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La Revolución rusa: Una interpretación crítica y libertaria

7 mars 2017

FEBRERO

Introducción

La revolución rusa fue fruto de un amplio y profundo movimiento de masas. No la hizo ni la dirigió ningún individuo o partido, sino que fue una tempestad popular que lo arrolló todo a su paso, superando a todas las organizaciones e instituciones existentes. Fue una revolución propulsada desde abajo hacia arriba, que produjo órganos de poder obrero y de democracia directa como los soviets o consejos de delegados obreros.

Los soviets surgieron en 1905 como amalgama de organizaciones muy diversas del proletariado revolucionario: comités de huelga, cajas de resistencia y ayuda mutua, comités de barrio, comisiones representativas y diputados de obreros (y más tarde también de campesinos y soldados) elegidos como representantes en el Consejo/Soviet de una ciudad o comarca. Tanto los eseristas de izquierda (SR, Partido social-revolucionario) como los anarquistas participaban en los soviets, impulsándolos como la organización revolucionaria del proletariado y único instrumento capaz de derrocar al Estado zarista y ejecutar una profunda revolución social. La diferencia entre eseristas de izquierda y anarquistas radicaba en que los primeros querían apoderarse del poder estatal y los segundos destruirlo.

El anarquista Volin fundó en 1905 el primer soviet; pero Lenin en 1917 supo obtener la mayoría en esos organismos y cabalgar la oleada revolucionaria para convertir al partido bolchevique en la dirección (prescindible y manipuladora) de un movimiento popular de características y aliento libertarios. Sin embargo, los militantes anarquistas, aunque muy activos e incómodos en determinadas luchas, eran sólo un pequeño grupo, desorganizado y sin influencia, que salvo raras excepciones no obtuvieron representación en los soviets.

Según el historiador Pierre Broué, la socialdemocracia rusa, ya escindida desde 1903 entre bolcheviques y mencheviques, por cuestiones organizativas, hizo tres análisis distintos de la naturaleza del proceso revolucionario iniciado en 1905: el de Plejanov (menchevique), el de Lenin (bolchevique) y el de Trotsky (independiente).

Para Plejanov la revolución sólo podía ser burguesa. El Estado dejaría de ser dirigido por la nobleza feudal para pasar a manos de la burguesía. La clase obrera sólo jugaba el papel de aliado de la burguesía. Consolidada ésta, los trabajadores seguirían la vía democrática y parlamentaria, para ir adquiriendo gradualmente mayores cuotas de poder, hasta llegar a instaurar por fin el socialismo nacional en un incierto y lejano futuro.

Lenin admitía el carácter burgués de la revolución, pero negaba que hubiera de ser dirigida por la burguesía, demasiado débil para enfrentarse a la nobleza. Planteó la alianza de obreros y campesinos como la vía capaz de imponer un poder revolucionario, que realizaría una profunda reforma agraria sin superar aún las estructuras capitalistas. Con el desarrollo y consolidación del capitalismo en la atrasada Rusia, el proletariado incrementaría su número y se fortalecería hasta que llegase el momento de tomar el poder y empezar a construir el socialismo.

La posición de Trotsky, distinta de bolcheviques y mencheviques, consideraba que los obreros ya estaban capacitados para tomar el poder, y se diferenciaba de la de Lenin en que consideraba que la ausencia de condiciones objetivas para iniciar el socialismo serían suplidas por el carácter permanente de la revolución, que permitiría saltarse las etapas intermedias, consideradas por los marxistas como imprescindibles para pasar de la revolución burguesa a la socialista.

Lenin se adhirió a la posición de Trotsky con las llamadas Tesis de Abril, enfrentándose a la inmensa mayoría de bolcheviques, que sostenían el carácter exclusivamente burgués de la Revolución de Febrero (de 1917).

De 1905 a la Primera Guerra Mundial

La guerra ruso-japonesa fue un inmenso desastre bélico y económico, desencadenante de una protesta popular que se transformó en la primera etapa del proceso revolucionario ruso.

El 3 de enero de 1905 se inició la huelga en la fábrica Putilov de San Petersburgo. El domingo día 9 (“Domingo sangriento”) las tropas zaristas dispararon sobre una multitud pacífica e indefensa, encabezada por el pope Gapón, que intentaba entregar un memorial de quejas al zar, produciendo centenares de muertos y miles de heridos. La huelga se extendió a todo el país durante dos meses.

En junio se produjo el motín de los marineros del acorazado Potemkin en el puerto de Odesa; en octubre la revuelta de las tripulaciones de Kronstadt; y en noviembre la sublevación de once buques en la base naval de Sebastopol.

En San Petersburgo surgieron los primeros soviets, de corta duración. El gobierno zarista respondió con una brutal represión. Ante la amenaza de huelga general, Nicolás II prometió convocar la Duma.

En junio de 1906 se reunió la I Duma (Parlamento ruso), de mayoría cadete (KD o Partido Constitucional Democrático), con la intención de implantar un auténtico régimen parlamentario fundamentado en una reforma agraria capaz de crear una clase media campesina (los kulaks).

El nuevo primer ministro Piotr Stolypin impulsó un plan de reformas encaminadas al surgimiento de un proletariado agrícola, que a su vez incrementaría la influencia de los partidos socialistas en la II Duma (de febrero a junio de 1907)

El movimiento revolucionario, iniciado en 1905, se desplazó de las ciudades a las aldeas campesinas. La permanente agitación social provocó una modificación retrógrada del sistema electoral, con la que fue elegida la III Duma (1907-1912), de composición y vocación autocrática, conocida como parlamento de “los señores, popes y lacayos”. El zafio campesino siberiano Rasputín ejerció una nefasta influencia en la zarina, desacreditando al zarismo, incluso entre sus más fieles adeptos.

Stolypin fue asesinado en 1911, sucediéndole unos ineficaces primeros ministros, que encontraron en la IV Duma una asamblea dócil, poco dada a las reformas e incapaz de hacer concesiones a las agitaciones obreras de 1912. El reformismo zarista, demasiado timorato, se había saldado con un rotundo fracaso.

La Primera Guerra Mundial

Rusia no estaba preparada para una guerra de desgaste como la que se planteó en 1914. El ejército zarista carecía de armamento moderno, medios de transporte adecuados, cuadros de mando eficientes, tácticas apropiadas, una red logística, etcétera; sólo contaba con una inmensa masa de soldados dirigidos por una oficialidad inepta, captada entre la corrupta nobleza.

Fueron movilizados cerca de quince millones de hombres, conscientes de su escasa valía militar, considerados mera carne de cañón por una oficialidad brutal. El número de muertos, heridos y prisioneros rusos fue aproximadamente de cinco millones y medio de hombres. La cifra de desertores aumentaba incesantemente, extendiendo el descontento y las ideas revolucionarias.

Tras el éxito inicial de la ofensiva rusa en Galitizia (1914), que obligó a los austríacos a retroceder a los Cárpatos, las deficiencias técnicas del ejército ruso, la ineptitud del mando y el caos burocrático provocaron el desplome del frente, permitiendo que los alemanes ocuparan las provincias imperiales de Polonia y Lituania (1915).

La posterior ofensiva rusa de Brusilov en Bukovina y Galitizia, terminó con unas terribles pérdidas de muertos y heridos, que dieron paso a los primeros síntomas de descontento generalizado en el ejército zarista (1916).

Los soldados carecían de armas y de botas, imprescindibles en el duro clima ruso. Los suministros escaseaban y apareció el hambre. En este contexto, la disciplina militar tendía a quebrarse. Los desertores se contaban ahora por millares. Las divisiones sólo existían sobre el papel, porque en realidad no eran más que una multitud desorganizada, mal alimentada y mal equipada, enferma, indisciplinada y peor dirigida.

El despotismo de los oficiales sobre la tropa era intolerable por su crueldad y corrupción. Algunos mandos habían llegado a vender la madera y el alambre de espino necesarios para construir las trincheras.

En octubre de 1916 el saldo bélico era de un millón ochocientos mil muertos, dos millones de prisioneros de guerra y un millón de desaparecidos. La guerra desembocó en un caos económico. La hambruna azotó a la población y las huelgas se generalizaron. El gobierno respondió enviando a los huelguistas al frente. Se extendió el descontento popular. Los obreros revolucionarios de las ciudades llevaron su protesta a los soldados, que en su gran mayoría habían sido reclutados entre los sumisos campesinos. La rebelión prendió con rapidez entre esos soldados-campesinos. Se organizaron soviets de obreros, soldados y campesinos, y en el ejército sólo se hablaba ya de paz y del reparto de la tierra. Los motines eran habituales.

La Revolución de Febrero de 1917

La falta de pan y todo tipo de suministros, las largas colas y el frío fundamentaron las protestas populares en Petrogrado. La falta de materias primas en las industrias provocó el despido de millares de proletarios. Como la mayoría de los hombres jóvenes habían sido reclutados, las mujeres alcanzaban el cuarenta por ciento de los trabajadores industriales.

El día internacional de la mujer, el 23 de febrero (8 de marzo, en el calendario gregoriano que se sigue en Occidente), se iniciaron las protestas. Las mujeres de la barriada obrera de Viborg, reunidas en asamblea, se declararon en huelga. Las lúdicas manifestaciones de la mañana se hicieron, por la tarde, masivas y broncas, con la incorporación de los obreros metalúrgicos. Se gritaba “¡Pan, paz y libertad!” y “¡Abajo el zar!” Los enfrentamientos con la policía mostraron cierta indecisión por parte de los cosacos, no habituados a la represión de motines urbanos. La izquierda, incluidos los bolcheviques (mayoritarios en Viborg), habían aconsejado no ir a la huelga y aguardar. Todos los partidos se vieron sorprendidos por la fuerza del movimiento. Al día siguiente, ciento cincuenta mil obreros se manifestaron en las calles, y los cosacos, las tropas más leales al régimen zarista, empezaron a verse desbordados. En algunos lugares se negaron a disparar, o lo hicieron por encima de las cabezas. La autoridad zarista se resquebrajaba. La ciudad estaba paralizada. En la plaza Znamenskaya se produjo un enfrentamiento de los cosacos contra la odiada policía zarista, en defensa de una multitud amenazada.

La escuadra del Báltico se sublevó y los marineros de Kronstadt fusilaron a cientos de oficiales. La huelga, iniciada por las obreras el día 23, se había convertido el 24 en huelga general y luego en la insurrección del día 25. El zar incrementó la represión. La ciudad estaba tomada militarmente. El domingo 26, al mediodía, se produjo una matanza en la plaza Znamenskaya, donde más de cincuenta personas murieron bajo los disparos de un destacamento de reclutas novatos del regimiento Volynsky. Tras la matanza una muchedumbre furiosa asaltó juzgados, comisarías y prisiones, liberando a los presos.

Las masas populares consiguieron el apoyo de varios cuarteles del ejército, que se enfrentaron a la policía. Los partidos de izquierda, mencheviques, social-revolucionarios y bolcheviques, se pusieron al frente del movimiento y, junto a los regimientos sublevados, se apoderaron de toda la ciudad. El motín generalizado de la guarnición militar del día 27 convirtió los motines y la insurrección de los días anteriores en una revolución. El 28 la bandera roja ondeaba sobre la prisión-fortaleza de San Pedro y San Pablo. Los policías eran perseguidos y linchados en la calle. Ese mismo día (28) en el ala izquierda del Palacio de Táuride se constituyó el Soviet de Petrogrado, mientras en el ala derecha se reunía la Duma, perfilándose ya físicamente, en el mismo edificio, dos centros rivales de poder.

El zar, reunido con sus asesores, intentó enfrentarse a la revolución con un cambio de gobierno. Pero la lentitud del zar resultó fatal para la autoridad establecida. Burguesía, generales y gran parte de la nobleza aconsejaron al zar la abdicación en favor de su hijo o de su hermano. Pero cuando el zar accedió, ya era demasiado tarde. El pueblo ruso exigía la república.

En febrero de 1917 se planteó una situación de “doble poder”. En oposición al Estado burgués, los soviets surgían como un gobierno alternativo de la clase obrera. El 1 de marzo se publicó la Orden número 1 del Soviet de Petrogrado, que impulsaba la elección de representantes de la tropa en el Soviet, penalizaba el maltrato de los oficiales, limitando los abusos de autoridad, al tiempo que urgía a los soldados insurrectos a reconocer de forma prioritaria la autoridad del Soviet sobre la Duma.

Nicolás II abdicó al día siguiente. Las negociaciones entre el Soviet y la Duma acordaron la formación de un Gobierno Provisional, en el que el príncipe Lvov detentaba el cargo de primer ministro. Cuando se anunció el nombre de Lvov al gentío, un soldado expresó su sorpresa: “¿lo único que hemos hecho es cambiar a un zar por un príncipe?” (Figes, p. 385).

DE FEBRERO A OCTUBRE DE 1917

El Gobierno Provisional

El poder de la calle, el poder real, lo detentaban los soviets, pero no tenían intención alguna de hacerse con el gobierno y asumir todo el poder. Así se planteó lo que Trotsky calificó como “la paradoja de Febrero”, esto es, que una revolución que había ganado las calles dio paso a un gobierno constituido en los salones. Del pacto del Soviet de Petrogrado con la Duma surgió un gobierno provisional republicano, que estaba formado mayoritariamente por cadetes (KD, Partido constitucional democrático) y algunos representantes de los eseristas (SR, Partido socialista revolucionario) de derecha, como Kerenski. La composición social del nuevo gobierno había pasado de la nobleza a la burguesía liberal.

Los soviets habían puesto en libertad a los presos políticos y organizado los abastecimientos. También habían disuelto a la policía política zarista, legalizado a los sindicatos, organizado a los regimientos adictos a los soviets, etcétera, sin esperar ningún decreto. El Gobierno se limitó a ratificar las decisiones tomadas por los soviets, que no habían tomado directamente el poder porque existía una mayoría de mencheviques y eseristas que “no consideraban en absoluto la posibilidad de exigir un poder que la clase obrera aún no está capacitada para ejercer” (Broué, El partido bolchevique, p. 114), de acuerdo con los análisis previos de esos partidos sobre la naturaleza del proceso revolucionario ruso.

Los bolcheviques, dirigidos por Kamenev y Stalin, apoyaban estos dogmas. En el órgano bolchevique Pravda se produjo un giro radical cuando, a mediados de marzo, Stalin tomó la dirección del periódico, puesto que empezaron a publicarse numerosos artículos que defendían la idea de continuar la guerra: “Los bolcheviques adoptan en lo sucesivo la tesis de los mencheviques según la cual es preciso que los revolucionarios rusos prosigan la guerra para defender sus recientes conquistas democráticas frente al imperialismo alemán” (Broué, p. 115). En la Conferencia del 1 de abril, los bolcheviques aprobaron la propuesta de Stalin de “apoyar al Gobierno Provisional”, así como la posibilidad de una fusión entre bolcheviques y mencheviques (Carr, tomo 1, pp. 92-93).

Estas posiciones políticas chocaban con la voluntad popular, que exigía el fin inmediato de la guerra y de sus penalidades. Las declaraciones del ministro de exteriores Miliukov de respetar los compromisos bélicos con los aliados y continuar la guerra hasta la victoria final, provocaron el 20 y 21 de abril algaradas y manifestaciones, que desembocaron en una crisis de gobierno que se saldó con la dimisión de Miliukov y la constitución de un gobierno de coalición entre cadetes, eseristas y mencheviques, con amplia mayoría de estos dos últimos. Kerenski obtuvo el ministerio de Guerra. El nuevo gobierno fue muy bien visto por los aliados, que habían comprendido la relación de fuerzas existente en Rusia y deseaban un gobierno fuerte, capaz de mantener a Rusia en la guerra.

