontraba en Galicia, y al que se dio por muerto. El 21 de julio CNT y POUM apoyaron la formación en Cataluña del Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA), en el que participaban también representantes de partidos burgueses, del gobierno burgués de la Generalidad y los estalinistas.

Andreu Nin, secretario político del POUM, sin consultar a la militancia de su partido, aceptó el cargo de ministro de Justicia en el gobierno de la Generalidad, que desempeñó desde el 26 de septiembre hasta el 13 de diciembre de 1936, cuando fue expulsado por presiones estalinistas. El 1 de octubre de 1936 se producía la autodisolución del CCMA; el día 9 de octubre el gobierno de la Generalidad  – con participación del POUM y de la CNT – dictaba un decreto de disolución de los comités locales, que serían sustituidos por Ayuntamientos frentepopulistas; el 13 de octubre un decreto elaborado y firmado por el propio Nin barría la obra revolucionaria de Barriobero en los tribunales de justicia; el 24 de octubre se aprobaban los decretos de militarización de las Milicias Populares y de control del orden público por una Junta de Seguridad Interior.

En enero de 1937 Nin escribió al CE del PSOE proponiendo la participación del POUM en las conferencias de unificación del PSOE y el PCE[4]. Sólo algunos días después se iniciaba la represión estalinista contra los poumistas en Madrid[5]. Tarradellas promulgó una batería de decretos económicos y financieros, conocidos como decretos de S’Agaró, que iniciaron la ofensiva de la Generalidad para hacerse con el control de las empresas colectivizadas. A primeros de marzo el Decreto de control del orden público, y de disolución de las Patrullas de Control, rechazado por la CNT, empezó una larga y grave crisis de gobierno de la Generalidad. La vida cotidiana de los trabajadores se vio afectada por la carestía de la vida, las colas del racionamiento y la carencia de los productos básicos. En marzo y abril de 1937 se produjeron múltiples enfrentamientos en distintas localidades de Cataluña entre la militancia anarquista y las fuerzas de la Generalidad y PSUC, entre los que destacó el acaecido en Bellver de Cerdaña. Se entabló una sorda lucha empresa a empresa entre la militancia cenetista, partidaria de mantener la colectivización y el control obrero y el intervencionismo de la Generalidad propiciado por los decretos de S’Agaró[6]. Fueron frecuentes las asambleas obreras en las fábricas, coaccionadas por la presencia de las fuerzas de orden público[7].

En marzo de 1937 un amplio sector de militantes del POUM manifestó sus protestas ante la falta de discusión interna y el nuevo aplazamiento del congreso, pospuesto ya en diciembre de 1936, febrero de 1937 y de nuevo en marzo. Durante marzo y abril de 1937 las reuniones semanales de los secretarios políticos y de organización de los comités de distrito, en que se organizaban las células del partido, canalizaron el descontento de la militancia de base. Así fue como el Comité Local (CL) de Barcelona del POUM se convirtió en un firme organismo de oposición a la dirección del POUM, Comité Ejecutivo (CE) y Comité Central (CC), que además de reclamar la convocatoria del congreso inició un debate sobre el trabajo político en el frente, que encontró la oposición de los mandos a la formación de células entre los milicianos; y también sobre la participación del partido en un gobierno burgués, lo que suponía desautorizar la estrategia seguida hasta entonces por el CE[8]. El 13 de abril, como culminación de estas acciones de protesta, producto de un extenso malestar entre la base militante poumista, se convocó una reunión conjunta del CL de Barcelona y del Comité Central (CC), en la que Josep Martí, secretario del CL de Barcelona, y Josep Rebull consiguieron la aprobación y amplia difusión de un manifiesto del CL de Barcelona, que fue publicado en La Batalla, el 15 de abril[9], referente a la crisis de la Generalidad, que criticaba la intervención del POUM en ese gobierno burgués, y llamaba a la formación de un Frente Obrero Revolucionario que potenciase los Consejos Obreros como órganos de poder. También se anunció la nueva convocatoria del II Congreso para el 8 de mayo, así como una amplia facilidad para publicar y difundir en boletines internos las contratesis de las distintas células a las tesis oficiales del CE. El 16 de abril Nin asistió a una reunión del CL de Barcelona en la que consiguió impedir la publicación de un folleto, contrario a la línea oficial del partido. Según Nin no debía hablarse de soviets, sino de gobierno sindical[10].

Josep Rebull era secretario de la célula 72 del POUM, en Barcelona. Las contratesis firmadas por la célula 72 del POUM (unos 12 militantes), que fueron publicadas en el Boletín de discusión del II Congreso del POUM, editado por el Comité Local de Barcelona, eran obra suya, y no hacían sino recoger, profundizar y teorizar las controversias y reivindicaciones de la base militante del POUM, contrarias a la estrategia política del CE. La razón de que esas contratesis fueran firmadas por la célula 72, en lugar de Josep Rebull, se debía a las exigencias del reglamento del II Congreso.

Durante las Jornadas de Mayo Josep Rebull había sido retenido durante dos días como rehén por un pelotón estalinista. Su intervención en las Jornadas de Mayo tuvo tres puntos destacados, pero nunca llamó a los camaradas de la CNT a tomar el poder, como se afirma en « The Spanish Civil War »[11], sino que se limitó a plantear esa cuestión al CE de su partido.

Esos tres puntos destacados fueron: a) Una entrevista entre la célula 72 y Los Amigos de Durruti (la noche del 4 de mayo), en la que se decidió no tomar ninguna iniciativa, dado el carácter minoritario de ambas organizaciones, y porque consideraron que la acción que tomase la CNT sería decisiva. b) Una entrevista con el CE del POUM: Nin, Andrade y Gorkin, en la que con un plano de Barcelona en la mano, demostró la certeza de una victoria militar, si el POUM se decidía a asaltar los edificios gubernamentales del centro de la ciudad, a lo que se le respondió que no se trataba de una cuestión militar, sino política: tomar el poder significaba romper la unidad antifascista y precipitar una rápida victoria de los ejércitos de Franco. c) Cedió la imprenta del POUM a Los Amigos de Durruti (el 8 de mayo) para que éstos, desautorizados por la CNT, pudieran lanzar un manifiesto, que hacía balance de las recientes jornadas de mayo.

Los graves acontecimientos acaecidos durante las Jornadas de mayo en Barcelona (del 3 al 8 de mayo de 1937) hicieron imposible la celebración del congreso, que fue aplazado de nuevo para el 19 de junio, al tiempo que se convocaba una conferencia internacional para el 19 de julio. Tras la represión contra el POUM, desencadenada el 16 de junio de 1937, el partido cerró filas, y las críticas contra la política colaboracionista del CE del POUM, dada la imposibilidad de convocar el II Congreso, fueron provisionalmente acalladas. Rebull, por otra parte, se encontró aislado, puesto que el resto de miembros de la célula 72 dejó de seguirle en sus posiciones. De este modo, descartada definitivamente la posibilidad de celebrar un congreso del partido, la llamada izquierda del POUM en Barcelona, a principios de l938, sólo tenía un militante: Josep Rebull[12]. Durante el año de clandestinidad que vivió en la ciudad de Barcelona ocupó alternativamente el piso de Joaquín Maurín en la calle Padua o una habitación alquilada en la calle Llibreteria. Estuvo siempre activo en la edición y distribución de la prensa clandestina del POUM (hasta abril de 1938); así como en la solidaridad y ayuda a los presos, con asiduas visitas al ministro de Justicia Irujo para conseguir el traslado de los militantes del POUM de las chekas estalinistas (de donde podían desaparecer sin dejar rastro) a las prisiones republicanas. Pero la omnipresente represión estalinista contra los militantes del POUM, y las crecientes dificultades para burlar el enrolamiento militar, le decidieron a alistarse en el ejército, bajo falso nombre, a finales de 1938.

Josep Rebull no fue ganado jamás al trosquismo. La prueba está en su militancia ininterrumpida en el POUM, y en su pertenencia al CE del POUM, en el exilio, hasta 1953, cuando presentó su dimisión[13].

El episodio del Comité de Defensa del II Congreso del POUM, en julio de 1939, a caballo entre el fin de la guerra civil y el inicio de la Segunda guerra mundial, aunque supuso el surgimiento de un grupo bolchevique-leninista en el POUM, y una cierta colaboración de este grupo con Rebull, no fue lo bastante profundo, ni lo bastante prolongado, como para ganar a Rebull a la Cuarta Internacional.

Las tesis defendidas por la célula 72, que no pueden calificarse de trosquistas ni de consejistas, incidían en la contradicción existente en el Comité ejecutivo del POUM entre la teoría y la práctica, ya que según Rebull, el CE del POUM teorizaba la formación de un gobierno obrero, y al mismo tiempo sostenía y fortalecía al gobierno burgués de la Generalidad.

En el seminario de estudios históricos, conmemorativo del cincuenta aniversario de la fundación del POUM, celebrado en Barcelona, en Ca l’Ardiaca, el 27 de setiembre de 1985, Josep Rebull intervino en el acalorado debate que enfrentaba a la mayoría de militantes poumistas, que acusaban (creo que injustamente) a Pierre Broué[14] de dar una visión trosquista del POUM: « Broué no ha venido a halagar a nadie, sino a señalar el fracaso del POUM como organización revolucionaria, que si bien nació con muchas ilusiones, a lo largo de los años se fue desdibujando, perdiendo en cada esquina de la historia jirones de su programa. No hay nada más tozudo que los hechos, y el POUM como partido revolucionario falló. Estoy de acuerdo con el análisis de que una organización revolucionaria no puede avanzar más allá de donde se lo permite la situación revolucionaria y el aliento revolucionario de las masas. Pero el POUM, tal y como lo analizó la célula 72 en su momento, falló como vanguardia revolucionaria ». Las palabras de Rebull sonaron como un aldabonazo que invitaba a una crítica revolucionaria de los errores cometidos por el POUM en la guerra civil; sin embargo en el descomunal guirigay del apasionado enfrentamiento personalista entre los viejos militantes poumistas, favorables o contrarios al entrismo en el PSOE, apenas fueron escuchadas, e incluso sonaron « algo excéntricas » en medio de tanto desatino.

La personalidad de Josep Rebull, que jamás renunció a sus críticas de 1937-1939, y el extremo valor político de su pensamiento se reflejan en una frase, pronunciada en su intervención en Ca L’Ardiaca, que compendia magníficamente su trayectoria revolucionaria: « Hubiera sido mejor que a los militantes del POUM se nos ejecutara por revolucionarios ante un pelotón de fusilamiento, que haber sido juzgados por traidores a la República ».

Pasada la frontera francesa en febrero de 1939, Josep Rebull estuvo alojado durante algunos meses en París, en casa de Gaston Davoust (« H. Chazé). Tras la invasión nazi estuvo dos años en Marsella, de forma clandestina por la falta de papeles, en convivencia con exiliados bordiguistas italianos como Mitchell, Marco y Tulio, de una extraordinaria solidaridad y una no menor intransigencia en sus análisis políticos. Durante algunos meses trabajó, como tantos otros exiliados de extrema izquierda, de todas las nacionalidades, en la fábrica de confituras Croque-Fruit, dirigida por trosquistas. Durante su estancia en Marsella trabó amistad con el escritor Jean Malaquais, vecino suyo en Air-Bel. En el verano de 1943 intervino en la Resistencia francesa, hasta que fue detenido por la Gestapo, y por fin liberado en 1944. Durante el largo exilio francés sobrevivió como administrador de una pequeña editorial (Editorial Atlas) y periodista de Franc-Tireur, que adoptó más tarde el nuevo título de Paris Jour.

En 1952 Josep Rebull y « I. Graco » (César Zayuelas Moreno) entablaron un duro debate sobre la cuestión de la naturaleza del estalinismo y la defensa de la Unión Soviética frente a las agresiones imperialistas de Occidente. En la conferencia del POUM celebrada en febrero de 1953 Josep Rebull defendió junto a Balaguer, Bonet, Roc, Rodes e Iglesias un proyecto de resolución sobre la cuestión rusa, que definía la URSS como un capitalismo de estado y entendía como ajena al movimiento obrero la tesis de la defensa, condicional o no, de la URSS frenta al imperialismo americano. Josep Rebull fue miembro del CE del POUM en el exilio hasta mayo de 1953, cuando presentó su dimisión por desacuerdos políticos con el resto de miembros del CE del que formaba parte[15]. Desde entonces continuó en el POUM ya sólo como militante de base, y cada vez más lejano de una militancia activa, aunque siempre interesado en el análisis de la actualidad económica y política.

Josep Rebull gozó de una gran longevidad. Retirado desde 1971 en Banyuls-sur-mer, falleció ya nonagenario, el 22 de mayo de 1999, en ese hermoso pueblo del Rosellón.

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2.- LAS EXAGERACIONES SOBRE REBULL EN LOS BOLETINES EXTRANJEROS.

Josep Rebull fió sus posibilidades de cambiar la, según él, errónea y catastrófica estrategia política del CE del POUM (Nin, Andrade, Molins, Gorkin, etc…), en una sana reacción de la mayoría de los militantes contra esa estrategia, y en la adhesión masiva a sus posiciones en las discusiones del II Congreso.

Las posiciones políticas de Josep Rebull y su propia actividad militante son profundamente personales y originales. No existen pruebas rigurosas y determinantes de que la crítica de Josep Rebull al CE del POUM deba buscarse en una influencia ideológica de « Oehler » y «  »Negrete » », o bien de « Chazé »/Davoust[16], como se ha empeñado en pontificar cierta historiografía anglofrancesa[17]. EL POUM era resultado de la fusión de dos partidos en setiembre de 1935: el Bloc Obrer i Camperol (BOC) de Maurín y la Izquierda Comunista de España (ICE) de Nin y Andrade. Josep Rebull había militado en el BOC, era un maurinista convencido, fiel y aventajado discípulo de Joaquín Maurín y de su hermano « David Rey », e íntimo amigo de Manuel Maurín, que criticaba en Nin lo que a sus ojos era la usurpación por parte de la ICE de la dirección del POUM. No era el primer caso de militantes del BOC más radicalizados e « izquierdistas » que los de la antigua ICE. No cabe duda alguna que las críticas de Rebull a Nin están influenciadas por « su maurinismo », aunque quizás sería más acertado y apropiado afirmar que para él era ineludible enfrentarse a lo que consideraba una dejación de los principios marxistas fundacionales del POUM, por parte de su dirección.

Josep Rebull era el principal punto de referencia de « Oehler » y « Negrete », y también de « Chazé », con el POUM; pero sobre todo la única esperanza, para esos grupos extranjeros, de una « regeneración revolucionaria » del partido. Eran ellos los que necesitaban creer en la influencia de Rebull en el POUM, eran ellos los que publicaban en los boletines ingleses y franceses los artículos de Josep Rebull, eran ellos los que SE ILUSIONABAN en las « enormes posibilidades » que tenía la izquierda del POUM de Barcelona « para enderezar » al partido. De hecho, cuando Josep Rebull se enteró de la publicación de sus artículos en boletines extranjeros, que le presentaban como la izquierda revolucionaria del POUM, capaz de « salvar » la revolución española, no dejó de manifestar su sorpresa y su oposición, tanto a quienes calificaron como trosquistas sus posiciones políticas, como a la manipulación interesada y desmesurada de sus posibilidades reales de acción[18].

Es necesario que la crítica histórica restablezca a su exacta proporción las desmedidas exageraciones y expectativas que esos grupos y boletines trosquistas extranjeros, publicados en francés e inglés, erigieron en torno a Josep Rebull y la izquierda del POUM en Barcelona durante la guerra civil. Expectativas que « Munis », como el propio Rebull, consideraba infundadas[19].

Así pues, Josep Rebull era secretario de una célula de 12 miembros que apenas controlaba. Su mayor influencia política radicaba en la administración de la prensa y las publicaciones del POUM, y en su pertenencia al Comité Local del POUM, del que ni siquiera era secretario. Y por supuesto, no controlaba a la mayoría de militantes del Comité Local de Barcelona: tal afirmación de las revistas extranjeras, « afines » a la izquierda del POUM, y de la que posteriormente se hizo eco infundada y acríticamente cierta historiografía anglofrancesa, es una desmedida exageración, por no decir una invención absoluta. Lo cual no significa que no tuviera influencia alguna. Si se lee atenta y detenidamente el Informe del Comité Local de Barcelona sobre las Jornadas de Mayo[20] podemos apreciar, por una parte, una gran coincidencia con las contratesis expuestas por Rebull, y sobre todo con el análisis expuesto en el artículo de éste, titulado « Las jornadas de mayo », pero con una discrepancia fundamental: en mayo de 1937, como decía el CE del POUM, no era el momento de tomar el poder, como propuso Josep Rebull a ese CE.

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3.- VALORACIÓN DEL PENSAMIENTO POLÍTICO DE JOSEP REBULL SOBRE LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA.

La principal aportación teórica de Josep Rebull radica en su análisis del problema central y FUNDAMENTAL de toda revolución, y por supuesto, de la Revolución española de 1936: la cuestión del poder y de los órganos de poder obrero.

Josep Rebull, en abril de 1937, caracterizaba la cuestión de la dualidad de poderes establecida (en Cataluña principalmente y con menor claridad en otras partes de la zona republicana) tras la insurrección obrera de julio de 1936, como una situación transitoria que duró sólo algunas semanas. Esa situación de doble poder había desaparecido ya, según Josep Rebull, con la participación de la CNT y el POUM en las instituciones burguesas (empezando con el Consejo de Economía a principios de agosto).

Así pues, en abril de 1937, consideraba Rebull que la dictadura del proletariado y la conquista del poder debían pasar previamente por restablecer una situación (perdida) de doble poder[21].

Josep Rebull fue el único militante revolucionario español que, al analizar la Revolución española, establecía las enormes limitaciones e imperfecciones de los órganos de poder obrero surgidos por doquier en julio de 1936: los comités.

Y ahí encontramos también la clave de las críticas de Josep Rebull al CE del POUM : en el análisis erróneo del CE del POUM sobre el carácter de los comités revolucionarios surgidos en julio de 1936. Esos comités para Rebull eran organismos incompletos e imperfectos, incapaces de convertirse en auténticos órganos de poder obrero. Rebull señalaba que esos comités diferían de los consejos obreros (surgidos como organismos de poder obrero en las revoluciones proletarias de Alemania y Rusia) en que: 1.- No eran órganos elegidos democráticamente en amplias asambleas por los trabajadores de base, y, por lo tanto, independientes de las burocracias sindicales y de los partidos. 2.- No eran organismos unitarios de la clase obrera; y además eran incapaces de coordinarse entre sí, de forma que pudieran crear organismos superiores que centralizaran el poder obrero.

La diferenciación que hacía Josep Rebull entre comités y consejos nos parece fundamental para comprender la revolución de julio. Nin creía que el papel de los consejos alemanes sería desempeñado en España por los sindicatos. La novedad del análisis de Rebull radicaba en proponer una táctica que reconocía que era necesario partir de esos comités, deficientes e imperfectos, surgidos en julio, para transformarlos en consejos obreros, elegidos democráticamente en la base, coordinados y centralizados, de forma que pudieran llegar a ser los organismos del poder proletario. Josep Rebull, en forma totalmente enfrentada a las tesis del CE, negaba que los sindicatos pudieran suplir a los consejos obreros como órganos de poder obrero.

Josep Rebull criticaba (en un período precongresual y en un boletín interno de discusión) a la dirección del POUM porque no luchó, ni mucho menos, por la necesaria transformación de estos comités en organismos elegidos por la base, en consejos basados en una amplia democracia obrera. El CE del POUM, según Rebull, no supo encontrar la solución a esta difícil situación, y en su defecto, juntamente con la CNT, colaboró en la liquidación de estos organismos imperfectos de poder proletario, liquidando a la vez la situación de dualidad de poderes en favor del antiguo aparato estatal burgués, del Gobierno de la Generalidad.

Para Josep Rebull, tanto el POUM como la CNT se convirtieron en el apéndice de extrema izquierda del Frente Popular. Después de la victoria de la insurrección revolucionaria del 19 de julio cabían dos opciones: la opción revolucionaria pasaba por fortalecer, potenciar, coordinar y centralizar los comités revolucionarios, como órganos de poder obrero, TRANSFORMÁNDOLOS EN CONSEJOS OBREROS; la opción frentepopulista o reformista pasaba por integrar el movimiento obrero en el aparato estatal de la burguesía republicana, y por lo tanto, por el debilitamiento, aislamiento y posterior disolución de los comités. Tanto la CNT como el POUM optaron por la opción reformista. Cuando Josep Rebull dice que los comités son órganos burocráticos y no democráticos, está indicando que los delegados no son elegidos democráticamente por la base obrera en amplias asambleas, sino que son nombrados por las burocracias sindicales o políticas. Esto supone, por una parte, una separación entre los comités y la base obrera, y por otra, su dependencia de la burocracia. De ahí nace también su incapacidad para coordinarse entre sí y para crear órganos centralizados y unitarios de clase; la coordinación la hacen los distintos sindicatos y partidos, y la problemática unidad y centralización (en los planos económico, militar, productivo, de abastecimiento, etc) se convierte en una especie de rompecabezas de variopintos parlamentos, de todas las escalas y en todos los ámbitos, de las distintas organizaciones antifascistas, tanto obreras como burguesas y estalinistas.

Según Rebull, el gobierno de Largo Caballero, pese a su apariencia obrera y revolucionaria, se basaba en el viejo aparato estatal de la burguesía y tenía por objeto la absorción de todos los organismos e instituciones revolucionarias para neutralizarlas poco a poco hasta que, sintiéndose suficientemente fuerte la fracción burguesa de dicho gobierno, pudiera aplastarlos abiertamente. Josep Rebull señalaba que en la Alemania de la posguerra los consejos obreros fueron absorbidos en la Constitución de Weimar de la misma manera, con gran satisfacción de la burocracia reformista.

Rebull consideraba que las ocasionales consignas lanzadas por el POUM para la creación de los consejos de obreros, campesinos y combatientes jamás habían pasado de ser una propaganda platónica. El CE nunca había tomado medidas prácticas encaminadas a la creación de los consejos dentro de sus propias milicias, permitiendo por lo contrario, que los comandantes de dichas milicias tratasen de impedir toda acción de los milicianos de base en este sentido.

Josep Rebull llegaba a acusar al CE de haber marchado en sentido opuesto a la creación de los consejos como órganos de poder de la Revolución, puesto que en marzo de 1937 había lanzado una nueva consigna en favor de una Asamblea Constituyente a base de delegaciones  de sindicatos obreros y campesinos con delegados del frente.

Josep Rebull afirmaba taxativamente que los sindicatos no podían jugar el papel de soviets[22], porque ni tenían la flexibilidad necesaria como instrumentos de la revolución proletaria, ni podían aceptar, aferrados como estaban a sus tradiciones, la democracia obrera necesaria para que el partido marxista revolucionario pudiera conquistar la mayoría dentro de las masas. Rebull señalaba, finalmente, que los sindicatos,

agrupados por industrias nacionales, constituían una organización vertical, mientras los consejos en cada localidad eran esencialmente organizaciones de carácter horizontal. Los sindicatos, en una etapa revolucionaria, no podían ser otra cosa que los organismos de control de la producción y de la distribución, es decir, organismos técnicos y administrativos. Josep Rebull afirmaba rotundamente, en confrontación total con las tesis de Nin, que era un gravísimo error adjudicar a los sindicatos la función de órganos del poder proletario.

Josep Rebull constataba además el carácter estalinista y reaccionario de la UGT, organización sindical que saboteaba abiertamente la revolución. Por lo tanto Rebull afirmaba que

después de la toma del poder, caso de hacerse bajo las consignas prosindicales del POUM, no podrían de ninguna manera desempeñar eficazmente las funciones de un Estado obrero.

Josep Rebull rechazaba, pues, la posibilidad de que los sindicatos se convirtiesen en órganos de poder obrero. Del mismo modo, rechazaba que los comités fueran esos órganos de poder. Los comités no son consejos, y por ello, se muestran incapaces de coordinarse entre sí, y de crear órganos superiores capaces de centralizar, unificar y crear un poder obrero enfrentado al Estado capitalista. Josep Rebull va aún más lejos, cuando dice que la misión, insustituible y necesaria, de un partido revolucionario[23] – Rebull afirmaba que el POUM no lo era – hhubiera sido precisamente la de impulsar la transformación de los comités en consejos obreros[24].

El POUM – según Rebull – falló como partido revolucionario, y los comités fueron incapaces de transformarse (por sí solos) en consejos. Esa fue la principal limitación y la causa determinante de la rápida degeneración de la Revolución española, que posibilitó la rápida recuperación del aparato estatal burgués.

Las contratesis de Josep Rebull son, sin duda alguna, junto con las tesis de Bilan , el análisis marxista más coherente, riguroso, claro y preciso que existe sobre la Revolución de 1936. Y ese análisis no es fruto del genio filosófico del individuo llamado Josep Rebull, tocado por la inspiración de los dioses, sino que teoriza y recoge el enfrentamiento militante de la base del POUM contra la política de su dirección, que alcanzó su punto culminante en marzo y abril de 1937.

En esas mismas contratesis, Rebull anunció con dos semanas de anticipación el inminente enfrentamiento que se produciría en las Jornadas de Mayo: « La clase obrera de Cataluña y de España  tendrá que escoger muy pronto entre dos caminos: o su eliminación como factor político independiente o la organización de la lucha abierta, armada, para el derrocamiento del estado burgués, que se consolida cada día más. Para esta lucha es necesario un nuevo instrumento: los consejos de obreros, campesinos y combatientes. »

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4.- NI CONSEJISMO, NI TROSQUISMO: LA PROFUNDA ORIGINALIDAD DE LAS TESIS DE JOSEP REBULL SOBRE LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA.

Quiero insistir aquí, pese al riesgo de repetir algunos conceptos ya expresados anteriormente, en la profunda originalidad del pensamiento político de Josep Rebull, y sobre todo en sus abismales diferencias con el consejismo o el trosquismo, que sólo la falta de rigor, o la mala fe, pueden deformar con cierta facilidad.

Josep Rebull defiende en abril-junio de 1937 la creación de Consejos Obreros, y éste es además un punto fundamental de su pensamiento político, y en consecuencia en sus críticas a la táctica propugnada por el CE del POUM desde julio de 1936.

Sería una absoluta falta de rigor, sólo posible desde un desconocimiento (o deformación) de la definición dada por Josep Rebull de los « comités » y de los « consejos obreros », afirmar que la consigna defendida por éste es totalmente utópica, abstracta e irreal, puesto que llama a la formación de unos consejos obreros, que no existen, y por lo tanto aplica a la situación española los esquemas teóricos de la revolución rusa, etcétera, etcétera.

Josep Rebull dice exactamente esto:

« Se entiende por Consejo Obrero (de fábrica o taller) la reunión de los obreros de la fábrica o taller en asamblea para discutir democráticamente las posiciones de las diferentes tendencia revolucionarias ante los problemas de la revolución y elegir, en consecuencia, los delegados a los Congresos de los Consejos, o sus representantes en los Consejos superiores (Consejo del poder local, regional o nacional), representantes que serán mandatarios de la voluntad de los Consejos de su fábrica o taller.

Igualmente, se comprende que  el Consejo de Campesinos de una localidad es la reunión de los campesinos locales en asamblea para los mismos fines antes indicados.

Y, finalmente, los Consejos de Combatientes estarán constituidos por las asambleas de Compañía, de Batería o de Escuadrón. En la marina, serán por unidades navales.

Los Sindicatos serán los organismos de control de la producción y distribución, es decir, organismos eminentemente técnicos y administrativos en substitución de las empresas  de propiedad privada. Sería un error fundamental atribuir a los Sindicatos la representación del poder proletario: a) por ser su organización vertical, es decir, por industrias nacionales, mientras que los Consejos son en cada localidad una organización horizontal que prescinde de la profesión de cada proletario. b) Las direcciones burocráticas de los Sindicatos podrían ejercer una influencia nefasta en la expresión del libre pensamiento de la base, como ocurre con la UGT en Cataluña.

3.- En la medida que los Consejos se fortalezcan asumirán en cada unidad o localidad las funciones de dirección, acelerando así la descomposición del sistema que se intenta restablecer por parte de los reformistas y la pequeña burguesía.

4.- Campaña de agitación tendente a divorciar las masas trabajadoras y combatientes  de los Gobiernos de Valencia y Barcelona, ganándolas a la causa de la revolución socialista, explicándoles el verdadero papel de dichos gobiernos como defensores del capitalismo y enemigos de la revolución proletaria. (…) ».

Josep Rebull distinguía pues, con precisión, rigor  y claridad entre comités, consejos obreros y sindicatos. Son órganos obreros distintos con funciones diferentes.

Los sindicatos en una etapa revolucionaria serían los organismos económicos de control de la producción y de la distribución, es decir, órganos técnicos y administrativos. Pero no podían ser, ni cumplir funciones de representatividad política o de organismos de poder obrero. Como decía muy pedagógicamente Rebull: « sería un error fundamental atribuir a los Sindicatos la representación del poder proletario ».

Los Consejos son precisamente esos órganos de poder obrero que, a causa de su elección democrática en asambleas, son independientes de las burocracias sindicales y de los partidos, El fortalecimiento de los consejos supone que asumen funciones de dirección en cada localidad, acelerando la descomposición del sistema capitalista. Son, por lo tanto, antagónicos con el Estado capitalista, y su defensa es incompatible con los partidos que participan en los gobiernos de la burguesía.

Josep Rebull rompía con el tabú de las conquistas económicas obtenidas por el proletariado en julio de 1936, cuando afirmaba que « las conquistas de la clase obrera carecen de apoyo si no van acompañadas del poder de los consejos ». Es decir, la economía colectivizada no tenía ningún sentido, y por supuesto ningún futuro, sino estaba acompañada por la conquista del poder político por la clase obrera.

La toma del poder, según Josep Rebull, no sería ni podía ser pacífica – ¡como increíblemente afirmaba Nin! – sino que pasaba por la lucha armada y la destrucción del Estado capitalista, reemplazado por un gobierno de los Consejos Obreros.

Josep Rebull no pude ser considerado consejista, porque consideraba que la transformación de los comités (órganos imperfectos e incompletos de poder obrero) en consejos obreros (órganos capaces de detentar funciones de poder obrero) no podía ser obra espontánea de esos mismos comités, sino que era precisamente la labor que debía propugnar, impulsar y trabajar el partido revolucionario. Aunque no lo diga explícitamente, puesto que los textos teóricos de Josep Rebull no dejan de ser muy breves y escasos, sí que implícitamente se entiende que la función de un partido revolucionario no es la de sustituir a la clase obrera en aquellas funciones que sólo a ella le atañen: toma del poder, ejercicio de la dictadura del proletariado, control de la economía y de las milicias, centralización del poder obrero y unidad de clase, etc… La función de un partido revolucionario, en una fase histórica revolucionaria, es precisamente la de impulsar la creación de los órganos de poder de la clase obrera, para que puedan ejercer sus funciones de poder obrero, y llegar así a establecer una dictadura del proletariado, antagónica con el Estado capitalista, y por lo tanto sin colaboración política alguna con la burguesía.

La diferencia fundamental de Rebull con los consejistas radica en la importancia que concede a esa misión del partido revolucionario, que considera insustituible e imprescindible para el triunfo de la revolución, porque la clase obrera espontáneamente no podría conseguirlo.

La diferencias de Josep Rebull con los trosquistas son numerosas, y bastaría con la lectura del durísimo artículo crítico de « Munis » (que reproducimos en el punto 28; cuaderno nº 20 de Balance) para rechazar las probables definiciones o acusaciones de trosquismo. Pero quizás sea preciso enumerar algunas. En primer lugar Josep Rebull apoya la  participación del POUM en las elecciones del Frente Popular de febrero de 1936, en las que debemos recordar que su nombre constaba en las listas de candidatos del POUM por Tarragona. En segundo lugar, su llamado maurinismo o bloquismo, es decir, la confirmación del carácter revolucionario del BOC y del POUM antes de julio de 1936. Ese maurinismo también sería una formidable vacuna contra lo que Rebull no dejaba de considerar el « sectarismo » trosquista. Las propias tesis « consejistas » de Rebull, esto es, la consideración del carácter incompleto e imperfecto de los comités, y la necesidad de que un partido revolucionario impulse la transformación de esos comités en consejos obreros, es un análisis ORIGINAL de Rebull, absolutamente ajeno a « Munis » y a los trosquistas. Por fin, la propia concepción del combate político de Josep Rebull, exquisitamente cuidadoso con la normativa de discusión precongresual en el seno del POUM, y totalmente extraño a las concepciones de lucha fraccional de los trosquistas, tal y como « Munis » le reprocha en las brutales críticas que le dedica en La Voz Leninista.

En conclusión: puede y debe afirmarse la absoluta profundidad, coherencia e importancia de los análisis de Josep Rebull sobre la Revolución española en un momento histórico crucial: abril de 1937. Del mismo modo, debe y merece confirmarse sus abismales diferencias con la tesis trosquistas o consejistas, y por supuesto con las del CE del POUM, en cuya crítica y leal oposición precisamente han nacido. En consecuencia, a la profundidad, coherencia e importancia del pensamiento político de Josep Rebull, debemos añadir el de su absoluta ORIGINALIDAD. Las circunstancias históricas posteriores impusieron, sobre todo en España, un quinto calificativo, que este número de Balance intenta destruir: su desconocimiento.

Agustín Guillamón.

Barcelona, mayo 2000.

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5.- Comité Local del POUM de Barcelona[25]: « Por la solución de la crisis. Frente Obrero[26] Revolucionario ». La Batalla nº 218. (Barcelona, 15 abril 1937).

La prolongación de la crisis durante quince días, pone de manifiesto las contradicciones de la situación política actual.

Estas contradicciones consisten en querer conciliar el poder de un régimen que se daba por caducado el 19 de julio y el poder de la Revolución; intereses de la burguesía perpetuados hoy en el Gobierno de la Generalidad e intereses del proletariado huérfano de sus propios órganos de poder.

Dentro del recinto de las instituciones burguesas no puede haber más que soluciones burguesas. Gobierno de la Generalidad y Parlamento de Cataluña son instituciones burguesas. Una situación revolucionaria no ha acabado nunca en revolución victoriosa, si ésta no ha sabido crear un Poder enfrente del antiguo Poder.

Inmediatamente las organizaciones cuyo objetivo es la revolución proletaria, POUM y CNT-FAI, deben formar el Frente Obrero Revolucionario, procurando ganar a su causa a las masas vacilantes entre la República burguesa y la revolución socialista.

El Frente Obrero Revolucionario deberá empezar la inmediata creación de los Consejos de Obreros, Combatientes y Campesinos[27], y convocar en el plazo más corto posible el Congreso de los Consejos, restableciendo así la dualidad de poderes indispensable para la conquista del poder para la clase trabajadora e instaurar el verdadero Gobierno Obrero y Campesino.

¡Por la creación de los Consejos de Obreros, Campesinos y Combatientes!

¡Por un Gobierno Obrero y Campesino!

COMITÉ LOCAL DEL POUM DE BARCELONA.

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6.- PRESENTACIÓN DEL BOLETÍN DE DISCUSIÓN

La convocatoria del II Congreso del POUM fue decidida en la reunión del Comité Central Ampliado de diciembre de 1936. Aplazada un mes tras otro, había sido anunciado primero para el 15 de febrero de 1937 y posteriormente para el 13 y 14 de marzo[28]. Finalmente fue convocado « definitivamente » en Barcelona del 8 al 16 de mayo de 1937[29]. Así pues en abril de 1937 se había abierto la vía para la discusión precongresual, y en el reglamento de discusión del Congreso se había autorizado la publicación de boletines locales, capaces de encauzar la discusión. A las tesis presentadas por el CE del POUM, el Comité Local de Barcelona contrapuso la edición de un boletín en el que se publicaban las contratesis de distintas células del POUM en Barcelona. Fue en este boletín, y en el marco de la discusión precongresual, donde se publicaron las tesis de la célula 72, de la que era secretario Josep Rebull.

Así pues, es importante subrayar que las críticas de Josep Rebull a la táctica política desarrollada por el CE del POUM, se realizaron siempre en el seno de los más estrictos cauces permitidos y facilitados por el propio partido para la discusión del Congreso del POUM. Sin embargo, debemos recordar que la convocatoria del II Congreso y la apertura de las discusiones precongresuales fueron conquistadas por la militancia de base en abierta confrontación con el CE. Nada más lejos de un tranquilo, plácido y burocrático debate congresual. El congreso había sido arrancado al CE y sus componentes sabían que encontrarían una encarnizada oposición que podía desplazarlos.

Muchos militantes poumistas habían llegado ya a Barcelona, para participar en las tareas del II Congreso, cuando estallaron las llamadas Jornadas de Mayo. El terremoto político, la agitación social, la insurrección armada y las barricadas levantadas en mayo, hicieron inevitable que se pospusiera la celebración del II Congreso al 19 de junio, al tiempo que se convocaba una conferencia internacional para el 19 de julio. Esta segunda convocatoria también fracasó, dado que el 16 de junio el gobierno Negrín detuvo a los miembros del CE del POUM e inició la persecución política de todos los militantes del POUM. Nin, que había sido detenido legalmente por la policía republicana, fue secuestrado por la GPU, torturado y asesinado. El resto de miembros del CE del POUM fue sometido a un proceso judicial, acusados de provocar la insurrección de mayo de 1937.

Así pues el II Congreso no llegó a celebrarse durante la etapa de la guerra civil. El combate por intentar que se celebrara en el exilio será tratado más adelante.

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7.- [REBULL, Josep]: « Contratesis Política para el II Congreso del POUM, que presenta la célula 72, distrito V de Barcelona ». Boletín Interior. Órgano de discusión para el II Congreso del Comité Local de Barcelona del POUM, nº 1. Barcelona 23 abril 1937.

I

Los acontecimientos políticos desarrollados en nuestro país desde el Congreso de Unificación del BOC e IC, en octubre de 1935, han venido a corroborar el apartado I de la Resolución entonces aprobada que incluye los siguientes términos: « La actual situación histórica de nuestro país es un momento de transición que terminará en el fascismo o en la revolución proletaria ».

El período de 1931 a 1934, período de república democrático-burguesa, había puesto de manifiesto la incapacidad de la pequeña burguesía para realizar su revolución. Sometida a la presión revolucionaria de la clase trabajadora por un lado, y a la presión contrarrevolucionaria de la gran burguesía y feudalismo por otro, la pequeña burguesía cedió sin grandes resistencias ante la reacción en los momentos en que el proletariado amenazaba derrumbar el régimen, como en octubre de 1934.

En esta condiciones únicamente el proletariado podía llevar a cabo la revolución democrática, simultáneamente con la revolución socialista.

La insurrección de octubre de 1934 no permitió a la clase trabajadora la toma del poder por no tener el órgano revolucionario que la condujera a la victoria. Fue solamente en Asturias donde existía ese órgano – Alianza Obrera – y por eso triunfó allí la revolución.

El factor decisivo en los períodos revolucionarios es el partido revolucionario capaz de orientar la revolución. Sin un partido que empuje el desarrollo del proceso revolucionario ya iniciado no es posible que ésta llegue a realizarse. « El partido

juega en las revoluciones un papel trascendental, decisivo. En la revolución inglesa, el partido constituía, en realidad, el ejército de Cromwell. En Francia, el partido de la revolución estaba representado por los jacobinos. En la revolución rusa, por los bolcheviques. Sin las costillas de hierro,, sin el partido jacobino, sin el partido bolchevique, las tres grandes revoluciones clásicas, indiscutiblemente no se hubieran producido. El partido es una perforadora afilada que colocada delante abre el camino. » (Maurín).

La revolución proletaria necesita, pues, para triunfar, un partido marxista revolucionario con gran ascendiente sobre las masas. La inexistencia de este partido, y el error del anarcosindicalismo acerca del problema del Poder, hizo imposible que las experiencias de la insurrección de octubre – « prólogo luminoso de la segunda revoolución » – plasmaran de manera que la hegemonía en la dirección del movimiento subsiguiente, debido a la represión de octubre, correspondiera a la clase trabajadora.

Fue nuevamente la pequeña burguesía la que dirigió el movimiento que condujo al triunfo electoral del 16 de febrero, y esto le permitió detentar por un nuevo plazo el poder. Este período de gobierno pequeño burgués, caracterizado por el Frente Popular, vino a enriquecer todavía más la experiencia de la clase trabajadora en el sentido de que únicamente la revolución socialista podía solucionar las profundas contradicciones del régimen capitalista.

El alzamiento militar-fascista del 19 de julio de 1936 es el resultado de toda la política de contemporización de la  pequeña burguesía con las capas más reaccionarias del país, mientras que por otro lado esta misma pequeña burguesía desarrollaba esfuerzos inauditos para cortar el empuje revolucionario del proletariado, manifestado en movimientos huelguísticos precursores de próximas y grandiosas luchas por el socialismo.

II

Los gobiernos de la pequeña burguesía de Madrid y Barcelona, una vez más al producirse los acontecimientos de julio, demostraron su condición de clase, al dejar inerme a la clase trabajadora ante el ataque fascista. De traidores[30] puede acusárseles por no haber armado a tiempo al proletariado, el cual tuvo que conquistar las armas a costa de su sangre, vertida generosamente en la epopeya de julio, abriendo de una forma definitiva las rutas de la revolución española.

En todos aquellos lugares del país donde el fascismo quedó derrotado, los trabajadores se impusieron, con claro instinto de clase, la tarea histórica de demoler el capitalismo, expropiando violentamente los medios de transporte, producción, etc.

Como órganos inmediatos de poder surgieron los Comités Antifascistas que culminaban en el   Comité Central de Milicias. Los proletarios y campesinos crearon por doquier los órganos del poder revolucionario, arrinconando los antiguos instrumentos de poder burgués.

El ejército y los cuerpos de represión quedaron pulverizados por el ímpetu de la revolución y quedaron automáticamente substituidos por las milicias obreras.

La dualidad de poderes característicos de todo período revolucionario adquirió   en los primeros días, incluso en las primeras semanas, una intensidad que hacía esperar un desenlace rápido y revolucionario. Por un lado el Comité Central de Milicias, representante del poder proletario, y por otro lado

– en Cataluña – el gobierno de la Generalidad, dominado por la pequeña burguesía, y que aparecía a la luz de la revolución, con toda su vetustez, inutilidad y con todas sus pasadas concupiscencias.

Pero la clase obrera se encontró huérfana de un verdadero guía. La CNT, fuerza decisiva en las gloriosas jornadas de julio, pronto abandonó su tradicional intransigencia y pasó a formar parte de los gobiernos de la pequeña burguesía en Madrid y en Barcelona, fortaleciendo con ello, no el poder de la clase trabajadora (que estaba en el Comité Central de Milicias pese a todos los defectos propios de la improvisación), sino al poder superado, del régimen capitalista, representado por dichos gobiernos.

El Comité Central de Milicias, y todos los Comités Antifascistas, creaciones de la revolución, quedaron abolidos por decreto tan pronto como los dirigentes de la CNT, escuchando los cantos de sirena de la pequeña burguesía, dejaron de ver – quizá no lo comprendieron nunca – que en el recinto de las instituciones burguesas no hay más que soluciones burguesas, y que la situación revolucionaria, para terminar en revolución victoriosa ha de crear sus propios órganos de poder.

Por su parte los reformistas – que en las horas de lucha a muerte no aparecieron por ningún lado – forjaron a marchas rápidas en Cataluña el instrumento que tan eficazmente había de coadyuvar a la pequeña burguesía en su misión de frenar la revolución. El PSUC después de haber manifestado de una manera rotunda que la finalidad del movimiento revolucionario era la consolidación de la república democrático-burguesa, abandona las pocas consignas revolucionarias que todavía conservaba para pasar rápidamente a ser el más tenaz adversario de la revolución socialista.

III

El POUM, único partido marxista revolucionario, sabía que el anarcosindicalismo estaba virtualmente fracasado el mismo 19 de julio en el sentido de poder encauzar las masas hacia la victoria. Su falta de teoría revolucionaria  había forzosamente que conducirle, por un lado, hacia un revolucionarismo infantil

– tal como sus medios draconianos en la colectivización del

campo –  y por otro lado, a un reformismo sin atenuantes, tal como el sostén de los gobiernos burgueses de Barcelona y de Valencia, y una vez dentro de estos gobiernos, su aceptación de una colectivización  parcial de la industria, es decir, sin la nacionalización de la banca, aceptación del decreto de Orden Público, Ejército Popular, etc.

Estaba asimismo descartado un papel positivo de parte del reformismo y de la pequeña burguesía en favor de la revolución, quedando, por el contrario, todo un cúmulo de enseñanzas anteriores sobre la debilidad, incapacidad y traición de estos sectores.

Únicamente el POUM podía ser, en tanto que partido marxista revolucionario, una garantía de la marcha ascendiente de la revolución, llamando a las masas hacia ella, y practicando, en los lugares en donde tenía influencia, el fortalecimiento del poder obrero y campesino por medio de la formación rápida de los Consejos en la industria y en el campo; por medio de la creación de tribunales revolucionarios; creando, en fin, el embrión del ejército rojo, y negándose rotundamente a reconocer solución alguna que cayera dentro del ámbito de las instituciones burguesas.

Además, la falta de una crítica cordial pero arrogante por parte del POUM sobre la trayectoria de la CNT, ha hecho que las masas cenetistas, y en general toda la clase trabajadora, no pueda hallar diferencia – tan esencial para el partido de la revolución –  entre unos y otros y confunda ideológicamente las posiciones y las consignas.

Con respecto a la colaboración del POUM en la Generalidad, ha quedado desmentida por los hechos la teoría  según la cual   un gobierno se define por su programa y no por su composición orgánica.

Consecuencia de las claudicaciones y renunciamientos de la CNT y de los errores e inhibición crítica del POUM, ha sido la transformación de la primitiva situación de dualidad de poderes, en una situación confusionista en que los caracteres peculiares de las clases han quedado relegados.

IV

El requisito indispensable para la transformación de la actual situación en una situación de doble poder, como paso transitorio hacia la CONQUISTA DEL PODER por la clase trabajadora e implantar la DICTADURA DEL PROLETARIADO, es la adopción de un programa de acción inmediata, con el firme propósito de llevarlo a la práctica. Es así como podrá conseguirse el triunfo de la clase trabajadora.

El criterio que ha de presidir la formulación de este programa es la constatación de que el aparato del estado burgués no se destruyó y como consecuencia es la burguesía la que ocupa los puestos decisivos.

Es evidente que este programa ha de responder a los intereses generales de la clase trabajadora y ha de atraer la simpatía del campesinado – hoy de espaldas a la revolución en su mayoría – al objeto de que sea posible ganar a las masas primero, con el fin de restablecer el doble poder, y lanzarlas después a la conquista del mismo en forma totalitaria.

PROGRAMA A DESARROLLAR PARA RESTABLECER LA DUALIDAD DE   PODERES

Proposición de Frente Obrero Revolucionario a las organizaciones cuyo objetivo final sea la revolución socialista, sin que signifique pérdida de caracteres propios y mucho menos renuncia a una crítica serena entre ellas.

A.-  Bases del Frente Obrero Revolucionario:

1.- Retirada definitiva de las organizaciones que pasen a integrar el Frente Obrero Revolucionario de los gobiernos burgueses de Barcelona y Valencia.

2.- Creación  de los Consejos Obreros, Campesinos y Combatientes como institución básica del poder proletario y como medio de dar nueva vida e impulso a las masas, incluso a las hoy apartadas de la revolución, atrayéndolas hacia ella.

Se entiende por Consejo Obrero (de fábrica o taller) la reunión de los obreros de la fábrica o taller en asamblea para discutir democráticamente las posiciones de las diferentes tendencias revolucionarias ante los problemas de la revolución y elegir, en consecuencia, los delegados a los Congresos de los Consejos, o sus representantes en los Consejos superiores (Consejo del poder local, regional o nacional), representantes que serán mandatarios de la voluntad de los Consejos de su fábrica o taller.

Igualmente, se comprende que  el Consejo de Campesinos de una localidad es la reunión de los campesinos locales en asamblea para los mismos fines antes indicados.

Y, finalmente, los Consejos de Combatientes estarán constituidos por las asambleas de Compañía, de Batería o de Escuadrón. En la marina, serán por unidades navales.

Los Sindicatos serán los organismos de control de la producción y distribución, es decir, organismos eminentemente técnicos y administrativos en substitución de las empresas  de propiedad privada. Sería un error fundamental atribuir a los Sindicatos la representación del poder proletario: a) por ser su organización vertical, es decir, por industrias nacionales, mientras que los Consejos son en cada localidad una organización horizontal que prescinde de la profesión de cada proletario. b) Las direcciones burocráticas de los Sindicatos podrían ejercer una influencia nefasta en la expresión del libre pensamiento de la base, como ocurre con la UGT en Cataluña.

3.- En la medida que los Consejos se fortalezcan asumirán en cada unidad o localidad las funciones de dirección, acelerando así la descomposición del sistema que se intenta restablecer por parte de los reformistas y la pequeña burguesía.

4.- Campaña de agitación tendente a divorciar las masas trabajadoras y combatientes   de los Gobiernos de Valencia y Barcelona, ganándolas a la causa de la revolución socialista, explicándoles el verdadero papel de dichos gobiernos como defensores del capitalismo y enemigos de la revolución proletaria. Esta campaña será ampliada explicando el significado de los imperialismo germano-italiano y anglo-francés, que tienen el objetivo común – a pesar de sus antagonismos particulares – de impedir el triunfo de la revolución proletaria.

B.- Tareas del Frente Obrero Revolucionario a desarrollar inmediatamente.

1.- Extender y fortificar las Patrullas de Control obreras, poniéndolas bajo el control de los Consejos.

2.- En el Frente deben crearse los Consejos de Combatientes centralizándolos debidamente para coordinar su acción militar contra los fascistas.

3.- La industria de guerra debe tender al mejor abastecimiento del frente, pero los Consejos procurarán dotar bien a la retaguardia para evitar sorpresas y provocaciones, preparándose de esta manera a la toma del poder.

4.- Señalará que las conquistas económicas de la clase obrera carecen de apoyo si no van acompañadas del poder de los Consejos.

5.- En el campo se restablecerá la confianza  a los pequeños propietarios, se dará el usufructo de la tierra al que la trabaja y se explotarán colectivamente las grandes propiedades sin obligar a los pequeños propietarios a través de los organismos sindicales.

6.- Proclamar por parte del Frente Obrero Revolucionario (FOR) el derecho de libre determinación de los pueblos oprimidos de la República española y de sus colonias.

C.- Para la toma del poder:

a) Convocatoria en un período perfectamente delimitado de un Congreso de los Consejos de Obreros, Campesinos y Combatientes, para la elección del Comité Central de los Consejos.

b) Preparar la lucha armada por el poder para destruir el Estado capitalista y reemplazarlo por el Gobierno de los Consejos.

c) El Gobierno de los Consejos abolirá todas la leyes y prerrogativas capitalistas, promulgando las leyes necesarias conforme a la voluntad del Congreso de los Consejos.

D.- Aspectos internacionales de la Revolución española.

El FOR primero, y después el Gobierno de los Consejos, ha de extender la Revolución por toda la península a medida que se derrote al fascismo.

Presentará una orientación internacional dentro de los Consejos, primero, y luego por el Gobierno de los Consejos, con el objeto de despertar a la acción al proletariado mundial, independientemente de las llamadas « democracias ».  La intervención enmascarada del imperialismo anglo-francés, representada hoy por la « no-intervención », se convertirá, en caso de triunfar la revolución obrera, en una intervención abierta. La ayuda internacional e independiente de la clase obrera podrá convertir en derrotas las tentativas de intervención abierta de los diferentes imperialismos.

Una victoria de la revolución proletaria en Iberia sería la palanca para hacer saltar contra el capitalismo a las masas oprimidas de toda Europa, dando lugar a la reorganización del movimiento obrero internacional bajo la bandera del marxismo revolucionario.

E.- El POUM en el Frente Obrero Revolucionario.

Si este programa no mereciera la aprobación de los dirigentes de las organizaciones revolucionarias, el POUM llevará a cabo una campaña amplia y sistemática en torno del mismo, a fin de promover la atención de la bases de dichas organizaciones sobre los puntos capitales del programa y hacer ejecutar los mismos.

La conquista del Poder y la consolidación de éste no es posible mediante una coalición de los partidos obreros en general, algunos de los cuales sólo lo son de nombre, siendo burgués su contenido político.

Por encima de todo sólo puede asegurarse la acción independiente de la clase obrera mediante la independencia política y orgánica del partido marxista revolucionario.

CÉLULA 72.- DISTRITO V.

17 de abril de 1937.

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8.- [REBULL, Josep]: « A la deriva. La dirección del POUM durante las jornadas de julio. (Aclaraciones a la Contratesis Política) ». Boletín Interior. Órgano de discusión para el II Congreso del Comité Local de Barcelona del POUM, nº 1. Barcelona 23 abril 1937.

El valor de un partido, y sobre todo el de su dirección, se contrasta en los grandes acontecimientos. Se suele decir que en tiempo de bonanza todo el mundo es buen marinero.

Ahora bien, el problema fundamental cuya solución ha de plantearse un partido marxista revolucionario, es el problema del Poder, en su forma y la manera de conseguirlo. No podía nuestro partido prescindir de la clase trabajadora en general al enfocar esta trascendental cuestión. Partiendo, pues, de esta premisa, veamos como reaccionó nuestra dirección en los primeros días de lucha, es decir, durante las jornadas de julio hasta el planteamiento de la primera crisis del Gobierno de la Generalidad.

Recortamos de Avant:

Día 21.- « Lo que se impone es la formación de un Gobierno con la participación de todos los componentes del Frente Popular… » es decir, un Gobierno de aquellos a los cuales inculpamos como responsables del alzamiento militar.

Día 22.- Tratando de que los obreros en armas deben cobrar los salarios, dice Avant: « Creemos que ha de ser el Gobierno  de la Generalidad quien ha de pagarles el sueldo ». Lo cual supone el reconocimiento implícito del Gobierno de la Generalidad.

En un artículo titulado « La terra ha d’esser repartida », se limita a decir, en lo que atañe al poder, que podría asegurar la posesión de la tierra a los campesinos pobres: « El ejército obrero aplastará el poder del cacique e instaurará   una situación de justicia y de confianza entre los campesinos pobres ». En suma, pues, se trataba de « instaurar una situación de justicia… »  ¿Cómo? Sobre esto la dirección del POUM guardaba un prudente y discreto silencio.

Día 24.-  « El CE del POUM a tos els treballadors » es el encabezamiento de 12 reivindicaciones que se proponen a la clase trabajadora. El único punto que de una manera indirecta afecta al problema del Poder es el número 8: « revisión del estatuto de Cataluña en sentido progresivo ». Sin duda es por medio de esta revisión que los trabajadores llegaron más tarde a la dictadura del proletariado de la cual nos habla el camarada Nin.

Con respecto al problema de la tierra, vemos en este mismo número de Avant que se propugna por un Comité Popular Ordenador. ¿ordenar bajo el dominio político de la burguesía? Los campesinos, afortunadamente, siguieron otro camino.

Día 26.- Mientras continúa el silencio más profundo acerca del problema del Poder, « Avant » dedica grandes titulares a la victoria obtenida por el pago de salarios a los obreros en armas. (¡Pues no faltaba más!) Lo celebra con las siguientes palabras: « Fue nuestro partido el primero en lanzar la reivindicación del pago de salarios a los obreros que, con la huelga general y con su acción combativa, han derrotado al fascismo y ganado la victoria ». Una victoria, en fin de cuentas, para la pequeña burguesía y para el PSUC, que todavía no existía[31].

En otro sitio señala: « La primera medida a tomar es la organización del Control Obrero. De momento ya sabemos que el Gobierno de la Generalidad está en contra, y los obreros tendrán que actuar al margen, si no quieren ir a parar a la vía muerta de la reacción ». Para no ir a parar a la vía muerta de la reacción no debía actuarse únicamente al margen de la legalidad burguesa, sino dentro de la nueva legalidad revolucionaria, al fortalecimiento de la cual se hubiese ayudado sosteniendo y mejorando los órganos nacidos de la revolución, y no precisamente allanándose a su destrucción.

Día 27.- El POUM declara: « No solamente no tenemos ningún inconveniente en estar en contacto con vuestro Comité (Front d’Esquerres), sino que consideramos este contacto indispensable para examinar  en conjunto los problemas del momento y establecer la unidad de acción en todas aquellas cuestiones en que sea posible la coincidencia. » Primer paso hacia el Frente Popular.

Día 28.- Tampoco la JCI[32] encontró el camino en estas graves jornadas: « Nuestras milicias y nuestros fusiles son la única garantía de nuestra libertad, de nuestro derecho y de nuestra vida. » (Solano, en su discurso por la radio, reseñado en Avant del día 28). Para convertirse en la única garantía, hubiese sido preciso poner estas milicias y estos fusiles bajo el control del poder proletario, no bajo el control de la Generalidad, que amasa con ello su ejército popular regular[33].

Día 29.- Por fin. « Alianzas Obreras Revolucionarias ». Esta es la consigna que lanza Avant. Pero parece que fue un descuido de la Redacción, pues por mucho tiempo ya no se vuelve a mencionar esta consigna.

Día 30.- No se trata de destruir el capitalismo y su forma de dominación política, sino que: « Es preciso incautarse de los bienes de la Iglesia y de toda la reacción. » Ese ataque parcial, no nos pone, naturalmente, a cubierto de que con el tiempo

– dejando en el Poder a la burguesía como hasta ahora – no tenga la clase trabajadora que pagar con creces estos bienes a la Iglesia y a toda la reacción.

Día 1 de agosto (último número de Avant).- Refiriéndose a la primera crisis del Gobierno de la Generalidad desde el 19 de julio, se expresa como sigue, en su editorial: « … Ha pasado casi inadvertida por la clase trabajadora una crisis total de Gobierno. » Es evidente que la culpa no fue del Gobierno ni de la clase trabajadora sino de su supuesto guía, el partido marxista revolucionario, que se limitó a comentarlo sin señalar la solución revolucionaria: TODO EL PODER AL COMITÉ CENTRAL DE MILICIAS.

Y más abajo: « Podemos afirmar desde ahora que se encuentra (el Gobierno formado) a mil leguas de la realidad…ni responde a la etapa actual de la revolución. » ¿Dónde estaba la realidad? ¿Qué clase de Gobierno correspondía a aquella fase de la revolución? He aquí lo que en resumen se explica de ello en el mismo editorial: « Por toda Catalunya surgen nuevas instituciones que están destinadas a convertirse en los órganos de la masa popular. » Sí, destinadas a convertirse en órganos auténticos de la masa popular por obra y gracia del « Gobierno de la revolución » – en el cual colaboró el POUM -, que abolió por decreto el Comité Central de Milicias y todos los Comités antifascistas.

Nave que había perdido su capitán[34], el POUM navegó a la deriva por las turbulentas aguas de julio.

Célula 72, Distrito V.

21 de abril de 1937.

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9.- [REBULL, Josep]: « Por la creación de los Consejos de Obreros, Campesinos y Combatientes. (Aclaraciones a la Contratesis Política) ». Boletín Interior. Órgano de discusión para el II Congreso del Comité Local de Barcelona del POUM, nº 1. Barcelona 23 abril 1937.

Los acontecimientos nos vienen a demostrar que el magnífico ímpetu de la revolución de julio – especialmente en el terreno militar y económico – ha sido en parte malogrado por no haber creado los órganos necesarios par el firme establecimiento del poder proletario. Puede argüirse que en cierto grado esto ha sido determinado por las particularidades del movimiento obrero español, que se basa sobre dos centrales sindicales rivales, con orientación política distinta, pero contrarias ambas a la constitución de un Estado proletario en España. Pero la existencia de los sindicatos no explica por sí sola el no haber creado los Consejos Obreros. En Alemania, a fines de la guerra,

los « Arbeiterraete » fueron constituidos a pesar de la simplificación que suponía la existencia de una central sindical única, dentro de la cual militaba la totalidad o casi totalidad de la clase obrera.

Estos organismos – es decir, el equivalente en Alemania de los Soviets rusos – fueron creados contra la voluntad de los burócratas sindicales, los cuales en Alemania, al estilo de nuestros Comorera-Sesé, se presentaban como redentores de la clase obrera en interés de la democracia burguesa.

En España ha sido preciso lamentar la ausencia de un partido marxista revolucionario, que lanzara una consigna clara para la creación de tales consejos, llevando a cabo una intensa campaña de agitación entre las masas para su realización.

Una hojeada superficial a las posiciones adoptadas y a las consignas adelantadas por el POUM, demostrará lo imposible que ha sido para las masas crear sus propios órganos de poder cuando la parte más consciente y más revolucionaria de su dirección no ha comprendido este problema. Antes de la insurrección de Julio, el POUM propugnó por la creación de las Alianzas Obreras mediante acuerdos tomados desde arriba entre las direcciones de las fuerzas políticas y sindicales obreras, como sustituto español de los soviets.

La teoría sobre la cual se sostuvo esta consigna señala que

en las luchas sociales modernas el tipo orgánico que impera es el « frente » y la AO en este caso representa mejor el papel de « frente » que los consejos o soviets. Sin embargo, ambas cosas son idénticas. El POUM sostenía, que después del acuerdo por arriba,  se realizará la AO por en medio y por la base. Esta última forma – AO de fábrica y de taller – se identifica con el consejo. « La AO ha de ser democrática como lo eran los soviets. Hasta ahora, la AO se constituía de arriba abajo. Conviene pasar a la formación de abajo arriba. Es la única manera de romper con los que tratan de impedir su marcha ascendente » (Maurín, La Nueva Era, enero de 1936).

Cuando en cierto modo las AO fueron realizadas en los comités antifascistas en la revolución de julio, las insuficiencias de estos comités se hicieron patentes para todos.

No podía ser menos, puesto que la AO no llegó, en estos comités,   a adquirir su forma básica, es decir, de elección democrática en la fábrica, en el taller, en el pueblo campesino, sino que dichos comités eran en la mayoría de los casos la suma aritmética de las organizaciones, sin que el contenido político fuera en ellos la razón de su existencia, como corresponde a los consejos.

Pero la dirección del POUM no luchó ni mucho menos por la necesaria transformación de estos comités, en organismos elegidos por la base, en consejos basados en una amplia democracia obrera[35].

Encontrándose decapitado[36] desde el primer momento de la lucha, el POUM no supo encontrar la solución de esta difícil situación, y en su defecto, juntamente con la CNT, colaboró en la liquidación de estos organismos imperfectos de poder proletario[37], liquidando a la vez la situación de dualidad de poderes en favor del antiguo aparato estatal burgués, del Gobierno de la Generalidad.

Este gobierno, a pesar de la incorporación de tanto personaje revolucionario, se basaba sobre todo [en] el viejo aparato estatal de la burguesía y tenía por objeto la absorción de todos los organismos e instituciones revolucionarias eliminándolos poco a poco hasta que, sintiéndose suficientemente fuerte la fracción burguesa de dicho gobierno, pudiera aplastarlos abiertamente. Es interesante hacer notar que en la Alemania de la posguerra los « Airbeiterraete » fueron absorbidos en la Constitución de Weimar de la misma manera, con gran satisfacción de la burocracia reformista.

En algunas ocasiones, después de su expulsión del gobierno, la dirección de nuestro partido ha publicado consignas para la creación de los consejos de obreros, campesinos y combatientes. Pero estas consignas jamás han pasado de ser una propaganda platónica. La misma dirección nunca ha tomado medidas prácticas encaminadas a la creación de los consejos dentro de sus propias milicias, permitiendo por lo contrario, que los comandantes de dichas milicias tratasen de impedir toda acción de los milicianos de base en este sentido.

Últimamente nuestra dirección ha marchado en sentido opuesto a la creación de los consejos como órganos de poder de la Revolución. Ha lanzado una nueva consigna en favor de una   Asamblea Constituyente a base de delegaciones de sindicatos obreros y campesinos con delegados del frente. Este brusco viraje, como tantos otros, se ha dado sin ninguna explicación ante la clase trabajadora, ni siquiera entre los militantes del propio partido.

Pero los sindicatos no pueden jugar el papel de soviets[38]. No tienen la flexibilidad necesaria como instrumentos de revolución. Amoldados en sus respectivas tradiciones, apoyados sobre estatutos y doctrinas fijas, no dan lugar a la democracia obrera necesaria para que el partido marxista revolucionario pueda conquistar la mayoría dentro de las masas. Añadamos que los sindicatos, agrupados por industrias nacionales, constituyen una organización vertical. Los consejos en cada localidad son esencialmente organizaciones de carácter horizontal.

En la situación concreta de hoy, nos hallamos ante el hecho de que la burocracia sindical de la UGT, fuertemente atrincherada en sus posiciones, utiliza a los sindicatos para sabotear la revolución y no para hacer la revolución[39]. Esta no podrá esperar a que sea una realidad la unidad sindical, aún en el caso de que dicha unidad ofreciera una solución.

Después de la toma del poder, caso de hacerse bajo la actual consigna del POUM, los organismos sindicales cuya estructura se ha basado sobre la defensa de ciertos intereses especiales de oficios o de industria, no podrían de ninguna manera desempeñar eficazmente las funciones muy otras de un estado obrero. En todo caso – puesto que tienen la finalidad específica de defender las condiciones de vida y de trabajo de las masas obreras – los sindicatos deben guardar dentro de la dictadura proletaria la misión técnica independiente del aparato político.

La clase obrera de Cataluña y de España  tendrá que escoger muy pronto entre dos caminos: o su eliminación como factor político independiente o la organización de la lucha abierta, armada, para el derrocamiento del estado burgués, que se consolida cada día más[40]. Para esta lucha es necesario un nuevo instrumento: los consejos de obreros, campesinos y combatientes.

Todo el que trate mediante subterfugios reformistas o sindicalistas de escapar al trabajo serio para la creación de estos consejos, prepara la derrota y no el triunfo de la revolución española.

CÉLULA 72.- DISTRITO V.

21 de abril de 1937.

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10.- [REBULL, Josep]: «  »Hay que hablar con toda claridad », pero… actuar de manera consecuente ». Boletín Interior. Órgano de discusión para el II Congreso del Comité Local de Barcelona del POUM, nº 1. Barcelona 23 abril 1937.

« Se nos puede criticar o discutir, pero nadie podrá negar la absoluta claridad de nuestras consignas, de nuestras posiciones… El partido tiene y siempre ha tenido un lenguaje absolutamente claro. » (De un discurso del camarada Nin, reseñado en La Batalla del 10 de diciembre de 1936).

El extracto citado arriba se refiere a lo que debería ser la actitud de un partido marxista revolucionario en lo que se refiere a la claridad de conceptos, de posiciones y de consignas. Un partido que no hable claro, que no sepa distinguir lo blanco de lo negro; que no sabe lo que quiere y cómo adquirirlo, jamás podrá conducir a la clase obrera al triunfo final. Creemos de interés citar algunos extractos seleccionados al azar de las columnas de nuestro órgano central La Batalla: « Dictadura del proletariado quiere decir la autoridad ejercida por la clase trabajadora. En Cataluña podemos afirmar que ya existe la dictadura del proletariado. » (Reseña de un discurso de Nin, La Batalla, 3 de septiembre de 1936)[41].

A las pocas semanas de dicho esto, el mismo camarada Nin, en representación de nuestro partido, entró a formar parte del Consejo de la Generalidad de Cataluña, el cual constituía, según La Batalla del 27 de septiembre de 1936, el gobierno de la Revolución.

Aún formábamos parte de dicho Consejo cuando el camarada Juan Andrade en su « Nota Política Diaria » escribía lo que sigue:

« La causa efectiva de la supervivencia de la antigua burocracia no es de carácter técnica, sino esencialmente política. Esto quiere decir, significa, que el aparato del Estado no ha cambiado en lo fundamental y que se conservan las formas de dominación burguesa… La maquinaria burguesa del Estado sigue funcionando, sólo desprovista de las necesarias reparaciones más prescindibles. » (La Batalla, 1 de diciembre de 1936).

A pesar de estas declaraciones que, a nuestro juicio, jamás fueron censuradas por el Comité Ejecutivo, cuyos miembros no habrán comprendido la verdad que encerraban, la dirección del Partido consideró la participación en el Gobierno de la Generalidad, idéntica con la unidad de acción necesaria para la lucha contra el fascismo. Esta posición se mantuvo hasta después de la exclusión del POUM del Gobierno por las fuerzas políticas burguesas a quienes habíamos prestado nuestra leal colaboración y nuestro prestigio. (Véase La Batalla del 16 y 17 de diciembre de 1936, editoriales).

¿Qué relación tendrá todo esto con lo aparecido en La Batalla del día 20 de abril de 1937?: « No hay término medio entre la dictadura de la burguesía y la dictadura del proletariado. Todas las ilusiones de una solución intermedia no son más que lamentaciones reaccionarias de la pequeña burguesía ». (Lenin).

Igual confusión[42] existe sobre todos los problemas candentes de nuestra Revolución. La claridad brilla por su ausencia. Así hemos sido partidarios de una Asamblea Constituyente de Consejos

de Obreros, Campesinos y Combatientes; al día siguiente son los « comités » de que se habla, y después sin haber consultado para nada a la militancia de base, sin explicarlo siquiera en un artículo, se abandona toda la posición anterior respecto a los futuros órganos de poder en España, declarándose en favor de la convocatoria de una Asamblea Constituyente basada sobre delegados de sindicatos de obreros y campesinos. (Véase el Manifiesto del Comité Central sobre la « solución » de la última crisis de la Generalidad).

Y esto no es sino una pequeña muestra de lo que pudiéramos decir, y de lo que llegaremos a señalar sucesivamente, a fin de demostrar la falta completa de comprensión y responsabilidad políticas de la dirección actual de nuestro Partido, cosa del todo evidente al que lea cuidadosamente nuestra propia Prensa.

Es hora de sacar en claro tanta contradicción[43], Es tiempo ya – por fin – de hablar con toda claridad[44] y de exigir las responsabilidades[45] por toda una serie de fracasos de nuestro Partido.

CÉLULA 72.- DISTRITO V.

21 de abril de 1937.

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11.- [REBULL, Josep]: « Por una discusión democrática. Pequeño Comentario ». Boletín Interior. Órgano de discusión para el II Congreso del Comité Local de Barcelona del POUM, nº 1. Barcelona 23 abril 1937.

El II Congreso del POUM se va a reunir en condiciones excepcionales[46].

Mientras la revolución peligra, no se vislumbra una salida ventajosa. Falta, evidentemente, el partido de la revolución.

El POUM hubiese podido ser este partido[47]. Pero su actuación política y orgánica, reflejo de una desorientación total en los medios dirigentes, ha malogrado la herencia que Maurín nos legó[48].

¿Es posible salvar el POUM? ¿Puede todavía el POUM  ser el partido de la revolución?[49] Muchos militantes que conocen a fondo la situación del POUM, que han visto los errores de la dirección, se hallan descorazonados a este respecto. Ven venir el II CONGRESO con una resignación impropia de revolucionarios[50].

Pues bien, el II CONGRESO puede ser, ha de ser, el CONGRESO DE RECTIFICACIÓN. Es una cuestión de vida o muerte para el Partido y para la misma revolución.

Nosotros estamos dispuestos a luchar denodadamente para que sea así. Estamos contra el « trotskismo » – que, por otra parte, desconocemos en nuestro Partido -, pero estamos asimismo contra los que quieren descubrir, sin pruebas, « troskistas » en el POUM.

Estamos por un verdadero partido marxista revolucionario, y tenemos el convencimiento que si la militancia reacciona ante el II CONGRESO el POUM será el partido de la revolución.

Para ello es necesario una amplia y democrática discusión. Pero el CC no lo ha entendido así. Incluso se ha permitido transgredir los estatutos del POUM, sin dar tampoco esta vez explicación alguna al partido.

Mientras esto ocurre, y antes de que esto ocurriera, en Valencia se ha permitido durante meses y meses que una fracción profundamente reformista[51] dispusiera de un semanario con el cual ha podido desvirtuar, ante las masas obreras levantinas, las esencias revolucionarias de nuestro Partido.

Ya se ha anunciado que el II CONGRESO no será aplazado[52]. ¡Camaradas, al trabajo! Aprovechemos cada hora, cada minuto, para el triunfo del POUM. Este triunfo no se conseguirá si el II CONGRESO no consigue una rectificación total en el orden político, si no hace al mismo tiempo una revisión de conductas.

Que cada célula se sitúe. Ningún militante tiene derecho a esperar el II CONGRESO a título de espectador. Que no nos digan que hemos tenido la dirección que nos merecíamos.

CÉLULA 72.- DISTRITO V.

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12.- [REBULL, Josep]: « La consigna « Gobierno CNT-UGT ». » Firmado por Célula 72, Distrito V. Boletín Interior. Órgano de discusión para el II congreso del Comité Local de Barcelona del Partido Obrero de Unificación Marxista, nº 2. Barcelona 29 de mayo de 1937.

La antelación con que es preciso presentar las Contratesis para que puedan ser discutidas, obliga      a comentar en trabajos ulteriores las nuevas posiciones tomadas por el Partido. Estos articulitos, pues, son en apoyo de la tesis defendida por la célula 72.

En La Batalla del día 20 de mayo, y a raíz de la nueva situación creada después de la « solución » de la crisis del Gobierno en Valencia, mediante la eliminación de Largo Caballero y los consejeros de la CNT, se lanza la consigna « Gobierno CNT-UGT ». Esta consigna, que nuestro Partido había combatido durante largo tiempo, por considerarla una fórmula sindicalista, es acogida ahora como una salida « progresiva » de la situación actual. Se plantea como « salida progresiva inmediata »  la formación, dentro del marco del aparato estatal burgués, de un Gobierno CNT-UGT.

En el mismo editorial se añade que esto no significa el abandono de la consigna de « Gobierno Obrero y Campesino », sino que se trata solamente de una solución provisional mediante la cual nos aproximaremos a la próxima realización del verdadero gobierno obrero y campesino. Desgraciadamente, hay bastante confusión acerca de lo que será  este « Gobierno obrero y campesino ». Se le ha conceptuado, generalmente, como un gobierno de   representaciones obreras, políticas y sindicales dentro de los propios límites del estado burgués. Pero ya que se le menciona en el citado editorial como si se tratara de la dictadura proletaria, nos permitimos hacer algunas consideraciones analíticas sobre el caso.

En el editorial de La Batalla se ha declarado que una solución dentro del estado burgués (« Gobierno CNT-UGT ») es de urgencia inmediata, y que debe quedar para después el establecimiento de un gobierno realmente proletario. Esto equivale a aceptar la posición stalinista respecto al curso que ha de tener nuestra revolución.

Ante la falsa posición de los stalinistas que afirman la necesidad de derrotar primero al fascismo para luego hacer la revolución, los marxistas hemos mantenido insistentemente que son inseparables la guerra y la revolución. Las condiciones objetivas exigen una revolución proletaria  HOY, y el querer plantear esto como una necesidad para MAÑANA es traicionar los intereses de la clase obrera. Puesto que las condiciones objetivas exigen una revolución social inaplazable, los marxistas no podemos estar por ningún gobierno que no sea la dictadura del proletariado[53]. El carácter de la revolución y la forma gubernamental por la que debemos luchar no son sino dos aspectos de un solo problema. Fundamentalmente no existe, pues, ninguna diferencia en este punto entre la posición falsa  del stalinismo y la posición presentada en el editorial de La Batalla del día 20 de mayo.

Se ha afirmado que un Gobierno CNT-UGT sería una salida progresiva, lo que quiere decir que dicho gobierno sería un gobierno progresivo. En el período del capitalismo decadente[54], en que se plantea el dilema socialismo o fascismo, no puede haber ningún gobierno burgués que sea progresivo. Todos los gobiernos burgueses tienen un contenido reaccionario. Lo mismo puede decirse de todo partido que no sea marxista. El partido del proletariado de nuestra época nunca puede utilizar el término « progresivo » haciendo referencia a los gobiernos burgueses o a los partidos políticos burgueses, puesto que éstos, de « progresivo », sólo tienen una cosa: que son instrumentos y métodos progresivos para frenar al proletariado en lucha. Los explotadores utilizan diversos MÉTODOS de lucha contra la clase obrera. El gobierno burgués progresivo sólo puede significar un método más eficiente, más sutil de frustrar y derrotar al proletariado[55].

Los dirigentes de la UGT y de la CNT ya han demostrado en la acción – y las acciones son más elocuentes que las palabras -que ellos son enemigos de la revolución prroletaria[56]. Esto se ha demostrado en su actuación gubernamental anterior y en las calles de Barcelona durante las « jornadas de mayo ». ¿No ha sido gracias a los dirigentes de la CNT que la Esquerra-PSUC han podido, en Cataluña, desde DENTRO del aparato estatal burgués, ir anulando las consignas de la revolución[57]? ¿No ha sido Largo Caballero, en Valencia, dirigente máximo de la UGT, quién, siendo ministro de la Guerra, ha abandonado a su propia suerte el frente de Aragón? ¿No han sido todos estos dirigentes juntos, CNT-UGT, quienes han renunciado HASTA AHORA a hacer la revolución, dejando así paso libre a la contrarrevolución? ¿Y es de AHORA EN ADELANTE que rectificarán, cuando habiendo tenido en su mano los destinos de la revolución la han traicionado?

Su política – en la acción –  consiste en separar la guerra de la revolución, lo que equivale a estrangular la revolución y perder la guerra. Y nuestra dirección – propone una coalición  de las dos burocracias reformistas[58] como « salida progresiva ».

Cuando se les critica a nuestros dirigentes respecto a cualquier flaqueza política haciendo analogías tomadas de la revolución rusa, entonces, por muy bien que pueda venir al caso la analogía protestan airadamente que España no es Rusia[59]. Pero son precisamente ellos quienes tratan de aplicar de manera más mecánica, caricaturizándolas, las lecciones de la  Revolución de octubre. Han rechazado las lecciones fundamentales de 1917 sobre la lucha  por el poder, sobre la cuestión del carácter clasista del Estado, sobre la necesidad de una dualidad de poderes ante los gobiernos de la burguesía, cayendo, por consiguiente, en muchos errores en que incurrían los mencheviques rusos.

Ante nuestra crítica de la consigna « Gobierno CNT-UGT », creemos muy probable que nuestro Comité Ejecutivo apelará a una analogía de la revolución rusa: Durante el período de Kerensky, Lenin lanzó la consigna: « Toda la responsabilidad del poder para los mencheviques », quienes constituían, a la sazón, una minoría en el gobierno mientras tenían mayoría en los soviets. Si no apelan a esta explicación quizás se refugien en la fórmula presentada por Trotsky en 1934, donde se pedía para Francia un « Gobierno Blum-Cachin » (Gobierno socialista-stalinista).

De las dos analogías la proposición de Trotsky vendría más al caso, pues la consigna de Lenin fue lanzada cuando existían los órganos de dualidad de poderes. Estando los mencheviques en mayoría dentro de los soviets, gracias a su influencia hegemónica dentro de la clase obrera, a la vez que constituían minoría en el Gobierno, era necesario empujarlos al Gobierno para hacer resaltar sus contradicciones y su carácter antirrevolucionario. Esto podría dar a los bolcheviques la oportunidad de restarles influencia dentro de los soviets a base de sus traiciones desde el Gobierno. En tales circunstancias, CON LA EXISTENCIA DE UNA DUALIDAD DE PODERES, y con el fin único  y exclusivo de desenmascarar a los reformistas, esta consigna de Lenin era justa. Pero en España no existe la dualidad de poderes, puesto que estos mismos dirigentes reformistas la liquidaron al nacer[60]. Proponer un Gobierno CNT-UGT, hoy, es facilitar al reformismo nuevas traiciones[61] para mañana, puesto que la misma burguesía, cuando ello responda a sus intereses, procurará utilizar nuevamente a estos dirigentes para decapitar la nueva insurrección proletaria que se encuentra en preparación.

Basta de política centrista; basta de fórmulas reformistas:

por una política netamente marxista, por el triunfo de la revolución proletaria, es preciso no crear el confusionismo en las masas, es preciso trabajar PRÁCTICAMENTE para la creación de los órganos del segundo Poder, es indispensable la reorganización del Partido sobre las bases políticas justas.

CÉLULA 72. DISTRITO V.

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13.- [REBULL, Josep]: « Sobre la dualidad de poderes. (Aclaración a la Contratesis de la Célula 72). » Firmado por Célula 72, Distrito V. Boletín Interior. Órgano de discusión para el II congreso del Comité Local de Barcelona del Partido Obrero de Unificación Marxista, nº 2. Barcelona 29 de mayo de 1937.

A dos pasos del II Congreso, hemos oído de boca de líderes de nuestro partido la afirmación de que la dualidad de poderes no es indispensable para la toma del Poder por la clase trabajadora[62]. Esto, que consideramos un caso de miopía revolucionaria, al lado de la « espontaneidad de las masas » – que los dirigentes de nuestro partido han querido hacer pasar como tapadera de su falta de acción – explica en cierto modo la actual situación política del POUM. « Un marxista no puede creer en una constante capacidad espontánea  de las masas. Las masas necesitan absolutamente un partido revolucionario dirigente dotado de una justa política marxista ». (Maurín: La Nueva Era, mayo de 1936, pág. 86).

No aceptamos la posición reformista de que la transformación social puede efectuarse mediante la « captura » del Estado burgués por parte de los obreros. Entonces no habría « necesidad » de considerar el problema del doble poder. Pero si se comprende la realidad, hay que reconocer la necesidad de DESTRUIR el Estado burgués[63] y reemplazarlo por un nuevo organismo que no tiene nada de común con el Estado de los explotadores. Entre el Estado burgués y su destrucción, y antes del establecimiento de la nueva estructura proletaria, existe un período de transición denominado de dualidad de poderes.