Las Tesis de Abril

Lenin, contrariado por lo que consideraba una política suicida y catastrófica del partido bolchevique, escribió en marzo desde Zurich las llamadas “Cartas desde Lejos”, en las que detallaba el programa bolchevique para pasar a la segunda fase de la revolución: transformar la guerra imperialista en guerra civil, ningún apoyo al Gobierno Provisional, neta diferenciación con los mencheviques, expropiación de los latifundios, armamento de los trabajadores para formar una milicia obrera y preparar de inmediato la revolución proletaria: todo el poder del Estado debía pasar a los Soviets.

Los bolcheviques del interior, que no aceptaban las novedosas posiciones del lejano Lenin, sólo publicaron la primera de las cuatro cartas. Lenin y el resto de exiliados revolucionarios rusos en Suiza examinaron todas las posibilidades existentes para regresar rápidamente a su país. Como los aliados les negaban los visados, aceptaron regresar a Rusia cruzando el territorio alemán. Las autoridades alemanas pensaban que los revolucionarios rusos conseguirían crear una situación caótica, que aceleraría la derrota rusa. Lenin y sus acompañantes atravesaron Alemania en un tren “sellado”. Más tarde, los enemigos de Lenin y de los bolcheviques utilizaron este episodio para acusarles de ser espías alemanes.

Lenin llegó el 3 de abril de 1917 a la estación de Finlandia, en Petrogrado. Sus posiciones, conocidas como Tesis de Abril, fueron incomprendidas y rechazadas por la mayoría de dirigentes bolcheviques. El día 7 las publicó en un breve artículo (“Las tareas del proletariado en la presente revolución”) en el que tácitamente abrazaba la teoría de la revolución permanente de Trotsky. Afirmaba que era imposible acabar con la guerra sin vencer antes al capitalismo, por lo que era necesario pasar “de la primera etapa de la revolución, que entregó el poder a la burguesía, dada la insuficiencia tanto de la organización como de la conciencia proletarias, a su segunda etapa, que ha de poner el poder en manos del proletariado y de los sectores más pobres del campesinado”. Afirmó además que los bolcheviques se ganarían a las masas “explicando pacientemente” su política: “No queremos que las masas nos crean sin más garantía que nuestra palabra. No somos charlatanes, queremos que sea la experiencia la que consiga que las masas salgan de su error”. La misión de los bolcheviques, señalaba, era la de estimular la iniciativa de las masas. De estas iniciativas había de surgir la experiencia que diera a los bolcheviques la mayoría en los soviets: entonces habría llegado el momento en que los soviets podrían tomar el poder e iniciar la construcción del socialismo. Las tesis de Lenin introdujeron de forma inesperada y brutal un rudo debate en el seno del partido bolchevique. Pravda se vio obligada a publicar una nota en la que Kamenev advertía que “tales tesis no representan sino la opinión particular de Lenin”. Lenin se apoyó en los cuadros obreros para enfrentarse a la dirección del partido. Poco a poco consiguió algunos adeptos, como Zinoniev y Bujarin, y la oposición frontal de otros, como Kamenev.

El 24 de abril se convocó una Conferencia Extraordinaria, presidida por Kamenev, quien con Ríkov, y otros dirigentes, defendían las posiciones que el mismo Lenin había planteado en 1906. Kamenev llegó a afirmar que “es prematuro afirmar que la democracia burguesa ha agotado todas sus posibilidades”. Lenin respondió que aquellas ideas eran antiguas fórmulas que los viejos bolcheviques “han aprendido ineptamente en lugar de analizar la originalidad de la nueva y apasionante realidad”, para finalizar recordando a Kamenev la célebre frase de Goethe: “Gris es la teoría, amigo mío, y verde el árbol de la vida”. Aunque salió vencedor en las tesis políticas fundamentales, su victoria no era total, ya que, de los nueve miembros de la dirección, cuatro eran contrarios a sus tesis.

Trotsky había llegado a Rusia el 5 de mayo, siendo inmediatamente invitado a entrar en la dirección del partido. El VI Congreso del partido bolchevique se inició el 26 de julio, sin la presencia de Lenin, que había pasado a la clandestinidad, ni la de Trotsky, detenido en las “jornadas de julio”. Fue un congreso de fusión de varias pequeñas organizaciones con el Partido bolchevique, que agrupaba ahora a ciento setenta mil militantes, de los que cuarenta mil eran de Petrogrado. La dirección elegida era fiel reflejo de la relación de fuerzas presentes: de los veintiún miembros, dieciséis pertenecían a la vieja fracción bolchevique. Lenin, Zinoviev y Trotsky fueron los más votados. El triunfo de las Tesis de Abril era, ahora, total. El camino de la insurrección ya estaba libre de obstáculos internos (Broué, pp.116-126).

Los bolcheviques habían arrebatado el programa de los eseristas de izquierda y de los anarquistas: “Todo el poder para los soviets”, con el único objetivo de dirigirlo.

De julio a octubre

La dualidad de poderes se deslizó rápidamente hacia un enfrentamiento social, sin más alternativa que la continuidad de la guerra, como defendían nobleza y burguesía, o la paz inmediata, exigida por las clases populares. Lenin había señalado en mayo que “el país estaba mil veces más a la izquierda que los mencheviques y cien veces más que los bolcheviques”. Soldados, obreros y campesinos estaban cada vez más radicalizados, porque sufrían directamente las consecuencias de la guerra.

Pero el Gobierno Provisional prosiguió su aventura bélica, cediendo a la presión de los aliados y al patriotismo ruso, ordenando una ofensiva, dirigida por Brusilov, que terminó en catástrofe militar y deserciones masivas. La orden de trasladar los destacamentos de Petrogrado al frente provocó una sublevación de los soldados, a la que se sumaron los obreros. Las manifestaciones populares del 3 y 4 de julio culminaron con la ocupación de Petrogrado por las masas, que exigían la destitución del gobierno, todo el poder a los soviets, la nacionalización de la tierra y la industria, el control obrero, pan y paz.

Los cadetes aprovecharon la crisis para dimitir y Kerenski asumió la presidencia de un gobierno formado ahora sólo por eseristas y mencheviques. Los bolcheviques, tras una campaña de propaganda contra el gobierno, en la que reclamaban todo el poder para los soviets, consideraron prematura la insurrección, aunque ésta se produjo en las principales ciudades y, sobre todo, en la capital, Petrogrado.

Los bolcheviques fueron desbordados y se mostraron incapaces de detener el movimiento insurreccional. Llegaron a ser abucheados. Tras diez días de movilizaciones la insurrección se extinguió, sin un claro vencedor. Ahora se aceptó el llamamiento de los bolcheviques para regresar al trabajo.

El Gobierno Provisional acusó a los bolcheviques de los incidentes, y a Lenin de ser un espía alemán, sacando a la luz la historia del tren sellado. Algunos regimientos neutrales se pasaron al bando gubernamental y muchos obreros, mencheviques y eseristas, estaban confusos ante las calumnias. En esta coyuntura, favorable al gobierno, se inició la represión contra los bolcheviques. Se prohibió su prensa, se asaltaron sus locales. Trotsky y Kamenev fueron detenidos. Lenin se exilió en Finlandia. Los cuadros bolcheviques pasaron a la clandestinidad.

Pero el fenómeno más importante se estaba produciendo en las zonas rurales. Los campesinos no sólo habían dejado de creer en las promesas de reforma de los socialistas en los distintos gobiernos provisionales, sino que influidos por el llamamiento de los bolcheviques a la acción directa y la ocupación de la tierra, generalizaron en todo el país la ocupación de fincas. Los cadetes regresaron al gobierno y exigieron duras medidas para restablecer el orden. Kerenski, sin embargo, fue incapaz de establecer el orden social y la disciplina militar. La represión de los cosacos en las zonas rurales aproximó irremisiblemente a campesinos y bolcheviques, porque éstos sostenían la consigna de “paz, pan y tierra”.

En agosto, Kerenski convocó una Conferencia Nacional, que agrupaba a fuerzas políticas, sociales, económicas y culturales de todo el país, con el fin de conseguir “un armisticio entre el capital y el trabajo” (Broué, p. 128). Los bolcheviques boicotearon la Conferencia, que fracasó sin remedio: sólo quedaba el golpe de estado militar.

Burguesía, nobleza, aliados y Estado Mayor promovieron un golpe de estado, que había de dirigir el general Kornilov, hasta entonces hombre de plena confianza de Kerenski. Kornilov se dirigió el 25 de agosto a Petrogrado, al mando de las tropas cosacas. Kerenski destituyó a Kornilov, aunque siguió manteniendo con él unas confusas negociaciones, mientras cadetes y mencheviques abandonaban el gobierno. Kerenski, caricatura de un nuevo zar, se marchó al frente como medio para esquivar los problemas. Mientras tanto, en un Petrogrado abandonado por el Gobierno Provisional, los soviets organizaron la defensa contra la amenaza de Kornilov. Los marineros de Kronstadt liberaron a los bolcheviques detenidos, Trotsky entre ellos, y el partido abandonó la clandestinidad. Sus cuadros y militantes consiguieron de inmediato una mayoría aplastante en la guarnición militar y en las fábricas.

Trotsky obtuvo de nuevo la presidencia del Soviet de Petrogrado y formó el Comité Militar Revolucionario, un órgano del Soviet que fusionaba las tropas con la recién creada Guardia Roja, compuesta por grupos de obreros armados. Kornilov y sus cosacos ni siquiera pudieron llegar a Petrogrado. Los ferroviarios se negaron a hacer circular los trenes que transportaban las tropas golpistas, o los llevaron a otros destinos. Los propios soldados se amotinaron en cuanto conocieron su misión.

El 3 de septiembre Kornilov desistía del golpe de estado y se entregaba al Gobierno. El intento golpista había invertido la situación a favor de los bolcheviques. Las asambleas de soldados arrestaban, y a veces ejecutaban, a los oficiales sospechosos de simpatizar con la kornilovada, y aprobaban resoluciones a favor del poder soviético y de la paz.

OCTUBRE

El 31 de agosto el Soviet de Petrogrado reclamaba todo el poder para los soviets, y el 9 de septiembre condenaba toda política de coalición con la burguesía. El 13 de septiembre Lenin envió dos cartas al Comité Central (CC) del Partido bolchevique en las que planteaba que las condiciones para la toma del poder ya habían madurado suficientemente. Pero la mayoría del CC, capitaneada por Zinoviev y Kamenev, se oponía aún a la definitiva insurrección proletaria. Creían que las condiciones seguían tan inmaduras como en julio.

Trotsky apoyaba la insurrección si se la hacía coincidir con el Congreso de los Soviets, que proyectaba reunirse a finales de octubre. Lenin sólo obtuvo el apoyo del joven Smilga, presidente del Soviet de Finlandia.

El 10 de octubre, Lenin, disfrazado con peluca y gorra, y afeitada la perilla, llegó a Petrogrado desde su exilio finlandés, con el fin de arrancar al CC, como sucedió por diez votos contra dos (Zinoviev y Kamenev), una resolución favorable a la insurrección, para la que se iniciaron inmediatamente los preparativos (Broué, pp. 126- 134; Figes, pp. 456-507).

La Revolución de Febrero de 1917 había derrocado al zar e instaurado las libertades democráticas y una república burguesa. Pero el proceso revolucionario ruso no se detuvo aquí y quiso llegar hasta el final, para arrebatar el poder a la burguesía e instaurar el poder obrero de los soviets. Los preparativos de la insurrección nunca fueron secretos para nadie. Kamenev y Zinoviev llegaron a denunciarlo en la prensa. El Comité Militar Revolucionario (CMR), encargado de la insurrección en Petrogrado, organizó toda la operación. Por otra parte, la insurrección de Octubre no se produjo en realidad por una decisión tomada por el CC del Partido bolchevique, sino como rechazo del Soviet a la orden del gobierno Kerensky de enviar al frente a dos tercios de la guarnición de Petrogrado.

El gobierno burgués pretendía, otra vez, alejar a las tropas revolucionarias de Petrogrado, y sustituirlas por batallones contrarrevolucionarios. Las Jornadas de Octubre empezaron sólo unas semanas después de la kornilovada, contra el nuevo intento de aplastar la revolución, obligando al proletariado a tomar medidas insurreccionales para defenderla. Las fuerzas con las que contaba el CMR no eran numerosas, pero sí absolutamente decisivas: la Guardia Roja, los marineros de la flota del Báltico, la guarnición de la ciudad y los barrios obreros. En la insurrección tomaron parte activa unos treinta mil hombres. No fue necesario el levantamiento de los barrios obreros, que permanecieron tranquilos; ni el asalto a los cuarteles militares, porque ya habían sido ganados para la revolución antes de la insurrección.

La fecha de la insurrección se fijó para la noche del 24, porque el 25 de octubre se reunía el Congreso de los Soviets. Esa noche se detuvo a toda la oficialidad que no reconociera la autoridad del CMR, se ocuparon las comisarías de policía, las imprentas, los puentes, los edificios oficiales, se establecieron controles en las calles más importantes, se adueñaron del banco estatal, de las estaciones ferroviarias, del telégrafo, de las centrales telefónica y eléctrica. En sólo trece horas Petrogrado estaba en manos de los soldados y obreros revolucionarios a las órdenes del Soviet.

A las 10 de la mañana del 25 sólo quedaba en poder del Gobierno su propia sede, el Palacio de Invierno, que estaba sitiado desde hacía días. Al anochecer del día 25 el crucero Aurora disparó una salva que daba la orden de asalto al Palacio de Invierno. Lenin quería anunciar a la asamblea del Congreso de los Soviets la caída del Gobierno Kerenski. Las tropas que defendían el Palacio resistieron hasta que se les dio la oportunidad de huir. Al final, el Palacio de Invierno se rindió en la madrugada del 26 de octubre, tras un asalto conjunto de marineros, soldados y obreros. El Gobierno Provisional, que se había reunido para organizar la resistencia en la capital, fue detenido; pero Kerenski huyó, en un coche requisado en la embajada norteamericana.

Entre el 28 de octubre y el 2 de noviembre la insurrección obrera triunfó también en Moscú, y tras dos o tres semanas se había extendido prácticamente a toda Rusia. Esa misma madrugada del 26 de octubre, el II Congreso de los Soviets, con una amplia mayoría bolchevique, eligió un gobierno revolucionario, compuesto mayoritariamente por bolcheviques y eseristas de izquierda, y aprobó los primeros decretos del nuevo gobierno. Lenin fue elegido presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo. Se decretó la paz, y se pactó un alto el fuego inmediato en todos los frentes. Trotsky, que había sido nombrado Comisario de Asuntos Exteriores, fue quien llevó el peso de las negociaciones con Alemania.

El 2 de diciembre se firmó el armisticio y el 4 de marzo de 1918 la paz, llamada de Brest-Litovsk, que provocó una agria polémica entre quienes querían firmar la paz a cualquier precio, como medio de defender el nuevo Estado soviético, y los que proponían extender la guerra revolucionaria a Europa, lo que estuvo a punto de provocar una escisión en el partido bolchevique. Ucrania quedaba abierta al saqueo de los austríacos y alemanes.

Se decretó la confiscación de los latifundios y la entrega de las tierras a los soviets campesinos, el control obrero de la industria y la nacionalización de la banca. Se reconocieron los derechos de las nacionalidades, incluyendo el derecho a la autodeterminación y la libertad de separarse. El nuevo gobierno soviético, que no fue reconocido por los aliados, tenía además en su contra la radical oposición de todo el espectro político restante, desde la extrema derecha zarista hasta los mencheviques. El estallido de una guerra civil, con intervención de las potencias extranjeras, fue inevitable sólo algunos meses más tarde.

El régimen bolchevique

Los bolcheviques se encontraron políticamente aislados. Los mencheviques seguían considerando que la toma del poder por un partido obrero era una locura, puesto que las “condiciones objetivas” impedían ir más allá de las tareas propias de una revolución burguesa: se trataba de desarrollar las libertades democráticas. Los eseristas de derecha oscilaban entre pedir a los bolcheviques un suicidio político, esto es, la expulsión de Lenin y Trotsky, o la confrontación armada. Los eseristas de izquierda se enfrentaron con los bolcheviques a causa de las discrepancias existentes sobre la cuestión de disolver, o no, la Asamblea Constituyente. En este Parlamento, elegido por sufragio universal, los bolcheviques eran una minoría. Los eseristas de izquierda estaban mal representados, porque el Partido Socialrevolucionario había designado a los candidatos antes de la anunciada escisión del ala izquierda, que era mayoritaria en las bases y en el campo. Ante la negativa de la Asamblea Constituyente a aprobar la Declaración de Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado (aprobada por los soviets), los bolcheviques la abandonaron, y a continuación, un destacamento de guardias rojos entró en el hemiciclo y dio por terminadas las sesiones. Era el fin de la democracia parlamentaria en Rusia. Se iniciaba una peligrosa confusión y entrelazamiento entre la burocracia del aparato estatal y los cuadros del partido bolchevique.

La guerra civil y el comunismo de guerra (1918-1921)

La guerra civil empezó con el levantamiento, en mayo de 1918, de la Legión Checoslovaca, formada por unos cincuenta mil soldados, con mandos franceses. Marcharon hacia el oeste, y en poco tiempo llegaron al Volga. El éxito de la operación decidió a los aliados a intervenir, con el objetivo de ahogar la revolución y restaurar el régimen zarista. En junio, tropas anglo-francesas desembarcaron en Murmansk y en Arkangel. En agosto, los aliados desembarcan cien mil hombres en Vladivostok, con el pretexto de ayudar a la Legión Checoslovaca. En el Sur el general zarista Denikin organizó un ejército de voluntarios con material y suministros británicos: había nacido la Guardia Blanca.

En septiembre, Trotsky, creador del Ejército Rojo, obtuvo el primer éxito soviético con la derrota de los checos y la reconquista de Kazán. En 1919 los franceses se apoderaron de Odesa y Crimea; los ingleses se adueñaron de los pozos petrolíferos del Cáucaso y el Don. El suelo ruso estaba ocupado además por tropas norteamericanas, polacas, alemanas, austríacas y serbias. La situación era desesperada. Se había consumado el plan de Clemenceau de cercar a los bolcheviques. Pero las disensiones entre los aliados y la nulidad política de los generales de la Guardia Blanca, incapaces de hacer concesiones de autonomía a las nacionalidades (cuestión que interesaba a los cosacos) y de tierra a los campesinos, para obtener su apoyo, permitieron que el Ejército Rojo resistiera durante los treinta meses que duró la guerra civil. Finalmente, la oleada revolucionaria que agitaba Europa y los éxitos militares de los rojos consiguieron la firma de un nuevo armisticio.

La guerra civil había dejado el país en ruinas. El comercio privado había desaparecido (Broué, pp. 163-170). Las medidas del llamado “comunismo de guerra” nacían pues de las propias necesidades de la guerra. Para alimentar a las ciudades sitiadas y al ejército se requisaban las cosechas. Los campesinos pobres fueron organizados contra los kulaks. No había ingresos fiscales, ya que la administración había desaparecido. La emisión descontrolada de papel moneda disparó la inflación. El hambre y las epidemias asolaron las ciudades, centro de la revolución. Los salarios se pagaban en especie. Los obreros industriales fueron desplazados a los frentes de batalla. El terror de la policía política hizo su inevitable aparición, con la fundación de la Checa en abril de 1918, cebándose especialmente en los mencheviques, eseristas y anarquistas: ya nada iba a ser igual. La producción industrial cayó en picado. La producción de acero y de hierro era mínima. Casi las tres cuartas partes de las vías férreas habían sido inutilizadas. La superficie cultivada se había reducido en una cuarta parte. Los kulaks sacrificaban el ganado y escondían sus cosechas para evitar su requisa.

En este contexto, se produjo la revuelta de Kronstadt, una base naval cercana a Petrogrado de gran tradición soviética y bolchevique. En marzo de1921, Trotsky asumió la represión del alzamiento de la marina de Kronstadt, que había sido durante la revolución de 1917, en palabras del propio Trotsky, “el orgullo y la gloria de la revolución”. Fue también en este mes, en el X Congreso del Partido, que prohibía la existencia de corrientes y tendencias en el seno del partido bolchevique, cuando Lenin propuso la “Nueva Política Económica” (NEP). Aparecieron numerosos focos de alzamiento campesino.

El partido decidió cambiar su política económica, pero la represión armada de amplios sectores de la población, indudablemente revolucionarios, constituyó un punto de inflexión contrarrevolucionaria irreversible de la revolución soviética. No en vano la aplastada Kronstadt se había sublevado en defensa del eslogan “soviets sin bolcheviques” (Brinton, pp.137-144; Mett pp.39-116).

Capítulo aparte merecería el anarquista ucraniano Makhno y la experiencia de las comunas de Ucrania desde 1918 hasta 1921, donde se implantaron con éxito medidas socio-económicas libertarias y los principios pedagógicos de Ferrer Guardia. El Ejército Negro ucraniano combatió al Ejército Blanco zarista en alianza con el Ejército Rojo bolchevique, constituyendo el Territorio Libre de Ucrania. Tras nueve meses de combates contra el Ejército Rojo, a fines de 1921 los anarquistas fueron derrotados y Makhno tuvo que exiliarse, mientras los bolcheviques entraban en las aldeas ucranianas provocando matanzas entre los campesinos, con el objetivo de exterminar el menor recuerdo y simpatía por la reciente experiencia libertaria.

ESTALINISMO Y CAPITALISMO DE ESTADO

La Nueva Política Económica (1921-1927)

La llamada NEP impuso una serie de medidas económicas extraordinarias, motivadas por las catastróficas consecuencias de la guerra, y puso las bases de un capitalismo de Estado ruso. Para aumentar la productividad se decidió fomentar la iniciativa privada, prohibida en 1917, y permitir la rentabilidad de las pequeñas empresas agrícolas y comerciales. Se eliminó la requisa forzosa y se devolvieron gran parte de las tierras a los kulaks, creándose un mercado libre interior. Al mismo tiempo, el Estado creaba las grandes granjas estatales: los sovjós, y las cooperativas de explotación agraria: los koljós. Se desnacionalizaron las empresas de menos de veinte trabajadores, autorizándose la liberalización de salarios y las primas de producción en las empresas privadas. Se autorizó la presencia de técnicos extranjeros. Se fijó un impuesto en “especie” y se autorizaron, bajo control estatal, las inversiones extranjeras. El sistema estatal estaba dirigido por el Soviet Supremo de Economía.

La NEP trajo cierta estabilidad y permitió recuperar los niveles de producción anteriores a la guerra. Pero en el camino los soviets se habían vaciado de contenido y la revolución había perecido. La NEP finalizó en 1927, con el nacimiento del primer plan económico quinquenal, que priorizaba la industria pesada sobre la producción de artículos de consumo.

El triunfo de la burocracia

A causa de las calamidades, penurias y destrucciones de la guerra civil, el aislamiento de la revolución rusa tras el fracaso de la revolución internacional, la muerte de numerosos militantes bolcheviques, el caos económico, el hambre que había producido millones de muertos, y una miseria generalizada; pero sobre todo gracias a la identificación realizada entre Partido y Estado, surgió una burocracia que se afianzó en el triunfo de la contrarrevolución política, y la costosa y salvaje industrialización impuesta por el triunfante capitalismo de Estado.

En 1922, Lenin ya había advertido los peligros de esta estatificación. La burocracia había vaciado de significado y contenido a los soviets, los sindicatos, las células y comités del partido, sometidos al aparato estatal y a las directrices contrarrevolucionarias. A partir de 1923, Stalin encarnó esta nueva burocracia del Partido-Estado que dirigía una brutal contrarrevolución política.

El pronóstico elemental de los bolcheviques en 1917 había sido que, dado el atraso económico de Rusia, una revolución obrera victoriosa sólo podía sobrevivir con la extensión internacional de una revolución que había de ser de ámbito mundial, dando su primer paso concreto en Alemania. En caso contrario, la revolución rusa fracasaría. En 1924, la burocracia adoptó la teoría del “socialismo en un sólo país” y el culto a la personalidad del momificado Lenin, como los dos ejes sobre los que levantar la nueva ideología estalinista. La burocracia rusa, abandonado ya todo disfraz, aparecía dispuesta a aplastar definitivamente cualquier oposición. El estalinismo deformó grotescamente el concepto de lo que era el socialismo, vació de contenido los soviets, suprimió el menor atisbo de democracia obrera, impuso una dictadura personal sobre el partido, y del partido sobre el país, construyendo un régimen totalitario.

La burocracia necesitaba aniquilar a todos los cuadros de la dirección bolchevique que hizo la revolución de octubre, ya que la mistificación de su propia naturaleza contrarrevolucionaria era una de las características del estalinismo. Así, a lo largo de los años treinta se produjeron numerosas purgas, que condenaron al exterminio y la ignominia a cientos de miles de opositores, ficticios o reales, de cualquier ideología, y entre ellos a los propios bolcheviques, y sobre todo a sus principales dirigentes.

Trotsky fue asesinado en agosto de 1940 en México por Ramón Mercader, agente estalinista español que ejecutó las órdenes de Stalin. En la guerra civil española los estalinistas encabezaron la contrarrevolución en el seno del campo republicano, eliminando física y políticamente a anarquistas, poumistas y disidentes.

En agosto de 1939 se firmó un pacto entre Hitler y Stalin para invadir Polonia. Al fin de la Segunda Guerra Mundial, el Ejército Rojo ocupó media Europa, estableciendo regímenes totalitarios, satélites de la Unión Soviética, que se desmoronaron rápidamente tras la caída del muro de Berlín en octubre de 1989.

Estos regímenes estalinistas vivieron diversas insurrecciones obreras y populares, como la de Berlín en 1947, Hungría en 1956 o Checoslovaquia en 1968. El derribo del muro de Berlín, en octubre de 1989, fue el principio del fin de la Unión Soviética y de todos los Estados estalinistas.

Características internacionales del estalinismo

Las características de la contrarrevolución estalinista fueron:

a) Terrorismo policíaco incesante, omnipresente y casi omnipotente.

b) Imprescindible falsificación de su propia naturaleza, y de la naturaleza de sus enemigos, especialmente de los revolucionarios.

c) Explotación de los trabajadores mediante un capitalismo de Estado, dirigido por el Partido-Estado, que militarizó el trabajo.

Los estalinistas no han sido nunca un sector reformista del movimiento obrero, sino que siempre han sido el partido de la contrarrevolución y de la represión feroz del movimiento revolucionario. Con el estalinismo no ha sido posible nunca colaboración alguna, sólo la lucha sin cuartel. El estalinismo, siempre y en todo lugar, ha encabezado y guiado las fuerzas contrarrevolucionarias, encontrando su fuerza en la idea de unidad nacional, en la práctica de una política de orden, en su lucha por establecer un gobierno fuerte, en una política económica basada en las nacionalizaciones, en la penetración de los militantes del partido estalinista en el aparato de Estado, y sobre todo disfrazando su naturaleza reaccionaria en el seno del movimiento obrero (Munis, pp. 158-290).

CONCLUSIONES

La grandeza del Octubre Rojo radica en que fue la primera revolución proletaria de la historia, la primera vez en la que el proletariado tomó el poder, derrocando el gobierno de la burguesía. Una revolución comunista sólo podía ser mundial, y fracasó en Rusia cuando se produjo la derrota del proletariado revolucionario en Alemania y la revolución soviética quedó aislada. Este aislamiento, unido a las catástrofes de la guerra civil, el caos económico, la miseria y el hambre, magnificaron los terribles errores de los bolcheviques, entre los que destacaba la identificación entre Partido y Estado, que condujeron al triunfo inevitable de la contrarrevolución estalinista, desde el seno del propio partido bolchevique que había impulsado la revolución soviética de Octubre de 1917.

En Rusia, el proceso revolucionario iniciado en 1905, obtuvo su primer éxito con la revolución democrática de febrero de 1917, que derrocó al zar e instauró una república democrática, pero no se quedó a medio camino y llegó hasta el final con la insurrección de octubre de 1917 en Petrogrado, en la que los soviets tomaron el poder, desplazando a la burguesía del aparato estatal.

La contrarrevolución estalinista fue de carácter político, y se encarnó en el monopolio del poder por el propio partido bolchevique, en las medidas de nacionalización y concentración económica estatal (capitalismo de Estado) y en la transformación del Partido bolchevique en un Partido-Estado, que destruyó toda oposición política e ideológica, reprimió duramente movimientos y grupos proletarios, indudablemente revolucionarios, y persiguió hasta el exterminio físico a quienes manifestaron la menor disidencia, ya fuera dentro o fuera del partido único.

Lejos de ser un banal golpe de Estado, como mienten los voceros de la clase dominante, la revolución de octubre fue uno de los puntos culminantes alcanzado por la humanidad en toda su historia. Por primera vez la clase obrera tuvo el valor y la capacidad de tomar el poder, arrebatándoselo a los explotadores, e iniciar la revolución proletaria mundial. Aunque la revolución pronto iba a ser derrotada en Berlín, Munich, Budapest y Turín, aunque el proletariado ruso y mundial tuvo que pagar un precio terrible por su derrota: el horror de la contrarrevolución, otra guerra mundial, y toda la barbarie sufrida bajo los estados estalinistas; la burguesía todavía no ha sido capaz de borrar la memoria y las lecciones de este formidable acontecimiento.

Agustín Guillamón

Bibliografía sobre la revolución rusa:

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Mett, Ida: La Comuna de Kronstadt. Crepúsculo sangriento de los Soviets. Espartaco Internacional, 2006

Munis, G.: Revolución y contrarrevolución en Rusia. Muñoz Moya, 1999

Trotsky, León: Historia de la revolución rusa. (Tres tomos) Ruedo Ibérico, 1972

Volin: La revolución desconocida. 2 vol. Campo Abierto, 1977

Eléments d’histoire du Groupe Ouvrier du parti communiste russe 1923 – 1937

25 janvier 2015

Le Groupe Communiste ouvrier (GO) constitue avec d’autres courants, l’aile gauche du Parti Communiste Russe (Bolchevik) – PCR(b) – : l’Opposition Ouvrière et les Centralistes Démocratiques ou Décistes, pour ne parler que des groupes les plus importants. La gauche bolchevik a pour origine la Fraction des communistes de gauche réunis autour du débat sur la question de la paix de Brest-Litovsk en 1918, puis autour des mesures économiques à prendre par le nouveau régime durant les premiers six mois de 1918.