Entendemos, pues, que no solamente es indispensable el poder dual, sino, además, inseparable de toda revolución[64]. Fomentar resueltamente esa dualidad y resolverla en favor del proletariado era – y continúa siendo –  el problema incomprendido aún por nuestros dirigentes.

Sin ninguna declaración oficial y sin siquiera un editorial

en La Batalla, nuestra Dirección aceptó la liquidación de la dualidad de poderes, en favor de la burguesía. Tan sólo en un artículo, firmado por « Indigeta »[65], pudimos leer lo siguiente:

« Se ha disuelto el Comité Central de Milicias Antifascistas, como consecuencia lógica de la construcción del nuevo Gobierno o Consejo de la Generalidad. En marcha ya la revolución, el dualismo de poderes – fase clásica de la revolución –  era del todo contraproducente. Se ha comenzado, pues, por la cúspide, y corresponde ahora llegar hasta la base. Dos meses de revolución y de guerra civil nos han demostrado elocuentemente lo pernicioso de tal dualismo… » (La Batalla, 7 de octubre de 1936).

La liquidación de la situación de dualidad de poderes fue el comienzo del retroceso de nuestra revolución. Nuestro partido incurre también en la responsabilidad de este decreto contrarrevolucionario.

Creemos hacer una defensa de nuestra tesis recordando algunos párrafos de Lenin, Trotsky y Maurín acerca de esta fundamental cuestión:

« ¿Dónde radica la verdadera esencia de la dualidad de poderes? No podemos dejar de detenernos en esta cuestión, que hasta hoy no ha sido dilucidada por la literatura histórica., a pesar de tratarse de un fenómeno PECULIAR A TODA CRISIS SOCIAL y no propio y exclusivo de la Revolución rusa de 1917. » (Trotsky: La Revolución de febrero, pág. 160).

« El régimen de dualidad de poderes sólo surge allí donde

chocan de modo irreconciliable las dos clases: sólo puede darse, por tanto, en épocas revolucionarias, y CONSTITUYE UNO DE SUS RASGOS FUNDAMENTALES. » (Trotsky: La Revolución de febrero, página 160).

« La misión de la revolución o de la contrarrevolución CONSISTE PRECISAMENTE en triunfar sobre esta anarquía de la dualidad de poderes » (Trotsky: La revolución de febrero, p.161).

« La revolución inglesa del siglo XVII, precisamente porque fue una gran revolución que removió el país hasta su entraña, representa una sucesión evidente de regímenes de poder dual ». (Trotsky: La Revolución de febrero, p. 161).

Trotsky señala todas las situaciones de dualidad de poder en la gran Revolución francesa, hasta pasar ésta por el punto de máxima altitud: « Así, por los peldaños de dualidad de poderes, la Revolución francesa asciende en el transcurso de cuatro años. Y desde el 9 Thermidor, la revolución empieza a descender otra vez por los peldaños de la dualidad de poderes » (La Revolución de febrero, p. 164).

Refiriéndose a la revolución de febrero de 1917, continúa: « En torno a la dualidad de poderes fue, PRECISAMENTE, donde se libró la lucha dramática de los partidos y de las clases ». (La Revolución de febrero, p. 166).

« La dualidad de poderes no es más que un momento de transición en el curso de la revolución, momento en que ésta ha rebasado los cauces de la revolución, democráticoburguesa corriente, pero sin llegar todavía al tipo puro de la dictadura del proletariado y de los campesinos ». (Lenin, La Revolución de 1917, tomo marzo-mayo, p. 149).

¿Cómo organizar el doble poder? He aquí lo que nos explica

Lenin: « Aprovechándose de la libertad, el pueblo comenzó a organizarse por su cuenta… La principal organización de los obreros y campesinos, que formaban la aplastante mayoría del pueblo ruso, eran los soviets… Estos soviets COMENZARON ya a formarse durante la revolución de febrero… » Es decir, aunque existía una tradición o un recuerdo de la revolución de 1905, la revolución de 1917 tuvo que COMENZAR a organizar de nuevo los soviets. Vaya esto para aquellos que han hallado una excusa para su apoltronamiento diciendo que aquí no había tradición de los Consejos o Soviets, etc. Tampoco había Consejos – Arbeiterrate -en Alemania, y sin embargo su creación fue un hecho durante la revolución de 1918.

Es verdad que las formas de la revolución española son completamente diferentes de las formas de la revolución rusa y de la alemana. Pero en el contenido, todas las revoluciones proletarias – incluso las de Rusia y España – son iguales, no siendo sino diferentes fases de la REVOLUCIÓN PROLETARIA MUNDIAL. Y la dualidad de poderes aparecerá en todas estas fases.

Releamos aún las opiniones de nuestro malogrado camarada Maurín:

« Frente al Poder oficial se yergue otro poder, el de abajo, el de las masas, el Soviet. ¿Quién le confiere al Soviet esta fuerza, este poder? El simple hecho de la agrupación de todos los trabajadores. Esto es lo que determina su potencialidad ». (Maurín, La Nueva Era, enero de 1936, p. 5).

« ¿Hubieran podido tomar los bolcheviques el Poder en octubre si antes los Soviets – el segundo Poder – no hubieran existido y preparado las condiciones favorables a la insurrección? No. » (Maurín, La Nueva Era, enero de 1936, p. 5).

« La revolución triunfó en Rusia porque había Soviets. Y, en cambio, ha fracasado en otros lugares, entre otras razones, PORQUE NO EXISTÍAN LOS SOVIETS ».  (Maurín, La Nueva Era, enero de 1936, p. 5).

Sería bizantinismo que nosotros afirmáramos de una manera absoluta que los Consejos hubiesen encontrado aquí una fácil adaptación, aunque tenemos el firme convencimiento de que, efectivamente, hubiese sido así. Sin embargo, en ausencia de todo órgano de poder proletario hoy todavía, queda en firme la acusación a nuestros dirigentes de no haber impulsado, de no haber hecho absolutamente nada por la creación de los Consejos[66]. Ahí está la colección de Avant, como demostración irrefutable del lamentable papel jugado por la dirección del POUM cuando en las masas de Cataluña estaba firmemente arraigada la convicción de que « no volvería ya nunca más el pasado », de « que había que marchar adelante con decisión ». Pero esto solamente podía asegurárseles – no en vacuos artículos periodísticos desde nuestra prensa – sino mediante la creación efectiva, práctica, del poder proletario. ¿Dónde está la consigna, dónde está el trabajo, dónde está la voluntad de los dirigentes de nuestro partido en este sentido?

« Hemos esperado a ver que diría Solidaridad Obrera. Hemos esperado a conocer el pensamiento de los dirigentes de la CNT ».

Con esto no salvarán su responsabilidad ante el movimiento obrero los líderes del POUM, pero dirán al menos la verdad[67].

Barcelona, 26 de abril de 1937.

CÉLULA 72. DISTRITO V.

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14.- PRESENTACIÓN DEL TRABAJO DE JOSEP REBULL SOBRE LAS JORNADAS DE MAYO DE 1937 EN BARCELONA.

El artículo de Josep Rebull sobre las jornadas de mayo del 37 es excepcional. Excepcional por la propia personalidad de Josep Rebull y su posición crítica respecto a la dirección del POUM.

El artículo que aquí presentamos es un extraordinario análisis de las Jornadas de Mayo de 1937, en Barcelona, desde una perspectiva revolucionaria.

Y decimos que es extraordinario porque:

a) Constataba la angustiosa ausencia en la Revolución española de un partido revolucionario. b) Era una crítica rigurosa y radical del POUM realizada por un destacado militante poumista, desde el interior del partido, como preparación al debate congresual. c) Afirmaba que la burocracia reformista cenetista había demostrado, en mayo del 37, su carácter contrarrevolucionario. d) Concluía que Mayo había sido una grave derrota[68] del proletariado: una futura insurrección debería plantear la destrucción del Estado burgués, de las fuerzas contrarrevolucionarias (PSUC y ERC), y al mismo tiempo la lucha contra las burocracias reformistas (CNT y UGT). e) Josep Rebull fue el único poumista que advirtió de la necesidad imperiosa de pasar a la clandestinidad tras las jornadas de mayo, para preparase contra la previsible represión, que inevitablemente se desencadenó sobre el POUM desde el 16 de junio de 1937.

Para Rebull mayo del 37 era la previsible ofensiva de la contrarrevolución (encarnada en el PSUC y ERC), consecuencia directa de no haber destruido el Estado burgués y tomado el poder en julio de 1936. La rapidez del avance de las fuerzas contrarrevolucionarias había sido posible gracias a la colaboración de la CNT-FAI con las instituciones burguesas, y a la ausencia de un partido revolucionario. En mayo de 1937 el proletariado se enfrentó espontáneamente a la toma de la Telefónica, levantando barricadas por todo Barcelona. Pero falló la dirección, coordinación y objetivos políticos de la lucha emprendida. La burocracia cenetista sólo tenía una decisión firme: la retirada sin condiciones, que Rebull no dudó en calificar de TRAICION al movimiento obrero y CAPITULACIÓN sin parangón posible ante la burguesía. También constataba Rebull que la dirección del POUM  había ido siempre a remolque de los acontecimientos, y que sólo Los Amigos de Durruti habían tenido el inmenso mérito de llamar a la lucha CONTRA la Generalidad.

Rebull calificó Mayo del 37 como una derrota sin paliativos del proletariado, aunque hubiera sido posible la toma del poder si la lucha hubiera sido impulsada decididamente por un partido revolucionario, inexistente… porque el POUM ni lo era ni podía llegar a serlo jamás con la estrategia política de la actual dirección del partido.

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15.- [REBULL, Josep]: « Las jornadas de mayo »[69]. [Firmado por Célula 72. Distrito V]. Boletín Interior. Órgano de discusión para el II congreso del Comité Local de Barcelona del Partido Obrero de Unificación Marxista, nº 2. Barcelona, 29 de mayo de 1937.

(Publicada la Contratesis política de la célula 72, Distrito V, de Barcelona, se provocan los acontecimientos de mayo. La célula 72 presenta esta adición, que pasa a formar parte integrante de dicha Contratesis).

ANTECEDENTES.

Desaparecido el segundo poder en su forma organizada, es decir, desaparecidos los órganos nacidos en julio en oposición al Gobierno burgués, la contrarrevolución, representada actual­mente por los partidos pequeñoburgueses y reformistas, ha sucesivamente atacado – primero con cautela  y después en forma agresiva – las posiciones revolucionarias del proletariado, principalmente en Cataluña, por ser la región en que más impulso había recibido la revolución.

La potencia de la clase trabajadora estaba neutralizada, en parte, ante estos ataques; por un lado, por la dictadura contrarrevolucionaria de los dirigentes de la UGT en Cataluña, y, por otro lado, por la colaboración de la CNT en los gobiernos burgueses de Valencia y de Barcelona.

No obstante este handicap[70], el proletariado ha ido conven­ciéndose – diferenciándose de sus dirigentes reformistas, colaboradores de la burguesía – de que únicamente su acción enérgica en la calle podía cortar los avances de la contra­rrevolución. Los choques armados producidos en diversos lugares de Cataluña durante el mes de abril, fueron el preludio de los sucesos de mayo en Barcelona.

La lucha estaba planteada (y sigue planteada), en términos generales, entre la revolución y la contrarrevolución, en las siguientes condiciones, por lo que respecta a Cataluña:

Los sectores revolucionarios CNT-FAI y POUM contaban con la mayor parte del proletariado en armas, pero han carecido, desde julio acá, de objetivos concretos y de una táctica eficaz. La revolución perdió por eso su iniciativa.

Los sectores contrarrevolucionarios PSUC-Esquerra, sin tener una base tan amplia – casi inexistente en julio -, han seguido, desde el primer momento, objetivos bien determinados y han llevado una táctica en consecuencia. Mientras la CNT -fuerza numéricamente decisiva-  se ha ido enmarañando en el laberinto de las instituciones burguesas, hablando al mismo tiempo de nobleza y lealtad en el trato, sus adversarios y colaboradores han venido preparando cuidadosamente y ejecutando por etapas todo un plan de provocación y desprestigio, cuya primera fase era la eliminación del POUM. Tanto éste como la dirección de la CNT, ante estos ataques – primero solapados y después descaradamente al descubierto -, se han situado a la defensiva. Han permitido, pues, a la contrarrevolución, que tomara la ofensiva.

Es en estas condiciones que se producen los acontecimientos de mayo.

LA LUCHA

La lucha iniciada el [lunes] 3 de mayo fue provocada, episódicamente, por las fuerzas reaccionarias del PSUC-Esquerra, al tratar de apoderarse de la Telefónica en Barcelona. La parte más revolucionaria del proletariado respondió a la provocación tomando posesión de la calle y fortificándose en ella. La huelga se extendió como reguero de pólvora y con una amplitud absoluta.

A pesar de nacer decapitado, este movimiento no puede en manera alguna calificarse de « putsch ». Se puede afirmar que casi todas las armas en manos de los obreros estuvieron presentes en las barricadas. El movimiento fue acogido, durante los dos primeros días, con simpatía por la clase obrera en general

-prueba de ello la amplitud, rapidez y unanimidad de la huelga-y sumió a la clase media en actitud de expectante neutralidad, influida, naturalmente, por el terror. Los obreros pusieron en juego toda su combatividad y entusiasmo, hasta constatar la falta de coordinación y objetivo final del movimiento, en cuyo momento cundió la vacilación y la desmoralización en varios sectores combatientes. Únicamente a base de estos factores psicológicos, puede comprenderse que los mismo obreros dejaran de llegar, contra las órdenes de sus dirigentes, hasta el mismo Palacio de la Generalidad, del cual estaban a pocos metros.

Al lado del Gobierno sólo se encontraban una parte de las fuerzas de Orden Público, los stalinistas, Estat Català, Esquerra – fuerzas estas últimas escasamente combativas -. Algunas compañías de Orden Público se declararon neutrales; negándose a luchar contra los obreros, y otras se dejaron desarmar. Las Patrullas de Control estuvieron en su aplastante mayoría al lado del proletariado.

No existió un centro director y coordinador por parte de las organizaciones revolucionarias. Sin embargo, la ciudad quedó en tal forma en manos del proletariado que desde el martes podían hacerse perfectamente los enlaces entre los diferentes focos obreros. Únicamente alguno de estos quedó aislado; pero hubiese bastado una ofensiva concentrada sobre los centros oficiales para quedar, sin gran esfuerzo, la ciudad completamente en poder de los obreros[71].

La lucha se mantuvo en general, a la expectativa por ambas partes. Las fuerzas del Gobierno por no contar con efectivos para llevar la iniciativa. Las fuerzas obreras por carecer de dirección y de objetivos.

Como factores ajenos a la ciudad y que podían de un momento a otro incorporarse a la lucha, estaban las fuerzas del frente, dispuestas a venir sobre la capital – fuerzas de los sectores revolucionarios que habían empezado ya por cortar el camino a la División Carlos Marx – y las fuerzas que enviaba el Gobierno de Valencia, las cuales no tenían ciertamente la llegada muy segura. A partir del miércoles había frente a Barcelona varios buques franceses e ingleses, probablemente dispuestos para la interven­ción.

Las fuerzas proletarias fueron dueñas de la calle cuatro días y medio: del lunes tarde hasta el viernes. Los órganos de la CNT asignaron al movimiento la duración de un día -el martes. Los órganos del POUM le asignaron la duración de tres días. Es decir, cada uno hace terminar el movimiento coincidiendo con su respectiva orden de retirada. Pero, en realidad, los obreros se retiraron DESPUÉS de las órdenes, por falta de una dirección que les señalara una salida progresiva, y, sobre todo, ante la traición de los dirigentes confederales: unos, declarando patéticamente desde la radio; otros colaborando con Companys, según propia declaración de éste: « El Gobierno disponía de pocos medios de defensa, de muy pocos, y no porque no lo hubiera previsto, pero no podía remediarlo. A pesar de ello, ha contenido sin vacilaciones la subversión, con estas únicas fuerzas, asistidas por el fervor popular y con conversaciones iniciadas en la Generalidad con diferentes delegados sindicales, y con la asistencia de algunos delegados de Valencia, iniciándose el retorno a la normalidad (« Hoja Oficial », 17 de mayo). »

Tal fue, pues, en líneas generales, la insurrección de mayo.

LOS DIRIGENTES DE LA CNT

El proletariado llegó a este movimiento de una manera espontánea, instintiva, sin una dirección firme, sin objetivo positivo concreto para avanzar decisivamente. La CNT-FAI, al no explicar a la clase trabajadora claramente el significado de los hechos de abril, dejaron ya decapitado el movimiento al nacer.

No todos los dirigentes confederales estuvieron al principio contra el movimiento. Los Comités de la localidad de Barcelona, no sólo lo apoyaron, sino que intentaron coordinarlo desde el punto de vista militar. Pero esto no podía hacerse sin tener previamente objetivos de carácter político a realizar. La duda y la vacilación de estos Comités se tradujeron, en la práctica, en una serie de instrucciones ambiguas y equívocas, término medio entre la voluntad de la base y la capitulación de los comités superiores.

Únicamente éstos -Comités Nacional y Regional- expresaron una decisión firme: la retirada. Esta retirada, ordenada sin condiciones, sin obtener el control del Orden Público, sin la garantía de batallones de Seguridad, sin órganos prácticos de frente obrero, y sin una explicación satisfactoria a la clase trabajadora, poniendo en el mismo saco a todos los elementos en lucha -revolucionarios y contrarrevolucionarios- queda como una de las mayores capitulaciones ante la burguesía y como una traición al movimiento obrero.

Dirigentes y dirigidos no habrán de tardar en tocar las graves consecuencias, si la formación del Frente Obrero Revolucionario no se lleva a la realidad[72].

LA DIRECCIÓN DEL POUM

Fiel a su línea de conducta desde el 19 de julio, la dirección del POUM fue a remolque de los acontecimientos. A medida que éstos iban produciéndose, nuestros dirigentes iban suscribiéndolos, a pesar de no haber tomado parte ni arte ni en la declaración del movimiento ni en su encauzamiento ulterior. No puede titularse como encauzamiento la consigna -con retraso y en malas condiciones de difusión- de Comités de Defensa, sin decir ni una palabra acerca del papel antagónico de estos Comités frente a los Gobiernos burgueses.

Desde el punto de vista práctico, todo el mérito de la acción queda en favor de los comités inferiores y de la base del partido. La dirección no editó ni un solo manifiesto, ni una sola octavilla, en los primeros días, para orientar al proletariado en armas.

Cuando -lo mismo que los que luchaban en las barricadas- nuestros camaradas dirigentes se dieron cuenta de que el movimiento no iba concretamente a la consecución de ningún objetivo final, dio la orden de retirada [[73]]. Después del curso de los acontecimientos, sin la decisión de dirigirlo desde el principio, y ante la capitulación de los dirigentes confederales, la orden de retirada tendía evidentemente a evitar la masacre.

Con todo y esta falta de orientación por parte de nuestros dirigentes, la reacción les presenta como directores e impulsores del movimiento. Es, desde luego, un honor que se les hace, del todo inmerecido, a pesar de que ellos lo rechacen apelando a que se trata de una calumnia [[74]].

EL FRENTE POPULAR

Para todos aquellos que creían en el Frente Popular como la salvación de la clase trabajadora, este movimiento ha sido altamente aleccionador. Movimiento provocado precisamente por los componentes del FP y aprovechado por ellos para reforzar el aparato represivo de la burguesía, ha quedado como la prueba más contundente de que el FP es un frente contrarrevolucionario que, al impedir el aplastamiento del capitalismo -causa del fascismo-prepara el camino a éste, mientras reprime por otro lado todo intento de llevar la revolución hacia adelante.

La CNT, apolítica hasta el 19 de julio, cayó -al entrar en la arena política- en la trampa del Frente Popular, habiendo de costar esta desgraciada experiencia, nuevos ríos de sangre proletaria.

Para las posiciones políticas del POUM anteriores al 19 de julio, esta diferenciación brutal del FP, constituye un triunfo teórico, puesto que lo había previsto y prevenido.

Con respecto al stalinismo, por primera vez se ha desenmas­carado como enemigo abierto de la revolución proletaria, habiéndose situado al otro lado de la barricada, luchando contra los obreros revolucionarios y en favor de la burguesía del FP, del cual es el stalinismo el creador y principal valedor.

{En el} futuro, la clase obrera no puede tener ya ninguna duda acerca del papel reservado al FP en cada país.

EL PELIGRO DE INTERVENCIÓN

El temor de ciertos sectores durante el movimiento de mayo sobre el peligro de intervención armada de parte de Inglaterra y Francia, indica una falta de comprensión del papel jugado hasta la fecha por dichas potencias.

La intervención anglo-francesa contra la revolución proletaria española ya existe desde hace meses, de forma más o menos encubierta. Esta intervención consiste en el dominio ejercido por dichos imperialismos, a través del stalinismo, sobre los gobiernos de Valencia y Barcelona; consiste en la reciente lucha -siempre a través del stalinismo- dentro del gobierno de Valencia, que terminó con la eliminación de Largo Caballero y de la CNT, consiste, en fin, en los acuerdos de « no-intervención » sólo observados y cumplidos cuando de favorecer al proletariado hispano se trata. La intervención abierta mediante envíos de buques de guerra y tropas de ocupación sólo cambiaría la forma de intervención. Esta intervención, abierta o encubierta, habrá que vencerla o nos vencerá.

Al igual que cualquiera revolución obrera, la nuestra no sólo tiene y tendrá necesidad de eliminar a nuestros explotadores nacionales, sino también la ineludible de luchar por la derrota de toda tentativa intervencionista del capitalismo internacional. No puede haber revolución victoriosa sin afrontar y vencer este aspecto de la guerra. Pretender soslayarlo, equivale a renunciar a la victoria, pues nunca los imperialistas dejarán voluntaria­mente de tratar de intervenir en nuestra revolución.

Una justa política internacional por parte de los revolucio­narios españoles puede despertar en nuestro favor al proletariado de aquellos países que quieran movilizarlo contra el proletariado español, e incluso revolverlo contra su propio gobierno. Tal es el ejemplo de la revolución rusa de 1917.

DISCUSIÓN DEL MOVIMIENTO

Planteado el movimiento espontáneamente, podían tomarse principalmente dos posiciones sobre la marcha [excluimos la inhibición]: a) Considerarlo como un movimiento de protesta, en cuyo caso había que señalar rápidamente un plazo corto y tomar las medidas en consecuencia para evitar sacrificios inútiles. En julio de 1917, los dirigentes bolcheviques se esforzaron en detener el movimiento prematuro del proletariado de la capital y no por eso mermó su prestigio, pues supieron justificar la resolución tomada.

b) Considerar el movimiento como decisivo para la conquista del Poder, en cuyo caso el POUM, en tanto que único partido marxista revolucionario, había de haberse puesto de una manera resuelta, firme, inquebrantable, a la dirección del movimiento para coordinarlo y dirigirlo. Para ello no bastaba, naturalmente, esperar encontrarse por casualidad constituido en Estado Mayor de la revolución, sino que era preciso actuar rápidamente, ampliar el frente de lucha, extenderlo por todo Cataluña, proclamar sin rodeos que el movimiento iba dirigido contra el Gobierno reformista, aclarar desde el primer momento que los Comités de Defensa y su Comité Central debían constituirse sin dilación, constituirlos, fuese como fuese, para pasar a ser los órganos de poder FRENTE AL GOBIERNO DE LA GENERALIDAD, y atacar sin demora los lugares estratégicos aprovechando las largas horas de desconcierto y de pánico que atravesaron nuestros adversarios.

Pero si el temor manifestado en la dirección del Partido a enfrentarse con los dirigentes confederales desde el comienzo -después era tarde-, es un caso de renunciaa a costa del partido, es decir, contrario a las primeras medidas adoptadas al estallar el movimiento y contrario a la independencia política del POUM, la posible excusa de que el partido no estaba en condiciones de asumir la dirección no es menos contraria a los intereses del mismo, puesto que el POUM solamente podrá jugar el papel de verdadero partido bolchevique, tomando la dirección y no precisamente declinando por « modestia » la orientación resuelta de los movimientos de la clase trabajadora. No es suficiente para el partido que se llama de la revolución estar al lado de los trabajadores en lucha, sino que es preciso situarse en vanguar­dia.

De no haber titubeado, de no haber esperado una vez más el criterio de los elementos trentistas de la dirección confederal, el POUM, aun en el caso de derrota, de persecución y de ilegalid­ad hubiese salido enormemente fortalecido de esta batalla.

El único grupo que intentó tomar una posición de vanguardia fue el de los AMIGOS DE DURRUTI, que sin adoptar consignas totalmente marxistas, tuvieron y tienen el indiscutible mérito de haber proclamado que luchaban -e invitaron a luchar- CONTRA EL GOBIERNO DE LA GENERALIDAD.

Los resultados inmediatos de esta insurrección obrera representan una derrota para la clase trabajadora y un nuevo triunfo para la burguesía seudodemocrática [[75]]. Pero una actuación más eficaz, más práctica en la dirección de nuestro partido, podría haber resultado una victoria cuando menos parcial de los obreros. En el peor de los casos se podría haber or­ganizado un Comité Central de Defensa, a base de las represen­taciones de las barricadas. Para esto hubiese bastado celebrar primero una asamblea de delegados de cada barricada del POUM y alguna que otra de la CNT-FAI, para nombrar un Comité Central provisional. Este Comité provisional, mediante un pequeño manifiesto podría haber luego convocado a una segunda reunión invitando a delegaciones de grupos que no estaban representados en la primera asamblea, a fin de establecer un organismo central de defensa. En el caso de haber estimado también una retirada, habría sido posible conservar este Comité Central de Defensa, como órgano embrionario del doble poder, es decir, como un Comité provisional del Frente Obrero Revolucionario, que mediante su democratización por medio de la creación de Comités de Defensa en los lugares de trabajo y en los cuarteles, habría podido continuar la lucha con más ventaja que ahora contra los gobiernos burgueses[76].

Pero no podemos excluir una variante infinitamente más favorable. Una vez constituido el Comité Central de Defensa, en la forma indicada, habría sido quizás posible la toma del Poder político. Las fuerzas burguesas -desmoralizadas y rodeadas en el centro de Barcelona- podrían haber sido vencidas mediante una ofensiva rápida y organizada.

Naturalmente, este poder proletario en Barcelona, habría repercutido en todo Cataluña y muchos lugares de España. Todas las fuerzas del capitalismo nacional e internacional se habrían aprestado para destrozarlo. Su destrucción habría sido ine­vitable, sin embargo, si no se hubiese fortalecido inmediatamente por los medios siguientes: a) la rápida resolución del POUM para actuar como vanguardia marxista revolucionaria, capaz de orientar y dirigir el nuevo poder en colaboración con los otros sectores activos de la insurrección; b) la organización del nuevo poder a base de los Consejos de obreros, campesinos y combatientes, o lo que es lo mismo, a base de Comités de Defensa democráticamente constituidos y debidamente centralizados; c) la extensión de la revolución por toda España, mediante una rápida ofensiva en Aragón; d) la solidaridad de los obreros de los demás países. Sin estas condiciones la clase obrera catalana no habría podido mantenerse por mucho tiempo en el poder.

Digamos, para finalizar este apartado, que las hipótesis aquí formuladas tienden a aportar datos a la discusión general que las jornadas de mayo están destinadas a suscitar durante largo tiempo en los medios revolucionarios.

CONCLUSIONES

1.- La clase obrera continúa en una situación defensiva en condiciones peores que antes de la insurrección de mayo. Podría haber iniciado su ofensiva en mayo, si la traición y la capitula­ción no hubiesen determinado una derrota parcial, que no significa [aún] una derrota definitiva para la actual Revolución. Los trabajadores poseen más armas que antes de las jornadas de mayo, y si no se dejan arrastrar a una lucha prematura por la provocación, podrán estar nuevamente en condiciones de tomar la ofensiva al cabo de unos meses.

2.- El no haber sabido tomar el poder en julio, planteó una segunda insurrección: la de mayo. La derrota sufrida ahora, hace ineludible una nueva lucha armada ante la cual tenemos el deber de prepararnos. Mientras no sea derrocado el Estado burgués, contra el cual tenemos que dirigir nuestra lucha revolucionaria, la insurrección armada del proletariado continúa siendo una cosa del futuro.

3.- El movimiento de mayo ha demostrado el verdadero papel de los dirigentes anarcosindicalistas. Como todos los reformistas de todas las épocas han sido – consciente o inconscientemente – los instrumentos de la clase enemiga dentro de las filas obreras. La revolución en nuestro país sólo puede triunfar a través de la lucha simultánea contra la burguesía y contra los dirigentes reformistas de todos los matices, incluso CNT-FAI.

4.- Se ha visto que no existe un verdadero partido marxista de vanguardia en nuestra revolución y que queda todavía por forjarse este instrumento indispensable para la victoria definitiva. El partido de la revolución no puede tener una dirección vacilante y en continua expectativa, sino una dirección firmemente convencida de que hay que ir delante de la clase obrera, orientarla, impulsarla, vencer con ella[77]. No puede situarse solamente a base de los hechos consumados, sino que debe tener una línea política revolucionaria que sirva de base a su acción e impida las adaptaciones oportunistas y las capitulacio­nes[78]. No puede basar su acción en el empirismo y la improvisación, sino que debe utilizar en su favor los principios de la técnica y organización modernas. No puede permitirse las más leves ligerezas en la cima, porque éstas se proyectan dolorosamente amplificadas en la base, siendo el germen de la indisciplina, de la falta de abnegación, de la pérdida de fe en los menos fuertes, en el triunfo de la revolución proletaria.

5.- Queda demostrada una vez más, la necesidad ineludible del Frente Obrero Revolucionario, que sólo puede constituirse a base de una lucha a fondo contra la burguesía y su Estado simultáneamente a la lucha contra el fascismo en los frentes. Si las direcciones de las organizaciones obreras revolucionarias no aceptan dichas bases [[79]] -que ciertamente pugna con su actuación de julio acá- entonces deberá promoverse la formación mediante la presión desde abajo.

6.- Ninguna de las lecciones aprendidas podrá ser útil, si el proletariado, y sobre todo el Partido marxista revolucionario, no se entrega a un intenso trabajo práctico de agitación y organización. Hasta la misma lucha contra las amenazas y restricciones de la clandestinidad requiere una actividad incansable si no queremos ser aplastados irremediablemente . El criterio de que el Partido no será sumido en la clandestinidad solamente puede admitirse como el propósito de una nueva adaptación y una nueva renuncia a la lucha revolucionaria en estos momentos, quizás decisivos [[80]].

CÉLULA 72. DISSTRITO V.

*

16.- [REBULL Josep]: « Resolution presentée au Comité Central du POUM par Josep Rebull (Barcelona, 27 octobre 1937) »[81]

A.- Limitaciones políticas del Comité central.

En los estatutos del POUM, leemos que « la política general del Partido es determinada por el Congreso. El comité central desarrolla los métodos de interpretación. El comité ejecutivo trabaja en la ejecución de las decisiones del congreso y del Comité Central ».

Sin embargo, desde el 19 de julio, hemos visto como la dirección del partido (CE y CC)[82] ha tendido a deformar la línea política revolucionaria e independiente adoptada por el partido en su último congreso, abandonándose a las fluctuaciones de los acontecimientos, corriendo detrás de las demás organizaciones, sin regla ni principios, e impotente ante los signos que indican las trampas del reformismo y de la colaboración de clases.  Debido a sus propios errores, este CC se ha prohibido a sí mismo disipar la confusión política que reina en las filas del partido. La actual dirección – CE y CC – constituye un sistema anacrónico y defectuoso que no puede desembocar más que en lo que se ha producido: desviaciones, temporización dentro y fuera del partido, laxismo en el plano organizativo, mutua cobertura. El partido no puede permitir a esta dirección que sea a la vez juez y parte en el examen de su propia actividad política y organizativa. Sólo un Congreso, seriamente preparado y basado en una discusión completa y democrática, puede gozar de autoridad moral para imponer política y disciplina.

Una sola vía correcta se abre ante el CC: regresar a la corriente del marxismo revolucionario – que jamás debería haber abandonado – a fin de lavar sus pasadas debilidades y su deslealtad al marxismo.

B.- Principios básicos.

Hasta julio de 1936, el POUM basaba su programa y su acción en el marxismo revolucionario. Antes de la revolución, sus principios básicos eran los siguientes:

a) Independencia política y organizativa de la clase obrera frente a las demás clases – lucha de clases – y del partido marxista frente al resto de organizaciones.

b) Toma del poder político por la clase obrera mediante una insurrección armada y creación de la dictadura del proletariado.

c) Destrucción del Estado capitalista y su sustitución por los órganos del poder proletario.

El CC y el CE deben aplicarse a ser de nuevo fieles a esos principios bajo pena de seguir la vía de la traición a las decisiones del primer congreso[83].

C. Correcciones necesarias.

Si el partido debe enderezarse, ganar el sostén entusiasta de la base y ser capaz de movilizar todas las fuerzas que, hoy, han caído en el escepticismo en lo que concierne al programa del Partido en la revolución, barrer la confusión actual – hasta que se celebre el segundo congreso[84] – este CC debe trazar una línea neta entre la acción del 19 de julio hasta hoy y la acción futura. Por esta razón es necesario reconocer los errores que ha sido cometidos en el pasado a fin de poder indicar el nuevo curso político, contra todos los asaltos oportunistas.

Los errores fundamentales de principio y de táctica han sido:

1) Que la cuestión del poder no ha sido nunca planteada a la clase obrera, ni tampoco la de [tomar] todo el poder en el período de dualidad en julio, agosto y septiembre de 1936[85].

2) Que ha sido aceptada la liquidación de la dualidad de poder en favor de la burguesía. Es decir que la dirección se ha pronunciado por la supresión de los comités antifascistas en lugar de trabajar por su democratización y combatir por la destrucción de los órganos capitalistas de poder.

3) Que al principio de todo, no se establecieron las diferencias fundamentales entre el Partido y el Frente Popular, dirigiéndose por esta vía, hacia la colaboración gubernamental[86].

4) Que la dirección ha marchado detrás del anarcosindicalismo, la CNT-FAI, considerando a sus dirigentes como revolucionarios, en lugar de llevar hasta el fondo una potente – pero objetiva y calma – polémica contra sus sucesivas falsas posiciones.

5) La dirección no ha comprendido nunca realmente la relación entre guerra y revolución, en la medida en que diferencia ambas nociones. La consigna « Guerra o Revolución » es falsa en sí misma.

6) El POUM, apenas con menor rapidez que los demás, ha sacrificado la revolución a lo que parecían ser los intereses de la « guerra » (colaboración gubernamental, política indecisa sobre la cuestión del Ejército, etc…) en lugar de mostrar claramente que la guerra no merece el sacrificio de la clase obrera sino en la medida en que es parte integrante del proceso revolucionario, es decir, en cuanto se subordina al problema decisivo del poder[87]. No ha hecho nada para poner las bases de los organismos de un  nuevo poder (Frente obrero revolucionario), ni siquiera en los lugares donde la influencia del partido era preponderante. La dirección ha permitido a miembros del Partido, jefes de la división Lenin, que sabotearan en sus filas toda acción política dirigida a los milicianos[88], ayudando así a los planes de la contrarrevolución en lugar de favorecer la agitación favorable a la democracia obrera en las organizaciones de masa.

7) Que la dirección ha abandonado la dirección del movimiento de liberación nacional entre las manos de la pequeña burguesía.

8) Que la dirección no ha defendido los intereses vitales de la pequeña burguesía industrial y rural contra el anarcosindicalismo, olvidando que nuestra revolución era democrático-socialista.

9) Que la dirección no ha realizado ninguna crítica severa de la colectivización industrial como nueva forma de un « capitalismo sindical » y que no ha combatido por la nacionalización y municipalización de los principales medios de producción.

10) Que la dirección ha disuelto la FOUS bajo la consigna sindical errónea de « CNT-UGT », en lugar de replicar – o mejor de plantear – con la consigna « Ni CNT ni UGT, Central sindical única », que corresponde y ha correspondido siempre al deseo general de las masas. Con tal consigna, no sólo hubieran existido buenas razones para mantener la FOUS (aunque ya había sido disuelta prácticamente en muchos sitios), sino que además nos habríamos presentado como campeones de la unidad sindical y de la lucha contra la nueva forma antisocialista de la colectivización.

11) La capitulación de mayo: a) la dirección no tenía una línea independiente, ni clara, b) ninguna iniciativa propia, c) ha protegido la traición de los dirigentes anarquistas, d) no se ha obtenido honestamente ninguna lección[89].

D.- El programa del partido.

La dirección del POUM, desde el principio de la guerra civil, ha dejado de expresarse claramente sobre lo que el Partido hace y adonde va. Nuestra prensa se ha limitado a repetir sin cesar consignas y frases abstractas. Dudas, huida, confusión centrista: tal será la conclusión a la que llegará todo lector regular de nuestra prensa, portavoz de nuestra dirección.

El CC debe reafirmar el programa de la revolución democrático-socialista como objetivo de la victoria en la guerra, siendo sus puntos principales los siguientes:

1) Unión Ibérica de Repúblicas socialistas.

2) Nacionalización de la tierra.

3) Nacionalización de los ferrocarriles, de la marina mercante, de la gran industria y de las minas.

4) Nacionalización de la banca.

5) Abolición de la Deuda Pública del Estado, de las municipalidades, etc…

6) Municipalización de los transportes urbanos y de los servicios públicos.

7) Monopolio de Estado del comercio exterior.

8) Reglamentación de los horarios laborales en función de las necesidades sociales.

9) Doblar la capacidad de compra del mercado interior.

10) Armamento de todos los trabajadores.

11) Democracia obrera. El Gobierno de las Repúblicas socialistas, de las autoridades municipales, así como de todos los órganos de poder, democráticamente elegidos por los trabajadores. Dictadura del proletariado basada en una democracia obrera completa, que asegure las libertades de los individuos, de la sociedad y de las Repúblicas que componen la Unión. El poder pertenecerá y emanará de todos los trabajadores.

E.- Posiciones tácticas.

Desde el 16 de junio de 1937 hasta hoy, la prensa del Partido ha planteado posiciones totalmente incompatibles con la interpretación del estado actual de la revolución y de cómo se ha llegado a ello. Este fenómeno se debe en amplia medida a la ausencia de una política única, no solamente  en la base – como consecuencia de la profunda desviación del curso del Partido – sino también en la propia dirección.  Y también porque se ha considerado a los diversos acontecimientos políticos bajo una forma anecdótica, perdiendo de vista el conjunto del programa de la revolución.

El CC reconstruido debería abarcar de forma general los siguientes puntos, que servirán de punto de partida para la adopción de posiciones tácticas inmediatas:

1) La situación política actual, tanto en el frente como en la retaguardia, constituye una etapa avanzada, en el curso de la cual la contrarrevolución está ganando terreno, de la lucha históricamente inevitable para el establecimiento de una de las dos dictaduras opuestas: o dictadura del proletariado, o dictadura fascista. « Los simulacros democráticos están casi liquidados. Está llegando la hora de la decisión. Dictadura fascista o dictadura del proletariado. Victoria o derrota » (Maurín).

¿Pero todavía existen posibilidades revolucionarias? Que quede claro que mientras exista un proletariado, siguen existiendo de forma latente. Pero la sola existencia del proletariado, o la desaparición o hundimiento del gobierno burgués del Frente Popular no bastan para transformar esta situación en situación revolucionaria, mientras no exista además, como condición indispensable, la acción de clase, orientación revolucionaria del proletariado (interpretando los intereses generales de las clases oprimidas) contra la clase dominante.

Y, a partir de ahí, es necesaria una lucha sin tregua y tenaz para reconquistar el terreno perdido. La democracia burguesa – que nutre al fascismo – a visto sus filass reforzadas por importantes sectores del proletariado; tras el estalinismo

– el más reaccionario – y la socialdemocracia, ha llegado, en España, el anarcosindicalismo. El ala izquierda del Partido socialista – Largo Caballero – se une al Frente Popular. ¿Quién permanece hoy realmente revolucionario, es decir, fuera del campo burgués y contra él? […]

En todo momento el Partido debe afirmar el carácter de clase de todo frente único que concluya con otras organizaciones proletarias y demostrar ante todo el carácter « experimental y dilatorio » de todo « gobierno obrero » (CNT-UGT, por ejemplo), formado en el cuadro del Estado burgués, afirmándose siempre, en tales condiciones, defensor de los principios de base del marxismo sobre el poder y el Estado.

2) La guerra, que ha comenzado como una lucha de clases, está perdiendo este carácter, y se está transformando en una guerra imperialista, a causa de las debilidades y de la traición de los dirigentes de la socialdemocracia y del anarcosindicalismo, que sostienen   las fuerzas de la contrarrevolución burguesa, cuya vanguardia está hoy representada por el estalinismo.