Les quelques historiens qui ont traité des Communistes de gauche en 1918 n’ont pas compris ni su montrer ce qu’était devenu ce courant au cours de la guerre et au-delà ; courant qui manqua de peu de gagner à ses vues une majorité, à la fois dans les organes centraux du Parti et dans les Conseils ouvriers. Un grand travail reste encore à faire pour compléter celui-ci. Tous les observateurs estiment que les groupes ultérieurs de gauche du Parti bolchevik sont des tendances politiques différentes ou nouvelles.

Les Communistes de gauche, puis la Gauche Communiste russe, mettent bien à mal le mythe dominant de l’Opposition de gauche autour de Trotski comme étant l’unique opposition du parti bolchevik à la fin des années 1920 et dans les années 1930 face à l’Internationale et à l’étranger.

Les tentatives pour effacer de la mémoire de l’histoire la Gauche bolchevik en tant que force organisée en Russie même, sont la conséquence de la contre-révolution en Russie et dans le monde qui prend corps dans les années 1930 et 1940. Malgré les conditions de clandestinité totale, la force politique et numérique de cette gauche n’est pas négligeable comme nous le soulignerons. Peu de ses écrits nous sont parvenus mais les documents à notre disposition ne sont pas non plus négligeables comme ce livre en porte témoignage.

Les principales sources se trouvent dans des documents publiés par de petits groupes de la Gauche Communiste au cours des années 1920 puis 1930 comme l’Ouvrier communiste, La Révolution Prolétarienne en France ou le Workers’ Dreadnought en Grande Bretagne dans certaines archives notamment soviétiques ouvertes un temps et qui sont maintenant difficilement accessibles. C’est pourquoi, l’histoire des groupes en Russie, de leur évolution et de leurs interrelations, reste encore largement à faire. Nous prétendons ouvrir un chantier mais certainement pas mettre un point final à cette redécouverte. Il existe, malgré tout, des matériaux suffisants pour affirmer l’existence suivie d’une tendance de gauche dans le PCR(b) et de son influence sur des courants mieux connus comme l’Opposition Ouvrière et les Centralistes démocratiques.

Le Groupe Communiste ouvrier se distingue de tous les autres groupes qui émergent du PCR(b) par les positions politiques suivantes qui nous permettent de le situer dans l’aire de la Gauche communiste internationale, avec une orientation toutefois plus proche de celle de la Gauche communise germano-hollandaise. Ces positions sont nettement affirmées dans le Manifeste du Groupe ouvrier dès 1923 :

– Une caractérisation de la social-démocratie et de la deuxième internationale comme des organisations capitalistes constituant l’aile gauche de la bourgeoisie qui dès lors est contre-révolutionnaire partout dans le monde (pas seulement en Russie) et qui au « moment décisif » marchera « les armes à la main pour la défense capitaliste ». Ceci a constitué la base de son opposition au Front uni et représente un rejet de la notion de partis « ouvriers bourgeois » que Lénine et d’autres assimilaient à l’aile droite du mouvement ouvrier ;

– La défense des Conseils ouvriers comme seul moyen pour le prolétariat de s’ériger en classe dominante ainsi que de la démocratie au sein de la classe ouvrière et des conseils ;

– La dénonciation du capitalisme d’Etat en Russie dès 1930 en tant qu’étape qui serait progressive et nécessaire pour arriver au communisme. Une telle dénonciation est tout à fait nouvelle dans le Parti bolchevik et signe le rapprochement théorique avec la Gauche communiste internationale. (les éléments autour d’Albert Treint l’affirmeront seulement en 1933 en France, c’est ainsi qu’ils publient le Projet de Plateforme de l’Internationale communiste ouvrière du Groupe ouvrier) ;

– L’affirmation du nécessaire contrôle collectif des ouvriers sur la production contre toute autorité de « spécialistes » ;

– La participation à toutes les luttes économiques et défensives des ouvriers au cours de la période de transition vers le communisme ;

– Même sur la question syndicale il a existé une discussion dans le groupe ouvrier comme une note d’Invariance (note 6 p. 55 du n°6) le relate en citant un courrier de Kouznetsov qui indique que le mot d’ordre « hors des syndicats ! » circule en Russie ;

– La rédaction d’un projet de statut pour un parti communiste ouvrier présenté à la réunion de Moscou du groupe ouvrier en 1928 et publié en France en 1933. Ce texte montre bien qu’il y a rupture d’avec le parti communiste officiel et la volonté de créer un parti lié à l’Internationale ouvrière.

L’opposition du GO à la bureaucratie, à l’intérieur du Parti et de l’Etat, n’est pas fondée sur les mêmes bases théoriques que les autres groupes oppositionnels russes qui partagent leurs critiques sur ce phénomène. La gauche du Parti bolchevik se centre sur la critique des mesures politiques et économiques qui ont vidé de tout leur pouvoir politique et économique les Conseils ouvriers. La gauche du Parti a fait taire un temps ses critiques durant la guerre civile quand il fallait resserrer les rangs pour combattre les forces impérialistes coalisées contre la Russie jusqu’en 1920. Mais rapidement, après ces évènements, la gauche bolchevik a remis sur la table ses critiques en vue du rétablissement du pouvoir des conseils ouvriers.

Au contraire des Décistes, le GO s’est battu non seulement pour la démocratie dans le Parti, mais encore dans la classe ouvrière et même au-delà – voir plus loin la position de Miasnikov et la réponse de Lénine sur le sujet). A la différence de toutes les autres fractions qui, au cours du débat sur les syndicats, cherchent à créer un contre-poids à la bureaucratie envahissante au moyen des syndicats, le GO considère cette question comme secondaire par rapport à la nécessité du pouvoir des Conseils ouvriers. La plupart des futurs membres du GO appartiennent à l’Opposition ouvrière, comme Kouznetsov et certainement Miasnikov en allant bien au-delà des thèses de cette fraction du parti.

I

Les Communistes de gauche russes
dans les années 1920
et les prémices du Groupe ouvrier

On peut considérer que ce n’est pas un pur hasard que la gauche bolchevik vit le jour à Moscou. C’était l’un des centres du prolétariat combatif ; il fut un bastion de la Fraction des communistes de gauche de 1918 et puis des Décistes malgré les purges, mutations et autres sévices liés à la répression bureaucratique.

De juillet 1918 à l’été 1920 tous les révolutionnaires russes ont été mobilisés vers la lutte contre les puissances impérialistes et les armées blanches, c’est la raison pour laquelle il y a peu de récriminations dans le parti dans cette période. L’année 1920 marque la fin de la guerre civile avec les derniers échecs des armées blanches. Dès que la menace extérieure disparaît, le mécontentement des paysans pauvres et des ouvriers réapparaît à juste titre. De même, la question de la marche vers la société socialiste et vers la révolution mondiale se pose à nouveau de façon cruciale. Ce but est immédiatement relié au problème des conditions d’existence immédiates des ouvriers et de l’exercice réel de son pouvoir en tant que classe. Les courants de gauche du Parti bolchevik se réactivent et se manifestent en parallèle et en fonction de la réaction de la classe ouvrière ainsi que de celle des masses déshéritées. L’échec de l’armée rouge devant Varsovie et l’armistice du 12 octobre 1920 éloignent l’espoir de révolution mondiale et de liaison avec la révolution allemande. Pour les bolcheviks au pouvoir, il est clair qu’il va falloir composer avec la situation puisque la révolution s’éloigne certainement pour de nombreuses années. Cette nouvelle situation politique et économique générale se fait immédiatement ressentir à l’intérieur du Parti lui-même. Sur les mesures économiques et politiques à prendre, il y a à nouveau des désaccords jusque dans le Comité central du parti. Trotski défend une politique de renforcement de la discipline et d’amélioration des méthodes de direction centralisées dans l’industrie comme il avait pu le faire dans l’armée. Le malaise est si fort que lors d’une conférence du Parti en septembre 1920, il est voté une charte nouvelle pour la démocratie intérieure au sein du Parti qui acceptait toutes les demandes proposées par les oppositionnels : la liberté de discussion au sein des organismes du Parti (idées défendues par les Centralistes Démocratiques) et l’abolition complète du système consistant à affecter des fonctionnaires aux postes électifs (proposition de Loutovinov (1) pour l’Opposition ouvrière). Le débat est si rude que Lénine en est venu à écrire un texte au sujet de « la crise du Parti ».

Malheureusement, au X° congrès du PCR(b) en mars 1921, ce fut une autre politique qui fut promue au sein du Parti avec la dissolution immédiate de tous les groupes et fractions constitués sous peine d’exclusion immédiate. Cette résolution fut un drame pour la suite du mouvement ouvrier mais aussi pour la révolution en Russie. Elle marque avec Kronstadt, l’échec de la révolution en Russie avec ses répercussions sur la situation internationale puis le début de la contre révolution.

Aux origines des nouveaux courants de gauche du PCR(b).

Dans la période antérieure à 1920, on peut distinguer deux groupes principaux d’opposition au Parti communiste : respectivement l’Opposition ouvrière et les Centralistes démocratiques.(2)

– L’Opposition ouvrière a un recrutement entièrement ouvrier et se développe dans les années 1919 au sein des syndicats. Elle est née du mécontentement des ouvriers à l’égard de la politique officielle qui consistait à nommer des « spécialistes bourgeois » aux postes de responsabilité dans les entreprises industrielles (c’était déjà l’objet des critiques de la Fraction de gauche du parti dès 1918). Plus tard, elle élargira ses doléances au rôle des syndicats tout en déplorant les attitudes bureaucratiques des dirigeants communistes qui perdaient tout contact avec les masses ouvrières.(3)

– Les Centralistes démocratiques (CD) sont un groupe d’intellectuels ; leurs chefs tels qu’Ossinski (Obolensky) et Sapronov, avaient déjà joué un rôle important dans la Fraction communiste de gauche du parti de 1918. Si le but de l’Opposition ouvrière était de défendre les droits des ouvriers contre l’appareil de l’Etat, les CD se préoccupaient de rétablir l’application des règles démocratiques, inscrites dans les statuts des Soviets et du Parti, mais négligées dans la pratique (4). Au cours d’une conférence du Parti en décembre 1919 qui traitait des structures de l’Etat, Sapronov fait adopter une résolution qui prévoyait des modifications du Comité Exécutif Central des soviets pour le rendre plus représentatif et qui prévoyait des réformes pour rendre un pouvoir effectif aux comités exécutifs des soviets locaux. Ensuite un long débat eut lieu dans une commission du VII° Congrès des soviets, la résolution adoptée était basée sur celle de Sapronov dans le Parti. Cette résolution demeura malheureusement lettre morte.(5) Ensuite, les CD cherchent à étendre cette liberté au sein du Parti. Ils demandent que les minorités soient représentées dans le Parti et qu’elles bénéficient de moyens pratiques pour publier leurs opinions.(6)

Au IXe Congrès du Parti, Ossinski déclare : « Le camarade Lénine dit que l’essence du centralisme démocratique est contenue dans le fait que le Congrès élit le Comité central, tandis que le Comité central dirige (le Parti). Nous ne pouvons approuver cette opinion quelque peu fantaisiste… Nous estimons que le centralisme démocratique, consiste à mettre en application les directives du Comité central par (l’intermédiaire) des organismes locaux, dans l’autonomie responsable de ces derniers et dans leur responsabilité pour leur domaine de travail. »(7)

Ces deux groupes sont donc parfaitement dans la lignée de la gauche du Parti qui s’était déjà manifestée en 1918 non seulement par les conceptions politiques que l’on retrouve mais aussi par les individus mêmes qui les composent.

Au delà de ces deux courants, existait-il dès cette époque en Russie des groupes en rupture avec le Parti communiste ou sur des positons de la Gauche communiste ouvrière et internationale ?

A t-il existé déjà auparavant un Parti Communiste Ouvrier de Russie (PCOR) ? On sait qu’il est mentionné dans le Workers’ Dreadnought (cf. n°12 volume IX du 3 juin 1922 organe de la Gauche communiste anglaise). Ce parti dit avoir « quitté le PCR » qu’il qualifie de « social-démocrate », et avoir adhéré à la quatrième Internationale (Internationale ouvrière -KAI) créée par le KAPD (Parti Communiste Ouvrier d’Allemagne), le KAPN (Parti Communiste Ouvrier des Pays-Bas) et la Gauche Communiste bulgare.(8)

Il semblerait que cette annonce par le KAPD (tendance d’Essen) soit un bluff dans le but de renforcer la volonté de créer sa nouvelle internationale ouvrière. En fait, il s’agirait de deux russes(9) qui vivaient à Berlin et qui traduisaient les documents de la KAI.(10) Toutefois, ces militants dénonçaient le « Front Uni pacifique de Lénine » comme une alliance avec la bourgeoisie. Et dans un texte du Workers’ Dreadnought du 17 juin 1922, le Front Uni est relié à la politique même du « capitalisme réintroduit en Russie ». Il est décrit comme un « programme de droite qui ne peut rien amener de bon et pour lequel l’Internationale a abandonné ses principes. » Et il était sceptique par rapport aux centristes de la soi-disant Opposition Ouvrière et de leur direction évoluant vers la droite et qu’ils jugeaient « sans principes et sans ligne directrice. » Ces militants désiraient encore s’engager à « soutenir tous ceux qui sont des révolutionnaires de gauche dans le PCR(b). »

Ils appellent ces derniers à construire un nouveau parti car ils estiment que le PCR(b) était incapable de réformes internes et que « de toute façon l’Opposition Ouvrière était incapable de l’y contraindre. » Ils étaient prêts à « appuyer toutes les demandes et les propositions de l’Opposition Ouvrière qui tendent dans la bonne direction révolutionnaire. » Mais ils critiquaient la direction de l’Opposition Ouvrière pour son soutien « au progrès du principe du Front Uni bourgeois menchevique » en Russie. Ils distinguaient clairement entre la direction de l’Opposition Ouvrière et sa base influencée par les luttes ouvrières.

Quoiqu’il en soit en 1921, il règne une grande effervescence et une intense réflexion au sein de la classe ouvrière russe ainsi que dans toutes les organisations révolutionnaires. Cette année là est une année charnière qui marque, nous l’avons déjà souligné, la fin de la vague révolutionnaire d’après la première guerre mondiale puis son reflux général au bénéfice de la contre-révolution qui culminera ensuite avec la deuxième guerre mondiale. Il n’est pas impossible qu’un certain nombre d’éléments prolétariens isolés se soient regroupés autour des idées d’une petite organisation telle que ce Parti Communiste Ouvrier de Russie mais non formellement. Le KAPD entretient plus fortement des rapports avec le groupe d’Ignatov de la Vérité Ouvrière.(11)

Ainsi, le Parti Communiste Ouvrier de Russie (PCOR), ne doit pas être confondu avec le Groupe Ouvrier (GO) du PCR(b) qui est plus largement connu. Le PCOR se forme plus tard en février-mars 1922 et, tout en partageant de nombreuses positions avec le GO, il ne s’organisa pas à l’intérieur du PCR(b) et ne partagea pas l’analyse du GO sur les syndicats en tant que moyen de défense de la classe ouvrière.(12)

Néanmoins, le noyau de Berlin du PCOR a publié le manifeste du GO, l’a traduit puis diffusé internationalement.

Un autre groupe mérite donc d’être cité dans cette période : La Vérité Ouvrière.

La Vérité Ouvrière fut le premier groupe de communistes de gauche à émerger « hors » du PCR(b) à l’automne 1921. Ce groupe portait le nom de son journal, Rabotchaïa Pravda (numéro 1, septembre 1922), dans lequel il lançait un appel présentant son programme. Le journal fut tiré à Moscou avant d’être déclaré illégal. Les historiens Daniels et Carr indiquent que le groupe était majoritairement composé d’intellectuels et de quelques ouvriers, et qu’il provenait vraisemblablement d’une dissidence du mouvement Proletkult et non pas du PCR(b). La Vérité Ouvrière partageait certaines vues de Bogdanov qui avait inspiré la fraction de gauche du Parti Social Démocrate Russe (POSDR). Mais contrairement à la plupart des membres du groupe Vperiod (1908-1917), il n’avait pas rejoint le PCR(b) ; son activité portait alors sur la construction du mouvement Proletkult.

Avec la montée des grèves en 1923 et les craintes de voir s’accroître l’influence des communistes de gauche dans et hors du parti, la plus infime suspicion de collaboration ou d’association avec La Vérité Ouvrière était suffisante pour être emprisonné par la Guépéou.

Il est probable que ce groupe ne dépassât pas un noyau d’une vingtaine de membres, organisés en collectif, parmi une mouvance de peut-être 200 à 400 membres sympathisants. Le groupe était connu pour être intervenu durant les grèves de 1922 et 1923, et ce fut cette activité qui déclencha la répression qui semble l’avoir anéanti.

Il s’agissait pour le pouvoir de briser la dynamique de ces minuscules noyaux communistes à fort potentiel de progression qui exprimaient une critique cohérente du recul et de la dégénérescence de la révolution en Russie et défendaient les luttes ouvrières quotidiennes contre les exigences de l’appareil du parti/Etat. C’est cela qui distinguait les communistes de gauche d’avec l’Opposition ouvrière à cette époque.

Lorsque La Vérité Ouvrière lança son Appel de 1922, elle convia à des « cercles de propagande (…) créés en solidarité avec La Vérité Ouvrière ; partout dans les fabriques et les usines, dans les organisations syndicales, dans les universités ouvrières, dans les écoles des soviets et du parti, les Komsomols et les organisations du parti. » En même temps que ses membres appelaient à la formation d’un nouveau parti ouvrier, ils étaient encore prêts à travailler dans les anciennes organisations. Ceci reflétait à la fois les difficultés à donner une orientation pratique et des confusions politiques qui allaient entraîner une incapacité pratique et théorique à s’adapter et à résister à la contre-révolution croissante.

Les autres fractions communistes de gauche restaient hostiles à la politique de ce groupe qui remettait en question le rôle du Parti d’une façon qui rappelait les arguments mencheviks antérieurs mais annonçait les arguments des futurs groupes conseillisants. C’est pourquoi le Groupe Communiste Ouvrier et Miasnikov restèrent critiques envers cette soi-disant opposition ouvrière et son programme, tout en reconnaissant en même temps qu’elle contenait des éléments prolétariens qu’ils appelaient à se regrouper autour de leurs propres analyses.

Malgré des divergences nombreuses, ils partageaient une opposition à la NEP et au Front Uni, une volonté d’utiliser les dernières opportunités de travail dans les organismes syndicaux et le Parti tout en travaillant illégalement à l’extérieur. Le groupe La Vérité Ouvrière tendit à agir pour la politisation des luttes quotidiennes réalisant que « les conditions de vie (…) des décideurs du capitalisme d’Etat étaient radicalement différentes des conditions de vie de la classe ouvrière » et que cette situation était basée sur la répression et l’exploitation de la classe ouvrière.

Les différences avec La Vérité Ouvrière étaient plus accentuées sur la question de la signification du capitalisme d’Etat dans le contexte de l’économie russe. Ironiquement, ils partagent avec Lénine la croyance en une « progressivité » du régime soviétique(13) qui ouvrirait une phase de développement capitaliste (contrairement aux positions politiques des éléments de la Gauche communiste russe).

« Après la révolution et la guerre civile victorieuse, de vastes perspectives se sont ouvertes en Russie, de transformation rapide en pays capitaliste progressiste. C’est en cela que réside le succès énorme de la révolution d’Octobre. » (Appel).

Ainsi, le Groupe ouvrier (GO) considérait que La Vérité Ouvrière trahissait l’internationalisme bolchevik pour des conceptions mencheviks nationalistes, abandonnait la lutte prolétarienne au profit de conceptions réactionnaires et transitoires sur le rôle progressiste du capitalisme d’Etat naissant. Tout en reconnaissant que la fusion du Parti au sein de l’appareil d’Etat le transformait en un agent du capitalisme, il appelait les ouvriers à résister à l’exploitation. La Vérité Ouvrière devait rester fondamentalement minée par la défaite de la classe ouvrière qu’elle considérait « incapable de jouer tout rôle prépondérant et défaite pour une dizaine d’années. » Aussi considérait-elle nécessaire la formation de cercles de propagande à longue échéance en attendant la résurgence de la classe ouvrière. Mais, ses observations sur la défaite de la classe ouvrière ne l’empêchèrent pas de sombrer dans l’immédiatisme en cherchant à « politiser » les grèves de 1922-23.

La Vérité Ouvrière, au contraire des Décistes ou du GO fut incapable de maintenir un travail de fraction communiste et fut totalement anéantie par les premières vagues de terreur contre-révolutionnaire de 1923. Bien qu’isolés, quelques membres de l’ex-Vérité Ouvrière sont encore mentionnés dans le Bulletin de l’Opposition de Gauche, après 1923.

Miasnikov a pu écrire en 1924 que La Vérité Ouvrière n’avait rien de commun avec le GO, qu’elle tentait d’effacer tout ce qui avait pu être communiste dans la Révolution d’octobre et donc était complètement devenue menchevik. Elle a été incapable de rompre avec les concepts contradictoires de Bogdanov qui l’amenaient à se représenter la contre-révolution stalinienne comme un développement progressiste du capitalisme en Russie. Dans ses conceptions, elle partage avec les mencheviks la vision que la révolution prolétarienne était prématurée en Russie.

Le Groupe Ouvrier (GO)

Il semble s’être structuré autour de la personnalité de Gabriel Miasnikov. Cependant il faut faire une distinction entre ce dernier et le groupe ouvrier. Il ne faut peut être pas donner trop de poids à ce dernier qui par sa vie quelque peu flamboyante a ravi la première place, souvent à tort.

Certains auteurs, à juste titre, considèrent que le GO est issu de l’Opposition Ouvrière ou de son aile gauche. Il est clair que de nombreux éléments de ce groupe rejoignirent le GO, phénomène qui s’est précipité au moment de l’exclusion de certains membres de l’Opposition ouvrière du Parti communiste. Cette exclusion a accéléré la formation du GO. Cependant, ce regroupement est aussi la conséquence d’un travail commun lors des luttes de 1920-21 dans le parti. L’exclusion de membres de l’Opposition ouvrière du parti a entraîné une solidarité et une certaine coopération entre les différentes fractions existantes tout en provoquant la radicalisation de l’aile gauche de l’Opposition Ouvrière. Cette dernière était, malgré tout, une tendance relativement hétérogène qui manifestait son centrisme en voulant se conduire en opposition loyale, même après sa condamnation en tant que fraction. Elle était d’ailleurs considérée par la droite du Parti comme la moins dangereuse des oppositions de gauche. Du fait de ses oscillations, son aile gauche fut attirée par les thèses et les analyses des Décistes et des autres courants de gauche du parti coexistant en son sein depuis l’existence de la Fraction des communistes de gauche en 1918. C’est pourquoi, le GO est en continuité politique directe avec la gauche bolchevik et il gagna ainsi des éléments des deux groupes oppositionnels sur la base d’un programme politique clair et déterminé.

Miasnikov, militant bolchevik dès avant 1905, est l’incarnation de cet état de fait puisqu’il fut membre de la fraction de gauche du Parti issue de l’un des premiers bastions de la gauche du Parti dans l’Oural.

« Les 12 et 13 mai 1918 une conférence commune des organisations de Perm et de Motovilikha se réunit en avant-garde de la campagne des communistes de gauche avec Gabriel Miasnikov. Après des discours enflammés de Bortchaninov et de Miasnikov lui-même condamnant la paix de Brest-Litovsk, par son échec à fournir un véritable répit et le recul des objectifs socialistes qui en ont découlé, une résolution de soutien aux décisions de la Conférence Régionale fut adoptée par un vote de trente contre vingt. »(14)

Miasnikov était très respecté dans l’ensemble du parti, même par ses opposants. Ainsi, il fut capable de convaincre des membres de l’organisation de Samara de l’Opposition Ouvrière et de les amener sur ses positions dans les clubs de discussion qui étaient temporairement tolérés en tant que soupape fin 1921 et 1922. A Samara, l’aile gauche de l’Opposition Ouvrière contrôlait encore l’appareil du parti.

a) Le Groupe Ouvrier du Parti Communiste Russe se fit connaître avec la publication du Manifeste de 1923. Il ne faut pas confondre le Groupe ouvrier du Parti Communiste Russe (GO) avec l’Opposition Ouvrière comme cela est souvent le cas de la part d’universitaires qui ont travaillé sur cette dernière.

Comme nous l’avons déjà indiqué, le GO a attiré les éléments qui résistaient aux glissements droitiers de l’Opposition Ouvrière puis certains Décistes. Le travail sur le terrain et les discussions, ainsi que la solidarité en réaction à la répression croissante à l’intérieur du Parti en 1921-1922, ont produit deux réactions inverses dans l’opposition. Ceux qui souhaitaient se réconcilier avec le Parti et l’appareil d’Etat et ceux qui devaient tirer des conclusions plus radicales sur le cours des évènements. Les premiers comprenaient la majorité de l’Opposition Ouvrière et du groupe d’Ignatov qui l’avait rejointe. Les autres formant la gauche avec le GO, une minorité du groupe d’Ignatov rejoignant les Décistes. Même s’il n’y a pas de lien de continuité formel entre les deux, il est clair que la naissance du GO est la conséquence de la disparition de l’Opposition Ouvrière.(15)

Miasnikov écrit tout de même :

« Alors déjà, en 1920, furent jetées les bases du Parti ouvrier communiste : au début, dans une Opposition ouvrière ; ensuite, dans un groupe ouvrier du Parti communiste ; et enfin s’institua le Parti communiste ouvrier. » (16)

b) Miasnikov. Nous ne souhaitons pas faire de l’histoire d’un groupe politique, l’histoire d’un individu mais il faut, tout de même, donner une place particulière à Gabriel Miasnikov du fait de son rôle politique en Europe occidentale après 1930. Miasnikov a pris part activement dans la révolution de 1905.(17) Agé alors seulement seize ans, il a aidé à l’organisation des conseils ouvriers dans la grande usine métallurgique dans laquelle il travaillait, chez Motovilikha (25 000 ouvriers) et dans un village sur le fleuve Kama à quelques milles au-dessus de Perm.(18) L’année suivante en 1906 il a rejoint le parti bolchevik. Arrêté peu après, il fut emprisonné et banni en Sibérie, où il écopa de sept ans et demi de travail obligatoire. Il fut un détenu réfractaire, battu pour insubordination. Puis, il a effectué soixante-quinze jours de grève de la faim et il s’échappa au moins trois fois, rejoignant le travail clandestin des bolcheviks. « Il a acquis une réputation de force et d’attachement au Parti et à la classe ouvrière. Il était hardi, déterminé, ferme, un homme passionné avec une énergie tempétueuse. (…) Il avait une âme noble, indépendante et implacable. » (Avrich)

De retour de Sibérie, en février 1917, il forme un comité ouvrier dans l’usine Motovilikha et participe au Soviet de Perm ainsi qu’à l’organisation locale du Parti bolchevik. En octobre 1917, il participe à la prise de pouvoir dans l’Oural et il est élu président du soviet de Perm. Trois mois plus tard, en janvier 1918, il est élu délégué provincial de Perm au troisième congrès des Conseils ouvriers au cours duquel il approuve la dissolution de l’Assemblée constituante. Il se signale particulièrement pendant la guerre civile à la tête du front ouvrier dans les provinces de l’Est et dans l’Oural contre les troupes tchécoslovaques (voir ci-après la présentation de Sur l’Evangile de Démian).

En 1918, il est d’accord avec la Fraction Communiste de gauche ; il s’oppose à la ratification du traité de Brest-Litovsk. Et, en mai 1918, à une conférence du Parti de toute la ville de Perm, Miasnikov se prononce publiquement contre le traité. Il est convaincu que la révolution européenne est imminente, que sans elle le pouvoir bolchevik ne pourra pas survivre, c’est pourquoi, il est favorable à « la guerre révolutionnaire ».

Miasnikov se retrouve tout à fait derrière Lénine pendant l’été 1918. Avec l’intensification de la guerre, l’unité du Parti s’est reconstituée. Il est alors membre du Soviet régional de l’Oural, il y gagne en notoriété pour son rôle dans la liquidation de la famille impériale. Il est personnellement responsable du meurtre du Grand-duc Michel, le plus jeune frère du tsar expulsé de Perm. La nuit des 12-13 juillet 1918, un groupe d’ouvriers, mené par Miasnikov, investit l’appartement de Michel avec des papiers forgés par la Tcheka provinciale. Ils réveillent le Grand-duc, le prennent avec son secrétaire anglais, Nicolas Johnson ; ils les amènent à l’usine Motovilikha où ils sont tués.(19) Dès que l’assassinat a été effectué, Miasnikov partit pour Moscou pour faire un rapport directement à Lénine.

Dès 1920, il est Président du Comité provincial du Parti à Perm, dirigeant sa section d’agitprop. En septembre, il est délégué à la neuvième conférence du parti, tenue à Moscou, où il parle du travail de propagande dans le Parti.(20) Il ne critique pas, comme plusieurs autres délégués, la conduite du Parti. Pourtant il désapprouve les mesures politiques. Il est profondément préoccupé par les tendances oligarchiques du Parti, sa dérive vers l’autoritarisme et l’évolution vers une « élite », processus considérablement accéléré par la guerre civile. Il est consterné par la concentration croissante du pouvoir dans les mains du Comité central, par la conduite des troupes, par la suppression de toute initiative et par la suppression de discussions locales. Il est contre l’introduction de la discipline du travail dans les usines et par l’attitude des « spécialistes techniques » et le remplacement du contrôle des ouvriers par la gestion individuelle de l’administration qui se bureaucratise. Pour Miasnikov tout ceci représente une déviation flagrante des promesses des bolcheviks, un abandon des conquêtes d’Octobre. La hiérarchie et la discipline sont ressuscitées ; il se demande ce que les ouvriers ont gagné dans la révolution d’Octobre. Avec l’ennemi de classe dirigeant de nouveau les usines, qu’est devenu le pouvoir ouvrier ?

Sur ces questions, il y a bien évidemment convergence au niveau des idées politiques entre les siennes et de celles de l’Opposition ouvrière et des Centralistes démocratiques. A cette époque, il semble d’après certains historiens qu’il n’appartient pas formellement à l’Opposition ouvrière même si l’on retrouve des similitudes de pensée entre eux ; Miasnikov demeure un opposant individuel. Sur des points importants il se situe déjà bien au-delà des critiques de ces deux groupes.

En 1921, contrairement à l’Opposition Ouvrière et aux Décistes, il refuse de condamner les insurgés de Kronstadt ce qui est tout à son honneur.