La diferencia entre un ejército revolucionario y un ejército contrarrevolucionario (en una época revolucionaria o se es lo uno o lo otro) no reside en el material humano que los compone, sino en el objetivo que persiguen, y en la clase social que los dirige[90], así como en las relaciones, democráticas o no, entre los jefes y los soldados, constituyendo todos estos factores la reflexión del poder político del Estado. El Ejército Popular pierde día a día sus características revolucionarias. Y en la medida y a medida que las pierde, ese antiguo ejército de la revolución se transforma en instrumento de la contrarrevolución. En consecuencia, la guerra revolucionaria […] se transforma en guerra territorial de la que está ausente cualquier factor político, es decir que se convierte en guerra imperialista.

En esta vía, el proletariado podría pronto parafrasear la frase de Engels, adaptándola a España: « Combatir a favor de la burguesía, contra los prusianos, sería absurdo ». La derrota en la guerra no será probable mientras subsista la posibilidad de salvar la revolución. Cuando esas posibilidades hayan desaparecido completamente, el ejército perderá su moral y su espíritu de combate, y la guerra estará ya irremediablemente perdida para la burguesía republicana, puesto que habrá perdido su único sostén, el proletariado. […]

3) Los imperialismos franco-británicos, la amenaza de estalinistas y republicanos burgueses de cortar toda ayuda de las « democracias » si seguimos la vía revolucionaria, sólo han servido para asustar a los distintos sectores revolucionarios […] Lenin supo utilizar los antagonismos imperialistas en provecho de la Revolución rusa de 1917. La ceguera y la timorata política de las dirigentes revolucionarios españoles nos conducen al fascismo.

4) La URSS, nacida en octubre de 1917 como resultado de la primera victoria importante de la clase obrera ha sido el primer país que ha intentado asegurar la dictadura del proletariado y que ha tomado las primeras medidas en el camino del socialismo.

Pero su aislamiento actual en el mundo capitalista ha facilitado la presión de fuerzas contrarrevolucionarias internas y externas. La contrarrevolución ha hecho de la URSS su prisionera, utilizando para este objetivo el aparato burocrático del estalinismo. Hoy, la dirección soviética, después de haber contribuido enormemente a la castración del movimiento revolucionario internacional, se ve impulsada a unirse a las potencias imperialistas « democráticas » en una tentativa para escapar a las agresiones fascistas tanto al Este como al Oeste. De acuerdo a esta política, los burócratas soviéticos que controlan la III Internacional han subordinado su acción en España a las necesidades del imperialismo anglo-francés y no a las del proletariado español e internacional. La acción en España de la URSS y de la III Internacional han sido políticamente negativas, si se tiene en cuenta que la pérdida de las posiciones revolucionarias significará inevitablemente la derrota en la guerra.

Frente a la URSS, mantenemos una posición de « defensa condicional », análoga a la que tenemos frente a la guerra de España. Sostenemos a la URSS si es revolucionaria, lo que implica una lucha encarnizada contra la dirección estalinista[91].

5) El movimiento obrero internacional que ha permanecido al margen de nuestra lucha […] hubiera podido ser movilizado por nuestra revolución si, triunfando – habiendo establecido la Unión Ibérica de Repúblicas Socialistas – le hubiera hecho sentir, mediante un acontecimiento histórico de tal magnitud, su grave responsabilidad.

Ninguna gran revolución ha dejado de tener consecuencias, destructivas  y constructivas, más allá de las fronteras y continentes. […] La revolución española – que habría podido ser la extensión de la revolución rusa – habría podido de este modo desencadenar la acción del proletariado internacional. La hora del socialismo habría sonado entonces para todas las regiones de Europa.

6) La nueva política del POUM hacia las masas debe ser una política positiva, que subraye con fuerza los peligros, reafirmando la política de la triple unidad: acción a la vez sindical y política, defensa del programa de la revolución democrático-socialista, explicación tranquila y honesta de las razones del fracaso de la guerra y de la revolución, mostrando la única solución que queda para obtener la victoria: la democracia obrera mediante la dictadura del proletariado. […]

(Fourth International, vol. 3, nº 11, juillet 1938, pp. 3-11).

*

17.- PRESENTACIÓN DE LA CARTA ABIERTA DE JOSEP REBULL Y DEL BOLETÍN DE DISCUSIÓN, EDITADO EN PARÍS POR EL COMITÉ DE DEFENSA DEL CONGRESO EN JULIO DE 1939.

Tras la caída de Barcelona, ocupada por las tropas franquistas el 26 de enero de 1939, se inició el gran éxodo hacia la frontera francesa. Josep Rebull pasó a pie, junto con su compañera Teresa[92], la frontera francesa por Coll d’Ares hasta Prats de Molló y Perpiñán. Daniel Guerin y Maurice Jaquier, militantes del PSOP (Partido Socialista Obrero y Campesino francés) habían conseguido localizar en plena frontera pirenaica a « Gironella », Andrade, Bonet, « Gorkin », Solano y Rodés para trasladarlos a Perpiñán, evitando los campos de concentración[93]. El PSOP, por razones de seguridad, organizó el viaje a París de los más destacados militantes del POUM. Ya en París, durante algunos meses, antes de la movilización militar motivada por el inicio de la segunda guerra mundial, Josep Rebull estuvo alojado en París, en casa de su amigo Gaston Davoust, dirigente de Union Communiste, que había publicado en L’Internationale la traducción al francés de las contratesis de la célula 72[94].

A primeros de marzo de 1939 el CE del POUM, dominado por el ala derecha del partido, constituida en torno a Rovira y Arquer dió una especie de « golpe de estado », consistente en proponer la elección de un nuevo comité central mediante referéndum, y en aplazar sine die la convocatoria de un congreso del partido.

La reacción contra el maniobrerismo del CE fue de carácter masivo. Se exigía la convocatoria de un congreso que debatiera los errores del POUM durante la guerra de España y resolviera la crisis del partido. Se reivindicaba además, de forma natural, porque era evidente y « de cajón », en cualquier partido, que ese congreso era la única autoridad capacitada para exigir responsabilidades al CC y CE salientes, así como para nombrar un nuevo CC y CE del partido[95]. El peligro de escisión del partido era tan real que posiblemente fue evitado por el inicio de la « drôle de guerre », en setiembre de 1939, y la consiguiente movilización militar, que hacía peligrosa y prácticamente imposible cualquier actividad política[96].

El CE del POUM ante la avalancha de protestas por las decisiones tomadas en la reunión de principios de marzo tuvo que dar marcha atrás y convocó una reunión del CC Ampliado, a la que fueron invitados los miembros del CC que aún quedaban[97], más una veintena de destacados militantes « de reconocida solvencia y autoridad »[98]. En esta reunión, a la que asistió Josep Rebull, se rectificaron totalmente los acuerdos del « golpe de estado » de Rovira, se acordó la celebración de un congreso, y se abrió inmediatamente un período de discusión, comprometiéndose el CE a publicar las distintas aportaciones en un Boletín interior de discusión[99].

Según Solano[100], en el POUM aparecieron tres tendencias; la derecha, formada por Rovira, Pelegrí y Farré; el centro constituido por « Gorkin », Bonet y Rodes; y la izquierda, dirigida por Andrade, Molins y Solano. Solano habla de Rebull como animador de unos comités de defensa del congreso, que no sitúa en tendencia alguna. Josep Rebull señalaba en su carta abierta que en realidad podían resumirse en dos alternativas[101]: la oficial, que tenía todos los medios económicos y organizativos a su alcance, constituida por las tres tendencias que reconocía Solano en su libro[102], y la « tendencia de rectificación » que Rebull impulsaba, que carecía de recursos económicos, pero que consiguió un enorme apoyo entre los militantes de base[103]. Así pues, Josep Rebull impidió el « golpe de estado » de Rovira, y logró que se abriera un período de discusión precongresual en el partido. Debate que fructificó en la publicación por el CE de un excelente boletín en el que se publicaron interesantes críticas a los errores cometidos por el POUM durante la guerra de España: L’experience Espagnole[104].

Josep Rebull y la « tendencia de rectificación » lanzaron su propio boletín, del que extraemos los artículos que se reeditan a continuación en este cuaderno de Balance.

Este es el contexto histórico y político en el que se enmarcaba la carta abierta de Josep Rebull, dirigida a todos los militantes del POUM con el objetivo de movilizarse para defender el derecho y la necesidad de convocar un congreso del partido que se opusiera a las maniobras burocráticas que querían hurtarlo, que debatiera abiertamente los errores cometidos por el CE y el CC, que exigiera las oportunas responsabilidades políticas, que RECTIFICARA el oportunismo teórico que había caracterizado al POUM durante la guerra y la revolución en España, que nombrase un nuevo CC y CE del partido, elegido consciente y fundamentadamente gracias al debate de unas posiciones políticas.

Para terminar esta introducción sólo nos cabe señalar un aspecto formal, evidente al lector atento de la carta abierta: se trata de un texto de debate político magistral, de una gran belleza literaria, que destaca la pasión del revolucionario en defensa de sus tesis contra el oportunismo que destruye su partido, que para un marxista es el arma de la revolución.

*

18.- REBULL, Josep: « Carta abierta a los camaradas. (Meaux, 25 mayo 1939) »[105].

Carta abierta a los camaradas[106].

ANTE UNA ELECCIÓN APOLÍTICA DEL COMITÉ CENTRAL DEL POUM.

Camaradas:

Para aquellos que vivieron en nuestros medios antes de la revolución es innegable que el POUM ha sido un partido dinámico, que encarnaba el pensamiento político más avanzado del proletariado español; que interpretaba los grandes problemas de la revolución a través del marxismo revolucionario y cuyas perspectivas de partido guía se ensanchaban de día en día. Sus militantes trabajaban incansablemente animados por un solo pensamiento político, animados por una sola voluntad. Sentían gravitar sobre ellos la responsabilidad que incumbe a toda vanguardia revolucionaria. Tenían una fe absoluta en el triunfo de la clase trabajadora en los grandes combates que se avecinaban, y esta fe, contagiándose a los medios de trabajo, les permitió, a pesar de las más tenaces oposiciones, agrupar potentes sindicatos; terminar con la dominación casi exclusiva del anarcosindicalismo sobre el proletariado catalán, y crear, en fin, la Alianza Obrera – ante la cual hubo de abjurar el stalinismo -, órgano de frente obrero revolucionario de la gloriosa insurrección asturiana, señalando vigorosamente la ruta a seguir para la conquista del poder político por la clase trabajadora.

La razón de esta marcha ininterrumpidamente en ascenso se explica con suficiencia por este hecho: el POUM era un partido político sobre las bases del marxismo revolucionario que se mantenía fiel a su política.

Desde julio de 1936, en que la situación revolucionaria era una nueva condición favorable por su marcha ascendente, el POUM ha dejado gradualmente de seguir en la práctica la línea inconfundible del marxismo revolucionario para caer en el oportunismo más lamentable. Los hechos quedan como testigos y toda la fraseología que se ha prodigado hasta ahora o pueda prodigarse en el futuro será impotente para disimularlos. Además de las consecuencias catastróficas que esta política ha tenido para la revolución, en lo que concierne al partido ha acarreado la confusión a sus filas y, al correr del tiempo, la sustitución del carácter político de las relaciones entre sus afiliados por una serie de maniobras que tienen su raíz en discrepancias del más grosero personalismo.

La consagración que nuestros dirigentes pretenden dar a su triste conducta durante el período de la revolución española, no puede revestir una forma más obtusa: elección apolítica del Comité Central [CC] de un partido político.

¿Qué votamos?

El centralismo democrático – en el cual se inspira nuestra organización – no se concibe sin discusión. La elección sin previa discusión del CC de un partido marxista revolucionario es por si misma un absurdo. El criterio que ha de presidir la elección de los dirigentes no es de carácter profesional ni puede basarse en consideraciones o desafectos personales. Se eligen los dirigentes por su capacidad política, el acierto de sus posiciones, su fidelidad a los principios que defiende el partido.

Pero la capacidad política, el acierto, la fidelidad, en fin, la conducta revolucionaria de los dirigentes no se miden por sus palabras sino por los hechos. Un balance de los hechos vividos por un CC durante su mandato es no sólo uno de los puntos fundamentales del centralismo democrático sino una condición indispensable para la vida del partido: SIN DISCUSIÓN NO HAY PARTIDO[107].

Si la discusión es evitada o aplazada por el mismo CC que ha de rendir cuentas – como en el caso presente -, este solo hecho basta para descalificarlo por su estrafalaria concepción de sus deberes para con el partido y para con el proletariado internacional. Pero para mayor desgracia no se trata de una concepción estrafalaria de buena fe, sino de una torpe maniobra animada por elementos interesados en eludir la discusión de sus responsabilidades.

La Historia brindó a este CC un papel privilegiado. Entre todas las organizaciones proletarias de España, el POUM exclusivamente había señalado con claridad hasta julio de 1936 el camino de la victoria proletaria[108], defendiendo la Alianza Obrera como órgano de frente obrero en su primera fase, de insurrección después, y finalmente como órgano de poder, en oposición y contra el conglomerado burgués del Frente Popular y contra el peligro fascista. Este hecho encerraba en si el porvenir de la clase trabajadora española. Ningún otro partido u organización contenía las ventajosas condiciones, que esta política reportaron al POUM, para asumir la dirección de la guerra revolucionaria en nuestro país mediante una política intransigente, audaz, enérgica y clara. Ningún militante dudaba de que el POUM proseguiría esta camino, y cuando la sublevación fascista inauguró el período de las luchas decisivas el crédito del POUM era indiscutible. Millares de obreros y campesinos giraban en torno de nuestras consignas y se agrupaban en nuestros sindicatos.

Y sin embargo, ¿cómo se desperdició este crédito? Nuestra intransigencia proverbial de principios ¿en qué ha quedado? Estos mismos principios ¿por qué han sido hollados? Nuestro programa de revolución democrático-socialista y nuestra acción ¿por qué fueron supeditados a otras organizaciones? Las posiciones revolucionarias – políticas y sindicales – que habíamos conquistado al precio de inmensos sacrificios ¿por qué fueron abandonadas sin lucha? ¿Por qué los acontecimientos nos sorprendieron casi siempre sin preverlos en las principales etapas de la revolución? ¿Cuáles han sido, en fin, las causas y los hombres que han conducido nuestro partido a una franca bancarrota?

Los derrotistas del partido que tienen asiento en el actual CC han venido arguyendo que el POUM era todavía joven y poco numeroso para jugar el papel de vanguardia revolucionaria, o bien han ocultado su incapacidad en la acción con la teoría de la « espontaneidad de las masas ».

Lo que denota la juventud o madurez de un partido marxista revolucionario no es el tiempo que lleva de vida ni el número de sus afiliados, sino el contenido político de su programa, el grado de capacidad de sus cuadros dirigentes en la interpretación del proceso revolucionario, y en la rapidez de maniobra para conducirlo a la victoria[109]. Reconocer, pues, que el partido era todavía joven equivale a reconocerse de antemano incapaz de dirigirlo[110], y la permanencia de tales derrotistas en la dirección, sin que reconozcan la suma y magnitud de los errores cometidos es condenar al partido a vegetar en la mediocridad. Las tres grandes revoluciones clásicas – la inglesa, la francesa y la rusa – son tres ejemplos brillantes del triunfo de una clase conducida por una minoría inteligente y capaz en función de vanguardia revolucionaria.

Por otra parte, si debemos atenernos absolutamente a la acción espontánea de las masas, ¿qué papel ha de jugar el partido? ¿Acaso el de simple organismo registrador de los hechos consumados como nuestros dirigentes convirtieron al POUM? « Un marxista no puede creer en una constante capacidad espontánea de las masas. Las masas necesitan absolutamente un partido revolucionario dirigente, dotado de una justa política marxista » (Maurín. La Nueva Era).

Si, pues, en el POUM existen criterios tan dispares acerca de puntos tan fundamentales ¿cuál es el criterio que se va a votar?

Si los militantes son los llamados a sancionar o desautorizar con sus votos una conducta política ¿cuál es la que adoptan?

Si el CC ha de ser la representación máxima de una « justa política marxista » elaborada por el partido ¿por qué se excluye la discusión previa?

Si escogemos a ciegas 40 nombres de camaradas sin saber qué opinan del pasado, presente y futuro del partido, sin conocer su conformidad o disconformidad a la política seguida, sin saber si se mantienen en sus errores o los rectifican, ¿qué votamos?

El actual CC nos hace gracia de todas estas cuestiones capitales y se dispone a liquidar – si una acción concertada de la base no se lo impide – la pesadilla de su lamentable pasado mediante una votación a ciegas, de la que toda consideración política ha sido excluida y por la que espera la renovación de confianza sin haber previamente rendido cuentas.

SALIR POR UNA PUERTA PARA ENTRAR POR OTRA.

Inmediatamente después de la insurrección de octubre de 1934 nuestro partido ofreció, a la clase trabajadora española y del mundo entero, un resumen maestro de las lecciones de dicho movimiento.

La revolución y la guerra que acabamos de vivir constituyen una dolorosa experiencia inmensamente más importante para el proletariado mundial que la insurrección del 34. El prestigio del POUM, y tanto como su prestigio el derecho de subsistir como partido, exigen desde largo tiempo la pública discusión y rectificación de los errores cometidos. Sin ello es imposible que las organizaciones afines puedan creer en la sinceridad de nuestra acción futura; sin ello es imposible que las organizaciones afines puedan desarrollar, dondequiera que se encuentren, una acción fructífera para el partido y para la causa que el partido defiende.

En el último Pleno Ampliado del CC[111], se dedicó un tiempo precioso a cuestiones de tipo personal. Nosotros, que tuvimos la posibilidad de asistir, defendimos la bandera de la rectificación política y del Congreso. El CC hubo de reconocer su posición desleal hacia los principios del partido y aceptó la siguiente enmienda a la resolución política votada: « El POUM reconoce que ha cometido errores. Lejos de disimularlos se propone, al contrario, reconocerlos públicamente cuando hará el balance general de las enseñanzas de la revolución, de conformidad a los deberes de la más severa autocrítica marxista, condición indispensable para la formación de sus militantes y el reforzamiento de su prestigio ante la opinión proletaria internacional. »[112]

Pero, ¿para cuándo el balance general de las enseñanzas de la revolución? Es decir, ¿para cuándo el congreso del POUM? ¿Acaso se creen los dirigentes del partido con derecho a realizar este balance ellos mismos? ¿Es que no existen para ellos los militantes de base del partido que han luchado tanto como ellos – y probablemente mejor que ellos – hasta el último minuto? ¿Es que tal vez a fuerza de combatir el estalinismo han llegado inconscientemente a asimilar sus procedimientos de erigirse en juez parte al mismo tiempo? En fin, ¿para cuándo el cumplimiento de los « deberes de la más severa autocrítica marxista »? A esto el CC responde con el acuerdo de hacer primero la elección y después el balance general, es decir, el Congreso. Muy lejos de admitir en la práctica que debe someter el balance de su actuación a la base del partido para que ésta diga la última palabra, este CC se ha abrogado el derecho de clasificar arbitrariamente – es decir, a su absoluto criterio personal – a los militantes de la emigración en categorías de preferencia, sin ni siquiera contar que algunos de sus componentes, medidos por un criterio político y no personal como se ha hecho, figurarían en la categoría de indeseables.

He ahí como se resume toda la seriedad política de nuestros dirigentes vis a vis de la « formación de los militantes del POUM y del reforzamiento de su prestigio ante la opinión proletaria internacional ». Y puesto que no existen ya acontecimientos que impidan la discusión; puesto que con la dispersión de camaradas que inevitablemente sucederá a la actual concentración en un mismo país y hasta en los mismos lugares, será mucho más difícil que ahora la amplia discusión política, se llega a la conclusión que el proyectado intento de salir por una puerta y entrar por otra « lavados de culpas y pecados », va directamente contra la base del partido para ahogar las voces de protesta y dar el cerrojazo definitivo a toda esperanza de Congreso[113]. Nada, absolutamente nada, puede probar la necesidad del aplazamiento de la discusión. El partido bolchevique en tiempos de Lenin

– que tanto manosean nuestros dirigentes para condimentar sus monsergas – no dejó de celebrar sus congresos periódicamente, y aun acortando los intervalos entre congreso y congreso, en períodos en que luchaba con dificultades prácticamente superiores a las del POUM en la actualidad.

Para la cómica sesión electoral que se pretende representar no faltan candidaturas[114]. Ni desgraciadamente faltarán electores. Unos, invocan el nombre del antiguo Bloque Obrero y Campesino

– cuyos principios revolucionarios han sido los primeros en pisotear – para intentar levantar una cortina de humo que oculte sus posiciones durante la revolución, que es precisamente lo que se trata de discutir. Todo su programa político (?) consiste en azuzar una serie de pequeñas cuestiones personales contra otros camaradas, presentadas torpemente como « maniobras del trostkismo en el seno del POUM ». « Arrojar a los trostkistas de la dirección » es su consigna central, exactamente igual como proceden los stalinistas contra aquellos que se niegan a comulgar con sus ruedas de molino. Mientras tanto, los animadores de esta fracción se han [apoderado] por sorpresa de los principales resortes del aparato del partido, dándose la paradoja de que los elementos que en España han defendido durante toda la revolución en el seno del partido las posiciones del Frente Popular stalinista – que persiguió, encarceló y asesinó a tantos de nuestros camaradas – se hallan aquí en la emigración al frente de la dirección del POUM. Esto ha producido una reacción de repugnancia en los medios obreros internacionales, entre los cuales, estos dirigentes de nuestro partido, son más « populares » de lo que ellos mismos podrían imaginar.

Otros patrocinadores de candidaturas cotizan su izquierdismo[115], con cuya etiqueta no lograrán, sin embargo, hacer olvidar que  formando parte de este  CC  votaron por  unanimidad[116] todas las resoluciones decisivas en las horas álgidas de la revolución, renegando de hecho; lo mismo que los demás, de los principios del marxismo-leninismo acerca del estado y la revolución. De la actuación durante las jornadas de mayo ninguna distinción puede hacerse hasta la fecha entre los que quieren salvar el partido desenterrando recuerdos y los que pretenden lavar su responsabilidad gracias a posiciones posteriores a la fase decisiva de la revolución, es decir, adoptadas por ellos cuando la contrarrevolución estaba ya desencadenada. Hemos saludado estas posiciones en lo que significaban de rectificación – rectificación tácita, se entiende – pero esparcidos por el mundo proletario quedan demasiados y concluyentes testimonios escritos de la unanimidad del actual CC en las cuestiones capitales, para que el izquierdismo de hoy pueda borrar el oportunismo de ayer sin pasar por una sincera rectificación. Nuestra coincidencia con estos camaradas en el último pleno central[117] contra la fracción de derecha, nos podría ahorrar la declaración de que deseamos sinceramente que su evolución hacia una total rectificación política se realice con la rapidez necesaria para poder aunar esfuerzos en vistas a la discusión que la base del partido debe comenzar, siendo evidentemente el primer punto – en orden a la lucha planteada en la emigración – la rectificación inmediata de su complicidad en la farsa electoral de un CC apolítico.

LA DIRECCIÓN Y LA BASE

El nexo que une la dirección y la base de un partido marxista revolucionario es el contenido político del partido. Cuando el partido pierde su contenido político, la razón de subsistir desaparece y la dirección no es más que un organismo burocrático sin representación alguna.

Este hecho se ha producido en el POUM[118]. La dirección podía salvar en la emigración su prestigio – que recobró en parte a raíz de la persecución staliniana y el proceso montado contra el partido –  a condición de la inmediata publicación de un análisis de la revolución española con las rectificaciones a que el POUM se halla obligado. Este paso habría evitado que se haya llegado al extremo, por parte de las organizaciones obreras internacionales, a poner en duda el valor político y revolucionario de nuestro partido, mientras esta insinceridad del CC ofrece un blanco magnífico al que pueden disparar libremente los barajadores de fórmulas trostkistas. Nuestros dirigentes llegados a la emigración con la aureola de perseguidos del stalinismo, no han querido comprender que ello no era suficiente para sostener aquí el rango revolucionario del partido, y de una manera sistemática – derechas e izquierdas – han ido aplazando la discusión de las grandes enseñanzas de la revolución[119]. En ello reside en gran parte la razón por la cual nos van siendo retiradas las simpatías políticas y las ayudas materiales de las organizaciones internacionales de tanta necesidad para los camaradas que sufren las penalidades   del campo de concentración. La dirección se ha situado en el plan de recibir sin dar nada a cambio, cuando era precisamente el momento de difundir ampliamente por todo el mundo lo que la revolución nos ha hecho aprender con sangre. Partiendo de una base falsa, todas las posiciones políticas ulteriores dejan la misma impresión de confusionismo. La verdad es que hoy la dirección no representa nada ni dentro ni fuera del partido. No es más que un organismo burocrático de una frondosidad morbosa.

Toca, pues, a la base del partido descargar el golpe de espada contra este nudo gordiano que amenaza paralizar todo el cuerpo del partido. Los militantes en la emigración tienen ante sí planteada esta grave disyuntiva: romper enérgicamente la maniobra de una elección sin discusión previa, antimarxista, de procedimientos fascistas-estalinistas, o desaparecer como  partido[120]. Ninguna organización proletaria se tomará la molestia de pensar que existe un grupo de hombres más o menos numeroso ligados entre sí por relaciones de carácter personal o familiar, a pesar de que ostenten el anagrama del POUM. La consideración y el respeto políticos de las demás organizaciones únicamente podremos obtenerlo por el valor que puedan tener nuestras posiciones políticas. Y nuestras posiciones políticas están ligadas de una manera absolutamente indisoluble a la revolución española. Incluso las posiciones que tomemos en la emigración para el futuro tendrán valor en la medida que hayamos sabido deducirlas de la experiencia realizada[121].

Ahora bien, en oponernos a la maniobra podemos estar muchos de acuerdo. Pero al lado de este frente para hacerla abortar debemos señalar una salida inmediata progresiva: el Congreso.

Para que el Congreso no sufra un desenvolvimiento burocrático, para que, por lo contrario, sea algo vivo, que encarne el pensamiento de los militantes es necesario aportar a la discusión general los puntos de vista que apreciemos indispensables para elaborar una política marxista justa. En este sentido, y no en el de coaccionar la libre y amplia discusión de los militantes, incorporamos a esta carta un extracto de nuestros puntos de vista sostenidos desde el principio de la revolución y que hoy, desgraciadamente para todos, son puntos de rectificación de la política impuesta por los dirigentes a nuestro partido[122].

RECTIFICACIÓN NECESARIA

Las cuestiones capitales que el partido debe someter a revisión son, a nuestro criterio:

1.- La cuestión del poder, y del Estado. La dirección del POUM ante una situación de dualidad de poderes con ventaja para la clase trabajadora (julio-setiembre de 1936) se allanó sin resistencia a la destrucción del poder de la clase trabajadora

– disolución de Comités – para pasar a colaborar con la burguesía y el reformismo dentro del aparato de Estado capitalista. La dirección no supo comprender que dentro del marco de las instituciones burguesas no puede haber más que soluciones burguesas. La dirección intimó a los núcleos locales del partido que consideraron entonces esta política como catastrófica para que disolvieran los Comités y entregaran el poder a los Ayuntamientos, que la revolución había ya arrinconado, en lugar de emprender una campaña tendente a democratizar aquellos organismos embrionarios del poder proletario, a concentrar este poder y lanzarse a la destrucción del estado capitalista para substituirlo por la forma de Dictadura del Proletariado emanada de los mismos organismos creados por la revolución. La dirección admitió que un Gobierno de coalición con la burguesía y reformistas, en el que estos grupos constituían la mayoría, era el « Gobierno de la revolución » (véase La Batalla, editorial proclamando la colaboración). La dirección mintió a la clase trabajadora cuando afirmaba que el estado capitalista había muerto para siempre y que el solo hecho de estar los trabajadores en armas representaba la Dictadura del Proletariado (La Batalla, discurso del Principal Palace, agosto 1936). La dirección contribuyó eficazmente a desarmar ideológicamente a la clase trabajadora al lanzar la teoría de que la toma del poder era posible sin la insurrección armada. (Entre otros trabajos, véase el artículo en Juillet[123] resumiendo esta teoría). La dirección contribuyó, en fin, a la confusión de las masas al no establecer desde el principio las diferencias fundamentales entre la política del partido y el Frente Popular, llegando por esta pendiente hasta la colaboración gubernamental[124].

2.- La guerra revolucionaria. La dirección del POUM no ha llegado a comprender el significado de su consigna: « Guerra en el frente, revolución en la retaguardia ». Mientras divagaba en torno a esta fundamental cuestión, mientras sostenía la necesidad de impulsar la revolución en la retaguardia, mientras lanzaba, arrastrada por los acontecimientos, las consignas sucesivas de Ejército Rojo, Ejército Regular Revolucionario, etc., etc., ayudaba, por otra parte, mediante sus compromisos en el « Gobierno de la revolución », a frenar las aspiraciones revolucionarias del proletariado, renunciaba a las medidas socialistas en la economía, legalizaba con la firma de su representante el mando y la organización de un ejército de carácter burgués[125], y preparaba, en suma, el retorno de la dominación burguesa. Al establecer de esta manera una verdadera contradicción entre sus palabras y sus hechos[126], la dirección del POUM ha realizado pura demagogia y ha sacrificado, como las demás organizaciones, la « revolución » a los llamados intereses de la « guerra », en vez de mostrar claramente que ante la clase trabajadora sólo una guerra revolucionaria merecería el sacrificio de sus vidas, esto es, que la victoria de la guerra se hallaba ligada al problema central del poder.

3.- La dirección no hizo nada, aun después de ser arrojada del « Gobierno de la revolución », para establecer las bases de un nuevo poder en vistas a las próximas batallas políticas, ni siquiera en los lugares [en] que el partido predominaba. Se permitió, por lo contrario, a los dirigentes de la División Lenin[127] el sabotaje a toda acción política de los militantes, ayudando así a los planes de la contrarrevolución, en vez de abogar por la democracia proletaria en las organizaciones de masas.

4.- La dirección sobreestimó desde el primer momento el valor constructivo y político del anarcosindicalismo, llegando a supeditar su acción y su política a la conducta de los jefes reformistas de la CNT, renunciando de hecho a una cordial pero profunda crítica de las sucesivas falsas posiciones de dicha organización tendente a poner bajo la influencia del POUM a los elementos más conscientes. La dirección, deslumbrada por el factor numérico, llegó a abandonar toda posibilidad de política independiente al afirmar que la suerte de la revolución estaba íntimamente ligada al rumbo que tomara el anarquismo. Así, gradualmente, nuestro partido llegó a perder su personalidad política para quedarse en simple cola de la CNT, la cual estaba condenada de antemano al más seguro fracaso por su falta de teoría revolucionaria.

5.- En el terreno económico se omitió toda propaganda y acción tendente a la socialización de la tierra, de la Banca, de las comunicaciones, minas y grandes centros de producción; así como a la municipalización de los servicios públicos. En cambio, se aceptó en silencio el tipo de capitalismo sindical[128], realización anarquista de la más estrecha concepción económica. De la misma manera se pasó en silencio la violencia del anarquismo al colectivizar a rajatabla los pequeños comercios e industrias sin importancia dentro del cuadro general de la producción y las pequeñas propiedades individuales del campesinado, violencia que levantó una legión numerosísima de enemigos de la revolución sin que se resolviera con ello ningún problema vital.

6.- La capitulación de nuestras posiciones no se ahorró en el terreno sindical. El miedo al número y la pérdida de  confianza en nuestras propias fuerzas hizo que a la consigna « CNT o UGT » se disolviera con el asentimiento de la dirección la central de unificación FOUS[129], que en las provincias catalanas sobrepujaba considerablemente los efectivos de las otras dos centrales, excluyendo Barcelona ciudad, de hegemonía anarquista.

El POUM debía mantener íntegra su consigna « CENTRAL SINDICAL ÚNICA » y hacer de ella una bandera de lucha contra la división permanente en dos centrales propugnada por los anarquistas, aun en el caso probable de que nuestros sindicatos hubiesen quedado momentáneamente desiertos. Si la dirección hubiese seguido en el terreno político una línea revolucionaria, la afluencia de las masas hacia nuestras posiciones se habría producido más o menos tarde, y la central sindical de unificación se habría convertido en un poderoso baluarte de la revolución. Evidentemente las claudicaciones en el orden político implicaba el debilitamiento del partido, que sucesivamente había de ser arrastrado por el torbellino rápido de los acontecimientos. El mantenimiento de la FOUS podía defenderse adoptando las posiciones marxistas-leninistas acerca del poder político y del estado.

7.- El éxito de la clase trabajadora en Cataluña sobre el fascismo con la creación de sus órganos propios de acción y de poder – Comités revolucionarios en todas las localidades y Comité Central de Milicias -, representaba la existencia momentánea de un tercer poder dentro del área geográfica de España. El gobierno republicano de Madrid y la Junta facciosa de Burgos representaban los otros dos, pues la Generalidad de Cataluña quedaba neutralizada – no aniquilada – por el poder proletario. En esta situación se trataba o bien de reconocer el Gobierno republicano (solución reformista) y en este caso la disolución de los comités revolucionarios era una simple cuestión de tiempo, o bien se rechazaba la autoridad de dicho Gobierno (solución revolucionaria) y en ese caso se planteaba la lucha simultánea contra el Estado centralista y contra el fascismo[130]. Esta lucha ponía en juego el problema de las nacionalidades. Contra un Estado centralista burgués, la separación de los Estados revolucionarios es un movimiento progresivo. La Cataluña revolucionaria debía pues ponerse a la cabeza de este movimiento de liberación de todos los pueblos oprimidos por el Estado centralista burgués[131] – del Estado presidido por el hombre de Casas Viejas – que después de haber mantenido a los jefes fascistas en los puestos de mando del ejército, ayudando así a la preparación de la insurrección, negó, por otro lado, las armas a la clase trabajadora, que hubo de conquistarlas al precio de millares de sus vidas. « Los tres movimiento simultáneos: obrero, campesino y nacionalitario, constituyen el haz invencible de la revolución española. La coincidencia de estos tres movimientos es la condición « sine qua non » del triunfo de la revolución. » (Maurín: Hacia la segunda revolución).

Pero la dirección del POUM creyó que las masas lo harían todo « espontáneamente », y pudo así excusarse de lanzar las orientaciones cardinales. El problema vital de las nacionalidades oprimidas por el estado centralista burgués siguió lógicamente la misma suerte que las falsas posiciones en el terreno político. Y así el Gobierno republicano de Madrid

– que en realidad no pudo ejercer de nuevo la dirección política sobre las masas de una manera efectiva hasta que se pasó a reforzarlo con los jefes « revolucionarios » – pudo salvarse milagrosamente de una desaparición a la que se hallaba condenado.

8.- La capitulación de Mayo. La dirección no tuvo una línea clara ni independiente. No dió a las masas ninguna iniciativa una vez comenzado el movimiento espontáneamente. Ningún programa positivo durante la lucha. Encubrió con su silencio la traición de los jefes anarquistas. La dirección no ha sacado hasta la hora presente ninguna consecuencia de dicho movimiento honradamente presentada a la clase trabajadora[132].

9.- En lugar de denunciar sin ambigüedad desde el primer momento el papel contrarrevolucionario de la URSS en España y en el mundo entero, la dirección se limitó a una crítica muy moderada sobre la política de neutralidad adoptada por la URSS durante los primeros meses de la guerra civil, y se llegó a declarar solemnemente en favor de la defensa de la Unión Soviética (Resolución sobre la política internacional del CC, reunido a mediados de diciembre de 1936). Esta política de zig-zag, de combatir por un lado la ingerencia de la URSS en la política española, y declararse defensor por otro lado del Estado intruso, no obtuvo otro resultado que aumentar la confusión de la política del POUM ante las masas y entre los mismos afiliados.

10.- El POUM quedó de hecho fuera de combate a partir de las jornadas de Mayo. Sumido a la clandestinidad, encarcelados muchos de sus militantes, perseguidos y asesinados por las checas stalinistas, la vida política del partido difícilmente podía traslucirse a la vida pública. Esto no era obstáculo, sin embargo, para que el partido, de cara al futuro, dejara de adoptar posiciones revolucionarias, sobre todo a la vista de las desastrosas experiencias realizadas. Los diferentes equipos que se sucedieron en la dirección, apoyados en las decisiones del CC – entre las que destacan por su confusionismo las del Pleno de diciembre de 1937[133] – han seguido una línea tortuosa y de tal fforma desconcertante, que el partido se ha mantenido por inercia, pero de ninguna forma por la comunión política que debe existir entre sus miembros. El actual CC es igualmente responsable de este período de verdadera confusión política. Sus consignas de Frente popular antifascista, suministradas de vez en cuando, en absurda mezcolanza con la de Frente Obrero Revolucionario, deben ser discutidas y poner en la picota a aquellos de sus defensores que, al no rectificar estas posiciones, se mantengan en un plano de irresponsabilidad política frente al partido.

EL DEBER INMEDIATO DE LOS MILITANTES.

¡Camaradas!

Nuestros dirigentes han fracasado ruidosamente. Han pisoteado los principios básicos del partido[134]. Ninguno se ha adelantado a exponérnoslo honradamente. Tratan de soslayar sus responsabilidades aplazando una y otra vez el Congreso. Intentan revalidar su dominación burocrática sobre la base mediante una elección apolítica.

¡Camaradas!

La dirección elude la discusión.

¡INICIEMOS INMEDIATAMENTE LA DISCUSIÓN!

La dirección destruye el partido con sus luchas personales.

¡RECONSTRUYAMOS EL PARTIDO SOBRE BASES POLÍTICAS JUSTAS!

La dirección burla sus deberes para con los militantes.

¡REIVINDIQUEMOS NUESTROS DERECHOS!

LA dirección oculta hipócritamente sus errores al proletariado internacional.

¡RECONQUISTEMOS EL RESPETO DEL PROLETARIADO INTERNACIONAL CON NUESTRA SINCERIDAD REVOLUCIONARIA!

La dirección malogra la solidaridad internacional hacia el partido.

¡HAGAMONOS ACREEDORES DE ESTA SOLIDARIDAD!

La dirección ha tomado un camino antirrevoluionario.

¡ADOPTEMOS UNA ACTITUD REVOLUCIONARIA!

La dirección intenta un golpe de estado dentro del partido.

¡ALCÉMONOS EN CONGRESO SALVADOR!

¡Camaradas!

Por la reconstrucción del partido sobre bases políticas justas.

Por la reivindicación de nuestros derechos de militantes.    Por una sinceridad revolucionaria.

Por una solidaridad internacional merecida.

Por una actitud revolucionaria.

¡APERTURA INMEDIATA DE LA DISCUSIÓN PRO-CONGRESO!

¡CONSTITUCIÓN INMEDIATA DE LOS COMITÉS DE DEFENSA DEL CONGRESO!

¡Viva el POUM!

¡Viva el marxismo revolucionario!

J. Rebull. Meaux, 25 mayo 1939.

INSTRUCCIONES: Los CDC (Comités de Defensa del Congreso) no debe esperar ya ilusoriamente ninguna nueva decisión de arriba. Al constituirse deben orientarse inmediatamente a la preparación democrática de la discusión sobre la situación actual del partido y enfocar en seguida las cuestiones políticas que han de constituir el punto central del Congreso.

Los CDC de los campos [de concentración] deben ponerse en relación entre sí y con el CDC de París para coordinar su acción renovadora, nombrando democráticamente – una vez establecidos los contactos necesarios – un centro coordinador de los trabajos de discusión, y señalando ellos mismos un plazo suficiente para que ésta pueda tener lugar.

Los CDC no deben tener en modo alguno un carácter de tendencia. Los CDC serán realmente los centros vitales de la discusión, en que todas las tendencias políticas confrontarán sus opiniones.

Los CDC deben constituirse en salvaguarda de la democracia

en la discusión política, rechazando enérgicamente toda ingerencia de carácter personal.

Los camaradas aislados pueden establecer contacto directamente con el CDC de París.

Las bases de relación provisional, hasta que una nueva dirección política sea elegida, serán votadas oportunamente por los CDC.

—————————————————————             ¿RECTIFICACIÓN FRUSTRADA?

Durante su estancia en la Cárcel Modelo de Barcelona, el camarada Gironella, miembro del actual CC, inició un estudio acerca del rol del POUM durante la revolución[135]. Ya en la emigración, posiblemente a causa de dificultades particulares, no hemos tenido ocasión de ver confirmada la tarea comenzada. Creemos que la prosecución de este camino sería saludable en el sentido de aportar nuevos puntos de vista a la discusión política, ayudando a su desarrollo y a fomentar el espíritu crítico. En plena euforia apolítica, el partido necesita más que nunca opiniones políticas. El momento es oportuno.