Miasnikov hésite d’abord puis il se lance dans une critique radicale du pouvoir soviétique. Zinoviev lui répond de cesser de se plaindre ou « nous vous expulserons du Parti, vous êtes un SR ou un homme malade. »(21) Miasnikov ne peut rester silencieux et il déplore la suppression de la critique dans le Parti. En mai 1921 il envoie un Mémorandum au Comité central qui est un acte d’accusation des chefs communistes, de leurs théories et de leurs méthodes. Il exige la suppression de la peine de mort, la liquidation des formes bureaucratiques d’organisation et le transfert de la gestion des « spécialistes » aux conseils ouvriers.(22) La demande la plus remarquable du Mémorandum porte sur la liberté de la presse sans restriction et la critique de la résolution du X° Congrès du PCR(b) qui ne peut qu’étouffer tout débat dans le Parti. Miasnikov réclame la liberté de la presse pour tout le monde « des monarchistes aux anarchistes inclus. »(23) Il développe ses positions politiques dans l’Oural ce qui déclenche une révolte dans les rangs du Parti contre les mesures des chefs. Il gagne de nombreux adeptes à Perm et à l’usine Motovilikha. Le 21 juin, il parle devant une conférence provinciale du Parti à Perm critiquant le Comité central. Puis le 27 juillet, il édite une brochure Bol’nye voprosy (Des questions déjà débattues) dans laquelle il réitère ses demandes contenues dans le Mémorandum. Le 29 juillet, deux jours après la diffusion de Bot’nye voprosy, l’Orgburo forme une commission spéciale, composée de Boukharine, P. A. Ziluisky, et Aaron. Solts. Boukharine trouve le Mémorandum de Miasnikov suffisamment intéressant pour en référer à Lénine. C’est ainsi que Lénine s’est impliqué dans cette affaire.(24) Le 1er août, il écrit à Miasnikov une note sommaire, l’invitant au Kremlin pour un entretien. Et, le 5 août, Lénine le lui rappelle dans une longue lettre. Il constate une certaine vérité dans les critiques de Miasnikov. Il est également un vieux bolchevik, un vétéran des prisons tsaristes, un héros de la révolution et de la guerre civile ; Lénine juge qu’il lui doit une réponse. Il espérait, en même temps, le convaincre en s’adressant à lui en des termes tels que : « Camarade Miasnikov » et en terminant « avec ses salutations communistes » ; la tonalité était amicale mais ferme. Sur la liberté de la presse, Lénine chercha à convaincre Miasnikov que cette demande, dans les circonstances présentes, renforcerait les forces de la contre-révolution.(25)

Miasnikov n’est pas convaincu par les arguments de Lénine. Il rédige une réponse ferme en rappelant à Lénine ses qualités de révolutionnaire, il écrit : « vous dites que je veux la liberté de la presse pour la bourgeoisie. Bien au contraire, je veux la liberté de la presse pour moi, prolétaire, membre du parti depuis quinze ans » et, pas à l’étranger, mais à l’intérieur de la Russie pour faire face à tout danger éventuel de répression ou à des arrestations.

« La difficulté est que, alors que vous luttez contre le capitaliste, vous tapez aussi sur les ouvriers. Vous savez très bien que pour mes propos actuels, des centaines, peut-être des milliers d’ouvriers, languissent en prison. Alors que moi, si je demeure en liberté c’est seulement parce que je suis un vétéran communiste qui a souffert du fait de ses convictions et que je suis connu parmi la masse des ouvriers. Où serait maintenant un simple mécanicien de la même usine que moi et qui aurait agi comme moi ? Dans une prison de la Tcheka (…) Une fois de plus je dis : Vous levez votre main contre la bourgeoisie, mais c’est moi qui suis frappé, et c’est nous, les ouvriers, dont les paroles sont critiquées. »(26)

Passant outre aux décisions du Parti et affirmant son droit de libre expression, Miasnikov, en novembre 1921, édite en direction « des membres du Parti seulement », sous forme de brochure son Mémorandum au Comité central ainsi que Bol’nye voprosy, la lettre de Lénine du 5 août, sa réponse, la décision de l’Orgburo du 22 août à son encontre (l’exilant à Moscou sous la surveillance du Parti), et enfin la résolution de l’organisation du Parti de Motovilikha contre la décision prise à son encontre. Il imprime cette brochure à 500 exemplaires. La brochure était conçue non comme un manifeste rebelle mais comme véhicule pour la discussion sur ses positions avant le onzième congrès du Parti. Miasnikov cherche, en même temps, à rassembler ses défenseurs à Motovilikha et à Perm. Le 25 novembre, d’ailleurs, il écrit à B. A.Kurzhner, un sympathisant à Petrograd, pour le pousser à faire une campagne d’agitation en vue du congrès de Parti. « Nous devons unir tous les éléments dissidents du Parti sous une bannière simple », déclare t-il.(27) Dès lors, Miasnikov est surveillé par la Tcheka ; sa lettre à Kurzhner a été interceptée. Pour Lénine, c’était la dernière goutte d’eau. Après avoir supprimé l’Opposition ouvrière sans grande difficulté, il craint l’apparition d’un autre groupe dans le Parti prétendant représenter les vrais intérêts du prolétariat. « Nous devons consacrer une plus grande attention à l’agitation de Miasnikov », écrivit-il à Molotov le 5 décembre, « et faire un rapport là-dessus au Politburo deux fois par mois. »(28) L’Orgburo forme une nouvelle commission avec Molotov.

Le 15 février 1922, la commission de l’Orgburo recommande son expulsion du Parti. Le 20 février, il déclare l’expulsion de Miasnikov parce qu’ « il a répété les violations de la discipline du Parti » et particulièrement parce qu’il a essayé d’organiser une fraction dans le Parti en opposition à la résolution sur l’unité du Parti du dixième congrès. Le Politburo ajoute cependant une clause conditionnelle : « que Miasnikov réforme ses manières et il pourra solliciter sa réadmission dans une année. »(29) C’était la première fois que l’on utilisait la résolution du X° congrès pour exclure un membre du Parti et en plus un vétéran bien connu. Lénine craignait que de fortes hésitations se manifestent dans le Parti.

Miasnikov persiste dans son attitude critique et, le 26 février, signe un document connu sous l’Appel des 22 avec les membres de l’Opposition ouvrière (Chliapnikov, Medvedev, Kollontai, etc.) pour le comité de direction de l’Internationale. En fait c’est une pétition occasionnée par l’expulsion de Miasnikov du Parti. Le 27 mars, le 11ème congrès du Parti, traita de l’expulsion de Miasnikov, il n’eut aucun défenseur si ce n’est Kossior de l’Opposition ouvrière qui déclara que Lénine avait adopté une fausse approche dans cette affaire. Après le 11ème congrès, Miasnikov passe sous la surveillance du GPU et devient le premier prisonnier politique communise en Russie. Immédiatement Miasnikov fait une grève de la faim ; il est libéré 12 jours plus tard. Un an après en 1923, sa demande de réadmission est rejetée. Il fait appel alors au comité de direction de l’Internationale qui le rejette le 27 mars 1923. La voie est ouverte à la fondation du Groupe ouvrier du PCR(b).

II

Le Groupe Ouvrier (GO) en 1922-24

Les historiens les plus connus qui ont travaillé sur les origines du Groupe Ouvrier traitent d’abord de ses relations avec l’Opposition Ouvrière.(30). Daniels ne dit pas autre chose dans The conscience of the revolution : Communist opposition in Soviet Russia (pages 160-1) :

« Soutenu par un petit groupe issu de l’Opposition Ouvrière, Miasnikov fit paraître début 1923 un long manifeste au nom du ‘Groupe Ouvrier du PCR’. Le programme était pour la plus grande part celui de l’Opposition Ouvrière. »

Toutefois, Schapiro(31) et Avrich (ibid. p.6) affirment que jamais Miasnikov ne fut membre de l’Opposition Ouvrière comme le précise, par ailleurs, Chliapnikov membre éminent de cette dernière. Par contre plusieurs membres du GO, eux, ont déjà été membres de l’Opposition Ouvrière ainsi que membres de la Fraction de gauche du PCR(b) de 1918 ou de la fraction Déciste. Nous avons déjà cité un passage de Miasnikov affirmant l’inverse.

Miasnikov, principal protagoniste indique clairement l’évolution qui va de l’Opposition ouvrière au Parti communiste ouvrier en passant par le Groupe ouvrier « déjà, en 1920, furent jetées les bases du Parti ouvrier communiste : au début, dans une Opposition ouvrière ; ensuite, dans un groupe ouvrier du Parti communiste ; et enfin s’institua le Parti communiste ouvrier. »(32)

Pendant que la direction de l’Opposition Ouvrière rentrait dans le rang et s’accommodait dans l’appareil du Parti/Etat du monolithisme toujours renforcé, beaucoup de ses militants de base se rangent aux côtés de ces ouvriers et paysans qui combattaient pour défendre leurs intérêts immédiats contre les exigences accrues du capitalisme d’Etat et de la contre-révolution. La crise politique et économique entraîna des éléments à rompre avec une opposition loyale et une critique feutrée pour rejoindre le GO ou d’autres regroupements de la gauche communiste, particulièrement à Moscou et dans les centres industriels de l’Oural et de l’Ukraine. Ces centres industriels avaient été des bastions de la gauche du Parti en 1918. Le seul groupe issu, peut-être, comme un corps de l’Opposition Ouvrière, le Parti Ouvrier et Paysan de Paniouchkine,(33) fut une autre réaction éphémère à la NEP. Pour se faire entendre, il appela à une manifestation avant d’être rapidement écrasé par la Guépéou.(34)

Le GO eut au départ un positionnement délicat qui indique l’extrême difficulté des circonstances de la situation politique. Il agissait à la fois en tant que fraction clandestine dans le PCR(b) et les organes de l’Etat ouvrier, et aussi comme noyau d’un nouveau Parti ouvrier. Ses origines bolcheviks le rendaient réfractaire à tout contact avec les mencheviks ou les SR, ou à tout ce qui remettait en cause la nature prolétarienne de la révolution russe. C’est pour cette raison que le GO rejette La Vérité Ouvrière comme fondamentalement menchevik malgré son positionnement de gauche. Contrairement au mythe répandu par l’Opposition Ouvrière et Trotski lui-même, les membres du GO n’étaient pas sectaires. En réalité, ils continuèrent leur travail à l’intérieur du Parti jusqu’à ce que les expulsions, déportations, arrestations en masse, emprisonnements et tortures le rendent impossible.

Avant l’interdiction des fractions en 1921-22, les communistes de gauche ont travaillé en commun avec l’Opposition Ouvrière et les Décistes ; c’est tout naturellement aux ailes de gauche de ces groupes autant qu’aux éléments sincères de La Vérité Ouvrière qu’ils font appel pour créer un nouveau Parti avec un nouveau programme. Cette stratégie est basée sur l’impossibilité de réformer ou de reconquérir le PCR(b) dans son ensemble tout en reconnaissant que le Parti et les organismes ouvriers sont sous son contrôle. Dans un article de Socialistikskii Vestnik(35) du 6 juillet 1924, il est établit qui peut être membre du GO :

1-les membres du PCR(b)

2-les exclus du PCR(b) pour des raisons politiques

3-ceux qui n’appartiennent à aucun parti et à qui on conseille d’adhérer au PCR(b).

Le GO reprend la tactique forgée par des années de travail clandestin de la fraction bolchevik dans la Russie tsariste ce qui lui permit d’évoluer et de survivre malgré les vagues de répression qui écrasèrent les autres groupes : La Vérité Ouvrière, le Parti Ouvrier et Paysan et l’Opposition Ouvrière.

Le GO survécut aux premières années de répression ; à bien des égards les succès les plus surprenants du groupe eurent lieu durant ses dernières années d’existence. Le GO se maintint en tant qu’organisation jusqu’à la fin des années 1930, lorsque ses militants furent tous finalement exécutés pendant les grandes purges staliniennes. Il garda longtemps des liens avec quelques militants à l’étranger, d’abord à Berlin et plus tard à Paris où Miasnikov habitait.

Dans les premiers temps, le GO fut l’un des plus forts noyaux de la gauche bolchevik, « le plus audacieux » (Carr), « le plus important » (Deutscher), « le plus intéressant » (Kollontaï). Ce n’était pas leur nombre qui menaçait le parti, mais leur volonté d’intervenir dans les grèves ouvrières et leur potentiel à fournir une direction politique à des éléments dans et au dehors du parti. Le noyau du GO était constitué d’ouvriers bolcheviques expérimentés et influents, implantés dans des villes et les usines où les idées des communistes de gauche étaient connues depuis 1918. C’étaient aussi des zones où le prolétariat était le plus concentré et combatif, même dans les terribles conditions de 1923-24.

Le GO ne provoquait pas directement les grèves(36) qui surgissaient en réaction spontanée à la crise politique et économique, mais il était prêt à défendre les grévistes et à leur fournir des perspectives politiques pour combattre la NEP. A cette époque, le GO publie des tracts, des manifestes et une presse régulière. Il fait circuler sa littérature dans le Parti. Un réseau est en place. Il est également capable de briser le blocus et de diffuser des textes vers et hors de la Russie ainsi qu’en direction des camps et des lieux d’exil. Encore en 1930, le GO publie un journal périodique : Le Chemin du Pouvoir à Moscou (L’ouvrier communiste n°6 janvier 1930).

En mars 1923, le premier noyau du GO se constitue à Moscou avec trois ouvriers : Gabriel Miasnikov, Nicolas Kouznetsov (membre de l’ancienne Opposition ouvrière et expulsé du parti en 1922 au 11ème congrès pour son rôle dans l’Appel des 22 à l’IC) et P.B. Moïsseiev (bolchevik depuis 1914). Ils forment le « Bureau Organisationnel Central Provisoire » du GO. Plus tard, ce noyau devient son organe central. Et dès février, il commence à publier et à diffuser le Manifeste (37) du GO du PCR(b) qui circula en Russie et à l’étranger en vue d’une intervention au 12ème Congrès du Parti prévu en avril. Il établit également un rapport pour le congrès qui reprenait les deux précédents travaux de Miasnikov en les approfondissant : le Manifeste et Trevojnié Voprosy (Questions alarmantes). Ce document qui circule au 12ème Congrès a un grand retentissement dans le Parti et au dehors. Il a été amplement discuté au congrès du Parti en avril 1923 qui s’est rassemblé en l’absence pour la première fois de Lénine qui venait d’avoir plusieurs attaques cérébrales (elles l’ont laissé paralysé et privé de la parole). La veille du congrès, « une plateforme anonyme » a été distribuée. Elle invitait « tous les prolétaires honnêtes » à l’intérieur et en dehors du Parti, à s’unir sur la base du manifeste du Groupe Ouvrier. (38) Ce texte dénonce aussi le triumvirat Zinoviev, Kamenev, et Staline et exige que ceux-ci ne soient plus membres du Comité central du Parti.