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UNA CIRCULAR ABSTENCIONISTA

Acabamos de leer una carta circular firmada por O. Emem[136], A. Rodríguez[137] y F. Gómez, recomendando en la misma « rechazar la elección hasta tanto no se discutan las posiciones políticas que el nuevo CC debe practicar »[138]. Aunque esta consigna es completamente pasiva – pues en la posición francamente liquidacionista de la dirección no basta con « rechazar » – la saludamos en lo que encierra de oposición a la parodia electoral que se intenta consumar. Pero consideramos un síntoma desagradable que la petición se refiera exclusivamente a la política del nuevo CC. Antes de fijar la política del nuevo CC, el partido debe discutir el balance del CC viejo. No solamente interesan las bases programáticas de las tendencias « después de la experiencia española ». En la emigración todo el mundo es revolucionario, y para comprobar su sinceridad y sus convicciones es indispensable saber las que se han defendido durante dicha experiencia, y que piensan ahora de ellas[139].

Las posibilidades de que el POUM sea el partido de la futura revolución española radican, en primer lugar, en las enseñanzas que seamos capaces de sacar de la que hemos vivido. Eludir su estudio y discusión es renunciar a la reconstrucción del partido.

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19.- [REBULL, Josep]: « Por una amplia discusión ». Boletín de discusión editado por el Comité de defensa del Congreso, nº 1. París, 1 de julio de 1939.

Fiel al propósito de intensificar la discusión preparatoria del Congreso, el Comité de Defensa del Congreso (CDC) de París ha acordado editar un Boletín en el que todos los militantes puedan expresar sus opiniones acerca de todos los problemas que el partido tiene planteados.

La edición de un Boletín por cada CDC no representa sino que cada uno de estos Boletines constituye una parte de lo que pudiéramos  llamar Boletín general de discusión. La publicación por separado  tiende, en las actuales condiciones, a evitar retrasos y a que todo el trabajo no recaiga sobre un pequeño número de compañeros. Lo cual no impedirá, llegado el caso, de centralizar este trabajo si una variación de condiciones lo permitiera.

En lo que concierne al contenido de este primer Boletín no constituye ciertamente un paso decisivo para la discusión de los diferentes problemas. Estimamos que este vacío  será llenado en los próximos números por la publicación y discusión de los documentos que, en el momento presente están elaborando todas las tendencias.

Al hacer la aportación de este Boletín, el CDC de París saluda fraternalmente a todos los camaradas de la emigración, con los cuales desea llevar a cabo la amplia discusión indispensable a los caídos por la revolución, y a los que hoy, en la España antifascista, sufren los horrores de una sangrienta represión sin precedentes.

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20.- [REBULL, Josep]: « Documentos para la discusión ». Firmado por « Tendencia de rectificación ». Boletín de discusión editado por el Comité de defensa del Congreso, nº 1. París, 1 de julio de 1939.

La corriente de rectificación política no ha nacido en la emigración. Surgió en el partido como reacción al oportunismo de la dirección. Cuando el período preparatorio del Congreso fue abierto, esta corriente concretó sus posiciones en diferentes documentos.

Uno de estos documentos – sobre las jornadas de mayo en Barcelona – lo publicamos a continuación como material de discusión. A pesar de que consideramos necesarias algunas modificaciones impuestas por las enseñanzas posteriores a la fecha de su publicación (29 mayo 1937), hemos preferido darlo en su forma original para que todos los militantes puedan examinar, al lado del aspecto crítico del documento, los errores de apreciación que hayamos podido sufrir.

Creemos necesario añadir que anteriormente a los hechos de mayo se había publicado una Contratesis política, de la cual, el documento que sigue, era la continuación. Dicha Contratesis, después de un análisis resumido del proceso revolucionario y su situación en la primavera de 1937 (fecha de convocatoria del II Congreso), señalaba la salida que estimábamos necesaria para la victoria de la revolución después de las primeras derrotas: restablecimiento de la dualidad de poderes – antes de que la

contrarrevolución emprendiera una ofensiva abierta – mediante la formación del Frente Obrero Revolucionario, siendo la expresión básica del mismo los Consejos o Comités de Obreros, Campesinos y Combatientes, que, en forma embrionaria, habían surgido en Julio de 1936. Los acontecimientos de mayo vinieron pronto a confirmar nuestros puntos de vista.

El hecho de que las conclusiones políticas de la referida Contratesis se hallen enfocadas para una situación largamente superada, hace inútil su publicación ahora. En cambio, « Las jornadas de mayo », como un capítulo de la tesis escrito cuando los acontecimientos estaban aún palpitantes, creemos que conservan su valor crítico primitivo.

Tendencia de rectificación.

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21.- REBULL, Josep: « Tres tácticas y un movimiento[140] ». Boletín de discusión editado por el Comité de defensa del Congreso, nº 1. París, 1 de julio de 1939.

La principal actividad de la fracción derechista[141] al llegar a la emigración ha sido apoderarse de los principales resortes del aparato del partido. Hacer del partido un instrumento para sus designios particulares, tal es su propósito. Desviar el interés de la base sobre cuestiones personales, he ahí su táctica.

Si en el « camino del poder » encuentran dificultades, esto demuestra que la base del partido no es un rebaño. Sus campañas contra el « trotskismo »[142] no han dado los frutos apetecidos[143]. Los votos obtenidos no les dan, a pesar de una mayoría, el dominio del partido. Porque el partido es un contenido político y no un número de adherentes solamente. El partido existe no en su flamante CC sino en potencia en esos militantes que han sabido emprender la tarea fundamental de la discusión política.

En el último pleno del Comité Central (CC)[144], que ha desaparecido sin rendir cuentas políticas, la fracción de derecha intentó hacer aprobar un plan de organización draconiano. Unos « delegados gubernativos » mandatarios del Comité Ejecutivo (CE) ejercerían un poder absoluto sobre la política del partido en cada país donde hubiere refugiados. La base quedaba relegada, sus derechos abolidos. Este plan se hizo abortar en parte, pero ahí quedan todavía sus restos: Comisión de Control, y CC elegido sin discusión política previa.

Pero esta actividad nefasta no ha reportado a sus promotores todas las ventajas que esperaban. Sus primeros resultados se hallan presentes. El « escrutinio de la victoria »

no ha evitado la desmoralización vertical, fulminante, de los fabricantes de Comisiones de Control, Comités Centrales y de partidos. El hecho es conocido directamente aquí, indirectamente en los campos: las resoluciones, las cartas, las peticiones de información de los militantes caen en el vacío. El CE que ha presidido unas elecciones usurpadoras no existe ya. No ha podido resistir siquiera hasta el nombramiento de su sustituto. La acción del partido, que se ha querido ignorar, lo ha barrido.

« Crisis de confianza – responden los derechistas -, la base, soliviantada por elementos perturbadores, ha perdido su fe en los hombres tradicionales. Es un enfermo que ya no cree en sus médicos. Es preciso someterle con urgencia a una cura de optimismo para que recobre su pasada credulidad ». Incapaces para plantear la cuestión políticamente, pretenden interpretarla, como siempre, a base de acciones y reacciones personales.

Fracasada la maniobra de lucha contra el « trotskismo », un nuevo recurso va a ponerse en práctica. Las derechas nos quieren someter a una cura de « optimismo ». ¡Atención camaradas!

– – –

Una derecha en el partido presupone la existencia simultánea de una « izquierda ». Sin ello la denominación de derecha carecería de sentido. Y, naturalmente, a una táctica de derecha se opone una táctica de izquierda. Tácticas que han de divergir esencialmente.

En efecto, la derecha ha adoptado desde el principio la maniobra personal. Ha tomado posiciones estratégicas. Ha creado artificialmente organismos que den la sensación de actividad. Pero esto que supone un engaño para la base, no siempre puede hacerse abiertamente. Obliga a la táctica de zig-zag. Si se encuentra resistencia por un punto, se recurre a otro expediente. El fin justifica los medios. El fin es tener el aparato del partido en sus manos. Y hasta ahora, en lo que concierne específicamente al « aparato » – no confundirlo con el partido – han registrado importantes avances. La derecha ha seguido, pues, en este aspecto, una táctica de zig-zag hacia adelante.

Y, claro está, a una táctica de zig-zag hacia adelante se opone desde la izquierda[145] una táctica de zig-zag hacia atrás.

Propaganda electoral primero, para retroceder después a la oposición electoral. Contra el CC elegido sin previa discusión política, pero por una Comisión Ejecutiva Provisional nombrada por acuerdos particulares y en ausencia de posiciones políticas públicas. Contra los Comités de defensa del Congreso (CDC), pero…

La realidad es que muchos militantes de izquierda no pueden explicarse satisfactoriamente esta forma de llevar la lucha. Ven que sus dirigentes de tendencia constatan el peligro en copiosos y amargos párrafos, pero no adoptan una actitud en consecuencia, pues si verdaderamente se tiene razón, actuar es un deber. Ya algunos de estos militantes ven en ello un pretexto de sus dirigentes para aislarse voluntariamente. Otros estiman que el amor propio no es ajeno a esta conducta.

Si existe esta voluntad de aislamiento, no son necesarios tantos rodeos. La base lo juzgará de igual modo sea el que fuere el procedimiento. Si quiere continuarse la polémica en un terreno de amor propio ofendido, no por ello dejará de llevarse

a cabo la discusión política, Ni personalismos de derecha ni personalismos de izquierda.

– – –

Una tercera táctica ha sido puesta en obra por un centro[146]

que no quiere serlo. Si a la izquierda se le respeta por razones de mutua inteligencia, un calificativo que todavía no ha probado merecer, en cambio el centro que no quiere serlo se ha ganado plenamente su nombre en el instante mismo de aparecer en escena.

El centrismo se caracteriza por una fraseología que no corresponde a sus actos. He aquí que un asalto a la dirección es organizado por las derechas mediante una elección apolítica. La « izquierda » vacila, pero se inclina finalmente contra la maniobra. El centro proclama representar la « tradición del partido » – es decir, la democracia interna, la discusión política, el respeto de los derechos de los militantes y el cumplimiento de los deberes por los dirigentes – pero apoya el asalto derechista. Sus palabras rebosan lealtad, sus actos pretenden legalizar una deslealtad. Sus palabras prometen la defensa de los derechos de la base, sus actos colaboran a la usurpación de estos derechos. Sus palabras son de respeto al centralismo democrático, sus hechos le son hostiles. Sus palabras, en fin, son palabras, pero sus hechos quedan ahí para evitarnos confusiones.

Aquí, como en España, media una diferencia entre sus palabras y sus hechos. Y esta diferencia tiene un nombre capitulación.

– – –

Frente a estas tácticas oportunistas, un movimiento. Para salvar al partido de ser apresado y oprimido dentro del aparato burocrático, unos organismos de discusión para el Congreso. Subsanando una irresolución derrotista, la acción inmediata. Contra la fraseología centrista, la crítica de los hechos. Tal es la misión de los CDC.

Donde la necesidad de la discusión sin trabas asfixiantes es sentida, surge el CDC. Los CDC son los soviets de la base ante la amenaza de estrangulamiento de la vida política del partido. No son una fracción, son un movimiento. Ante el Congreso, significan la garantía de la discusión para todas las tendencias. Ante la suplantación de la democracia por el personalismo, significan la unidad de acción en defensa de la primera[147].

Los CDC fundan su fuerza y su acción directamente en los militantes. Han nacido como oposición a la política de los « jefes ». La base, en los CDC, recobra todo su valor y autoridad. Sus derechos son ejercidos y garantizados. Sus deberes emanan del ejercicio de sus derechos y no del dictado de arriba. El partido y los militantes se identifican. El divorcio entre la dirección y base, entre dirigentes y dirigidos se excluye. Ante el Congreso la igualdad de derechos y deberes para todos, se realiza.

Los CDC son hoy la afirmación del futuro del partido. Sin Congreso – un Congreso sincero, democrático, sin privilegios para los de arriba en detrimento de la base – sin este Congreso[148], el partido desaparecerá[149]. Fortalecer los CDC, es, pues, trabajar por el Congreso, afirmar la voluntad de discusión. Es, en definitiva, unirse para rechazar las maniobras de arriba, unirse para avanzar resueltamente hacia la reconstrucción política del partido.

Rebull.

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22.- ENTREVISTA ORAL A JOSEP REBULL. En Ca L’Ardiaca, Barcelona, el 27 de setiembre de 1985.

El 26 de septiembre conocí a Teresa Rebull en las jornadas de inauguración de las salas Maurín y Nin del CEHI. Fue ella quien concertó una entrevista con su marido Josep Rebull al día siguiente, en Ca L’Ardiaca, en la conferencia de Pierre Broué.

En la entrevista oral[150], que Josep Rebull en todo momento aplazaba a la entrega de un cuestionario escrito, dos cosas me sorprendieron inicialmente: 1) Que Josep Rebull no poseyera los documentos escritos por la célula 72, que yo si poseía. 2) Su presente actitud  totalmente reacia a una crítica pública de Nin o del CE del POUM en 1936-1937. En cuanto al punto 1 era comprensible que a causa de los avatares del exilio hubiera extraviado los escritos de la célula 72. Respecto al punto 2, en cuanto la conversación aludía a la crítica de la célula 72 a Nin, Rebull bajaba la voz como si temiese que sus camaradas de partido pudieran oír nuestra conversación, y rápidamente eludía el tema remitiéndome a que le enviara un cuestionario escrito: el lugar y el momento no eran pues el más apropiado.

Con todo, ésta es la entrevista oral sostenida con Josep Rebull antes, durante y después de la conferencia dada por Broué en las jornadas conmemorativas de la fundación del POUM. Conferencia plagada de intervenciones de distintos militantes históricos del POUM, así como de una acalorada discusión, que llegó a las manos, cuando en plena conferencia se intentó repartir unos carteles en los que el POUM aparecía como un precedente del Partit Socialista de Catalunya, repartidos por Adroher, que le fueron arrebatados y rotos por otros viejos militantes del POUM, totalmente opuestos al PSC reformista.

La entrevista, que se desarrolló en catalán, es ésta:

A mi pregunta sobre su crítica (y de la célula 72) a la actuación del Comité Ejecutivo (CE) del POUM, y a la participación del POUM en el Gobierno de la Generalidad, parece no responder, hasta que tras un largo silencio dice: « Había una contradicción entre la teoría y la práctica: se teorizaba la formación de un Gobierno Obrero, y por otra parte se sostenía y fortalecía al Gobierno de la Generalidad ». A mi pregunta sobre la existencia de un manifiesto conjunto de Los Amigos de Durruti, izquierda del POUM y el Grupo de La Voz Leninista (el Manifiesto de Unión Comunista citado erróneamente por Cesar M. Lorenzo) me responde: « Hubo un intento de publicar un manifiesto con Los Amigos de Durruti que no cuajó. Se trataba de organizaciones pequeñas, mal consideradas dentro de sus propias organizaciones, y la situación estaba enrarecida por las enormes dificultades que suponía la persecución y la clandestinidad ».

Mantuvo contactos personales con « Munis » y Balius, que no dieron fruto alguno. Califica a « Munis » de « doctrinario » que « no cesaba de citar a Marx y Lenin en todo momento ».

Durante dos años, en Marsella, convivió personalmente con bordiguistas: Marco, Mitchell, Tulio. « Como personas eran de una absoluta solidaridad. Mi mujer y yo, que íbamos con lo puesto, les debemos mucho. Pero políticamente no nos tratábamos. Eran totalmente intransigentes en sus posiciones políticas… Yo también lo fui siempre en las mías y me mantuve políticamente aislado ».

A mi pregunta sobre el partido con el que más simpatizaba en Francia, me respondió: « Simpaticé con el PSOP de Pivert ».

Tuvo una gran amistad con « Chazé » (Davoust) del grupo Union Communiste, pero políticamente tampoco eran afines. Conoce el libro de Spartacus publicado por Chazé (en el que aparecen varios escritos firmados por Josep Rebull o la célula 72).

Durante la conferencia Pierre Broué, al ilustrar la posibilidad efectiva que existió durante las Jornadas de Mayo de tomar el poder, aludió al papel jugado por Josep Rebull del siguiente modo: « En Mayo del 37 Josep Rebull iba con un mapa de Barcelona en la mano, afirmando a quien quería oirle que el POUM podía tomar militarmente el poder ». Solano interrumpió a Broué para decir: « No era un hecho meramente militar, sino también político ». Rebull se mantuvo en silencio y tomó algunas notas en un pequeño cuaderno.

En el debate posterior a la conferencia de Broué fueron muchos los que acusaron a Pierre de dar una visión trosquista del POUM, que no se ajustaba a la realidad. El debate subió de tono, y fue precisamente Josep Rebull quien tomó la palabra para calmar los ánimos y defender el derecho del historiador a dar su propia versión de los hechos. Dijo Josep Rebull: « Broué no ha venido a halagar a nadie, sino a señalar el fracaso del POUM como organización revolucionaria, que si bien nació con muchas ilusiones, a lo largo de los años se fue desdibujando, perdiendo en cada esquina de la historia jirones de su programa. No hay nada más tozudo que los hechos, y el POUM como partido revolucionario falló. Estoy de acuerdo con el análisis de que una organización revolucionaria no puede avanzar más allá de donde se lo permite la situación revolucionaria y el aliento revolucionario de las masas. Pero el POUM, tal y como lo analizó la célula 72 en su momento, falló como vanguardia revolucionaria. » Interrumpido por algunas voces de desacuerdo, Rebull alzó la voz para concluir con una afirmación lapidaria: « Hubiera sido mejor que a los militantes del POUM se nos ejecutara por revolucionarios ante un pelotón de fusilamiento, que haber sido juzgados por traidores a la República ». Josep Rebull apoyaba su intervención en unas notas tomadas anteriormente. Las últimas palabras de Rebull tuvieron la virtud de provocar unos breves instantes de silencio, ¿quizás reflexión?, pero a poco el guirigay retornó de nuevo a la sala aún con más estruendo. Creo que nadie había comprendido que Josep Rebull acababa de destrozar el argumento esgrimido por Solano para justificar que el POUM no intentara tomar el poder en mayo del 37: « no era una cuestión militar, sino política ».

A mi pregunta sobre su participación, ya en el exilio, en el Comité de defensa del II Congreso del POUM, Rebull subrayó que la situación era desastrosa: « Había quien estaba en campos de concentración, o intentando escapar a México, o buscando el sustento en Francia. No cuajó ».

La entrevista acabó con un mutuo ofrecimiento; mío de enviarle los documentos que yo poseo de la célula 72, y suyo de responderme al cuestionario escrito que le remita por correo.

*

23.- CUESTIONARIO DE AGUSTÍN GUILLAMON A JOSEP REBULL

(Barcelona, 1-12-1985; Banyuls 16-12-1985).

1.- ¿Cuándo y cómo se inició en la militancia política?

¿Qué cargos y responsabilidades tuvo en el POUM?[151]

En su respuesta Josep Rebull afirmaba que había ingresado en el Partido Comunista de España a finales de la dictadura de Primo de Rivera. Estaba cumpliendo el servicio militar en Tarragona y su ingreso fue pues en período de clandestinidad. Cuando la Federación Comunista Catalano-Balear salió del PCE y de la III Internacional, a consecuencia de la expulsión de Joaquín Maurín y por solidaridad con este dirigente, Josep Rebull también salió, y al decidirse la fundación del BOC votó a favor.

2.- ¿Cuál fue su posición en el proceso de unificación entre el BOC y la Izquierda Comunista?

Josep Rebull también votó a favor de la fundación del POUM. Afirmó que fue elegido miembro del CC. Durante este período y hasta el fin de la guerra civil fue el responsable de la administración y difusión de la prensa del partido editada en Barcelona[152].

3.- ¿Era partidario de la participación del POUM en el bloque electoral del Frente Popular?

Rebull estuvo de acuerdo en que miembros del POUM figurasen en las listas electorales del Frente Popular, en febrero de 1936. Su nombre figuró en la lista electoral de Tarragona ciudad. Según Rebull, se trataba de una participación electoral coyuntural, más de orden táctico que político, gracias a la cual Maurín fue elegido diputado. Según Rebull esto no representó ninguna concesión del programa básico del POUM[153].

4.- ¿Qué opina de la entrada del POUM en el gobierno de la Generalidad?

La respuesta de Rebull fue extremadamente escueta. Señaló que creía que había sido un error y que su posición ya había sido expuesta en el artículo « A la deriva »[154].

5.- ¿Qué era y cómo funcionaba la célula 72?

La célula 72 estaba formada por unos 10 ó 12 compañeros[155] que se reunía una vez a la semana para discutir los documentos políticos y orgánicos del momento. Fue elegido secretario de la célula.

6.- ¿Cuál era la crítica de la célula 72 al Comité Ejecutivo del POUM? ¿Cree que la consigna revolucionaria adecuada en julio del 36 era: « Todo el poder para el Comité Central de Milicias Antifascistas »?

En su respuesta Rebull me remitió de nuevo a la documentación del período de la guerra civil. Para él la crítica de la célula 72 se expresaba en los documentos que yo ya conocía[156]. Según Rebull, en aquel momento el único órgano de poder responsable e independiente del sistema burgués era el Comité Central de Milicias Antifascistas. Era necesario fortalecer ese poder si se quería llevar a término la consigna: « Guerra y revolución ».

7.- ¿La célula 72 intentó establecer contactos con otros grupos

con la intención de crear un frente revolucionario, esto es, con Amigos de Durruti, Juventudes Libertarias, Balius, « Munis » o otros sectores del POUM?

Rebull afirmó que los únicos contactos con Los Amigos de Durruti tuvieron lugar durante las jornadas de mayo, pero la escasa importancia de este grupo, sin contactos con la base, y la modesta representatividad de la célula 72 no dieron pie a un acuerdo práctico, por ejemplo, como el que propuso la célula 72 de dirigir un manifiesto a los trabajadores en lucha. Rebull no recordaba haber hablado con Munis hasta el exilio, en París, conversaciones sin ninguna transcendencia.

8.- ¿En mayo del 37 era posible la victoria militar de la insurrección obrera contra la Generalidad, PSUC, Estat Català

y fuerzas de orden público?

Para Rebull la victoria era posible a condición de que la CNT y la FAI hubiesen tomado la delantera en los combates. La realidad fue totalmente opuesta: la CNT ordenó a sus militantes acabar con la lucha armada.

9.- ¿Qué ocurrió en la reunión del 4 de mayo entre miembros del Comité Ejecutivo del POUM con Juventudes Libertarias y Comité Local de la CNT?

Rebull no había sido convocado a esa reunión, y carecía de información alguna sobre los acuerdos tomados.

10.- ¿Cómo podía compaginarse la entrada de Nin en la Generalidad con la consigna de un gobierno obrero? ¿No había contradicción entre la teoría y la práctica del Comité Ejecutivo del POUM? ¿Cómo puede explicarse la intervención de Nin ante el POUM de Lérida favorable al fortalecimiento de la Generalidad?

Rebull me remitía de nuevo a los documentos publicados durante la guerra civil por la célula 72[157].

11.- Tras las jornadas de mayo del 37 era previsible la represión contra el POUM. ¿Por qué no se preparó o se pasó ya a la clandestinidad antes del 16 de junio? ¿Se confiaba aún en la legalidad republicana?

Rebull señaló que la imprevisión del CE del POUM fue criticada por la célula 72 en un Boletín del Comité Local, documento que no poseía[158].

12.- ¿La represión contra el POUM impidió la clarificación política? ¿En el II Congreso del POUM convocado para junio de 1937 era previsible la escisión del partido? ¿Era aún posible la transformación del POUM en un partido revolucionario[159]?

Según Rebull era natural que en plena represión estalinista todas las energías disponibles se pusieran al servicio de la ayuda a los compañeros encarcelados y a la denuncia de estos hechos en el ámbito internacional. Rebull pensaba que hoy nadie puede afirmar que habría pasado en el II Congreso del POUM si éste se hubiese celebrado. De todas maneras, según Rebull, la discusión en plena represión era prácticamente imposible.

13.- ¿Cuál fue su trayectoria personal durante el resto de la guerra? ¿Ya en el exilio tuvo participación en el Comité de Defensa del II Congreso del POUM y en la llamada  « tendencia de rectificación »? ¿Qué otras tendencias existían en los Comités de Defensa del Congreso?

Rebull afirmó que al caer la dirección del POUM bajo la represión estalinista puso inmediatamente su esfuerzo en la marcha del Socorro Rojo del POUM desde el Comité Local de Barcelona, del que fue secretario[160] hasta su incorporación forzosa al ejército republicano. En el exilio animó la « tendencia de rectificación ». Pero la dispersión de los militantes en los campos de concentración, las enormes dificultades de comunicación entre ellos y la precaria situación material, a menudo miserable, hicieron imposible reunir las fuerzas necesarias para enfrentarse al grupo dirigente, bien instalado en París y que disponía además de la ayuda económica de los socialistas del PSOP francés. Para Rebull, de hecho sólo habían estas dos tendencias[161]: la oficial, que tenía « la sartén por el mango », y la de rectificación, dispersa y sin medios.

14.- ¿Cuál fue su relación personal y política con « Munis », Balius, Andrade, « Gorkin » y « David Rey »?

Sobre « Munis » dijo que ya había hablado anteriormente. Respecto a Balius afirmó que lo conoció y estuvo en contacto con él durante las jornadas de mayo (punto 7). Con referencia a Andrade y « Gorkin » reafirmó su amistad personal, aunque estuviera enfrentado políticamente con ellos. De « David Rey », seudónimo de Daniel Rebull, que era su hermano mayor, lo definió como su guía durante los primeros años de militante.

15.- ¿Qué opina de la tesis de los bordiguistas sobre la guerra civil española?

Rebull confesó que no conocía a fondo las tesis de los bordiguistas, que había leido en París. Afirmó que en aquel momento era considerado por los pocos bordiguistas que conoció

en París como un desgraciado reformista indigno de su atención. Tenía la impresión  de que este grupo, según él puramente dogmático, no jugó papel alguno, ni pequeño ni grande, durante la guerra civil.

16.- ¿Conoció en Francia, en el exilio, a elementos bordiguistas de la Izquierda Comunista Italiana? ¿A quienes conoció y cuál fue su relación personal y política con ellos ? ¿Conoce a algún militante del POUM que ingresara en el grupo bordiguista?

Dijo que había conocido, en cambio, en Marsella a varios militantes bordiguistas (que no habían participado en nuestra lucha) que eran, contrariamente a los que vio en París, gente muy solidaria en el plano humano, aunque absolutamente intransigentes en el terreno de las discusiones políticas. Recordaba algunos nombres: Tullio y Piccino (italianos), Michel (belga), y su compañera Herminia (italiana), Marc y Clara Chiric (franceses).

17.- ¿Trató a Davoust en París? ¿Qué relación mantuvo con él u otros elementos de Union Communiste? ¿Qué opina de sus posiciones sobre la guerra civil española?

Calificó a Gaston Davoust como uno de sus mejores amigos en París y en Francia. Se relacionaron hasta su muerte. Conoció a algunos militantes de Union Communiste[162], y su impresión personal fue la de que eran militantes mejor preparados que los bordiguistas. Su posición (de la Union Communiste) sobre la guerra civil española era bastante cercana a la de la célula 72.

18.- ¿Militó o simpatizó en Francia con alguna organización política?

Rebull afirmó que en Francia se mantuvo dentro del POUM y durante ese tiempo fue miembro del CE unos tres años, junto con Solano, Bonet, « Roc », etc. pero siempre mantuvo las posiciones de la célula 72  en lo que respecta a nuestra lucha de 1936-1939.

19.-  ¿Por qué cree que fracasó la revolución española?

Rebull afirmó que el factor interior preponderante fue la ceguera política del anarquismo y de la CNT, movimiento de una aplastante mayoría numérica y orgánica, pero que daba la espalda a la cuestión capital y decisiva de la toma del poder. El factor exterior más importante fue la existencia de una red fascista internacional: Alemania-Italia-Portugal-Japón, por no citar sino los principales.

20.- ¿Cómo juzga el papel jugado por el POUM en la guerra y la revolución española? ¿Y en el exilio y la resistencia al franquismo?

Rebull creía que si la CNT demostró su ceguera política, la dirección del POUM demostró su miopía. Según Rebull el POUM podía haber jugado un papel más importante respecto a la CNT, aun a riesgo de aislarse. Pero históricamente, afirmaba Rebull, esta última eventualidad hubiera correspondido a los principios básicos del partido, en lugar de perderlo todo. Ya en el exilio, ni el POUM ni ningún otro partido u organización podía hacer demasiado, pensaba Rebull, puesto que todos estaban ya sumergidos en un mundo en plena guerra.

21.- ¿Qué le parece la actual democracia española?

Aunque a Rebull le parecía indiscutible que en comparación con el franquismo se habían obtenido una serie de mejoras de tipo democrático muy valiosas, pensaba que la estructura tradicional del Estado español continuaba siendo insoportablemente centralista (ejército del franquismo pretoriano y golpista, policía política, revolución o simple reforma agraria por hacer, monopolio financiero en manos de los de siempre, magistratura y en general todos los cuerpos de la administración heredados directamente del franquismo intactos, opresión de Euzkadi y Catalunya).

Para Rebull la destrucción de este búnker centralista y la transformación del Estado en una República Federativa eran los objetivos que figuraban en el programa del POUM y que, a su entender, deberían estar en le orden del día de todos los movimientos progresistas de la península.

Rebull afirmaba que la práctica política actual del PSOE y su sucursal catalana el PSC, reforzaban ese búnker centralista. Rebull decía muy gráficamente que antes que ellos llegaran a gobernar, el centralismo estaba formado por un ala derecha y un centro: estaba cojo, hoy contaba ya con un ala izquierda, así pues se había completado y en consecuencia reforzado.

22.- ¿Qué piensa de los antiguos militantes del POUM que hoy militan en el PSOE?

Rebull pensaba que habían vendido su conciencia y su futuro político por un plato de lentejas (cargos, empleos, diputados, « consellers », senadores y ministros) y en el terreno político se habían puesto al lado de los adversarios de Cataluña.

23.- ¿Qué desea añadir a esta entrevista?

Josep Rebull indicó el deseo de que sus respuestas no se publicaran ni se utilizaran para atacar públicamente a nadie. Esta misión, llegado el caso, se la reservaba personalmente[163].

Por esta razón no hemos dado las respuestas literales de Rebull, limitándonos a un comentario de las mismas.

Diciembre de 1985.

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24.- JUSTIFICACIÓN DE ESTE TRABAJO Y CONCLUSIONES.

Hay acontecimientos que pesan como una losa sobre la acción y el pensamiento crítico de los individuos, de los partidos e incluso de las generaciones.

El asesinato de Andreu Nin por el estalinismo fue uno de esos hechos históricos preñados de consecuencias inesperadas que, en su caso, amordazan críticas, hasta entonces duras y aceradas, a la acción y teoría de un hombre que, asesinado brutalmente, deja de ser un igual, al que se puede y debe criticar, para convertirse con el transcurso de los años en un héroe santificado, un mito y una bandera sacrosanta a la que sólo cabe defender. Una de las peores secuelas del asesinato de Nin, y de la persecución del POUM por los estalinistas, fue la de impedir que pudiera profundizarse una crítica revolucionaria a los errores políticos de Nin, y del CE del POUM, durante la guerra civil; sobre todo si esa crítica se hacía desde el seno del propio partido.

Josep Rebull había expuesto ya en octubre de 1937 lo que él consideraba los errores fundamentales del CE del POUM:

« 1) Que la cuestión del poder no ha sido nunca planteada a la clase obrera, ni tampoco la de [tomar] todo el poder en el período de dualidad en julio, agosto y septiembre de 1936.

2) Que haa sido aceptada la liquidación de la dualidad de poder en favor de la burguesía. Es decir que la dirección se ha pronunciado por la supresión de los comités antifascistas en lugar de trabajar por su democratización y combatir por la destrucción de los órganos capitalistas de poder.

3) Que all principio de todo, no se establecieron las diferencias fundamentales entre el Partido y el Frente Popular, dirigiéndose por esta vía, hacia la colaboración gubernamental.

4) Que laa dirección ha marchado detrás del anarcosindicalismo, la CNT-FAI, considerando a sus dirigentes como revolucionarios, en lugar de llevar hasta el fondo una potente – pero objetiva y calma – polémica contra sus sucesivas falsas posiciones.

5) La dirrección no ha comprendido nunca realmente la relación entre guerra y revolución, en la medida en que diferencia ambas nociones. La consigna « Guerra o Revolución » es falsa en sí misma.

6) El POUUM, apenas con menor rapidez que los demás, ha sacrificado la revolución a lo que parecían ser los intereses de la « guerra » (colaboración gubernamental, política indecisa sobre la cuestión del Ejército, etc…) en lugar de mostrar claramente que la guerra no merece el sacrificio de la clase obrera sino en la medida en que es parte integrante del proceso revolucionario, es decir, en cuanto se subordina al problema decisivo del poder. No ha hecho nada para poner las bases de los organismos de un   nuevo poder (Frente obrero revolucionario), ni siquiera en los lugares donde la influencia del partido era preponderante. La dirección ha permitido a miembros del Partido, jefes de la división Lenin, que sabotearan en sus filas toda acción política dirigida a los milicianos, ayudando así a los planes de la contrarrevolución en lugar de favorecer la agitación favorable a la democracia obrera en las organizaciones de masa.

7) Que laa dirección ha abandonado la dirección del movimiento de liberación nacional entre las manos de la pequeña burguesía.

8) Que laa dirección no ha defendido los intereses vitales de la pequeña burguesía industrial y rural contra el anarcosindicalismo, olvidando que nuestra revolución era democrático-socialista.

9) Que la dirección no ha realizado ninguna crítica severa de la colectivización industrial como nueva forma de un « capitalismo sindical » y que no ha combatido por la nacionalización y municipalización de los principales medios de producción.

10) Que la dirección ha disuelto la FOUS bajo la consigna sindical errónea de « CNT-UGT », en lugar de replicar – o mejor de plantear – con la consigna « Ni CNT ni UGT, Central sindical única », que corresponde y ha correspondido siempre al deseo general de las masas. Con tal consigna, no sólo hubieran existido buenas razones para mantener la FOUS (aunque ya había sido disuelta prácticamente en muchos sitios), sino que además nos habríamos presentado como campeones de la unidad sindical y de la lucha contra la nueva forma antisocialista de la colectivización.

11) La capitulación de mayo: a) la dirección no tenía una línea independiente, ni clara, b) ninguna iniciativa propia, c) ha protegido la traición de los dirigentes anarquistas, d) no se ha obtenido honestamente ninguna lección ».

Y muchos de esos errores del CE del POUM, aunque Josep Rebull no lo dijera casi nunca explícitamente, eran imputables a su secretario político Andreu Nin, fuese respaldado o no por el resto del CE del POUM. Josep Rebull había expuesto y criticado esos errores y esas decisiones del CE en sus contratesis. No debe olvidarse que la política del CE del POUM, muy determinada por Nin, era considerada por un amplio sector crítico del partido, como una política catastrófica para la revolución, que además hacía dejación de los principios fundacionales del POUM. Y ese sector crítico del POUM atribuía personalmente a Nin una serie de decisiones, que consideraba graves e irreparables errores: 1) El ingreso de la FOUS en la UGT, en lugar de la CNT. 2) La aceptación por Nin del cargo de ministro de Justicia[164] en el gobierno de la Generalidad[165], porque suponía la disolución del CCMA Y EL FIN DE LA DUALIDAD DE PODERES[166]. 3) La primera tarea de Nin como ministro de Justicia fue la de acompañar a Tarradellas, primer ministro del gobierno de la Generalidad (« conseller en cap »), a Lérida, gobernada por un Comité Ejecutivo dominado por la CNT y el POUM, para RESTABLECER LA AUTORIDAD DEL GOBIERNO CATALAN. 4) Nin afirmó que en Cataluña existía la dictadura del proletariado, y también (en contradicción con lo anterior) que la clase obrera podía llegar a tomar el poder pacíficamente. 5) Nin aceptó, e hizo posibles con su presencia en el gobierno Tarradellas, una serie de medidas contrarrevolucionarias del gobierno de la Generalidad: el 9 de octubre de 1936 el gobierno de la Generalidad  – gracias a la participación del POUM y de la CNT – pudo dictar un decreto de disolución de llos comités locales, DE CARÁCTER O POTENCIALIDAD REVOLUCIONARIAS, que serían sustituidos por Ayuntamientos frentepopulistas; el 13 de octubre un decreto elaborado y firmado por el propio Nin barría la obra revolucionaria de Barriobero en los tribunales de justicia; el 24 de octubre se aprobaban los decretos de militarización de las Milicias Populares y de control del orden público por una Junta de Seguridad Interior. 6) En enero de 1937 Nin escribió al CE del PSOE proponiendo la participación del POUM en las conferencias de unificación del PSOE y el PCE[167], en plena represión estalinista contra los poumistas en Madrid[168]. 7) En mayo de 1937 ordenó telefónicamente que se deshiciera la columna formada en Gracia por militantes del POUM y de la CNT con el objetivo de tomar el centro de la ciudad dominada por los contrarrevolucionarios. 8) En mayo del 37 rechazó el plan elaborado por Josep Rebull de tomar el poder… porque no se trataba de una cuestión militar, sino política. 9) Consideró mayo del 37 ¡una victoria obrera!

El Congreso del POUM no tuvo lugar, no fue posible en 1937 ni tampoco en 1939 PORQUE NO LE INTERESABA A LA BUROCRACIA que dominaba el partido. El fin de la segunda guerra mundial hizo obsoletos los planteamientos críticos a la actividad política del POUM durante la guerra civil. Por otra parte, si consideramos que las críticas de Josep Rebull asumieron siempre un carácter de discusión precongresual, entre otras razones porque el POUM no admitía la formación de fracciones, nos será fácil comprender que durante el período forzosamente clandestino de la persecución estalinista primero, y luego en el exilio, en una situación extremadamente difícil, y desperdigados además los militantes del POUM en los distintos campos de concentración, o más tarde, empeñados en la lucha clandestina contra el franquismo, y en su loable, difícil, necesaria y meritoria denuncia del asesinato de Nin por el omnipresente estalinismo, se acallaran y amortiguasen las críticas revolucionarias a la (considerada por un amplio sector de militantes) desastrosa y errónea estrategia política del CE del POUM durante el período de la Revolución española de 1936-1939.

Josep Rebull no renunció nunca a esas críticas, pero tampoco podía, ni debía, hacer de ellas un permanente caballo de batalla teórica y política. Siempre fue considerado entre sus camaradas del POUM como un buen militante, sacrificado e inquebrantable. El tiempo, las amistosas relaciones personales con antiguos camaradas, las prioridades cotidianas de cada momento, la lucha contra la brutal represión, las calumnias del estalinismo, etc… ocultaron, FUERA DEL PARTIDO, unas críticas que cada vez tenían menos sentido, porque se referían a una situación histórica que se sentía ya como demasiado lejana. Al fin y al cabo era muy humano guardar silencio sobre unas discrepancias, a las que no se renunció nunca, pero que además de no corresponder ya al difícil presente, sólo podían dificultar las relaciones personales de toda una vida, que podían malinterpretarse como dejación de la lucha contra el omnipotente estalinismo, o incluso de colaboración con sus canallescas calumnias.

Sin embargo, la perspectiva histórica sobre la Revolución española hace que las críticas de Josep Rebull al CE del POUM no sólo mantengan su validez, sino que aumente su interés y su importancia, teórica y política. Por esta razón es necesario conocer y comprender las rigurosas críticas de Josep Rebull a los errores del POUM.

Y esperamos que esas críticas de Rebull, que son una inapreciable e irrenunciable riqueza para el movimiento revolucionario español e internacional, no sean consideradas, como fue voluntad expresa de Rebull, como un ataque a nadie ni a nada. En todo caso deben situarse en un momento histórico muy concreto, y sin duda pueden ayudarnos a comprender mejor los errores del POUM y la derrota de la Revolución. Nada más lejano y extraño al temperamento y el talante de Josep Rebull que los insultos y soeces acusaciones (fundadas o infundadas) que algunos militantes poumistas lanzaron en su correspondencia contra Maurín y Andrade[169]. Porque Rebull siempre dio prioridad al análisis teórico y la crítica de las posiciones políticas sobre las cuestiones personalistas; razón por la cual cuando consideró que ya no tenía sentido rememorar sus críticas políticas al CE del POUM, quiso manifestar su voluntad de que esas críticas no sirvieran nunca, a nadie, para hacer un ataque personal contra antiguos camaradas de partido. Pero la historia no puede permitir que la hagiografía (que exalta el personalismo y la santificación de determinados individuos, que cuentan sin duda con méritos notabilísimos) sepulte los hechos históricos y las confrontaciones teóricas que realmente existieron. Los italianos dicen que « una bella morte, tutta una vita onora », pero los historiadores no pueden someter los hechos históricos a la clandestinidad, en beneficio de la hagiografía. Sólo el Papa puede beatificar mártires, sólo la Iglesia necesita santos, sólo la verdad es revolucionaria.

La experiencia histórica vivida por los militantes del POUM fue muy dura. Pero más dura fue para el proletariado la derrota y la represión del fascismo durante cuarenta años. Aprender de los errores de sus organizaciones es la única herencia que puede reclamar el proletariado, porque los jalones de derrotas son promesas de victoria.