Au congrès, la tâche de lancer l’anathème sur le Groupe ouvrier est revenue à Trotski, à Radek, et à Zinoviev. Trotski, tout en dénonçant le Manifeste, rappelle  « la vieille théorie de Machajski (39) maintenant oubliée » qui défendait l’idée que « sous le socialisme, l’Etat serait l’appareil d’exploitation de la classe ouvrière. » Radek verse dans le mépris pour les formules « ampoulées » de Miasnikov sur la liberté de la presse. Zinoviev déclare que « chaque critique de la ligne du Parti, même s’il s’agit d’une prétendue critique de gauche, est actuellement et objectivement une critique menchevik. » Miasnikov, ajoute t-il, maintient que « l’ouvrier est contre nous et que nous sommes contre lui» (…) « Je me suis personnellement occupé de lui pendant presque une année. Vladimir Ilitch s’est aussi occupé de Miasnikov, il lui a écrit et il l’a raisonné ». « Une commission spéciale, dont Boukharine était membre, a cherché à le convaincre. En vain. Miasnikov ‘a trahi notre Parti.’ » (…) L’ « hégémonie du prolétariat a survécu dans des circonstances des plus difficiles, et continuera à survivre, je l’espère, jusqu’au bout»(40)

Le nombre de membres du GO ? Avrich met en doute l’estimation de Kouznetsov de 3000 à Moscou et de 19000 à travers le pays. Il estime que c’est une vaste exagération en citant Sorine (ibid. pp. 115-117). Il écrit : « à l’été le groupe comprenait quelques 200 membres à Moscou où il était basé avec des adhérents dispersés dans d’autres villes – beaucoup étaient d’anciens bolcheviks et tous ou presque des ouvriers. » Sinigaglia lui (ibid. p.59) estime le groupe à 200 à Moscou. A titre de comparaison au début 1917, il n’y avait que 1655 bolcheviks.

À Moscou, les membres les plus actifs du groupe, outre ceux du Bureau, étaient I. Makh(41) qui remplaça Moïsseiev42 à l’organe central, Serge Tiounov(43), V.P. Demidov(44), M.K. Berzina(45), I.M. Kotov, G.V. Shokhanov, A.I. Medvedev (ne pas confondre avec S.R. Medvedev, dirigeant de l’Opposition ouvrière), Porestnatov, Trofinov, Liouchine, C.R. Douchkine. Le 5 juin le groupe convoque une conférence à Moscou, qui élit un Bureau moscovite de huit membres avec Makh comme délégué au Bureau central. Un bureau provisoire des Komsomol (jeunesse) de six est aussi nommé (46). Miasnikov avait déjà été arrêté en mai et Kouznetsov est alors le porte-parole du groupe. Le GO accroît son travail en direction du Parti et particulièrement envers les dirigeants centristes pour permettre à la base de juger leur politique oscillante et notamment Lutovinov, Kollontaï et Ignatov. Ces derniers, tout en sympathisant avec « la gauche ouvrière », ne faisaient rien de concret qui puisse compromettre leur situation. D’autres contactés, comme Riazanov refusèrent de rompre la discipline du Parti et de défendre les communistes de gauche contre la répression.

La Conférence a élu également un secrétariat de quatre à huit membres (selon Avrich). Et Kouznetsov rapporte qu’un Bureau des jeunes de quatre personnes fut également élu. Le groupe prévoit d’éditer une revue. Il eut, durant cette période, une imprimerie à Moscou.

Miasnikov est arrêté le 25 mai par le GPU, un mois après le XIIe Congrès du parti, congrès où le GO a été stigmatisé comme contre-révolutionnaire. Mais de façon étrange, il fut libéré et autorisé à quitter le pays. Il se retrouve en Allemagne, probablement en tant que membre d’une mission commerciale soviétique. A cette époque, ce procédé est couramment utilisé par le pouvoir pour se débarrasser des dissidents. Mais, Miasnikov n’abandonne pas ses critiques. À Berlin, il tisse des liens avec le Parti Communiste Ouvrier d’Allemagne (KAPD) et avec l’aile gauche du parti communiste allemand (KPD), dirigé par Arkady Maslow et Ruth Fischer. A cette occasion, il leur donne, se rappelle Fischer, « une image très dégradée de l’état du fonctionnement de la Russie. »(47) Avec l’aide de ces groupes, Miasnikov édite, sous la forme de livret, le Manifeste du groupe ouvrier, (cf . ci-dessus) préfacé d’un Appel rédigé par ses amis de Moscou qui porte en exergue « aux camarades communistes du monde. » L’Appel récapitule en bref les points principaux du manifeste.

En automne 1923, trompé par les assurances de Zinoviev et de Krestinsky, ambassadeur soviétique à Berlin qu’il ne serait pas emprisonné, il retourne en Russie. Une fois sur le sol russe, il a été immédiatement placé derrière des barreaux. L’arrestation a été effectuée par Dzerjinski lui-même.

Il ne faut pas se méprendre sur la question de la répression en Russie et dans le Parti au cours de la première partie des années 1920. Nous n’en sommes pas encore à la dictature stalinienne. Le Parti n’est pas encore devenu un instrument purement capitaliste, aussi fut-il possible à Kossior, aux Décistes et à Trotski d’être encore écoutés sur les erreurs du parti et les difficultés qui conduisent des camarades à de soi-disant errements « ultra-gauches ». Le Parti était encore capable de mener (en privé) un débat politique avec les opposants, par exemple sous la forme du texte relativement objectif de Sorine sur les communistes de gauche qui circula en interne dans le Parti. Trotski dénonça le GO comme contre-révolutionnaire et anti-Parti tout en engageant une correspondance privée avec les Décistes et les partisans de Miasnikov. Même Boukharine tenta en personne de persuader Miasnikov de se rétracter, mais sans résultat. Toutefois, avec la poussée des grèves d’août et de septembre, le PC tout entier s’engagea contre le GO. Il sévit dès qu’ils eurent conscience de l’agitation croissante orchestrée par le GO et de ses préparatifs pour appeler à une grève générale d’une journée et à une manifestation de masse en commémoration du Dimanche noir de 1905 avec le portrait de Lénine en tête du cortège (rappel du cortège avec le portrait du Tsar). Le Comité Central adopta une résolution stigmatisant le GO comme anticommuniste et anti-soviétique et ordonna à la Guépéou de le réprimer.

C’est ainsi qu’en septembre, 28 membres du GO furent arrêtés. Parmi ceux-là, cinq, dont Kouznetsov qui a déjà été exclu du parti au 11ème congrès en mars 1922 ; puis neuf autres encore dont Moïsséiev, Tiounov, Bersina, Demidov, Kotov et Shokhanov. Les quatorze restants furent réprimandés. Suite à ces arrestations intervient la nouvelle arrestation de Miasnikov à qui l’on avait promis l’immunité (cf. ci-dessus Avrich ibid., page 24). La plupart des observateurs concluent alors qu’en janvier 1924, au décès de Lénine, « le GO avait été réduit au silence. C’était le dernier mouvement dissident à être liquidé du vivant de Lénine (…) écrasé avec la bénédiction des dirigeants soviétiques. »

En fait, le GO survit et entreprit notamment un travail au sein de l’Armée Rouge où ses positions trouvent un écho favorable. Cette situation, ravivant le souvenir de 1917, était une menace tangible pour le pouvoir.

Quelles relations avait le GO avec la gauche communiste internationale ?

On constate que Miasnikov a utilisé son séjour en Allemagne pour tisser des liens avec le KAPD mais surtout avec la gauche du Parti communiste allemand (KPD) parce que ces éléments, tout en étant sur des positions critiques vis-à-vis de l’IC et sa politique, travaillaient toujours dans le Parti contrairement au KAPD qui s’est constitué en parti séparé. Pour Miasnikov et ses amis ce n’est pas encore le moment de rompre d’avec le vieux Parti. C’est ainsi qu’il eut en juin 1923 une réunion secrète dans la maison d’Arthur Rosenberg avec Arkady Maslow. Chliapnikov et Lutovinov de l’Opposition ouvrière y assistaient aussi du côté russe.(48). C’est aussi la raison pour laquelle Karl Korsch qui provient de ce courant de gauche du KPD, sera en 1929 l’âme du Comité Miasnikov qui prendra en charge sa défense quand il émigrera à travers la Perse.

Le GO entretenait-il des liens avec l’extérieur au travers d’un Bureau en exil (en fait il s’agit de deux militants russes déjà cités), sous la direction de Käthe Friedländer du KAI (question déjà posée ci-dessus) ? Rien n’est moins sûr car il y avait des désaccords politiques entre ces deux groupes. Sur certaines questions, Miasnikov est plus proche des positions de la Gauche communiste italienne que de la Gauche communiste allemande notamment sur la rupture immédiate avec le PCR (b). Toutefois, le Bureau de la KAI aida au travail d’impression, en envoyant du matériel en Russie et en rendant public le travail du GO en occident. Ensuite dans les années 1930, le travail en direction de la Russie est largement à relativiser ainsi que le soi-disant transfert d’un bureau à Paris lorsque Miasnikov y demeurera à partir de 1930.

III

Le Groupe Ouvrier (GO) de 1924 à 1928

Quelle est la situation économique et sociale de la Russie ces années là et quels sont les événements politiques ? Au printemps 1923, une grave crise économique s’installe ; elle est marquée par un écart croissant entre le prix des objets manufacturés et les prix agricoles (« crise des ciseaux »(49)). Les problèmes posés par cette crise ont été soulevés au XII° congrès du Parti russe (avril 1923), mais c’est seulement en septembre 1923 qu’une commission est créée, sous la présidence de Rykov, afin de proposer des remèdes. Au cours de cette crise, la croissance du chômage et les retards dans le paiement des salaires etc., provoquent un mécontentement général et des grèves. A l’intérieur du Parti, on assiste à la formation de nombreux groupes d’opposition clandestins qui ne sont pas forcément tous liés. La direction du Parti se trouve devant une situation délicate et dans l’obligation de réagir vite et fort. Il faut éviter la liaison entre les divers mécontentements, celui de la masse de la population, celui des ouvriers avec des grèves et les critiques à l’intérieur du Parti. L’interdiction des fractions et groupes, les exclusions et les condamnations diverses ne suffisent pas à empêcher que la question du régime intérieur du Parti soit posée. C’est dans cette grande agitation qu’intervient le GO.

Dans un mémoire au Comité central (8 octobre 1923), Trotski intervient sur l’ensemble des problèmes : concentration de l’industrie, nécessité d’un plan de production, nécessité d’un centre directeur de l’économie mais aussi sur la crise du Parti dont il critique la bureaucratisation (opposition entre les vieilles et les nouvelles générations, composition sociale du Parti, fonctionnarisation des membres du Parti, développement d’une hiérarchie de secrétaires nommés d’en haut). Le 15 octobre 1923, quarante-six responsables (dont Ossinski, Piatakov, Préobrajenski, Mouralov, Sapronov, Kossior,(50) etc.) expriment leurs divergences dans une lettre qu’ils adressent au Comité central ; Radek, à son tour, prend position dans le même sens. En décembre, alors que beaucoup d’observateurs estiment que les positions de Trotski vont être prises en compte, une lettre qu’il adresse à une assemblée de militants(51), est prise par la majorité du Comité central, comme un acte d’opposition. C’est le point de départ d’attaques répétées, furieuses, convergentes contre les oppositionnels et contre Trotski en particulier qui peut dès lors répondre publiquement aux attaques. La mort de Lénine, en janvier 1924, fait cesser presque instantanément, mais pour un temps très court seulement, ces polémiques au plus haut niveau du Parti.

C’est dans ce contexte très dangereux où la situation sociale va en s’aggravant pour le pouvoir soviétique que le Groupe ouvrier se renforce politiquement et porte ses critiques.

A) Le Groupe ouvrier dans la tourmente

Le groupe ouvrier chercha à tirer profit de l’agitation ouvrière et fut capable de publier régulièrement La voie Ouvrière vers le pouvoir. Les autorités s’en alarment. Comme Boukharine plus tard le reconnut, les grèves, combinées avec les activités des groupes dissidents, ont appelé l’attention sur « la nécessité d’abaisser les prix, la nécessité de prêter plus d’attention aux salaires, la nécessité d’élever le niveau de l’activité politique des membres de nos organisations du Parti. »(52). En même temps, le Comité central stigmatise le Groupe ouvrier comme « anti-Communiste et anti-Soviétique » et demande au GPU de le supprimer.

C’est dans La voie Ouvrière vers le pouvoir que l’on peut lire ce qui est traduit ci-après et qui donne une petite idée de l’activité du groupe :

« A Moscou en 1924, la Guépéou arrêta un groupe de soldats de l’Armée Rouge qui avaient le soutien ‘de quelques officiers du Quartier Spachi’. Ils furent accusés de mener des discussions avec le PCO (Parti Communiste Ouvrier) ‘sur la résolution du PCR excluant ce groupe, sur son interdiction des publications du PCO et sur l’exil de ses militants de Moscou’… »

« Le 7 novembre 1924, les communistes de gauche organisèrent une manifestation à Moscou, protestant contre l’interdiction de leurs opinions. Non seulement des membres du PCO furent arrêtés par la Guépéou mais encore des personnes non adhérentes pour l’unique crime de sympathie avec la gauche communiste… »

« Le 8 décembre 1924, le PCO de Moscou publia un tract rendant public l’arrestation de onze « membres du groupe en Oural (Perm) qui avaient commencé une grève de la faim. Il réclamait qu’on lui en donne les raisons et la tenue d’un procès public »

Le 27 décembre 1924, une partie du « Groupe ouvrier-communiste » de Moscou, mis en arrestation. a été expédié par train spécial à environ 3 heures du matin vers les forêts du nord de la Russie (district de Tcherdinssk) sous une très forte escorte du Guépéou. »(53)

La vague de répression se poursuivit aussi sur toute la Russie, en Oural, dans le Don et en Ukraine où la totalité des membres du Bureau Central fut arrêtée. Mais cette répression suit une vague de lutte de classe contre le régime comme on peut le lire ci-dessus dans l’article déjà cité:

« A Oulianovsk (Simbirsk), dix-sept membres de l’opposition ouvrière ont été arrêtés et condamnés ; Barinov et Kozlov à l’internement à Tobolsk (Sibérie), les autres au bannissement dans diverses localités éloignées. Le communiste-Ouvrier Kapoustine, qui, pendant les émeutes ouvrières du district du Don, en 1924, fut – comme ils disent – placé à la disposition du Parti, a été, de nouveau, arrêté comme opposant de gauche. Tchéliabinsk est entre toutes les localités comme le point de concentration des prisonniers et des condamnés de l’opposition communiste. Allez donc y voir, camarades !

Dans la presse étrangère, il a été signalé, qu’à Nikolaïev sur la Mer Noire, le président des conseils ukrainiens, Petrovski, a remis en liberté vingt-six des quarante-six membres détenus du «Groupe ouvrier-communiste ». (…)

« Il est signalé, en outre, dans la presse étrangère que quatre camarades du Groupe Ouvrier dans le gouvernement d’Oural et quatre autres à Bakou, ont été exécutés pour en être venus aux mains avec ceux qui les brutalisaient. La raison de leur arrestation était qu’on leur reprochait d’être les instigateurs de grands mouvements de mécontentement et de grèves chez les ouvriers.