Digámoslo con toda claridad: Nin fue asesinado brutalmente por los estalinistas días antes de la convocatoria de un congreso del POUM en el que, muy probablemente, a causa del descontento producido entre un amplio sector de la militancia, hubiera sido sustituido en su cargo de secretario político, o en el que como mínimo la secretaría política ocupada por Nin hubiera sido transformada en un secretariado político colectivo[170]. La irritación y el malestar de un importante sector del partido no atañía sólo a Nin, por supuesto, sino a todo el CE[171]. Y esto era de dominio común entre los militantes poumistas, en el inmediato exilio, anterior al inicio de la segunda guerra mundial. Y Josep Rebull encabezó, en marzo, abril y mayo de 1937, las críticas de la mayoría de militantes del partido contra la – para ellos – desastrosa política llevada a cabo por ese CE, en el período crucial de julio de 1936 a mayo de 1937. Del mismo modo Josep Rebull, desde febrero hasta setiembre de 1939, se enfrentó al « golpe de estado » del ala derechista del partido (con la complicidad de las alas centro e izquierda), organizando los Comités de Defensa del Congreso, y planteando de nuevo la cuestión de la necesidad de una crítica a los errores cometidos por el POUM en la situación revolucionaria vivida en España entre julio de 1936 y mayo de 1937[172].

Sin embargo, hemos leido recientemente una historia del POUM[173], publicada con posterioridad al fallecimiento de Josep Rebull, en la que se le cita dos veces, a vuelapluma. La primera[174], para ridiculizarlo como a un despistado Monsieur Hulot, que en mayo de 1937 iba enseñando un plano de Barcelona a quien quisiera escucharle para decirle que era posible tomar el poder. Es evidente que una historia rigurosa del POUM durante la guerra civil no haría de Josep Rebull, en mayo de 1937, un individuo extravagante; sino que lo reconocería como el destacado militante y sobresaliente teórico político que, desde hacía unos meses, exponía unos análisis válidos y detallados de los errores tácticos del CE del POUM, de la imperiosa necesidad de cambiar las confusas e incoherentes consignas y la, para él, desastrosa estrategia política de la dirección del POUM. Estrategia que debería haber intentado impulsar – como proponía Rebull – la transformación de los comités en consejos obreros, capaces de convertirse en ÓRGANOS DE PODER OBRERO. La segunda vez que se le cita[175], de forma muy confusa, es como « animador » de comités pro Congreso (en Francia, en 1939), aunque no se le integra en ninguna de las tres tendencias en que se considera dividido el POUM. ¿Se le considera al margen del partido? En todo caso este lapsus, ya sea inconsciente, o bien se trate de una consciente exclusión, es muy significativo, y coincidiría además con la propia valoración de Rebull de que, en marzo -septiembre de 1939, en realidad en el POUM sólo existían dos tendencias: la oficial (que englobaría las alas derecha, centro e izquierda) y la de rectificación (propugnada por Rebull). Es decir, la tendencia continuista del POUM, como partido centrista, y la alternativa revolucionaria, encarnada por Josep Rebull y la tendencia de rectificación.

Un balance histórico « serio » del POUM debería constatar que si la estrategia política propuesta por Josep Rebull hubiera sido firmemente impulsada por el POUM desde julio de 1936, quizás en mayo de 1937, la posibilidad militar de tomar el poder también hubiera sido una posibilidad política y real de hacerlo. En todo caso, ésa era la labor que deberían haber fomentado los dirigentes de un partido revolucionario en una situación revolucionaria; y en todo caso, el « seguidismo » respecto a la burocracia sindical cenetista, la entrada en un gobierno de la burguesía, o el consentimiento dado a la disolución de los comités, NO eran tareas que pudieran esperarse de un partido pretendidamente revolucionario.

No hay mejor síntesis crítica de la estrategia política del CE del POUM, de julio del 36 a junio del 37, que la efectuada por el propio Josep Rebull en mayo de 1939:

« Lo que denota la juventud o madurez de un partido marxista revolucionario no es el tiempo que lleva de vida ni el número de sus afiliados, sino el contenido político de su programa, el grado de capacidad de sus cuadros dirigentes en la interpretación del proceso revolucionario, y en la rapidez de maniobra para conducirlo a la victoria ».

Sin embargo, la clave del pensamiento político de Josep Rebull, que dió sentido a la lucha precongresual que entabló en mayo de 1937 y en mayo de 1939, y que le impidió caer en una lucha fraccional[176], al tiempo que transformaba esa batalla casi formalista[177] en un combate revolucionario, fue su extraordinaria percepción de que sin una teorización de las experiencias de la Revolución española el POUM no podía seguir existiendo como partido revolucionario.

Ese intento de teorización de la experiencia histórica vivida es lo que aún hoy otorga importancia al pensamiento político de Josep Rebull, expresado en 1937 y 1939; ese intento es lo que aún hoy da cierta grandeza a la aventura militante de Josep Rebull; ese intento es hoy, a más de sesenta años de distancia, una de las pocas cosas que merecen permanecer de entre las ruinas del tiempo, que todo lo destruye. Y en todo caso, ese intento de teorización de la Revolución española, que promovió Josep Rebull en 1937 y 1939, lo consideramos más necesario y actual que nunca, para comprender el pasado, para construir el futuro. Ni la dirección oficial del POUM, ni sus herederos de la Fundación Nin, pudieron ni pueden valorar el pensamiento político de Josep Rebull, porque sus críticas desvelan el carácter centrista, socialdemócrata y reformista del poumismo, que en una situación revolucionaria como la vivida durante los primeros meses de la Guerra Civil, se convirtió en un obstáculo para el éxito de la alternativa revolucionaria.

Agustín Guillamón, mayo 2002.

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25.- APÉNDICE: UN ARTICULO DE NIN Y OTRO DE G. MUNIS.

NIN, Andrés: « Le probléme des organes du pouvoir dans la Révolution Espagnole. (Barcelone, 19 mai 1937) ». Juillet. Revue Internationale du POUM nº 1, Barcelone, juin 1937. [Traducido al castellano en Balance, serie de documentación y archivos, número 2 (marzo 1994)][178].

G. M. [G. Munis]: « Carta a un obrero poumista. La Bandera de la IV Internacional es la única bandera de la revolución proletaria ». La Voz Leninista nº 3. Barcelona (5-2-1938)[179].

Los dos textos que reproducimos en este anexo documental, son un texto de Nin y otro de « G. Munis ». El artículo de Nin sobre los órganos de poder, que es la respuesta de este dirigente del POUM a las críticas de Trostky, fue publicado en francés en la revista Juillet, probablemente como preparación de la conferencia internacional que el POUM había convocado en Barcelona para el 19 de julio de 1937. Este artículo, indirectamente, en algunos aspectos, apunta también la respuesta de Nin a algunas de las contratesis formuladas por Josep Rebull.

El artículo de « G. Munis » es una durísima crítica, no tanto de las tesis sostenidas por Josep Rebull, como de la práctica política de Josep Rebull, que « Munis » hubiese deseado más decidida, de forma que en lugar de mantenerse en las coordenadas de una discusión precongresual, hubiera llevado a cabo una lucha fraccional contra la dirección del POUM. « Munis » señalaba también las discrepancias teóricas existentes, sobre todo las referentes al carácter revolucionario del BOC o del POUM antes de julio de 1936, que « Munis » negaba, al contrario de lo que hacía Rebull. « Munis » además recriminaba a Josep Rebull la ausencia de un programa. El artículo de « Munis » es, por otra parte, un « certificado » inapelable del carácter no trosquista de las tesis y la acción política de Rebull.

Creemos que ambos textos son imprescindibles para comprender correctamente las posiciones políticas de Josep Rebull. La comparación de los textos de Munis, Nin y Rebull subraya todavía más la extrema originalidad, profundidad, clarividencia e importancia del pensamiento político de Josep Rebull.

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26.- PRESENTACIÓN DEL ARTICULO DE ANDRÉS NIN.

El artículo de Nin, escrito en francés, que reproducimos traducido al español en este apéndice, fue publicado por primera vez con el título « Le problème des organes du pouvoir dans la Révolution espagnole », en la revista Juillet. Revue Internationale du POUM, número 1, Barcelone-Paris, Juin 1937.

Se trata de un número único. La revista Juillet, que el POUM preparó especialmente de cara a la convocatoria de un congreso internacional, a celebrar en Barcelona el 19 de julio de 1937, se acabó de imprimir el 10 de junio. Recordemos que el 16 de junio, en vísperas del segundo congreso del POUM, fue detenida la dirección del POUM, y el partido ilegalizado tuvo que pasar a la clandestinidad. El Hotel Falcón, hasta entonces residencia de los simpatizantes extranjeros, fue convertido en prisión provisional. Los militantes y milicianos poumistas fueron perseguidos, encarcelados o asesinados. Los locales y propiedades del partido fueron incautados. Pese a todo la prensa del POUM continuó siendo editada y distribuida en la clandestinidad. Pero la difusión de la revista Juillet, que tenía redacción en Barcelona y París, fue sin duda muy limitada, dado que había sido concebida para la preparación de un congreso internacional que ya no iba a poder celebrarse. Las prioridades y urgencias del momento, tanto en España como en el extranjero, pasaban evidentemente por la denuncia de la represión estalinista, y la defensa política y física de los militantes del POUM.

La revista contiene varios artículos destacados, y uno de los más interesantes es, sin duda alguna, el de Nin. No se trata de un artículo menor: ES LA RÉPLICA DE NIN A LAS CONTINUAS CRITICAS DE TROTSKY AL POUM[180].

Nin había evitado, muy cuidadosamente, la polémica con Trotsky, y en La Batalla los escasos artículos de cariz antitrosquista habían sido firmados por « Spectator » (Kurt Landau), o Gorkín, y podían ser considerados como defensa ante un ataque precedente[181].

Con el artículo publicado en Juillet, Nin decidió responder a las críticas de Trotsky, no sólo porque era el momento y el lugar apropiado, sino también porque era ya una tarea necesaria e ineludible, ante la inminencia del congreso internacional convocado por el POUM.

La réplica de Nin era agria y dura. Subrayaba el desconocimiento por parte de Trotsky de la realidad española. Según Nin, los análisis de Trotsky se limitaban a aplicar unos principios abstractos y un rígido esquema, extraído de la experiencia revolucionaria rusa de 1917, a una realidad social e histórica española profundamente distinta. Nin afirmaba irónicamente que las revoluciones y los partidos no se dirigen a golpe de carta o de emisario especial, como hacía Trotsky. Nin no dejó de señalar que Trotsky y los trosquistas, a causa de su sectarismo, no consiguieron organizar en ningún país un núcleo lo bastante importante como para influir mínimamente en la clase obrera. Su papel en España se limitó a criticar con lupa lo que el POUM hacía y decía, o dejaba de hacer y decir. Trotsky, siempre según Nin, pontificaba sin estar si quiera bien informado. Sus análisis rozaban la caricatura, y no tenían en cuenta las peculiaridades propias del caso español.

En el artículo destacan DOS TESIS FUNDAMENTALES, HASTA ESTE MOMENTO SOLO ESBOZADAS POR NIN EN SUS DISCURSOS ANTERIORES A MAYO DEL 37:

1.- Tras el 19 de julio NO SE DIO EN ESPAÑA UNA SITUACIÓN DE DOBLE PODER, en contradicción con anteriores afirmaciones del propio Nin.

2.- En España la revolución no puede basarse en unos soviets inexistentes, sino en unos SINDICATOS, que a diferencia del resto de Europa, no son sindicatos corporativos y reformistas, sino políticos, y potencialmente revolucionarios. Tesis frontalmente opuesta a la defendida por Josep Rebull.

La tesis de que en España no existe una situación de doble poder le sirve a Nin para justificar la participación del POUM en el gobierno de la Generalidad. Para Nin el gobierno que se formó tras la disolución del Comité de Milicias Antifascistas (CCMA) no era más que un gobierno frentepopulista en continuidad con el CCMA. Trotsky se equivocaba, según Nin, al afirmar que el CCMA era un embrión de poder obrero: el CCMA era un organismo de colaboración de clases, y el gobierno de la Generalidad, nombrado en octubre de 1936, era sencillamente su continuidad.

EL ABISMO IDEOLOGICO ENTRE NIN Y TROTSKY NO PUEDE SER MAS ACUSADO. Si bien Nin probablemente tiene razón sobre el carácter interclasista y frentepopulista del CCMA (julio a octubre 1936), no la tiene frente a la crítica fundamental de Trotsky. Porque éste denunciaba la política centrista del POUM, caracterizada por su colaboración con los partidos burgueses, en las tareas de reconstrucción del poder burgués, y su táctica de conquista pacífica (no insurreccional) del poder por el proletariado. Trotsky oponía a esa ambigua política CENTRISTA una política REVOLUCIONARIA, que suponía plantear una oposición intransigente al Frente Popular y a la dirección cenetista, para presentar en todo momento al POUM como la vanguardia revolucionaria del proletariado. Aunque aceptáramos, con Nin, que el CCMA hubiese jugado el papel de un gobierno provisional frentepopulista, que posibilitó el restablecimiento del orden burgués; no es menos cierto que a ese CCMA podía habérsele opuesto un centro coordinador y aglutinador de un poder obrero, que se manifestó en los innumerables comités-gobierno surgidos tras las jornadas revolucionarias de julio. Ocasiones no faltaron: tanto en julio del 36, como en mayo del 37, se produjeron situaciones revolucionarias en las que faltó un partido revolucionario, que condujera a las masas obreras a la conquista del poder. El POUM no fue, ni podía ser, ese partido. Para Trotsky el centrismo del POUM se definía por una terminología marxista y una práctica reformista, que lo situaba en el ala izquierda del Frente Popular. El POUM fue, siempre según Trotsky, el principal obstáculo en el camino de construcción de un partido revolucionario. Los militantes del POUM fueron juzgados bajo la acusación de traidores a la república; mejor hubiera sido, dijo Josep Rebull, que hubieran sido juzgados por revolucionarios.

Josep Rebull consideró (excepto en una ocasión[182]) que desde julio de 1936 hasta la disolución del CCMA, a primeros de octubre de 1936, había existido una situación de doble poder. Es decir, Josep Rebull identificaba al CCMA como el polo de poder obrero opuesto al polo burgués de la Generalidad. Rebull creía que la revolución para poder triunfar necesitaba restablecer de nuevo esa situación (desaparecida) de doble poder.

La segunda tesis, esto es, la de que la revolución española

ha de basarse en los sindicatos, CRITICADA POR REBULL, acerca a Nin a sus orígenes militantes, como defensor y representante de la vía sindicalista dentro del movimiento comunista de la Tercera Internacional.

También cabe destacar, en diversos párrafos del texto de Nin, el clarísimo intento de justificar la política « seguidista » del POUM respecto a la CNT, que Rebull recriminaba al CE del POUM como uno de sus errores más graves.

Nin atacaba el marxismo « dogmático » de Trotsky (¿y de Rebull?) en nombre de un marxismo eminentemente pragmático. Se presentaba así mismo como realista y responsable, frente al « purismo » idealista y la ausencia de responsabilidades (« ergo irresponsabilidad », en palabras de Nin) de los trosquistas.

Un aspecto muy interesante del artículo (ya esbozado en el Manifiesto del POUM tras las Jornadas de Mayo) es la importancia concedida a los « Comités de Defensa ». Estos comités, de base cenetista, que eran organizaciones de tipo militar, surgidas tras las jornadas de julio, eran QUIENES HABÍAN DIRIGIDO LA LUCHA DE MAYO, según Nin. Rebull en su artículo sobre Mayo del 37 coincide en esta misma apreciación. Esta coincidencia de Nin y de Rebull es de una importancia extraordinaria, y nos EXPLICA LÓGICA Y RAZONADAMENTE el mito historiográfico de la « espontaneidad » de la respuesta de la clase obrera barcelonesa y catalana durante los sucesos de mayo de 1937. De ahí que la consigna propuesta por Nin y el POUM, el 19 de mayo de 1937, sea la ampliación de esos « comités de defensa », y su centralización y transformación en « comités de defensa de la revolución ».

Nin terminó su artículo con una conclusión algo forzada.

Aunque había negado la existencia de un doble poder, afirmaba que eso no era obstáculo para que, tras el triunfo de una insurrección revolucionaria, la clase obrera tomara el poder, de modo que la cuestión de los órganos de poder se plantearía a posteriori. La importancia de esta conclusión radica en lo que no dice: Nin parece que ha abandonado definitivamente la tesis, defendida obstinadamente por el CE del POUM antes de mayo (y agriamente denostada por Trotsky y también por Rebull), de la posibilidad de una conquista pacífica del poder por el proletariado.

En esta presentación al artículo de Nin no pretendemos mediar, ni mucho menos pontificar, en las duras e incluso, en ocasiones, insultantes críticas cruzadas entre los trosquistas y el POUM[183]. Nos basta con situarlo históricamente.

Las críticas trosquistas pueden resumirse en que se pide al POUM que desempeñe el papel de un partido revolucionario; pero el POUM no era, ni llegó nunca a ser ese partido revolucionario, como constataba Josep Rebull, con mayor realismo y dureza que los trosquistas.

El estudio de las posiciones políticas de Nin y Trotsky (y de sus diferencias) durante la guerra civil, que en esta breve presentación apenas podemos simplificar (con los riesgos que ello supone), cuenta ya con numerosos estudios de desigual valor. Quien esté interesado en leer los textos de Trotsky o de Nin tiene a su alcance diversas recopilaciones. Por fortuna, contamos con dos obras excepcionales para comprender la guerra civil española[184]. A estos textos remitimos al lector que quiera profundizar en el tema.

Con esta presentación sólo hemos querido facilitar la lectura y comprensión de un artículo FUNDAMENTAL PARA EL CONOCIMIENTO DEL PENSAMIENTO Y LA EVOLUCION POLÍTICA DE NIN, que ha sido ignorado hasta ahora en todas las antologías publicadas. Sólo cabe añadir que las argumentaciones del artículo publicado en francés, referentes a los comités de defensa de la revolución, habían sido publicadas ya en español, en un manifiesto del POUM hacia finales de mayo, o principios de junio, y que además de una respuesta a las críticas de Trotsky, este artículo de Nin es también, sin duda, un borrador que preparaba algunas de las respuestas de Nin a las contratesis de Josep Rebull[185], de cara al congreso del POUM convocado para el 19 de junio de 1937.

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27.- EL PROBLEMA DE LOS ÓRGANOS DE PODER EN LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA[186].

por Andrés Nin.

Nada es más antimarxista que aplicar a todos los acontecimientos y a todas las situaciones revolucionarias, un esquema preparado de antemano y válido para todos los casos y todas las latitudes. Los seudomarxistas que recurren a este procedimiento, en lugar de partir de las situaciones concretas para elaborar la táctica más adecuada, pretenden someterla al esquema, especie de panacea universal que, cuando se administra, produce resultados completamente negativos. Tal fue el caso de la Internacional Comunista durante el famoso « tercer período » cuya política preparó la victoria del fascismo en Alemania. Tal es el caso de los trosquistas[187], cuyas maravillosas fórmulas se han demostrado en la práctica absolutamente estériles. Trotsky posee también su panacea universal, pero no ha llegado a constituir en ninguna parte un núcleo más o menos importante, ni a ejercer ninguna influencia sensible en ningún país.

Los marxistas « puros » que nos han llegado aquí y que, con la irresponsabilidad que les confiere el privilegio de no tener ninguna responsabilidad, se consagran a examinar con lupa los documentos y resoluciones del POUM, en búsqueda de errores y desviaciones, estos marxistas « puros » también tienen su esquema: la revolución rusa y el leninismo, pero se guardan bien de tener en cuenta las particularidades específicas de nuestra revolución y de que el leninismo no consiste en la repetición mecánica de algunas fórmulas, ni en aplicarlas a todas las situaciones, sino en estudiar la realidad viva con la ayuda del método marxista. La experiencia de la revolución de 1848 y de La Comuna de París ayudaron eficazmente a Marx y Lenin a elaborar su táctica revolucionaria, pero tanto uno como otro aplicaron las lecciones de esta experiencia a cada situación concreta y las adaptaron a las condiciones de lugar y tiempo en correlación con las fuerzas existentes. La revolución rusa encierra inapreciables enseñanzas para el proletariado internacional; pero sería un procedimiento absolutamente extraño al marxismo el de trasladar mecánicamente a España la experiencia rusa, tal y como pretenden los desgraciados adeptos de Trotsky que, sin raíces ni prestigio en nuestro movimiento obrero, se esfuerzan en vano en desacreditar a la vanguardia revolucionaria española.

LA EXPERIENCIA RUSA Y LA REALIDAD ESPAÑOLA.

Uno de los problemas más importantes que se plantean a nuestra revolución es incontestablemente el de los órganos de poder. ¿Es necesario decir que los celosos guardianes del « marxismo puro » – púdicas vestales que rehúyen todo contacto con la vil realidad – se han apresurado a aplicar « el patrón » ruso a la revolución española y a ofrecernos la fórmula salvadora?

El esquema no puede ser más simple: « En Rusia, con la creación de los soviets apareció la dualidad de poderes. De un lado los soviets; del otro el Gobierno Provisional. La lucha entre los dos poderes se terminó mediante la eliminación del Gobierno Provisional y la conquista del poder por los Soviets. Ergo, la premisa indispensable para la victoria de la revolución proletaria es la existencia de la dualidad de poderes. En julio, en todas las poblaciones, aparecieron unos Comités unidos por un Comité Central de Milicias, que constituían el embrión del poder revolucionario frente al Gobierno de la Generalidad. A la supresión de estos Comités, el POUM debía responder con una vasta campaña de agitación con el objetivo de reconstituirlos. »

No puede negarse que la existencia de la dualidad de poderes es un factor de extraordinaria importancia en la revolución y que, en 1917, jugó en Rusia un papel decisivo. La dualidad de poderes apareció como resultado de la existencia de unos Soviets que, de los simples comités de huelga que eran al principio, se convirtieron a causa de circunstancias particulares y específicamente rusas, en órganos embrionarios del poder proletario. ¿En qué consistían fundamentalmente estas condiciones particulares y específicas? En que el proletariado ruso, que no había pasado por una etapa de democracia burguesa, no poseía ninguna organización de masas, y por lo tanto, una tradición de ese tipo. Los Soviets fueron los órganos creados por la revolución, en los que los trabajadores se agrupaban, y que se convirtieron automáticamente en un instrumento de expresión de sus aspiraciones. El dilema « soviets o sindicatos » no podía plantearse porque estos últimos, en realidad, no comenzaron a organizarse sino tras la revolución de febrero.

EL PAPEL DE LOS SINDICATOS EN ESPAÑA.

En España, la situación concreta es muy diferente. Los sindicatos gozan de un gran prestigio y una gran autoridad entre los trabajadores; existen desde hace muchos años, tienen una tradición y son considerados por la clase obrera como sus instrumentos naturales de organización. Por otra parte, los sindicatos de nuestro país no tienen, como en otras partes, un carácter puramente corporativo; no se han limitado jamás a la lucha por reivindicaciones inmediatas, sino que son organizaciones de tipo auténticamente político.

Esta circunstancia explica en gran medida, que la revolución no haya creado organismos específicos dotados de vitalidad suficiente para convertirse en órganos de poder. Por costumbre y tradición, el obrero de nuestro país se dirige al sindicato tanto en las situaciones normales como en los momentos extraordinarios.

¿Esto es bueno o malo? Es en todo caso una realidad, y el marxismo digno de este nombre debe juzgar no según sus deseos y desde un punto de vista subjetivo, sino según la realidad concreta. El marxismo actúa con lo que es y no según lo que quisiera que fuese.

LOS COMITÉS REVOLUCIONARIOS Y EL COMITÉ CENTRAL DE MILICIAS.

« Sin embargo – se nos objetará – durante las jornadas de julio se constituyeron Comités revolucionarios en todas las poblaciones. » En efecto, pero los Comités, que, lejos de ser organismos estrictamente proletarios, eran órganos del Frente Popular, ¿podían jugar el papel de los Soviets? ¿Se ha olvidado que « todos » los partidos y organizaciones antifascistas, desde Acción Catalana, netamente burguesa y conservadora, hasta la FAI y el POUM, formaban parte de esos Comités? El Comité Central de Milicias, formado sobre esas mismas bases, no podía ser el embrión del poder revolucionario frente al Gobierno de la Generalidad, dado que no era un organismo proletario, sino de « unidad antifascista », una especie de gobierno ampliado de la Generalidad. No existía pues la dualidad de poderes[188], sino dos organismos análogos por su constitución social y su espíritu. Podría hablarse de dualidad de poderes si el Comité Central de Milicias y el Gobierno de la Generalidad hubiesen tenido una composición social diferente. ¿Pero cómo podían oponerse si tanto uno como otro era, en el fondo, equivalentes?

Conviene señalar por fin que, incluso en los momentos de mayor esplendor de los Comités, los sindicatos continuaron jugando un papel preponderante. No era el Comité Central de Milicias, sino los Comités de las Centrales sindicales quienes trataban, en primer lugar, las cuestiones más importantes.

LA POSICIÓN DEL POUM ANTE EL PROBLEMA DE LOS ÓRGANOS DE PODER.

El POUM no dejó de comprender sin embargo desde el primer momento que la creación de órganos proletarios destinados a reemplazar los de los poderes burgueses podían tener una inmensa influencia sobre el desarrollo progresivo de la revolución. A este efecto, opuso al Parlamento, que republicanos y estalinistas pretendían resucitar, la Asamblea Constituyente de los Comités de obreros, campesinos y combatientes. Pero la consigna no caló entre las masas obreras. El POUM intentó más tarde, con un resultado semejante, que la consigna fuera más precisa formulándola de la siguiente forma: « Congreso de delegados de los sindicatos obreros, de las organizaciones campesinas y de los combatientes ». El término de « asamblea » fue reemplazado por el de « congreso », más comprensible para los trabajadores, y la representación obrera surgía directamente de las organizaciones sindicales, es decir, de los organismos ya existentes. La consigna siguió teniendo el carácter de « consigna de propaganda », y no se implantó entre las masas[189].

¿Por qué, a pesar de todo, – se nos objeta – el partido no hizo prácticamente nada para crear Comités?[190] Porque, dado que las masas obreras no experimentaron la necesidad de su creación, se hubiera convertido en una tentativa estéril, sin trascendencia alguna. Por otra parte, quienes se sirven de tal argumento olvidan que los bolcheviques – cuya actividad nos ofrecen constantemente como ejemplo a imitar servilmente – no crearon los soviets. Su gran mérito histórico consistió precisamente en partir de una realidad concreta, los soviets ya existentes – que habían sido creados espontáneamente por los trabajadores, por primera vez en 1905 –  para convertirlos en instrumentos de insurrección primero, y en órganos de poder acto seguido. Y a quienes nos acusan de no tener una orientación fija sobre esto, hemos de hacerles observar que la táctica no puede ser inmutable ni rectilínea, sino dialéctica – es decir, que es necesario adaptarse a la realidad cambiante – y a invitarles a estudiar cuidadosamente la actividad bolchevique en 1917, a fin de que se persuadan de que el partido bolchevique no se limitó a repetir constantemente una misma consigna, sino que cambió varias veces sus consignas según las circunstancias[191].

LOS COMITÉS DE DEFENSA DE LA REVOLUCIÓN.

Las jornadas de mayo en Barcelona han hecho revivir ciertos organismos que, durante estos últimos meses, habían jugado un cierto papel en la capital catalana y en algunas localidades importantes: los Comités de Defensa. Se trata de organismos principalmente de tipo técnico-militar, formados por los sindicatos de la CNT. Son éstos, en realidad, quienes han dirigido la lucha[192], y quienes constituían, en cada barrio, el centro de atracción y organización de los obreros revolucionarios. Partiendo de lo que es, nuestro partido preconizó la ampliación de estos organismos para su transformación en Comités de Defensa de la Revolución formados por los representantes de todas las organizaciones revolucionarias. El POUM propuso su creación no solamente en los barrios, sino en todos los lugares de trabajo, y la constitución de un Comité Central encargado de coordinar la acción de todos los Comités de base. Su iniciativa no tuvo un resultado práctico inmediato. Nuestro militantes actuaron en estrecho contacto con los « Comités de Defensa » existentes, pero no llegaron a crear un solo Comité que estuviese en armonía con nuestra concepción.

Actualmente, el partido continúa repitiendo la misma consigna y da instrucciones concretas a todas sus secciones para que la difundan y dirijan todos sus esfuerzos en hacerla realidad. ¿Tendrá éxito nuestro objetivo? La experiencia lo dirá; pero en todo caso, no renunciamos a lanzar consignas que se adapten mejor a la realidad concreta de cada momento, y en caso necesario a relegar a un segundo plano la de los Comités si las circunstancias exigen momentáneamente otra, para situarla de nuevo en primer plano cuando las circunstancias varíen. Tal fue el caso de la consigna lanzada con ocasión de una reciente crisis del Gobierno de Cataluña, « formación de un gobierno constituido por todos los representantes de todas las organizaciones obreras », gobierno al cual se le asignaba como misión principal la convocatoria de un Congreso de delegados de los sindicatos, las organizaciones campesinas y los combatientes; tal fue también el caso de la consigna « constitución de un gobierno CNT-UGT », preconizado con ocasión de la formación del gobierno contrarrevolucionario de Negrín, paralelamente al de la creación de Comités de Defensa de la Revolución.

¿LA EXISTENCIA PREVIA DE LA DUALIDAD DE PODERES ES INDISPENSABLE PARA LA VICTORIA PROLETARIA?[193]

Para terminar, queremos someter a un rápido examen la tesis según la cual la premisa indispensable para la victoria proletaria es la existencia de la dualidad de poderes.

Apresurémonos a declarar que nos negamos a otorgar la cualidad de « dogma de fe » a esta tesis. La creación de Comités, Soviets, u otros organismos revolucionarios de masas, y la dualidad de poderes resultante, constituye un instrumento poderoso y muy eficaz en manos de los trabajadores; pero tenemos la absoluta convicción de que la conquista del poder político por el proletariado, en nuestro país, es posible sin que existan previamente los órganos del poder. ¿Puede negarse, quizás, la posibilidad de que en un momento determinado la clase obrera, después de una insurrección victoriosa[194], tome el poder y se constituya un gobierno compuesto por representantes de organizaciones revolucionarias, que hubieran tomado el mando de la insurrección? ¿Deberíamos entonces rechazar, por fidelidad estúpida a un esquema abstracto, el formar parte de ese gobierno? ¿Ese gobierno no sería un gobierno obrero y revolucionario? Y si esta hipótesis, perfectamente factible, se realizara, la creación de órganos adecuados de poder se plantearía como un problema posterior a la conquista de éste por el proletariado.

Estas son, sucintamente expuestas, algunas reflexiones que nuestra realidad revolucionaria nos sugiere sobre el problema de los órganos de poder. Sabemos de antemano que no dejarán satisfechos a los amigos de resolver todos los problemas con ayuda de una receta sabiamente elaborada, buena para todos los casos. Pero el marxismo, que no es un dogma, sino un método para la acción, rechaza las fórmulas para actuar sobre la realidad viva y mutable. Lo fundamental es la estrategia revolucionaria; en cuanto a la táctica, hay que adaptarla a la realidad. Evidentemente, esto es más difícil que repetir mecánicamente una fórmula.

ANDRÉ NIN

Barcelone, 19 mai 1937.

*

28.- G. M. [« Munis, G. »]: « Carta a un obrero poumista. La Bandera de la IV Internacional es la única bandera de la revolución proletaria ». La Voz Leninista nº 3. Barcelona (5-2-1938).

Hace cinco meses, con ocasión de la represión, como hace diez, al ser expulsado el POUM de la Generalidad, repetiste el mismo argumento de hoy. A tu entender el POUM se vería obligado, por presión de los acontecimientos, a ponerse al frente de la revolución proletaria. Sincero revolucionario y creyente en la fuerza potencial revolucionaria del partido, no dejabas de considerar sus errores aún con cierta precisión, pero vacilabas en cuanto a los remedios llevado de la doble falsa perspectiva de arrastrar al terreno revolucionario al partido en su conjunto  – los recalcitrantes oportunistas incluso -, y establecer una divisoria entre este terreno y el de la IV Internacional.

Reconocer los errores de más bulto del POUM (colaboración, complicidad con el Frente Popular, lucha contra los órganos de poder obreros, Gobierno Obrero y Campesino, etc.) lleva necesariamente a investigar sus fuentes ideológicas, afinidades con otras corrientes en la historia del movimiento obrero internacional y el entronque que tienen en los cuadros y los hombres del partido. Menguar la significación y proporciones resultantes, no señalar con el dedo a los responsables, es un paso en falso que se traduce en vacilaciones, pasividad encubridora e impotencia para marcar el camino de la salvación.

Me parece absolutamente indispensable llamar la atención sobre este último extremo, porque en el seno del POUM se ha designado siempre como ala izquierda a la sección de Madrid, y en la primavera pasada surgió asimismo en Barcelona otra « corriente de izquierda ». Hoy ambas languidecen al unísono del partido. La causa no es otra que su fragilidad política[195], manifiesta repetidísimas veces en la incapacidad de darse un programa, su temor a enfrentarse con la dirección y llevar a la base de la organización la lucha contra ella.

Tanto la sección de Madrid como el ala izquierda de Barcelona, eran el exponente de esa « fuerza potencial revolucionaria » en que depositas tu confianza. Transformarla en energía activa no era posible sin una ruptura radical con la política catastrófica de Nin-Andrade-Gorkin. Precisamente en este punto, uno y otro grupos de izquierda quedaron paralizados sin osar abordar de frente el problema. En toda ocasión se esforzaron en menguar los errores del partido  – que no pocas veces ayudaron – y jamás levantaron la mano para señalar a los líderes responsables. La propia ala derecha de Portela, declaradamente stalinizante, ha podido vivir hasta el presente sin que el ala izquierda exigiera su expulsión.

En todos los momentos trascendentales, a contar desde el nacimiento del POUM, este aparece perfectamente unido. Aun durante y después de las jornadas de mayo, cuando mayor cuerpo y delimitación llegaron a adquirir los elementos de izquierda, las resoluciones del CC, en el que hay representantes de Madrid y de la célula 72 de Barcelona[196], son tomadas por unanimidad. Y no es preciso hablar de la vergonzosa pasividad observada al desencadenarse la represión. De esta unidad del POUM pueden enorgullecerse los cretinos y los oportunistas, a quienes beneficia. En realidad es lo que ha permitido a la dirección centrista ahogar la « fuerza potencial revolucionaria » de los trabajadores poumistas y nos da una desoladora muestra de la incapacidad   de los elementos de izquierda. Para algunos de éstos, el izquierdismo no pasó de ser una mísera justificación íntima.

No; no es un problema de personalidades lo que ha impedido cristalizar y desarrollarse a los elementos de izquierda. Es un problema de programa. Sólo la lucha sistemática por un programa revolucionario puede educar buenos líderes. No se trata tanto del documento material como de la tendencia histórica en la que se tome apoyo. Ni la célula 72 de Barcelona, ni la sección de Madrid se decidieron nunca a tomar este apoyo. Sus críticas a la dirección fueron inseguras, unilaterales y nada profundas porque no consideraron al POUM como una corriente centrista juntamente con sus ramificaciones internacionales, sino como una corriente revolucionaria con errores ocasionales. Esta apreciación no se basaba en ningún análisis objetivo sino en el temor de ser confundidos con los trotskistas. Huyendo de los puntos de vista de la IV Internacional se acercaban al centrismo.

Las prevenciones antitrotskistas impidieron la evolución y desarrollo de una verdadera ala izquierda que salvara de la descomposición a la mayoría de los militantes revolucionarios del POUM. Situadas la sección de Madrid y la célula 72 en un terreno positivo por relación a la dirección centrista, las necesidades de su propia formación como vanguardia revolucionaria les llevaba a la adopción del programa de la IV Internacional. Pero en lugar de guiarse objetivamente por la dialéctica de los acontecimientos su norte consistió en evitar el trotskismo. De aquí su incapacidad para trazar enérgicamente una línea divisoria entre los centristas y los revolucionarios, y guiar a éstos hacia la creación de un partido bolchevique y la conquista de las masas.

No puedo asombrarme de la asfixia de la famosa izquierda que tantas ilusiones despertó. La sección de Madrid dejó pasar el tiempo proyectando grandes hechos, mientras los hechos reales, cotidianos, la llevaban a remolque del CE y algunos de sus hombres se convertían en delatores de los trotskistas al servicio del centrismo. Antes de las jornadas de mayo, la célula 72 presentó un conato de movimiento fraccional con ramificaciones inseguras política y orgánicamente, como sus propias posiciones, pero de gran porvenir. Desde entonces ha tenido ocasión de acelerar su formación y conquistar posiciones tomando a su cargo la lucha contra la reacción staliniana que la dirección observaba con una pasividad criminal. Sin embargo, los hechos no dejan lugar a ilusiones. Después de haber rechazado con desdeñoso silencio las proposiciones bolchevique-leninistas[197], tendentes a establecer un compromiso de lucha contra la reacción y el stalinismo, encontramos que la propia izquierda de Barcelona ha desaparecido y sólo queda un hombre como exponente[198]. Esta reducción, proporcional a la de todo el partido, no tiene por única causa la represión[199]. A pesar de la vileza y sádica violencia de los métodos puestos en práctica, la represión, sobre todo en sus primeros meses, sólo podía aniquilar a organismos carentes de la vida laboriosa y el contacto efectivo con las masas anejo a los principios de un partido revolucionario. El espíritu y la organización de las masas, la correlación general de fuerzas, la tensión aguda entre éstas, la importancia de las posiciones ocupadas por el proletariado y la abundancia de recursos para la propaganda ilegal, hubieron permitido armadas de un programa y de consignas inmediatas combativas, transformar la ilegalidad en un breve período y reforzarse en medio de él. En realidad, el elemento que más ha contribuido a reducir a la insignificancia a « un partido de 40.000 afiliados », más que los encarcelamientos, la supresión de la prensa legal y los asesinatos, es que esos 40.000 afiliados estaban ya semirreducidos a la impotencia por la política de su propia dirección.

El exponente – llamémosle así para evitar nombres – de la célula 72[200], lo confiesa algo desesperadamente en un documento dirigido al reciente CC celebrado en Barcelona[201]. Como en el proyecto que el mismo camarada elaboró para el Congreso que no llegó a efectuarse[202], se encuentran en él críticas acertadísimas de la dirección en las que, evidentemente, puede y debe tomarse apoyo, como tú opinas. Pero mucho más importante es tener cuenta de los errores que sus páginas encierran.

La parte crítica puede ser suscrita casi en su totalidad por los bolchevique leninistas. Por primera vez alguien desde el seno del POUM califica de centrismo la política de la dirección y trata de dar a esta noción su verdadero carácter.  Digo trata porque el autor del documento, tras señalar como centrista a su propia dirección afirma que  « el POUM era un partido revolucionario antes del 19 de julio ». Esto está tan lejos de la verdad que casi no necesita refutación. ¿Cuándo y cómo se efectuó la conversión a la derecha? El centrismo puede estar integrado por elementos revolucionarios de paso hacia el reformismo o viceversa; en cualquier caso la evolución requiere tiempo y se escalona a lo largo de los acontecimientos. Nadie se acuesta revolucionario y se levanta centrista. Sin embargo para que el POUM se despertase una mañana en el malhadado « Gobierno obrero », no fue necesaria ninguna solución de continuidad. Sin el menor roce, por unanimidad, el mismo Comité Central que la regía antes del 19 de julio aprobó la colaboración y se adentró alegremente en el « programa socialista » que resultó ser la entrega de la revolución socialista a los Comorera, Prieto, etc. Esta política brotaba sin obstáculos del corazón del POUM porque estaba en la médula de su constitución y existía antes de ésta, desarrollada en el antiguo Bloque Obrero y Campesino[203], y en principio, pero retenida por la disciplina internacional, en la que fue Izquierda Comunista. Si el autor del mencionado documento se tomase el trabajo de confrontar la política que califica centrista con la practicada por el POUM antes del 19 de julio, a buen seguro que no podría mostrarnos ninguna diferencia fundamental, evitaría poner el pie en falso al empezar a andar y no se vería obligado, para llenar las lagunas de su análisis y velar sus errores, a idealizar el pasado y los muertos[204].

El Frente Obrero Revolucionario es presentado en el documento como máxima panacea y principio de toda regeneración en el interior del POUM y en el movimiento obrero. Tras hacer una dura y justa crítica de la dirección recae en la concepción oficiosa, sino oficial, de aquella.

Las ilusiones que esta fórmula despierta exigen poner en claro que no se trata de la noción bolchevique del frente único de clase: « Golpear juntos; marchar separados ». Sin confusión de programas, con completa libertad crítica, pero estableciendo compromisos de lucha práctica e inmediata contra el enemigo de clase. En el número de « La Batalla » correspondiente al 5 de agosto pasado se dice que es necesario « marchar hacia el Frente Obrero Revolucionario, que agrupe a todos los sectores que estén de acuerdo en dar a la guerra el carácter revolucionario que no debía haber perdido nunca y en conquistar el poder para la clase trabajadora »…

¡Conquistar el Poder para la clase trabajadora! Bella perspectiva sobre la cual los dirigentes del POUM esperan ponerse de acuerdo con la CNT y la FAI (Largo Caballero fue candidato hasta hace unos días), mientras los líderes de éstas esperan también llegar al Poder entregando el proletariado confederal a merced del Gobierno. La tesis del Frente único es transformada en una añagaza altisonante que oculta la idea fija de volver a un ministerio semejante al de septiembre del 36. La conquista del Poder por el proletariado no puede ser objeto de alianza, a no ser a través de sus órganos de Poder (Comités, Juntas, Soviets). Aun en este aspecto, teóricamente admisible, presentaría en la práctica dificultades innumerables. El frente único, indispensable para la defensa de las libertades e intereses obreros más inmediatos, es la vía que conduce a la creación de los órganos de clase, y por tanto la única forma de poner al proletariado en condiciones de luchar por el poder. Aliarse con todas las organizaciones dispuestas a defender esas libertades e intereses, fustigando enérgicamente a los que prefieren la alianza con los carceleros y verdugos del proletariado, es la verdadera táctica revolucionaria del frente único que la Sección bolchevique leninista persigue desde su fundación. Pero pedir una alianza de « todos los sectores que estén dispuestos a conquistar el Poder para la clase trabajadora », no es más que demagogia oportunista de gentes que no han renunciado a bloques políticos de mala memoria, pero en cambio utilizan las sugerencias de frente único de una fórmula mendaz, para calmar el descontento de sus propios militantes.

El FOR [Frente Obrero Revolucionario] no ha servido, en efecto, más que para conciliar entre sí a las diferentes tendencias. Gorkin, Andrade, lo que queda de la célula 72 y la sección de Madrid resuelven todas sus divergencias en el FOR. A semejanza de su cofrade centrista el SAP antes de la llegada del fascismo, el POUM mata las tendencias centrífugas, que desarrolladas jugarían un papel muy positivo en la formación del partido revolucionario, clavándolas en el corcho flotante del FOR. La diferencia estriba en que el SAP cumplía esta función mediante el frente único por todo programa, mientras que el POUM se reduce al FOR, que no va más allá de la ruptura con el stalinismo. ¡Y la cuestión ha quedado indecisa en el Comité Central! No está excluido, sin embargo, sobre todo ante la desviación evidente de los anarquistas hacia el stalinismo, que el POUM pase por idéntico estado que el SAP convirtiendo el frente único en un lema general. Ello será ventajoso en la medida en que contribuya a arrastrar a otras fracciones del movimiento obrero, pero el problema del programa, es decir, del partido de la vanguardia obrera, sólo quedará planteado con mayor acritud y perentoriedad.

En el aspecto del programa tú mismo no albergas ilusiones sobre lo que la dirección oficial pueda dar. Mas, ¿qué puede esperarse de los elementos llamados de izquierda? La mayor consideración hacia su real o presunta evolución ideológica no puede redimirles de la responsabilidad de cuanto no se ha hecho en más de un año de vacilaciones y vanos amagos de actuación.

El documento del exponente de la célula 72 a que me he referido, es completamente nulo en este aspecto, a pesar de su apelación a la dictadura del proletariado. No se encuentra en él la menor referencia a las cuestiones fundamentales del movimiento obrero: ¿nuevo partido?; ¿nueva Internacional? Sin embargo, quien admite que el POUM es centrista está aún más obligado a responder, a no ser que espere, con su elocuencia, convertir a los centristas en bolcheviques. La triste realidad es que [de] la ausencia de estas cuestiones, así como de toda crítica a los vergonzantes aliados internacionales del POUM, proviene del contrabalanceo interno cuyo fiel es el FOR. Sólo evitando pronunciarse sobre aquellas cuestiones es como el equilibrio se sostiene y nuestros buenos izquierdistas no se ven comprometidos a la acción.

La fuerza potencial revolucionaria de los obreros del POUM, repito, ha hallado así su esterilización. Pero a pesar del tiempo perdido no puede haber otro camino que el de la lucha irreductible y organizada contra la dirección centrista. Argüir sobre la legitimidad o ilegitimidad de las fracciones es filisteismo despreciable. El primer deber de un revolucionario rodeado de centristas es constituir una fracción. Cruzarse de brazos o limitarse a gritar es una demostración de contagio del medio.

Los trabajadores revolucionarios poumistas necesitan un programa, un arma ideológica para conquistar la confianza de las masas. Este programa sólo puede ser el de la IV Internacional, en marcha ya por todo el mundo. Los elementos más conscientes tienen el deber político de izar esta bandera. Sólo así contribuirán a la creación del partido revolucionario y a resolver por ende los grandes problemas de la conquista del poder.

G. M.

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Boletín de información del POUM. Editado por el Comité Ejecutivo (segunda época). nº 1 (23-2-1939); nº 2 Londres (15-3-1939); nº 3 (15-4-1939).

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Boletín Interior de discusión del II Congreso del POUM. [Barcelona]. Febrero de 1938. [Ca L’Ardiaca]].

Boletín Interior. Órgano de discusión para el II Congreso del Comité Local de Barcelona del POUM, nº 1, (23-4-1937); nº 2 (29-5-1937).

Boletín Interior. Órgano de Información y discusión del Comité Ejecutivo del POUM. Barceloona, nº 1 (15-1-1-1937); nº 2 (30-1-1937); nº 4 (5-4-1937); nº 5 (10-4-1937), nº 6 (14-4-1937).

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El Comunista. Organo de la Federación Levantina del POUM. Valencia, números 24 y 25 (23 y 30 enero 1937).

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Nuevo Curso. Boletín español de información de los bolcheviques-leninistas por la construcción de la IV Internacional, nºs. 1 – 3 (mayo – julio 1939). [BDIC, Nanterre].

La Révolution Espagnole. Edition française hebdomadaire du Parti Ouvrier d’Unificaction Marxiste d’Espagne. Barcelone, nº 1 (3-9-1936); nº 2 (10-9-1936) [v.: « Le rôle du Comité Central des Milices Antifascistes »]; nº 3 (17-9-1936); nº 4 (24-9-1936); nº 5 (7-10-1936); nº 6 (14-10-1936); nº 7 (21-10-1936); nº 8 (28-10-1936); nº 9 (4-11-1936); nº 10 (18-11-1936); Edition française bi-mensuelle du Parti Ouvrier d’Unification Marxiste, nº 11 (18-12-1936); nº 12 (15-1-1937); nº 13 (15-2-1937); nº 14 (15-3-1937); nº 15 (15-4-1937); nº 16 (1-5-1937).

La Rivoluzione Spagnola. Pubblicazione quindicinale del Partito Operaio d’Unificazione Marxista. Barcelona, nº 1 (1-3-1937); nº 2 (1-4-1937); nº 3 (15-4-1937); nº 4 (1-5-1937);

The Spanish Revolution. Weekly english bulletin of the Workers’ Party of Marxist Unification of Spain (POUM). Barcelona, vol. 1, nº 1 (21-10-1936) – nº 9 (23-12-1936); vol. 2, nº 1 (6-1-1937) -nº 8 (19-5-1937). [Existe reprint de la colección completa con introducción de Russell Blackwell: Spanish Revolution, volumes 1-2, 1936-1937. Greenwood Reprint Corporation, New York, 1968].

La Voz Leninista. Órgano de la Sección Bolchevique-Leninista de España (por la IV Internacional). Barcelona, nº 1 (5-4-1937), nº 2 (23-8-1937); suplemento del nº 2 (diciembre 1937); y nº 3 (5-2-1938). [Continuación del Boletín de la SBLE. Se publican tres números en Barcelona abril 1937-febrero 1938 (pub. un suplemento en nov. 1937) y un número 1, segunda época, abril 1939, en París). Sustituido por 19 de Julio, editado en México]. [Números sueltos en distintos archivos. Colección completa en archivos del autor].

La Voz Leninista. Boletín del Grupo Bolchevique-Leninista de España (IV Internacional). Segunda época, número 1. París, abril 1939.

*

[1]En el apartado 30 (material gráfico) reproducimos una foto en la que aparece « David Rey » junto a Trotsky, que en enero de 1937 estaba ya en México. Daniel Rebull desde 1915 hasta el franquismo participó en todas las luchas sociales, ya en la CNT, ya en el BOC y el POUM. Pasó largos períodos de cárcel, contabilizando a lo largo de toda su vida 19 años de prisión. Durante el franquismo fue condenado a muerte, pena que posteriormente le fue conmutada.

[2]Detención de un menor que supuso un escándalo, que fue aireado en la prensa de la época.

[3]Josep Rebull afirmaba que la fundación del POUM se realizó en septiembre de 1935 en Las Planas (populares merenderos situados en las cercanías de Barcelona). Existe una versión distinta de Francisco De Cabo. No se trata tanto de una contradicción, como de dos actos fundacionales complementarios del POUM, uno de carácter masivo, EN EL QUE LOS MILITANTES DEL BOC DAN SU CONFORMIDAD A LA FUNDACION DEL POUM, narrado por Rebull, y otro más restringido e informal, en el que se reunen POR PRIMERA VEZ militantes del ex-BOC y de la ex-ICE, que es el contado por De Cabo.

[4]NIN, Andrés: « A la Comisión Ejecutiva del Partido Socialista. (Barcelona, 22 de enero de 1937) ».

[5]Cfr.: « Empieza la represión estalinista contra el POUM de Madrid », en La Batalla (9-2-1937).

[6]MONJO OMEDES, Anna: La CNT durant la II República a Barcelona: líders, militants, afiliats. Tesi doctoral, Barcelona, 1994.

MONJO, Anna; VEGA, Carme: Els treballadores i la guerra civil. Història d’una empresa catalana col.lectivitzada. Empúries, Barcelona, 1986.

[7]VEGA, Carme; MONJO, Anna; VILANOVA, Mercedes: « Socialización y Hechos de Mayo: una nueva aportación a partir del proceso a Mauricio Stevens (2 de junio 1937) ». Historia y fuente oral nº 3 (1990).

[8] »Correspondencia entre « Negrete » [BLACKWELL, Russell] y « Oehler », 1936-1937. (Extractos). » Brandeis University, ALBA Archives. [Fotocopias. Extractos de las cartas escritas por « Negrete », en su mayoría dirigidas a « Oehler », fechadas en Barcelona entre el 26-11-1936 y el 4-11-1937].

[9]Ese manifiesto es reproducido en el punto número 5 de este número de Balance.

[10]Véase las posiciones defendidas por Nin en el artículo reproducido en el anexo: cuaderno número 20 de Balance.

[11] »The Spanish Civil War. The View from the left ». Revolutionay History, volume 4, nos. 1/2.

[12]En el núm. 3 de La Voz Leninista (febrero de 1938) Munis hizo una durísima crítica de la acción política de Josep Rebull porque, pese a reconocer lo correcto de las posiciones teóricas de Rebull y de su crítica al Comité ejecutivo del POUM, éste nunca se planteó la ruptura organizativa. En opinión de Munis a Rebull le faltó la decisión de ser coherente hasta el final, le faltó la valentía de romper con el POUM e ingresar en la IV.

[13]Josep Rebull siempre adujo, ante terceros, problemas de salud para justificar una dimisión del CE del POUM que tenía un carácter exclusivamente político, aunque con tintes de lucha « personalista » contra otros camaradas de partido, que procuraba ocultar o minimizar, por razones de pudor y modestia, muy propias de su personalidad.

[14]Existe una crítica escrita a esa intervención de Pierre Broué, en IGLESIAS, Ignacio: « Algunas apostillas a la ponencia presentada por el profesor Pierre Broué en el seminario de estudios organizado con motivo del cincuentenario de la fundación del POUM ». Este articulo fue publicado en FUNDACIO ANDREU NIN: Acotaciones para la Historia del POUM. Fundació Andreu Nin, [Barcelona, 1989].

[15]REBULL, Josep: « Carta al Comité Ejecutivo del POUM. (París, 19-5-1953) ».

[16]Cfr. la siguiente bibliografía:

BLACKWELL, Russell: Introducción a la reimpresión de Spanish Revolution volumes 1-2, 1936-1937. » Greenwood Reprint Corporation. New York, 1968.

CAMOIN, R.: G. Davoust (H. Chazé) (1904-1984) et la gauche communiste internationaliste. Hors commerce, Paris, 1992.

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« OEHLER, Hugo » [Oler, Edward]: Barricades in Barcelona. The First revolt of the Proletariat against the Capitalist People’s Front. Eyewitness Account – Barcelona May 15, 1937. Demos Press, New York, s.d. [¿1937?].

– « Barricades in Barcelona » (Barcelona, 16 may 1937). Revolutionary History, volume 1, nº 2 (1988). [Véase también en este mismo número: « Negrete and Oehler report from Barcelona » que reproduce informes sobre la reunión de Los Amigos de Durruti del 18.4.37 y sobre los inicios de las jornadas de mayo. Este informe fue publicado por primera vez en Fourth International, volume 2, nº 12 (1937)].

« OEHLER, Hugo »; BLACKWELL, Russell: « A collection of documents, reports and communications relative to POUM activities during the Spanish Civil War, by Hugo Oehler and Russell Blackwell. V.p., 1936-1938 ». Brandeis University, Goldfarb Library. Report nº 36 (Paris, Mar 7, 37). [Documentos depositados en la Brandeis University, que no son reproducibles hasta julio de 2002].

– « Correspondencia entre « Negrete » [BLACKWELL, Russell] y « Oehler », 1936-1937. (Extractos). » Brandeis University, ALBA Archives. [Fotocopias. Extractos de las cartas escritas por Negrete, en su mayoría dirigidas a « Oehler », fechadas en Barcelona entre el 26-11-1936 y el 4-11-1937].

[17]Véase sobre todo « The Spanish Civil War ». Revolutionary History vol. 4, nºs. 1-2, cuando dice textualmente: « the Barcelona organization led by Rebull was influenced by the ideas of Hugo Oehler and Rosalio Negrete » (p.329); y también de forma no menos exagerada y errónea: « In the cours of this struggle the group was won over to the Trotskyist movement » (p. 330).

[18]Véase a este respecto la cita que hizo Trotsky de Josep Rebull, basándose en la lectura del Boletín de Discusión editado por el Comité de Defensa del Congreso [del POUM] de París, nº 1, París (1-7-1939): « En el interior del POUM una posición de izquierdas está empezando a levantar cabeza: José Rebull y sus amigos. El deber de los marxistas es ayudarles a sacar las últimas conclusiones de sus críticas. »; en BROUE, Pierre: La Revolución Española (vol. 2) 1936-1940. León Trotsky. Fontanella, Barcelona, 1977, pp. 297-298.

[19]Véase el artículo de Munis: « Carta a un obrero poumista… », que reproducimos en el punto 28, cuaderno número 20 de Balance).

[20]El Comité Local de Barcelona [del POUM]: « Informe de la actuación del Comité Local durante los días de mayo que ésta presenta a discusión de las células de Barcelona ». Barcelona, 28-5-1937.

[21]Esta concepción fue criticada por Nin en su artículo sobre los órganos de poder, que reproducimos en el punto 27, cuaderno número 20 de Balance.

[22]Nin hizo la afirmación opuesta. Véase NIN, Andrés: « Le probléme des organes du pouvoir dans la Révolution Espagnole. (Barcelone, 19 mai 1937) ». Juillet. Revue Internationale du POUM nº 1, Barcelone, juin 1937. Reproducido en el punto 27, cuaderno nº 20 de Balance.

[23]Afirmación que le aleja de las tesis consejistas que niegan la necesidad de un partido.

[24]Cfr. con el análisis de Trotsky: « ¿Cómo se puede pretender que los obreros españoles no habían construido soviets? Habían construido comités por todas partes, y estos comités habían tomado la industria en sus manos. No hacía falta más que unificarlos, desarrollarlos, y se hubiera construido el soviet de Barcelona. »: en BROUE, Pierre.: La Revolución Española (vol. 2) 1936-1940. León Trotsky. Fontanella, Barcelona, 1977, pp. 181-182.

[25]El texto fue redactado por Josep Rebull. En el Boletín de discusión editado por el Comité de defensa del Congreso, nº 1, publicado en París, el 1 de julio de 1939, se reeditó este manifiesto precedido de esta importante nota:

« La verdadera minoría de izquierda, representada por un miembro [Josep Rebull] en el Comité Local de Barcelona, obtuvo, en la reunión del 13 de abril, la aprobación y amplia difusión de un manifiesto que, a pesar de las enmiendas y adiciones, no deja lugar a dudas acerca del concepto marxista sobre el Poder político y el Estado: ».

[26]En La Batalla del día siguiente se rectificaba el error del día 15, ya que se había publicado « Frente único Revolucionario » donde debía decir « Frente Obrero Revolucionario ». El error en la consigna no era baladí.

[27]Veáse el artículo de Josep Rebull: « Por la creación de los Consejos de Obreros, Campesinos y Combatientes. (Aclaraciones a la Contratesis Política) ». Boletín Interior. Órgano de discusión para el II Congreso del Comité Local de Barcelona del POUM, nº 1. Barcelona 23 abril 1937.

[28]Así se llegó a anunciar en el Boletín Interior nº 2. Órgano de información y discusión del Comité Ejecutivo del POUM. Barcelona, 30 enero 1937.

[29]Tal y como se dice en el Boletín Interior nº 4. Órgano de información y discusión del Comité Ejecutivo del POUM. Barcelona, 5 abril 1937.

[30]El calificativo nos parece desafortunado. La pequeña burguesía actuó en defensa de sus propios intereses de clase. La clase obrera no debe ni puede confiar más que en sus propias fuerzas. No puede pretender alcanzar alianza alguna con ninguna fracción de la burguesía. La autonomía de clase es un concepto fundamental de la lucha de clases, que la guerra de España puso de manifiesto, si cabía duda alguna (que no cabía ya en 1936).

[31]El PSUC fue fundado el 21 de julio de 1936 por coalición de cuatro pequeños partidos socialistas y comunistas.

[32]JCI: Juventud Comunista Ibérica, esto es, las juventudes del POUM.

[33]Esta afirmación de Josep Rebull es fundamental. ¿Quién controla las milicias, quién controla los fusiles?: esa era la pregunta esencial que debían plantearse los revolucionarios. Y esa es la pregunta que Josep Rebull plantea al POUM.

[34]Creemos que se trata de una alusión a Maurín.

[35]La diferenciación que hace Rebull entre comités y consejos (así como las precisas definiciones que hace de ambos términos) no sólo es fundamental para comprender la revolución de julio, sino absolutamente inexistente en la teoría coetánea, y muy confusa en las posteriores interpretaciones historiográficas. Aunque Kurt Landau escribió en 1937 un folleto en el que comparaba las revoluciones alemana y española no establecía una clara diferencia entre comités y consejos. Nin creía que el papel de los consejos alemanes sería desempeñado en España por los sindicatos. La novedad del análisis de Rebull radica en proponer una táctica que reconoce que era necesario partir de los comités, deficientes e imperfectos, surgidos en julio, para transformarlos en consejos obreros, elegidos democráticamente en la base, coordinados y centralizados, de forma que puedan llegar a ser los organismos del poder proletario.

[36]Rebull se refiere a la desaparición de Maurín en la zona fascista.

[37]POUM y CNT se convirtieron en la extrema izquierda del Frente Popular. Después de la victoria de la insurrección revolucionaria del 19 de julio cabían dos opciones: la opción revolucionaria pasaba por fortalecer, potenciar, coordinar y centralizar los comités revolucionarios, como órganos de poder obrero; la opción frentepopulista pasaba por integrar el movimiento obrero en el aparato estatal de la burguesía republicana, y por lo tanto por el debilitamiento, aislamiento y posterior disolución de los comités.

[38]Nin hizo la afirmación opuesta. Véase NIN, Andrés: « Le probléme des organes du pouvoir dans la Révolution Espagnole. (Barcelone, 19 mai 1937) ». Juillet. Revue Internationale du POUM nº 1, Barcelone, juin 1937. [Traducido al castellano en Balance, serie de documentación y archivos, número 2 (marzo 1994)].

[39]La UGT era ya, en abril de 1937, una organización estalinista.

[40]La previsión de Rebull se vería confirmada doce días después de la fecha que consta al pie de este documento.

[41]Esta afirmación de Nin fue, pese a quien pese, un gravísimo error.

[42]De las múltiples confusiones del CE del POUM, Rebull insiste sobre todo en la que considera más importante. La confusión respecto al organismo capaz de convertirse en el órgano del poder obrero: consejo, comité, o sindicato. Rebull, en este mismo Boletín, en el artículo titulado «  »Por la creación de los Consejos de Obreros, Campesinos y Combatientes », dió una excelente definición de los términos « comité » y « consejo », y además efectuó una clara, precisa y contundente comparación entre ambos organismos, al tiempo que explicó por qué los sindicatos no podían ser jamás un órgano de poder obrero.

[43]Josep Rebull no ha señalado una contradicción aún más flagrante, ya que la entrada del POUM y la CNT en el gobierno de la Generalidad supuso la disolución de los comités locales, de carácter revolucionario, para ser sustituidos por ayuntamientos frentepopulistas.

[44]Rebull hace referencia al período de discusión precongresual.

[45]Está claro que Rebull pide responsabilidades a los múltiples errores del CE del POUM, liderado por Nin. Las argumentaciones de Rebull, y los errores de bulto de Nin y Andrade, son lo bastante importantes como para no simplificarlos como una reacción « maurinista » contra la « usurpación » de la dirección del POUM por los ex-Izquierda comunista Nin, Molins y Andrade.

[46]Primero las Jornadas de Mayo, y posteriormente la persecución política del POUM, a partir del 16 de junio de 1937, consiguieron que ese congreso no llegará a celebrarse.

[47]La frase es breve, precisa y contundente. César no hubiese podido decir más con menos palabras.

[48]Esta frase nos permite, sin duda, calificar a Josep Rebull de maurinista.

[49]Plantear esta pregunta es ya por sí sólo una crítica absolutamente demoledora de la estrategia política del CE del POUM. Por otra parte, es la misma pregunta que se hacían los minoritarios grupos trosquistas, aunque aquí quien la hace es un destacado militante del POUM, que además realiza sus críticas desde una perspectiva bloquista (o maurinista), contra una dirección de militantes ex-trosquistas (o de ex-Izquierda Comunista), como eran Nin y Andrade.

[50]Las críticas de Josep Rebull al CE del POUM, muy bien argumentadas y demoledoras, expresadas además con cierto radicalismo, no admitían componenda alguna con el vigente CE del POUM. Sin embargo, debe admitirse que se realizaron durante el período de discusión precongresual, y en ese aspecto son totalmente respetuosas con la disciplina del partido.

[51]En realidad puede decirse con acierto que en el POUM coexistían varios POUM, desde la fracción derechista de Valencia, cuyas posiciones estaban muy próximas al estalinismo hasta las posiciones de Rebull, muy críticas con el CE dirigido por Nin y Andrade.

[52]Lo fue inevitablemente a causa de las Jornadas de Mayo. Finalmente, en vísperas de la nueva convocatoria del II Congreso, el POUM fue ilegalizado y todos sus militantes perseguidos políticamente, desde el 16 de junio de 1937. El CE fue detenido por los estalinistas. Nin además fue secuestrado, torturado y asesinado por la GPU.

[53]Algo tan evidente para un marxista, de modo que produce rubor el que sea necesario decirlo, podía causar sorpresa, o incluso suscitar discusión entre camaradas del propio partido. El rigor marxista del análisis de Josep Rebull se encadena en este artículo en una serie de frases lacónicas que más que escritas parecen estar esculpidas. Son una lección de marxismo.

[54]¡Atención al concepto de « capitalismo decadente » o « decadencia del capitalismo »!

[55]Aquí la ironía y el rigor marxista del análisis político de la situación histórica realizado por Josep Rebull llega a cotas no alcanzadas por sus coetáneos. Josep Rebull en el POUM era un águila rodeada de avestruces. El contraste con las oscilaciones y contradicciones entre lo que dice y hace el CE no puede ser mayor.

[56]Para un análisis sobre el carácter contrarrevolucionario de los sindicatos, véase PÉRET, Benjamín; MUNIS, G.: Los sindicatos contra la revolución, que ahora puede leerse en el tomo II de las Obras Completas de Munis. El inmenso mérito del análisis de Rebull radica en que está fechado a finales de mayo de 1937.

[57]Josep Rebull se limita a extraer las conclusiones pertinentes a la acción contrarrevolucionaria de los dirigentes de la CNT. Pero a fines de mayo de 1937 aún eran muchos los que, militantes o no del POUM, se aferraban a tabúes tales como el del carácter revolucionario de la CNT-FAI.

[58]En mayo de 1937, la consideración de la UGT en Cataluña como una organización contrarrevolucionaria, plenamente estalinista, dominada por el PSUC, era de sentido común, y estaba muy generalizada. Por el contrario, la crítica a la burocracia reformista de la CNT, como organización CONTRARREVOLUCIONARIA, después de mayo de 1937, sólo la hacían Los Amigos de Durruti, los minoritarios grupos trosquistas, liderados por Munis y Fosco, y la célula 72 del POUM. Pese al descontento generalizado, en el seno del movimiento anarquista, las críticas contra la burocracia cenetista no solían llegar tan lejos.

[59]Véase, como ejemplo característico, las argumentaciones expuestas en el artículo de Nin publicado en Juillet.

[60]Es importante retener este análisis de Rebull, sobre la inexistencia de una dualidad de poderes, que fue aniquilada por los reformistas en el mismo momento de nacer, esto es, inmediatamente después del 19 de julio de 1936. De todas formas este tema es desarrollado por Rebull, con mayor amplitud, en el siguiente artículo que se titula precisamente: « Sobre la dualidad de poderes ».

[61]La palabra « traición » es inadecuada, en cuanto considera al reformismo como un sector del movimiento obrero revolucionario. Sería más adecuado afirmar que se facilita la « labor contrarrevolucionaria propia de los reformistas », que evidentemente están del otro lado de la barricada, en el campo capitalista.

[62]Véase discursos y artículos de Nin de marzo a junio de 1937.

[63]La necesidad de la destrucción del Estado burgués es un concepto clave en todos los análisis sobre la Revolución Española de 1936. Y es además un criterio fundamental (junto con la constatación de la inexistencia de un partido revolucionario, la oposición a la militarización de las Milicias, y la consideración de los comités como órganos de poder obrero) que diferencia a los revolucionarios de quienes no lo son. Es un denominador común en los análisis de Los Amigos de Durruti, Munis, Fosco, Rebull y los bordiguistas.

[64]La cuestión del poder era la cuestión fundamental de la Revolución Española, que pocas organizaciones se plantearon seriamente en la práctica política, moviéndose bajo el prisma de un chato y miope pragmatismo del día a día.

[65] »Indigeta » es el seudónimo de Joan Quer, secretario municipal de Figueres, miembro del CC del POUM.

[66]Léase el artículo de Rebull « Sobre la creación de los Consejos de Obreros, Campesinos y Combatientes ». Téngase en cuenta, sobre todo, la tesis de Rebull sobre la necesidad de trabajar por la transformación de los comités revolucionarios, surgidos el 19 de julio, en Consejos obreros, elegidos democráticamente en la base, y su coordinación y centralización como fundamento del poder obrero. Esa y no otra era la tarea fundamental que debía afrontar un partido revolucionario el 19 de julio. Recordemos también que Rebull afirmaba la inexistencia de ningún partido o vanguardia revolucionaria en la Revolución Española (y eso incluía evidentemente a su propio partido: el POUM).

[67]La acusación al CE del POUM de seguidismo respecto a la CNT no puede ser más tajante.

[68]La dirección del POUM en cambio llegó a hablar de victoria de los obreros.

[69]Existen dos versiones del texto de Josep Rebull. La primera fue publicada en el Boletín del Comité Local del POUM, y está fechada el 29 de mayo del 37. La segunda fue publicada en el Boletín de discusión editado por el Comité de Defensa del Congreso [del POUM], París, 1 de julio de 1939. Cuando exista un añadido, que corresponda al texto de 1939, aparecerá entre corchetes: []. Las modificaciones más relevantes están indicadas en notas a pie de página. Las escasas indicaciones del compilador de este trabajo aparecerán entre los signos: {}.

[70]En el texto de 1939 se sustituye la palabra inglesa « handicap » por la española « desventaja ».

[71]{Nota número 1 de Rebull, que fue suprimida en la versión publicada en 1939}: La cél. 72 posee un plano de Barcelona con las barricadas y posiciones de ambos lados durante la lucha. Su examen es altamente interesante. Está a disposición de todos los camaradas.

[72]{Es notable la diferenciación que hace Josep Rebull entre los comités locales de Barcelona y los comités superiores: nacional y regional. En el seno de la CNT, en Barcelona, se daba la organización  informal de los comités de fábrica y de defensa de los barrios, coordinados por Manuel Escorza. Cfr. la coincidencia con Abel Paz: Viaje al pasado (1936-1939). Ed. Autor, Barcelona, 1995.}

[73][« Faltos los trabajadores que luchaban en la calle de unos objetivos concretos y de una dirección responsable, el POUM no podía hacer otra cosa que ordenar y coordinar una retirada estratégica… » (Resolución del CC ante las jornadas de mayo, punto 3)]. {Esta nota no aparecía en la versión de 1937}.

[74][« por parte de cierta prensa nacional y extranjera, se hacen los esfuerzos más extraordinarios -ya se necesita que lo sean- para presentarnos como los « agentes provocadores » de los sucesos acaecidos la semana pasada en Barcelona… Si nosotros hubiésemos dado la orden de empezar el movimiento el día 3, no tendríamos por qué ocultarlo. Siempre hemos respondido de nuestras palabras y de nuestros actos… Lo que hizo nuestro partido -eso lo hemos dicho ya varias veces y lo repetimos hoy sencillamente- fue sumarse a él. Los trabajadores estaban en la calle y nuestro partido tenía que estar al lado de los trabajadores… » (Editorial de La Batalla, 11 de mayo 1937. El subrayado es nuestro). {Nota que no fue publicada en la versión de 1937}.

[75]{Nota añadida por Rebull en 1939}:[En la orden de retirada, la dirección del POUM interpretó, por lo contrario, que la victoria pertenecía a los obreros. Una sangrienta represión vino como epílogo de esta « victoria obrera ».]

[76]{Nota que existía ya en el primer texto publicado en 1937}: [Durante la tarde del martes se trabajó en el C{omité} L{ocal} de Barcelona para esta coordinación, pero faltó el entusiasmo de la dirección para llegar hasta el final.]

[77]{Josep Rebull constata que el POUM no es un partido revolucionario, ni podrá llegar a serlo jamás con la estrategia política del actual CE}.

[78]{Se trata de una crítica directa al CE del POUM}.

[79]{Nota añadida por Rebull en 1939}: [Bases que forman parte de la Contratesis política que mencionamos al principio].

[80]{Nota añadida por Rebull en 1939}. [En efecto, la dirección no tomó las medidas necesarias en orden al trabajo ilegal y organización clandestina. Desgraciadamente, los mismos dirigentes, como hemos visto, fueron las primeras víctimas de su imprevisión.]

{Esta es la única advertencia manifestada por un dirigente poumista sobre la inminencia de la represión contra los revolucionarios, y por lo tanto la urgente necesidad de prepararse para la clandestinidad, que se cumplió a partir del 16 de junio con la ilegalización del POUM, la detención de sus dirigentes, el secuestro y asesinato de Nin, y la persecución de sus militantes.}

[81]Traducido del francés. Carecemos de información sobre las resoluciones aprobadas en esta reunión clandestina del CC del POUM, reunido en diciembre de 1937. En el nº 20 de Juventud Obrera, órgano de la JCI, fechado el 12 de diciembre de 1937, apareció una breve nota que informaba de la reciente reunión en Barcelona del CC del POUM, indicando que no habían podido asistir Nin (asesinado), ni « Gorkin », Andrade, Bonet, « David Rey », « Gironella », « Indigeta », Enrique Rodríguez, Eduardo Mauricio, por estar encarcelados. En febrero de 1938 se editó un Boletín Interior de discusión del II Congreso del POUM que anunciaba, pese a la clandestinidad del momento, la próxima celebración del Congreso y publicaba incluso un reglamento de discusión, un orden del día, un proyecto de declaración de principios y unas tesis de organización del partido que deberían ser aprobadas en ese congreso. Josep Rebull en su carta abierta (véase el punto 18) de mayo de 1939 precisaba que este Pleno del CC del POUM se había celebrado en diciembre de 1937, subrayando además el carácter confusionista de los debates y de las resoluciones aprobadas.

[82]Los miembros del Comité Central (CC) del POUM, en setiembre de 1935, eran: Enric Adroher Pascual [« Gironella »], Joan Alsina Cabrero, Julio Alutiz, Juan Andrade Rodríguez, José Luis Arenillas, Jordi Arquer Saltor, Lluís Balcells, Pere Bonet Cuitó, Francesc de Cabo Vives, Josep Coll Torrelles, Eusebio Cortezón, Josep Doménech Abastús, Joan Farré Gassó, Joan Fortuny Galofré, Miquel Gayolá Gardella, Julián Gómez García-Ribera [« Gorkin »], Antoni Iborra Civit, Marcelino Magdalena, Eduardo Mauricio Ortiz [« O. Emem »], Joaquín Maurín Juliá, Maynou, Narcís Molins i Fàbrega, Andreu Nin Pérez, Julián Peirat Avinet, Joan Quer Torrent [« Indigeta »], Daniel Rebull Cabré [« David Rey »], Josep Rodes Blay, Enrique Rodríguez Arroyo [« Quique »], Josep Rovira Canals, Cristiano Romero, Lorenzo Sala, Arcadi Sala Planells, Manuel Sánchez, Martí Sans Orenga, Aurelio Solares, Josep Maria Tarafa Munté, Josep Teixidó, Tomás Tussó Temprado, Joaquim Vendrell Canals, Germinal Vidal Lafarga, Josep Vila.

Los miembros del Comité Ejecutivo (CE), en setiembre de 1935, eran: Arquer, Bonet, « Gironella », Maurín, Molins, Nin y Rovira. Secretario General: Maurín. Maurín era director de La Batalla, Nin de La Nueva Era y Rovira de L’Hora.

Posteriormente el CE se ampliaría con la presencia de Coll, Andrade (a su llegada a Barcelona el 4-5 de agosto 1936) y « Gorkin ». Este último asumió además la dirección de La Batalla y las tareas del secretariado internacional que había desempeñado Maurín ante de su desaparición en la zona franquista. Nin fue el secretario político. Wilebaldo Solano Alonso, que sustituyó a Germinal Vidal (muerto en las luchas de julio de 1936) como secretario de la Juventud Comunista Ibérica (JCI), participaba también en las tareas del CE en representación de la JCI. Josep Rebull Cabré, como director del Servicio de Administración de Publicaciones (SAP), podía participar en las reuniones del CC a título informativo, sin derecho a voto. Rovira asumió el mando de la columna de milicianos del POUM.

A las reuniones del CC podían asistir militantes especialmente invitados, sin derecho a voto. Así por ejemplo en la reunión del CC del 5 y 6 de enero de 1936 participaron los siguientes militantes del POUM:

Con voz y voto: Gayolá, « Indigeta », Vila (Sabadell), « Gorkin », Tussó, Bancells, « David Rey », Sans, Rodes, Alsina, Arcadio Sala, Doménech, Fortuny, Enrique Rodríguez, Peirat, De Cabo, Tarafa, Teixidó, Arquer, Coll, Nin, Maurín, Rovira, Bonet, « Gironella », Molins. Con voz, pero sin voto: Sala, Carreras, Sallarés, Iborra, Viola, Vendrell, Emperador, Escuder, Torras, Iglesias, Vilella, Roig, Reguerots, Puixelles. A título informativo, sin voto: Josep Rebull del SAP.

[83]La acusación de Rebull a la dirección del POUM, Comité Ejecutivo y Comité Central, no podía ser más grave: traición a los principios aprobados en el primer congreso, de cuya defensa y correcta aplicación emanaba precisamente la autoridad de esos comités del partido. Es evidente que la conculcación de esos principios desautorizaría a esos comités. Rebull resume esos principios esenciales en tres puntos: 1.- Autonomía del proletariado y del partido, que es exactamente lo contrario al colaboracionismo con los partidos burgueses. 2.- Insurrección armada y dictadura del proletariado, que es lo contrario a la conquista pacífica, y al fortalecimiento del gobierno de la Generalidad, propugnados por Nin (el primero en sus discursos y el segundo en su actuación ministerial). 3.- Destrucción del Estado burgués, que no pasa ni por entrar en el CCMA, o en el Consejo de Economía, y mucho menos por el ministerio de Justicia del gobierno de la Generalidad; sino que pasaba, según Rebull, por la conversión de los comités en consejos obreros, coordinados entre sí, elegidos democráticamente en asambleas, y lo bastante fuertes como para constituir un gobierno de consejos obreros capaz de imponer la dictadura social del proletariado.

[84]Recordemos que en diciembre de 1937 el POUM era un partido clandestino, incapaz de convocar un congreso. Por esta razón Rebull planteaba la necesidad de que en la reunión del Pleno del CC que se estaba celebrando se diera un primer paso de reconocimiento de los errores cometidos, como única vía para rectificar la – según él – desastrosa línea seguida por el partido.

[85]Josep Rebull hace coincidir el período de dualidad de poderes con la existencia del CCMA. Recordemos, sin embargo, que en alguna ocasión había afirmado que esa dualidad cesó con la creación del CCMA (y se había limitado pues a unas horas). Véase nota 55.

[86]Es absurda y bizantina la discusión sobre el evidente carácter frentepopulista del POUM, negada (tanto hoy como en 1936) por algunos militantes del POUM, con sutiles argumentaciones teóricas absolutamente opuestas a la práctica política realizada.

[87]Véase la nota número 90.

[88]En marzo y abril de 1937 Josep Rebull había intervenido en los debates sobre la conveniencia de constituir consejos de soldados en las milicias del POUM, a lo que se oponían los jefes militares poumistas (especialmente Rovira).

[89]Josep Rebull en estos once puntos realiza un examen exhaustivo de los errores cometidos por la dirección del POUM. Es importante subrayar tres características en la crítica de Rebull: 1.- No se realiza ni un sólo ataque personal, no se mencionan nombres. 2.- Las críticas se realizan en todo momento en el seno de la discusión interna del partido, en los cauces reglamentarios precongresuales del partido y nunca se plantea ni por asomo una lucha fraccional. 3.- Las críticas son tan rigurosamente marxistas y fundamentadas como demoledoras e inapelables.

[90]Nos encontramos ante un criterio fundamental que diferencia los revolucionarios de los que no lo son. La oposición a la militarización de las Milicias Populares no es un capricho, sino una frontera de clase infranqueable, que sitúa a sus defensores a uno u otro lado de la barricada. No importa ni poco ni mucho que los trabajadores estén armados o no: los trabajadores rusos, franceses y alemanes que se masacraron mutuamente en las batallas de la primera guerra mundial estaban armados: sólo actuaban revolucionariamente cuando dirigían sus armas contra los oficiales del propio ejército. El criterio fundamental es qué clase dirige el ejército y contra quién. Para Josep Rebull, el Ejército Popular era un ejército burgués que implicaba necesariamente la destrucción del carácter revolucionario de las Milicias Populares.

[91]Nótese la diferencia semántica y política con la consigna trosquista de « defensa incondicional de la URSS ».

[92]Sobre este episodio y otros muchos de la vida de Josep Rebull léase el excelente libro de memorias, de una gran calidad literaria, de Teresa Rebull (nacida Teresa Soler): Tot cantant. Columna, Barcelona, 1992.

[93]Véase Guérin, Daniel: Front Popoulaire révolution manquée. Témoigange militant. Maspero, París, 1970, pp. 228-232.

[94]Véase el libro ya citado de Chazé, pp. 99 – 104.

[95]Josep Rebull defendía que la elección de ese nuevo CE y CC debía fundamentarse en la defensa de unas posiciones políticas. No podía aceptarse una elección apolítica de una anodina lista de nombres, en su mayoría desconocidos, y en ausencia de un debate político, como pretendía el ala derechista del POUM.

[96]Escribió « Gorkin » en 1936: « La crisis del POUM no es nueva. Se planteó en Francia casi inmediatamente después del éxodo a que nos obligó la derrota. Por encima de las dos tendencias entonces en pugna, el buen sentido de la mayoría – del centro, como dió en llamársele – se impuso y evitó la escisión. Pero la crisis seguía latente. Contuvieron su desarrollo la guerra y la ocupación de Francia. A la liberación de este país y cuando se anuncia como próxima la del nuestro, la crisis ha resurgido más aguda. Tan aguda que ha conducido ahora a un hecho lamentable: la ruptura y la escisión. »  [La escisión de 1946 a que se refiere « Gorkin » es la del Moviment Socialista de Catalunya, protagonizada por Rovira, entre otros.

[97]Muchos de los componentes del CC habían muerto, estaban encarcelados, vivían clandestinamente en España o permanecían internados en campos de trabajo.

[98]Boletín de Información del POUM nº 3. Editado por el Comité Ejecutivo. París, 15 de abril de 1939.

[99]Ese boletín se tituló L’Experience Espagnole.

[100]SOLANO, Wilebaldo: El POUM en la historia. André Nin y la revolución española. Los libros de la catarata, Madrid, 1999, p. 113.

[101]Véase la respuesta nº 13 del cuestionario a Rebull en el punto 23 del cuaderno 20 de Balance.

[102]Y que según Rebull, aunque formalmente diferenciadas, en el fondo eran solidarias entre sí, se apoyaban mutuamente, y todas aceptaban y comprendían la gravedad de unas circunstancias que permitían « saltarse el congreso ».

[103]La tendencia de rectificación era la única que sentía la convocatoria del congreso como necesaria e irrenunciable. Las otras tres tendencias tendían a pactar entre sí alguna justificación que permitiera no convocar el congreso.

[104]L’Expériencce espagnole. (La experiencia española). Faits et documents. Paris, nº 1 (1939), nº 2 (août 1939). Los artículos publicados, redactados por miembros del CC del POUM, fueron los siguientes:

« GORKIN »: « El error fundamental del partido »; « GIRONELLA »: « Sobre los errores cometidos por el partido »; « EMEM, O. »: « Situación revoluiconaria. El poder. El partido »; VILA, Juan: « El partido estaba armado ideológicamente para la Revolución ».

[105]Existe traducción parcial al francés en « CHAZÉ, H. »[DAVOUST, G.]: Chronique de la Révolution espagnole. Spartacus, Paris, 1979, pp. 105 – 110, que anteriormente había sido publicada en L’Internationale, nº 43 (5 juillet 1939), órgano de la Union Communiste.

[106]En este número de Balance publicamos la versión original íntegra, depositada en los archivos del Pabellón de la República. Nos encontramos sin duda ante un texto de debate político de una excepcional valía, una gran calidad literaria y un destacado interés histórico.

[107]En los boletines editados por el CE del POUM, desde enero de 1937, en los que se exponían las tesis del CE, a discutir en el II Congreso, aparecía un entrefilete con un lema muy similar: « Sin crítica no hay partido; sin partido no hay revolución posible ».

[108]Recordemos que este análisis sobre el carácter revolucionario del POUM (o del BOC), antes de julio de 1936, era negado por los trosquistas, y concretamente por « G. Munis ».

[109]Esta frase no sólo condensa brevemente las críticas de Rebull al CE del POUM, sino que es también todo un programa de acción.

[110]Grave acusación dirigida al CE del POUM en ausencia de Maurín.

[111]A primeros de marzo de 1939 se reunió el CC, que convocó un Pleno Ampliado del CC que se celebró a finales del mismo mes, y al que fue invitado Josep Rebull. Las resoluciones de ese Pleno Ampliado fueron publicadas en el Boletín de información del POUM, editado por el CE, nº 3 (15-4-1939). En la resolución sobre organización apareció el párrafo que levantó un clamor de oposición en todo el partido: « El CC Ampliado acuerda: a) Elegir por referéndum entre los militantes del Partido que se encuentren refugiados, un nuevo CC y que éste, a su vez, por el mismo procedimiento si no existen posibilidades de reunirlos, elija de su seno el CE y la Comisión de Control ».

[112]Este párrafo fue añadido como nota a pie de página en la « Resolución política del CC Ampliado del POUM », publicada en el Boletín citado en la nota anterior.

[113]El Congreso no se realizó. A la dispersión de militantes, muchos de ellos en campos de concentración, o sin papeles, y casi todos con unas condiciones de vida misérrimas, se sumó la declaración de guerra a Alemania, la movilización general, la consecuente prohibición de toda actividad política y el inicio de la « drôle de guerre », en setiembre de 1939. Era una situación que hacía imposible ya la celebración de un congreso.

[114]Incluso apareció una candidatura en la que entre los cuarenta candidatos a la elección para el CC se incluía el nombre de Josep Rebull. Véase: UTGES, Miquel; CARDONA, Pedro; DALMAU, José; COSTA, Bartolomé: « Ante la elección del Comité Central del POUM. Candidatura que propugnan « . [Francia, de abril a agosto 1939].

[115]La denominada fracción de izquierda estaba formada en 1939 por Juan Andrade, Molins i Fábrega, Wilebaldo Solano, etc…

[116]Esta dura afirmación de Rebull a la unanimidad de las decisiones del CC, en el período de julio de 1936 a junio de 1937, con la que descalifica a la tendencia de izquierda, coincide con la crítica que hizo Munis de Rebull, al que consideraba como integrante de ese CC del POUM. El error de « Munis », al igual que el de muchos historiadores consiste en ignorar que, aunque Josep Rebull participó en el congreso del BOC que aprobó la fundación del POUM en setiembre de 1935, y luego intervino en la reunión del CC del 5 y 6 de enero de 1936 (y quizás en alguna otra reunión del CC), lo hizo siempre como director del Secretariado de Administración de las Publicaciones del POUM, con carácter informativo, sin derecho a voto. La represión y el encarcelamiento del CE, en junio de 1937, hizo que Josep Martí accediera al CE y que a su vez Josep Rebull fuese nombrado secretario del CL de Barcelona. Josep Rebull participó activamente en el CC Ampliado, reunido en diciembre de 1937, presentando a discusión una resolución propia [véase punto 16 de este nº de Balance]. También intervino, como « invitado » en el CC de finales de marzo de 1939.

[117]Rebull había sido « invitado » a asistir a la reunión del CC Ampliado del POUM de finales de marzo de 1939. Ya hemos explicado que la asistencia de Josep Rebull a las reuniones del CC celebradas con anterioridad a junio de 1937 las hizo con carácter informativo y sin derecho a voto en su calidad de administrador responsable de las publicaciones del POUM. De ahí, por otra parte, la dureza de las críticas de Rebull a la unanimidad de las graves y – según él – erróneas decisiones tomadas por el CC en ese período clave de la Revolución española que abarca de julio de 1936 a junio de 1937.

[118]Las afirmaciones de Josep Rebull son durísimas. Pero están a la altura de la gravísima situación interna del partido, inmerso en una enconada lucha contra las maniobras burocráticas de una dirección que intenta impedir una discusión congresual. Josep Rebull no tiene más opción que conseguir la celebración de un Congreso que desplace a esa dirección, o la expulsión.

[119]Aunque el Congreso no llegó a celebrarse, la dirección del POUM publicó dos boletines de discusión precongresual. El primer número del boletín, que planteaba la normativa de discusión y de publicación de artículos, no está fechado. El segundo número, que recoge interesantes artículos de « Gorkin », « Gironella », « O. Emem » [Eduardo Mauricio] y Juan Vilá (todos ellos miembros del CC), está fechado en agosto de 1939. Estos dos boletines, que no tuvieron continuidad, a causa del inicio de la Segunda Guerra Mundial, aunque por una parte se hacían eco de la necesidad expuesta por Rebull en mayo de 1939, de señalar los errores del POUM y aprender de las experiencias de la guerra civil, por la otra intentaban canalizar todas las críticas en ese boletín, descalificando cualquier otra publicación o ámbito de discusión, esto es, los Comités de Defensa del Congreso, propugnados por Rebull. O sea, discusión sí; pero bajo el absoluto control del CC. Véase: L’Expérience espagnole. (La experiencia española). Faits et documents. Paris, nº 1 (1939), nº 2 (août 1939).

[120]La situación del POUM era pues – según Rebull – extremadamente grave, sin otra disyuntiva que el triunfo de la burocracia y la desaparición del partido, o bien, una reacción de la base que recuperara las esencias revolucionarias del partido y derrotara la burocracia enquistada en la dirección.

[121]Para Josep Rebull sin una asimilación de las experiencias de la Revolución española, esto es, sin una teorización de las recientes e importantísimas experiencias vividas, no existe el partido, ni tiene entidad ante otras organizaciones obreras internacionales, ni puede afrontar futuro alguno. Nos encontramos ante un punto clave del pensamiento político de Josep Rebull: sin una teorización de las experiencias de la Revolución española, el POUM ha dejado de existir como partido revolucionario.

[122]Nota de Josep Rebull: « La documentación de nuestras posiciones ha sido publicada en el Boletín del Comité Local de Barcelona; reproducida en parte en la revista marxista de París L’Internationale; y en inglés por la Revolutionary Workers League de Estados Unidos. »

[123]Ese artículo de Nin, que no ha sido recogido en ninguna antología de sus escritos, es reproducido íntegramente en el punto 27 de este número de Balance.

[124]La crítica de los errores del CE del POUM ante la cuestión fundamental del poder y del Estado es demoledora, clara, precisa y coherente con los principios marxistas fundacionales del POUM.

[125]Referencia al Decreto de militarización de las Milicias Populares, promulgado el 24 de octubre de 1936 por el Gobierno Tarradellas, en el que Nin ere ministro de Justicia.

[126]Esa contradicción el marxismo la define con la palabra « oportunismo »

[127]Rovira.

[128]En muchos casos la llamada autogestión, durante la guerra civil, a partir de octubre de 1936, queda definida con mayor precisión si se le aplica el concepto utilizado por Rebull de « capitalismo sindical ». Véase una reflexión sobre este tema, realizada en 1937 por trabajadores anarcosindicalistas en: Sindicato de la Industria Siderometalúrgica de Barcelona: ¿Colectivización ¿Nacionalizacion? No: Socialización. Imprenta Primero de Mayo, Barcelona, 1937.

[129]Sindicato fundado por el BOC y controlado por el POUM.

[130]La solución revolucionaria, propuesta por Rebull, implicaba ciertamente una lucha simultánea contra el Estado republicano y el fascismo. Es indudable que el CE del POUM optó siempre por una solución reformista que pasaba por el fortalecimiento del gobierno de la Generalidad y del Estado republicano.

[131]La componente nacionalista, esto es, la tesis de liberación de las nacionalidades oprimidas por el Estado central, era muy importante en la ideología del BOC, pero apenas jugó papel alguno en la política propugnada por el CE del POUM. Rebull retomaba las tesis bloquistas. De hecho las principales escisiones del POUM se habían producido siempre por el costado catalanista: en septiembre de 1935 la de Ángel Estivill, Llibert Estartús, Víctor Colomer y compañía, en 1945 la de Rovira. El internacionalismo defiende que el proletariado carece de patria y combate por lo tanto la existencia de todas las patrias, de todas las fronteras, de todos los Estados. El nacionalismo del BOC, por el contrario, diferencia entre naciones oprimidas y opresoras, en continuidad con la peor tradición leninista del derecho de las naciones a la autodeterminación, y plantea a la clase obrera objetivos de liberación nacional, incluso en competencia o colaboración con la pequeña burguesía. Se trata de una posición política NACIONALISTA de carácter burgués, ajena al internacionalismo proletario.

[132][Nota de Josep Rebull]: « Renunciamos a entrar en detalles sobre este punto, que requiere una particular atención. Remitimos a los camaradas al trabajo « Las jornadas de mayo » aparecido en el Boletín del Comité Local de Barcelona del día 29 del mismo mes. » [Véase punto 15, en el cuaderno nº 29 de Balance].

[133]Josep Rebull presentó en ese Pleno del CC del POUM, celebrado en diciembre de 1937, una resolución fechada en octubre de 1937. Véase el punto número 16 en este mismo cuaderno de Balance.

[134]Aquí ya no se trata de afirmar que el POUM no era un partido revolucionario, como el propio Rebull había dicho en más de una ocasión. La lectura de estas diez cuestiones fundamentales nos llevan a constatar que la dirección del POUM llevó a cabo durante la guerra una política clara y decididamente contrarrevolucionaria. La cuestión que se plantea a cualquier lector de hoy es si en 1939 era posible emprender una labor de rectificación de la política de una dirección equivocada, o si era mejor constatar la naturaleza contrarrevolucionaria del partido, y no sólo de su dirección. Es evidente que Josep Rebull optó por una labor de rectificación, dentro de los cauces más estrictos de la discusión precongresual, sin caer jamás en la ruptura fraccional. Lo que daba sentido a esa lucha precongresual, casi « formalista » y lo que la transformaba en un combate revolucionario, fue su extraordinaria percepción de que sin una teorización de las experiencias de la Revolución española el POUM no podía seguir existiendo como partido revolucionario; y aún más, sin esa teorización la derrota y el combate de toda una vida, de toda una generación, carecía de sentido.

[135] »GIRONELLA »: « Sobre los errores cometidos por el Partido ». L’experience espagnole. (La experiencia española). Faits et documents. Paris, nº 2, août 1939.

[136] »O. Emem » era el seudónimo de Eduardo Mauricio Ortiz, miembro del CC del POUM desde su fundación en setiembre de 1935.  En el artículo, fechado el 23-4-1939, firmado « 0. Emem »: « Situación revolucionaria. El poder. El partido ». L’experience espagnole. (La experiencia española). Faits et documents. Paris, nº 2, août 1939, Eduardo Mauricio expuso las tesis del Grupo Nuevo Curso, del que formaba parte. El Grupo Nuevo Curso era la continuidad en el exilio francés del Grupo Bolchevique-Leninista « Le Soviet », dirigido en España por « Fosco » (Nicola Di Bartolomeo) y « Sonia » (Virginia Gervasini) », que habían abandonado España en enero de 1938 para escapar de la persecución estalinista.

[137]Antonio Rodríguez Arroyo, que firmaba los artículos publicados en Nuevo Curso con el seudónimo de « L. Rodas », era hermano de Enrique Rodríguez Arroyo [« Quique »], miembro del CC del POUM.

[138]La circular ha sido pues redactada por militantes del POUM captados por el grupo molinierista « Nuevo Curso ». El grupo « Nuevo Curso » era la continuidad en el exilio francés del Grupo Bolchevique-Leninista « Le Soviet ».

[139]Josep Rebull está criticando INSISTENTE Y TENAZMENTE las posiciones políticas defendidas por Eduardo Mauricio [« O. Emem »] de julio de 1936 a junio de 1937, ya que éste había sido miembro de un CC del POUM que había votado por unanimidad una serie de medidas catastróficas para la Revolución española, que constituyen la razón de ser de la tendencia de rectificación impulsada por Rebull. Es evidente que Josep Rebull conocía la trayectoria militante de Eduardo Mauricio desde el CC del POUM al Grupo Nuevo Curso: de ahí su machacona insistencia en la necesidad de criticar las posiciones políticas del viejo CC del POUM, del que Mauricio había formado parte. Constatemos, por otra parte, que esa insistencia de Rebull se mantiene siempre en el terreno político, y no pasa NUNCA a un ataque de tipo personal.

[140]En este artículo Rebull analiza políticamente las tres principales fracciones o tendencias del partido: derecha, centro e izquierda, situándose él aunque no lo diga en una tendencia de extrema izquierda. En el boletín se aprecia además la existencia de una fracción trosquista, que cabe subdividir en el grupo de Munis y el grupo « Nuevo Curso », formado en torno a Eduardo Mauricio.

[141]La fracción derechista estaba dirigida por Rovira, Arquer, Pelegrí y Farré.

[142]La dirección – dominada por la fracción derechista de Arquer y Rovira – había expulsado del POUM a varios militantes acusados de trosquistas: Teodoro Sanz, Jaime Fernández y Dositeo Iglesias. Los dos primeros habían sido detenidos en febrero de 1938 y sometidos a juicio junto con « Munis », « Carlini » y otros por el presunto asesinato del capitán ruso Narwitch, miembro del SIM. Véase Broué, Pierre: op. cit., p. 297; y también SANZ, Teodoro: « Carta (3.8.1939) », en  GUILLAMON, Agustín: Documentación histórica del trosquismo español (1936-1948). De la guerra civil a la ruptura con la IV Internacional. Ed. de La Torre, Madrid, 1999, p. 283.

[143]Pese a la expulsión de trosquistas, en el seno del POUM se habían desarrollado dos fracciones trosquistas. Ambos grupos mantenían conversaciones para la unificación, que fueron infructuosas, al tiempo que participaban en los Comités de Defensa del Congreso. El grupo de « Munis » publicó un artículo contra Arquer (y la derecha del POUM) en el Boletín de Discusión editado por el CDC … nº 1 (1-7-1939), dirigido y elaborado por Josep Rebull. Este grupo también editó en París un número de su órgano La Voz Leninista. El otro grupo (molinierista), que editaba Nuevo Curso, publicó un mes después, en agosto, un largo artículo en L’Expérience espagnole, nº 2 (août 1939), editado por el CE del POUM, firmado por « O. Emem », seudónimo de Eduardo Mauricio. Eduardo Mauricio había conseguido captar a Miguel Olmeda y Antonio Rodríguez [hermano de « Quique » Rodríguez], para el antiguo grupo liderado por « Fosco » y « Sonia », que había cambiado su nombre de Grupo Bolchevique Leninista « Le Soviet », por el de Grupo Bolchevique-Leninista « Nuevo Curso ». Rebull publicó en su Boletín (de julio) la correspondencia mantenida con el Grupo Nuevo Curso.

[144]Celebrado a finales de marzo de 1939.

[145]La fracción de izquierda estaba dirigida por Andrade, Molins y Solano.

[146]El centro estaba dirigido por « Gorkin », Bonet y « Gironella ».

[147]Rebull subrayaba el carácter ALTERNATIVO de los CDC, surgidos de la base militante, frente a las tendencias burocráticas de los jefes del partido, ya fueran de izquierda, derecha o centro.

[148]El Congreso finalmente no se realizó, puesto que con el inicio de la segunda guerra mundial, a principios de septiembre de 1939, era imposible cualquier tipo de actividad política de los españoles exiliados en Francia.

[149]En 1945 Rovira y el sector más derechista-catalanista del partido fundó el Moviment Socialista de Catalunya (MSC), en unión de elementos de procedencia socialista y estalinista. Una minoría de militantes dió continuidad a las siglas de un POUM que no tendría ya incidencia alguna en el movimiento obrero.

[150]Que se desarrolló en catalán.

[151]Se reproducen sólo las preguntas originales. No se reproducen las respuestas escritas en catalán, por Josep Rebull, sino sólo un comentario de las mismas.

[152]Véase las notas a pie de página números 82, 116 y 117.

[153]Nótese que se trata de una valoración totalmente opuesta al análisis que hacían sobre este mismo tema los trosquistas.

[154] »A la deriva » se ha reproducido en el punto 8, cuaderno nº 19 de Balance.

[155]Teresa Rebull (nombre auténtico: Teresa Soler), la compañera de Josep Rebull, fue miembro de la célula 72.

[156]Son los artículos o contratesis publicadas en los Boletines de discusión para el II Congreso del POUM, editados por el Comité Local del POUM en Barcelona. Todos ellos se reproducen íntegramente en los números 19 y 20 de Balance. Josep Rebull no guardaba copia de estos documentos, y fue muy gratificante poder facilitarle una fotocopia de los mismos.

[157]Véase los artículos o contratesis publicados por Josep Rebull en abril y mayo de 1937 en el Boletín Interior. Órgano de discusión para el II Congreso, firmados por la célula 72.

[158]Se trata del artículo « Las Jornadas de Mayo », publicado en el número 2 del Boletín Interior para la discusión del II Congreso, y reeditado (con algunas pequeñas modificaciones) en julio 1939 en París.

[159]Josep Rebull ponía en duda el carácter revolucionario del POUM, dada la política seguida por el CE desde julio de 1936. Veáse por ejemplo « Por una discusión democrática ».

[160]Josep Rebull fue secretario del Comité Local de Barcelona con posterioridad al 16 de junio de 1937. El anterior secretario Josep Martí había pasado a ser miembro del CE clandestino del POUM.

[161]Véase el Boletín de discusión, editado por el Comité de Defensa del Congreso, nº 1, París, julio de 1939. Véase en ese Boletín « Tres tácticas y un movimiento », firmado por J. Rebull; « Carta de una camarada », firmado por J.S. Durán; así como « Correspondencia cruzada entre el Comité de Defensa del Congreso y la tendencia Bolchevique-Leninista del POUM » y « Los reformistas « prácticos contra las tesis revolucionarias « teóricas » », firmado por una denominada Oposición Bolchevique- Leninista del POUM.

[162]Robert Verdeaux, militante de Union Communiste, albergó en su casa a Josep Rebull, en el período inmediato a su decisión de marchar a la « zona libre », facilitándole la cartilla militar y otros documentos identificativos. Así pues Josep Rebull vivió hasta la liberación bajo la identidad de Robert Verdeaux. [Véase la carta de Josep Rebull a Gaston Davoust].

[163]El deseo de Josep Rebull de que sus respuestas no sirvieran para atacar personalmente a nadie, espero haberlo conseguido, a no ser que se considere que la historia es siempre hagiografía. Creo además que ese deseo expresa magníficamente la personalidad de Josep Rebull, así como su relación política crítica, pero respetuosa y sincera, con sus camaradas de partido.

[164]Incluso Andrade, su fiel colaborador, calificó de gravísimo error la entrada de Nin en el gobierno de Tarradellas.

[165]Cargo que Nin desempeñó desde el 26 de septiembre hasta el 13 de diciembre de 1936, cuando fue expulsado por presiones estalinistas.

[166]Josep Rebull sostenía que el CCMA era un organismo de doble poder e identificaba, pues, la existencia del CCMA con el período de la dualidad de poderes. No compartimos este análisis de Josep Rebull puesto que consideramos que el CCMA fue un organismo de colaboración de clases, y que si existió en las primeras semanas, en Cataluña, una situación de doble poder, ésta no se dió entre el CCMA y el gobierno de la Generalidad, sino entre la miríada de comités revolucionarios, no coordinados ni centralizados, y el CCMA.

[167]NIN, Andrés: « A la Comisión Ejecutiva del Partido Socialista. (Barcelona, 22 de enero de 1937) ».

[168]Cfr.: « Empieza la represión estalinista contra el POUM de Madrid », en La Batalla (9-2-1937).

[169]Preferimos no citar esa correspondencia, para no dar ningún nombre.

[170]Véase el artículo de Tosstorff señalado en la bibliografía.

[171] »Allí [el congreso del POUM convocado en junio de 1937] la izquierda luchará por ganarse a una mayoría del congreso y lograr el control del partido ». Carta de Lois Orr, reproducida en Historia Oral núm. 3, p. 103.

[172] »Gorkin » consideraba que en 1939 sólo el inicio de la Segunda Guerra Mundial impidió la escisión del POUM, en El POUM ante el reagrupamiento socialista. Ed. POUM, México, 1946, p. 6.

[173]SOLANO, Wilebaldo: El POUM en la historia. Andreu Nin y la revolución española. Los libros de la catarata, Madrid, 1999.

[174]Dos citas (p. 97 y 113 de la op. cit.) que, misteriosamente, ni siquiera están recogidas en el índice onomástico.

[175]Solano, op. cit. pág. 113.

[176]Ese era precisamente el reproche que le hacía « Munis » a Josep Rebull: que no llevara a cabo una lucha fraccional. Véase el artículo de « Munis » que reproducimos en el punto 28. Por otra parte es muy significativo que en el detallado informe realizado por « Rosalio Negrete » a « Oehler », en diciembre de 1936, sobre las distintas fracciones y tendencias existentes en el POUM, no salga a relucir el nombre de Rebull. Esto se debe a que Rebull siempre se mantuvo al margen de las luchas de fracciones y su oposición estuvo siempre dentro de las más estrictas normas de una discusión precongresual. Por otra parte, cabe recordar que el POUM no admitía las fracciones, que eran consideradas motivo de expulsión.

[177]Era muy fácil que el limitar y encuadrar su lucha en el marco de una discusión precongresual la acabase convirtiendo en un callejón de componendas formalistas y burocráticas, o bien acabara con su expulsión del partido.

[178]Increíblemente este texto de Nin, ya sea por desconocimiento o por desidia, no ha sido recogido en ninguna de las numerosas recopilaciones existentes de sus escritos. No es siquiera el único texto de Nin no recogido en las antologías de sus escritos: así por ejemplo sus intervenciones en el II Congreso Regional de Valencia del POUM, publicadas en El Comunista, Organo de la Federación Levantina del POUM, Valencia, números 24 y 25 (23 y 30 enero 1937); o las Tesis políticas preparadas por Nin para el II Congreso, que se publicaron en el Boletín Interior, Organo de información y discusión del POUM, nº 4, Barcelona, 5-4-1937.

[179]Recogido, con muchos otros textos de « Munis » y « Fosco », en GUILLAMON, Agustín (dir.): Documentación histórica del trosquismo español (1936-1948). De la guerra civil a la ruptura con la IV Internacional. Ediciones de La Torre, Madrid, 1996.

[180]Sirva como resumen significativo de las críticas de Trotsky al POUM el siguiente fragmento, extraído de un borrador inacabado (interrumpido por el asesinato de su autor en agosto de 1940), que fue publicado posteriormente como un artículo más: « En mayo de 1937, los obreros de Cataluña se sublevaron, no sólo a pesar de sus propias direcciones sino en contra suya. Los dirigentes anarquistas (….) han repetido cientos de veces en la prensa que si la CNT  hubiese querido tomar el poder en mayo, lo hubiese hecho sin dificultad. Y esta vez, lo que dicen los anarquistas es la pura verdad. La dirección del POUM se colgó literalmente de los faldones de la CNT, y se contentó con cubrir su política de una fraseología diferente. Debido solamente a ésto, la burguesía consiguió aplastar la sublevación de mayo (…) las masas, que han intentado sin cesar abrirse un camino hacia la vía correcta han descubierto que la construcción, en el fragor mismo del combate, de una nueva dirección que respondiera a las necesidades de la revolución, era una empresa que sobrepasaba sus propias fuerzas. Estamos en presencia de un proceso dinámico en el cual las diferentes etapas de la revolución se suceden rápidamente, en el curso del cual la dirección, es decir distintos sectores de la dirección, desertan y se pasan de un solo golpe al lado del enemigo de clase (…)

El POUM estaba en España a la izquierda de los demás partidos y contaba, incontestablemente, en sus filas, con sólidos elementos proletarios revolucionarios (…) Ahora bien, este partido desempeñó, precisamente, un papel funesto en el desarrollo de la revolución española. No ha conseguido convertirse en un partido de masas, porque para conseguirlo hubiese tenido que destruir antes a los otros partidos, y esto sólo era posible mediante una lucha sin compromisos, una denuncia implacable de su carácter burgués. Ahora bien, el POUM, aunque criticaba a los antiguos partidos, se subordinaba a ellos en todas las cuestiones fundamentales. Participó en el bloque electoral « popular »; entró en el gobierno que acabó con los comités obreros; luchó por reconstruir esta coalición gubernamental; capituló en todo momento ante la dirección anarquista…) tomó una actitud dubitativa y no revolucionaria con respecto a la insurrección de mayo del 37.

(…) el POUM ha sido un partido centrista (…) freno de la revolución (…) las masas catalanas eran mucho más revolucionarias que el POUM, que a su vez era mucho más revolucionario que su dirección.

(…) La falsificación histórica consiste en hacer recaer la responsabilidad de la derrota española sobre las masas obreras y no sobre los partidos que han paralizado, o pura y simplemente aplastado, el movimiento revolucionario de las masas.(…)

El proletariado español ha sido víctima de una coalición formada por imperialistas, republicanos españoles, socialistas, anarquistas y en el ala izquierda por el POUM. Todos juntos han paralizado la revolución (…) El POUM, por supuesto, no quería esto. Quería, por una parte, participar en el gobierno republicano e integrarse como oposición pacífica y leal en el bloque general de los partidos dirigentes, y, por otra parte, mantener con ellos apacibles relaciones de camaradería en una época de encarnizada guerra civil.

(…) Víctor Serge (…) escribió que Nin no quería someterse a las órdenes procedentes de Oslo o Coyoacán. ¿Puede verdaderamente un hombre serio reducir la cuestión del contenido de clase de la revolución a comadreos tan mezquinos? (…) No comprenden ni tan siquiera el significado de la cuestión en sí misma. ¿Cuál puede ser en verdad, el significado del hecho de que el proletariado al que le « faltaba madurez » haya creado sus propios órganos de poder, haya intentado regular la producción tras la toma de las empresas, mientras que el POUM empleaba todas sus fuerzas en no romper con los anarquistas burgueses que, aliados con los republicanos burgueses y con los no menos burgueses socialistas y estalinistas, atacaban y estrangulaban la revolución proletaria? » [Fragmento tomado del artículo de Trotsky titulado « Clase, partido y dirección: ¿por qué ha sido vencido el proletariado español? (Cuestiones de teoría marxista) »; publicado en BROUE, Pierre: León Trotsky. La revolución española (1930-1940. Fontamara, Barcelona, 1977, vol. 2, pp. 303-320].

[181]Los artículos antitrosquistas del POUM son:

« Spectator » [LANDAU, Kurt]: « Sobre la cuestión del trotskismo ». La Batalla nº 222 (20-4-1937).

GORKIN, J.G.: « Ni stalinistas ni trotskistas ». La Batalla nª 224 (22-4-1937).

GORKIN, J. G.: « El trotskismo y el POUM ». La Batalla nº 226 (24-4-1937).

A estos tres artículos firmados, puede añadirse otro publicado anónimamente, en La Batalla (25-3-1937): « A propósito de unas declaraciones de Trotsky sobre el POUM ».

[182]Véase nota 55.

[183]La dura polémica entre Nin y Trotsky, caso no infrecuente entre revolucionarios que defienden sus posiciones políticas de forma intransigente, no debe hacernos olvidar que ambos fueron asesinados por el estalinismo. Quien quiera profundizar en las posiciones del POUM y Trotsky sobre la guerra civil y el proceso revolucionario puede consultar el punto de vista poumista en IGLESIAS, Ignacio: León Trotsky y España (1930-1936). Ed. Júcar, Barcelona, 1977; y la visión favorable a Trotsky en BROUE, Pierre: León Trotsky. La revolución española (1930-1940), Fontanella, Barcelona, 1977, vol. 2, pp. 321-335.

[184]Esas dos obras fundamentales para comprender la guerra civil, el proceso revolucionario, y el papel jugado por el estalinismo, son: BOLLLOTEN, Burnett: La Guerra Civil española: Revolución y contrarrevolución. Alianza Editorial, Madrid, 1989; BROUE, Pierre: Staline et la révolution. Le cas espagnol (1936 – 1939. Fayard, Paris, 1993.

[185]Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM): « Los Comités de defensa de la revolución ». [Manifiesto. Barcelona, mayo-junio 1937]. La « hipotética » respuesta de Nin a las contratesis de Rebull puede « intuirse » en el artículo de Nin publicado en Juillet, en las Tesis políticas preparadas por Nin para el II Congreso, publicadas en el Boletín Interior. Órgano de Información y discusión del Comité Ejecutivo del POUM nº 4 (5-4-1937), y en sus intervenciones en el II Congreso Regional de Valencia del POUM.

[186]Publicado en francés en el número 1 (único) de Juillet. Revue internationale du POUM. Barcelone-Paris, Juin 1937. [En la Fundación Pablo Iglesias, de Madrid, puede consultarse las fotocopias de un ejemplar íntegro de Juillet].El artículo está fechado por su autor en Barcelona, el 19 de mayo de 1937. Este artículo, hasta ahora inédito en lengua española, no ha sido recogido en ninguna de las diversas antologías de escritos de Andrés Nin, aunque es brevemente comentado por Bonamusa (op. cit., pp. 382-384). Sin embargo, no se trata de un artículo menor, carente de interés, sino como podrá comprobar el lector de un artículo IMPRESCINDIBLE para comprender el pensamiento y la evolución política de Nin. La fecha en que fue escrito, tras las Jornadas de Mayo, otorga aún mayor importancia a las afirmaciones realizadas por Nin en este artículo.

[187]Este es el único artículo en el que Nin polemiza con los trosquistas, y puede considerarse por lo tanto como la réplica de Nin a las durísimas críticas de Trotsky. La posición del POUM respecto a la cuestión Trotsky fue siempre la de solidaridad frente a la persecución política de que era objeto el militante revolucionario, pero también de absoluta oposición a su ingerencia política en las cuestiones españolas y la táctica propugnada por el POUM.

[188]La contundencia de esta afirmación de Nin, en mayo del 37, es de una importancia extraordinaria. La negación de que la insurrección revolucionaria de julio de 1936 hubiera conducido a una dualidad de poderes, que es un lugar común en la historiografía académica, cuenta con numerosas opiniones contrarias entre los más destacados líderes de la época [vgr.: Tarradellas, Azaña, García Oliver, etc…], y confiere al pensamiento político de Nin un notable interés. Y es la clave que nos permite entender la réplica de Nin a las críticas de Trotsky. Para Nin no hay dualidad de poderes, y el Comité Central de Milicias Antifascistas no es el embrión del poder proletario, sino un organismo de colaboración de clases. Por lo tanto, en un desarrollo coherente de esta tesis, la participación de Nin en el gobierno de la Generalidad no es una « traición », ni significa que « se inicie » un proceso de colaboración con el Estado republicano para reforzar el poder burgués (como afirman los trosquistas), sino la continuidad de la participación del POUM en el Comité Central de Milicias Antifascistas. También los bordiguistas (véase el número 1 de Balance) negaban que el 19 de julio del 36 se hubiese constituido en España una situación de doble poder. Para una ampliación sobre el tema cfr. BROUE, Pierre: « Los órganos de poder revolucionario: ensayo metodológico », en VV.AA.: Metodología histórica de la guerra y la revolución españolas, Fontamara, Barcelona, 1980.

[189]En todo el párrafo subyace claramente una concepción burocrática y elitista del partido revolucionario como fabricante de consignas que las masas aceptan o no. No se trataba de lanzar consignas más o menos acertadas, sino trabajar en el seno de los comités para conseguir que fueron elegidos democráticamente en las asambleas, con cargos revocables en todo momento por esa asamblea, ante la que tendrían que pasar cuentas de su gestión, en lugar de ser comités nombrados a dedo por la burocracia sindical, y dependientes pues de las decisiones de esa burocracia.

[190]La crítica que hace Rebull al CE del POUM no es la de no crear comités, sino la de no trabajar en transformar esos comités, organismos imperfectos e incompletos de poder obrero, en consejos obreros, y sobre todo en combatir por su coordinación y centralización, de forma que puedan constituir un gobierno de consejos obreros capaz de implantar la dictadura social del proletariado.

[191]La táctica política del CE del POUM no se caraterizó, según las críticas realizados por Josep Rebull, por un cambio dialéctico de las consignas a la realidad social e histórica, como afirmaba Nin en estos párrafos. Según Rebull los constantes cambios de las consignas lanzadas por el CE del POUM se debían al confusionismo, la incoherencia y la contradicción teórica; y Rebull daba numerosos ejemplos, que pueden consultarse en los artículos reproducidos en los cuadernos 19 y 20 de Balance. Señalemos a vuelapluma los más destacados: 1.- Nin dijo que ya existía la dictadura del proletariado . 2.- Nin propuso un gobierno obrero (sin la participación de partidos burgueses) al tiempo que entraba en el gobierno burgués de la Generalidad. 3.-La entrada en el gobierno Tarradellas como ministro de Justicia supuso la disolución de los comités revolucionarios locales. 4.- Nin, personalmente, acompañó a Tarradellas para conseguir la sumisión del Comité Ejecutivo de Lérida a la autoridad del gobierno burgués de la Generalidad. 5.- Nin en este artículo está defendiendo los comités, y en la práctica contribuyó a su disolución y debilitamiento. Y habría un etcétera muy extenso, que puede completarse con la lectura de las contratesis de Josep Rebull.

[192]En la historiografía sobre la guerra civil española existe un vacío casi absoluto sobre los Comités de Defensa, existentes en cada barrio de Barcelona. Como acertadamente afirmaban Nin y Rebull fueron éstos los que organizaron la lucha callejera en mayo de 1937. Son estos Comités de Defensa los que explican el alzamiento « espontáneo » de la ciudad de Barcelona, si por « espontaneidad » entendemos que las barricadas y la movilización obrera se produjo sin orden alguna de los órganos de dirección cenetistas.

[193]Todo este capitulillo parece el borrador de la respuesta que Nin preparaba a una de las argumentaciones más destacadas de las contratesis elaboradas por Josep Rebull: la necesidad de restablecer (en 1937) una situación de doble poder para el triunfo de la revolución en España.

[194]Nin parece haber abandonado definitivamente la tesis de que existía la posibilidad de una toma del poder no violenta, tan obstinadamente defendida por la dirección del POUM hasta las Jornadas de mayo: « Habíamos incluso afirmado que la clase obrera podía tomar el poder sin necesidad de recurrir a la insurrección armada » (NIN, Andrés: « El significado y alcance de las Jornadas de Mayo frente a la contrarrevolución ». Manifiesto escrito por Nin, pero suscrito por el Comité Central del POUM y distribuido profusamente en Barcelona, tras los Hechos de Mayo).

[195] »Munis » realiza una crítica brutal y despiadada de Josep Rebull, que contrasta con la benevolencia y esperanza que diversos grupos trosquistas extranjeros depositaban en la capacidad de la célula 72 (o más pomposamente de la llamada « izquierda del POUM en Barcelona »), para « llevar al POUM » por la vía revolucionaria.

[196]Josep Rebull fue secretario de la célula 72 del POUM. En diciembre de 1937 y marzo de 1939 asistió a los Plenos del CC del POUM. Al primer pleno asistió como secretario del CL de Barcelona, al segundo FUE expresamente invitado por el CC. Véase notas 82, 116 y 117.

[197]Aquí Munis hace referencia a la carta, fechada el 26 de junio de 1937, en la que la Sección Bolchevique-Leninista de España hacía un llamamiento a la izquierda del POUM y a Los Amigos de Durruti para establecer una plataforma de acción común frente a la represión.

[198] »Munis » alude al aislamiento de Josep Rebull, que no consiguió siquiera el apoyo del resto de integrantes de la célula 72.

[199] »Munis » se refiere a la persecución política de los militantes del POUM por el estalinismo, iniciada el 16 de junio con la detención del CE del POUM y el secuestro y desaparición de Nin.

[200]Se trata de Josep Rebull, secretario de la célula 72, administrador de La Batalla, hermano de « David Rey ». La clandestinidad fuerza a « Munis » a no facilitar el nombre de Josep Rebull.

[201]Se trata de la « Resolución presentada al Comité Central del POUM por José Rebull. (Barcelona, 27 octubre 1937) ». Se reproduce en el punto 16 del cuaderno nº 20 de Balance.

[202]Se trata de las contratesis políticas de la célula 72, redactadas por Josep Rebull, que se presentaban en oposición a las tesis del CE, que debían debatirse en el II Congreso del POUM, que tras sucesivos aplazamientos no llegó a convocarse, puesto que el POUM fue ilegalizado y perseguido desde el 16 de junio de 1937. Estas contratesis de la célula 72 son: « Contratesis Política para el II Congreso del POUM, que presenta la célula 72, distrito V de Barcelona », « A la deriva. La dirección del POUM durante las jornadas de julio. (Aclaraciones a la Contratesis Política) », « Por la creación de los Consejos de Obreros, Campesinos y Combatientes. (Aclaraciones a la Contratesis Política) », publicadas en el Boletín Interior. Órgano de discusión para el II Congreso del Comité Local de Barcelona del POUM, número 1, Barcelona 23 abril 1937. Con posterioridad a las jornadas de mayo se editó un segundo número de este boletín, en el que la célula 72 publicó « La consigna « gobierno CNT-UGT », « Sobre la dualidad de poderes. (Aclaraciones a la Contratesis de la Célula 72) » y « Las jornadas de mayo », en Boletín Interior. Órgano de discusión para el II Congreso del Comité Local de Barcelona del POUM, número 2, Barcelona, 29 mayo 1937. Todos las contratesis han sido publicadas en el cuaderno nº 19 de Balance.

[203]Josep Rebull no aceptaba estas críticas al BOC. El propio Josep Rebull se había presentado además en las listas electorales del POUM, en febrero de 1936, por la provincia de Tarragona.

[204]Probablemente « Munis » se refiere a la política del BOC y a su líder Maurín, al que se creía fallecido en julio de 1936.

3 Réponses to “2000-05 Josep Rebull de 1937 a 1939: la crítica interna a la política del CE del POUM durante la Guerra de España [Guillamón]”

  1. Un théoricien révolutionnaire : Josep Rebull (Guillamón) « La Bataille socialiste Says:

    […] nous a autorisés à reproduire son article sur Josep Rebull tel qu’il est paru dans Balance. Nous nous sommes permis de petites compressions dans les notes notamment ainsi que leur […]

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  2. Josep Rebull, la voie révolutionnaire | Blog de Stéphane J. Says:

    […] de Chazé Chroniques de la Révolution espagnole (Spartacus, 1979), dans la revue barcelonaise Balance N°19-20 (2000) et les Cahiers Léon Trotsky N°71 (2000). Nous avons contribué, sur MIA d’abord puis sur […]

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  3. #117: Josep Rebull | ANÁBASIS – Ανάβασις Says:

    […] pelotón de fusilamiento que haber sido juzgados por traidores a la República”. Agustín dedicó dos números de Balance a este personaje, recientemente recopilados y ampliados en un libro de la editorial […]

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