Dans une brochure illégale éditée à Ekaterinoslav par l’opposition des communistes-Ouvriers, le 17 février courant (1927), est relatée la brutalité bestiale du Guépéou d’Ekaterinoslav (Sverdlovsk) qu’il avait lancé contre Nilov. Ce dernier, porte-parole du Groupe Ouvrier local, était soupçonné d’avoir participé à l’activité d’un comité d’action illégal, organisateur de plusieurs grèves dans le district. Après sa livraison au Guépéou on a exigé de Nilov, qui, actuellement, se trouve enfermé en cellule à l’hôpital de la prison, avoue les faits dont i1 était inculpé. Devant son refus décidé de répondre aux questions posées, l’Inspecteur ordonna de le déshabiller et de lui appliquer vingt coups de fouet. Ce traitement bestial fut exécuté par des Baschkirs (Mongols) appartenant à l’armée rouge. Après cet horrible traitement, le blessé qu’il fallait porter par les épauler, fut reconduit à l’inspecteur. Mais la torture n’avait pu briser son silence. Rendu enragé par ce nouveau refus, l’inspecteur lui fait sauter un œil avec le canon d’un fusil et on reconduit Nilov à sa cellule la face inondée de sang. Là on lui donne pour la première fois quelques soins au bout de deux jours. La brochure réclame que l’on arrête immédiatement cet Inspecteur et qu’on défère aux tribunaux toute la direction du Guépéou de Sverdlovsk»

Les articles cités montrent clairement que le GO est bien implanté dans l’ensemble des centres ouvriers de la Russie parmi les prolétaires et que nombre de ses membres sont des leaders ouvriers puisqu’ils sont nommés comme leurs représentants à la tête des conseils ouvriers. C’est tout cela qui a fait peur à la nouvelle classe dirigeante russe et au Guépéou.

Et encore dans La voie Ouvrière vers le pouvoir 

« Ce mois-là la Guépéou saisit une deuxième imprimerie, gérée clandestinement par le PCO. En décembre, on entendit parler de nouvelles effervescences dans l’armée. Il fut rapporté que la Guépéou avait démantelé une conspiration contre-révolutionnaire et avait arrêté une organisation clandestine de communistes dans l’Armée Rouge qui surnommaient la NEP la « Nouvelle Exploitation du Prolétariat » (54) et appelaient à la lutte pour le communisme. Le PCO souligna l’ironie de cette accusation de clandestinité, étant donné que c’était justement le travail de la IIIe Internationale de démasquer les armées du capitalisme de cette façon-là. Le lendemain, en réponse à cette action de la Guépéou, une partie des troupes du Kremlin fit part de son mécontentement contre les dirigeants politiques et de sa solidarité avec le PCO. Pour cela, ils furent mutés à Smolensk. »(55)

Comme on vient de le constater, le GO existe toujours de façon organisée, publiant appels, tracts et manifestes et cela aussi jusqu’en 1929. Sa presse clandestine est La voie Ouvrière vers le pouvoir imprimée à Moscou sous la responsabilité de Serge Tiounov (56). Ses militants étaient éparpillés au travers de la Russie, déportés dans des camps d’isolation ou de travail, ou encore en fuite et poursuivis par la Guépéou. Leurs travaux étaient publiés en Angleterre dans le Workers’ Dreadnought et dans The Commune, en Allemagne dans la presse de la KAI/KAPD et d’autres ; mais la meilleure source d’information sur leurs activités au début des années 30 reste la revue l’Ouvrier communiste.

B) Miasnikov en prison

Miasnikov passe trois années et demie en prison, d’abord à Moscou, puis à Tomsk et enfin à Viatka. Il continue ses critiques, en écrivant à Staline, à Zinoviev (57), à Boukharine et à Rykov. À Tomsk(58), il commence sa seconde grève de la faim. Il a expliqué ses buts dans une lettre passée en contrebande en occident, il voulait « forcer la rédaction d’un acte d’accusation formel et un procès public contre lui. »(59) Il n’y réussit pas. Le dixième jour de grève il est soumis à une alimentation forcée. Il résiste. Le treizième jour le GPU l’entraîne hors de la cellule et l’amène dans un asile d’aliéné. Acte dont il se plaint invoquant que même les fascistes n’ont pas encore osé utiliser de telles méthodes. Ramené dans sa cellule, il est mis en « isolation ». Personne n’est autorisé à lui parler, ni les gardes ni ses camarades détenus. Son épouse, Daia Grigor’evna, et leurs trois jeunes fils sont envoyés en exil.

Puis en 1927, il est banni dans la capitale arménienne d’Erevan et placé sous la surveillance de la police. Néanmoins, le 7 novembre 1928, pour le onzième anniversaire de la révolution bolchevik, il participe à une manifestation anti-gouvernementale. Craignant l’arrestation, il décide de partir à l’étranger. Le soir, il prend le train pour Djoulfa,(60) ville sur la frontière persane (Iran actuel) après avoir bourré sa serviette de manuscrits et de notes. A l’approche de Djoulfa, il saute du train et traverse le fleuve Araxe en direction de la Perse où il est immédiatement arrêté. Après six mois de prison, il réussit à s’évader début mai 1929, sans passeport et sans visa, et rentre en Turquie, où il est à nouveau arrêté par la police et retenu à Amassia au centre du pays.

IV

Après 1928

A) En Russie

Malgré la répression, les camps et la contre révolution stalinienne en marche, les révolutionnaires ne baissent pas les bras. Ces derniers se battent toujours aux côtés des ouvriers. Ce combat qui dura jusque dans les années 1930 est le signe de la force extraordinaire de la révolution d’Octobre ainsi que de « l’importance mondiale de l’expérience russe » qui « demeure entière malgré l’échec final. »(61) Il a fallu à Staline presque 20 ans pour liquider tous les réminiscences d’Octobre ainsi que passer par les armes tous les révolutionnaires.

Si les membres de l’Opposition de gauche (trotskistes) ont à peu près tous capitulé, ce n’est pas le cas des membres du GO et pour une bonne partie des Décistes. Le rapprochement des Décistes avec le GO qui s’effectuera à partir de la fin des années 1920, marque une étape importante pour le mouvement ouvrier. Dès 1927, il y a une évolution très nette de ce groupe ; Sapronov effectue une visite secrète en Allemagne et peut être en France en juin 1927 pour prendre contact avec différents groupes et pour « organiser une collaboration entre la fraction russe et les gauches des autres sections. »(62) Il rencontre Karl Korsch(63)et rate son rendez-vous avec Papallardi lors de son voyage en France(64). Korsch juge à cette époque que les Décistes commencent à évoluer. Hedda Korsch écrit qu’ : « il est le représentant du groupe le plus décidé de l’opposition russe, et bien qu’il soit encore à l’idéologie de la religion bolchevik, il commence dans le même temps à combattre dans la lutte de classe réelle et consciente, contre la dictature antirévolutionnaire de l’Union soviétique, incluant Trotski et Zinoviev. »(lettre du 30 août 1927) Il faut rappeler que Korsch s’est ensuite solidarisé avec le groupe de Sapronov ce qui pourrait signifier que Korsch n’a pas encore connaissance de l’existence du GO ou bien qu’il ne se considère pas alors encore tout à fait dans la même optique politique.

Activité politique du GO en dehors des prisons

Il nous faut revenir quelque peu en arrière, en 1926, pour parler de la constitution du Groupe des Quinze mentionné ci-dessus. Laissons la parole à Miasnikov:

« Le camarade Sapronov (ancien Centraliste démocratique et Déciste) (…) dans les années 1926-27, reparaît à nouveau avec la plate-forme du Centralisme démocratique. C’est une plate-forme(65) toute nouvelle d’un groupe par conséquent tout nouveau, sans autre lien avec le passé du « Centralisme démocratique » que la personne de Sapronov comme porte-parole»(66) qui se crée. Et, il poursuit : « Le Groupe des quinze doit son nom à ce que la plate-forme fut signée par quinze camarades. Dans ses points principaux, dans son estimation de la nature de l’Etat en URSS, dans ses idées sur l’Etat ouvrier, le Programme des quinze se rapproche beaucoup de l’idéologie du Groupe ouvrier. »

Donc, à cette époque, il y a un rapprochement politique est en train de s’effectuer entre ces deux groupes.

En août 1928, à la conférence de Moscou le « Groupe Ouvrier a voté le texte d’un appel au Groupe des Quinze et aux rescapés de l’Opposition ouvrière, en les invitant à s’unir en une communauté de programme, sur la base de la Révolution de Novembre » [nous disons Octobre du fait de notre calendrier]. Miasnikov dans l’Ouvrier communiste (67) rajoute : « A la même réunion, a été présenté un projet de statuts pour les Partis communistes-ouvriers de l’URSS. N’ayant été que lu, sans être soumis à un examen approfondi, le projet n’a pas été considéré comme émanant du Conseil, mais seulement d’un membre du Bureau central.(68) Dans son appel, le Groupe ouvrier mentionnait ce projet comme devant être soumis à la discussion, pour que soit définitivement adoptée la base sur laquelle les groupes en question auraient à s’unir afin de former le Parti ouvrier-communiste russe.

Dans ce but, a été adoptée la résolution de constituer le Bureau central du Groupe ouvrier en Bureau central d’organisation pour les Partis ouvriers communistes de l’URSS.

Tous les membres du Groupe des Quinze étaient à cette époque dispersés en exil ; aussi il ne pouvait être question d’organiser une réunion plénière. Mais à la réunion assistait un membre de ce groupe, avec voix délibérative. »

Les discussions de Vorkouta reflètent un développement parallèle à cette initiative. Ciliga date ce rapprochement de 1933.

Pendant toute cette période, le GO publie son journal La voie ouvrière vers le pouvoir dont le numéro 6 (dernier numéro), parait mi 1928 à Moscou(69) et il soutient encore les manifestations et les grèves ouvrières. Dans ce contexte, il violait la légalité soviétique et rompait avec la stratégie d’opposition loyale des anciens Décistes qui n’œuvraient qu’à l’intérieur du Parti, et avec celle de l’Opposition Ouvrière encore plus à droite. Son appel à tous ceux qui voulaient le rejoindre au sein de ces organisations pour former un authentique Parti Communiste en Russie, a été entendu. Le GO n’était pas prêt à travailler avec la IIIe Internationale dans un front uni contre la bourgeoisie. À l’inverse des Décistes et de l’Opposition de gauche bolchevique-léniniste, jamais il ne crut pouvoir réformer le PCR ou la IIIe Internationale. Il croit aussi, même si c’étaient encore des organisations ouvrières, que le PCR et la IIIe Internationale devenaient de plus en plus des obstacles à toute révolution mondiale. Régulièrement le GO qualifie ces oppositionnels d’« opposition des célébrités ». Ainsi considérait-il l’opposition de gauche (trotskiste) comme des centristes n’offrant aucune possibilité pour renverser la tendance contre-révolutionnaire montante. Malgré son exclusion et sa stigmatisation comme groupe anti-parti et contre-révolutionnaire, malgré les déportations, les emprisonnements, le knout et la torture, le GO parvint à survivre comme groupe clandestin en de nombreux endroits d’URSS avec une influence qui excédait largement sa petite taille.

Le GO est donc le groupe le plus décidé et c’est la raison pour laquelle il fut capable de regrouper d’autres opposants prêts à se battre. La force de la révolution prolétarienne d’Octobre était telle qu’elle ne pouvait pas ne pas donner de nombreuses réactions ouvrières. Les Décistes en sont aussi un exemple. Durant dix années, les Décistes « avaient gesticulé en vain (Ciliga) capitulant ici devant l’ultimatum de Lénine, soutenant là les trotskistes dans leur lutte contre Staline. Leurs orientations (…) s’avérèrent stériles. Le Plan quinquennal frappa le groupe comme un coup de tonnerre. La majorité, comme la majorité des trotskistes capitula » et se justifia en disant que du moment que la NEP et la bourgeoisie avaient été liquidées, le socialisme était en train de se construire. Mais, de nouveau, nous pouvons constater qu’une réaction saine et contraire se manifeste venant d’une partie du groupe Déciste. Cette réaction autour de Timotei Sapronov, est le reflet de la continuité de ce courant qui a pour origine, la fraction des communistes de gauche de 1918.

En prison et dans les camps (1933-1937)

Ciliga montre comment le groupe qui s’était essentiellement constitué sur une nouvelle base (le Manifeste des Quinze), gagnait constamment des militants de l’aile bolchevique-léniniste « irréconciliable » et finalement devient majoritaire à Vorkouta.

Mais, c’est l’orientation du GO au sein de la classe ouvrière qui donne le la et permet de regrouper des éléments d’après Ciliga.

« Le groupe de Miasnikov, les décistes, quelques anciens trotskistes en tout 25 personnes formèrent une ‘fédération des communistes de gauche’. » Avant la création de cette fédération, il y eut des discussions importantes sur la question du capitalisme d’Etat. Etait-il :

« relativement progressiste » comme le pensait Ciliga ?

«purement parasitaire » selon Tiounov ?

– représentant une « époque nouvelle de la civilisation » comme le défendait Volodia Smirnov ? Pour ce dernier il s’agissait de défendre l’idée que le capitalisme d’Etat était une tendance nouvelle du capitalisme qui se retrouvait internationalement partout dans le monde.

« Tiounov exigeait le socialisme intégral dans l’industrie et le rétablissement de la Nep dans l’économie rurale. Il approuvait ‘intégralement’ le bolchevisme historique et le programme de l’Opposition ouvrière et du Groupe ouvrier de 1920-1923.

Smirnov faisait table rase du bolchevisme historique et négligeait le mouvement communiste à l’étranger, car il n’y voyait pas d’ouvriers. »(70)

Les positions de Tiounov sur la nature de l’URSS sont plus claires que celles des autres tendances mais sur les autres questions le résumé de Ciliga ne permet pas de se faire une opinion claire sur les différentes positions en discussion. A la lecture de ce résumé, il ressort une grande confusion sur la situation politique et le mouvement ouvrier en général. Il reste que l’essentiel est la volonté de regroupement entre les différentes fractions de la gauche communiste en Russie et la critique depuis l’intérieur de la Russie, du pouvoir soviétique en tant que capitalisme d’Etat.

Certains Décistes et les ex-trotskistes n’étaient pas très cohérents d’après Ciliga. Les plus anciens Décistes restaient moins critiques du bolchevisme bien que la plupart voulussent fermement créer un nouveau parti. D’autres (une minorité) voulurent appeler à la création d’une quatrième internationale. Les militants du GO, Zankov et Tiounov semblaient hésitants sur ce point.

En 1937, il est encore question à Vorkouta d’un groupe autour de Sapronov(71). Il était donc encore vivant à cette époque à Vorkouta.

Toutefois, le GO est la principale force du regroupement qui va bien au-delà des limites de Vorkouta.

B) Miasnikov en exil en Europe

Après avoir quitté la Perse, Miasnikov poursuit son périple à travers la Turquie. Pour tenter de sortir de ces nouvelles geôles, il écrit à tous ses amis en occident en France ou en Allemagne. Ainsi, il écrit une lettre à la section russe des ouvriers industriels du monde (IWW) à Chicago. Ainsi qu’à ces amis de gauche du KPD, Maslow et Korsch. Ce dernier va animer le Comité Miasnikov. Dès le 8 avril 1929, il sonne l’alarme auprès de ses contacts et leur demande de s’activer pour faciliter l’obtention d’un visa pour Miasnikov. (72)

Korsch publie un communiqué qui paraît notamment en France dans l’Ouvrier communiste, numéro 3 d’octobre 1929 et dans Contre le courant, numéro 38 du 22 octobre 1929, dont voici les passages intéressant la situation de Miasnikov après son évasion d’URSS :

« Cependant le 27 novembre 28, il réussissait à s’enfuir au prix des plus grands efforts et des plus grands dangers, et à franchir la frontière perse.

Aussitôt arrivé en Perse, Miasnikov est arrêté. On l’amène à Téhéran le 19 mars 29. Les représentants diplomatiques russes Dawtian et Loganowski exigent son extradition et sa remise à ses persécuteurs, mais leurs prétextes sont si transparents que la police perse elle-même n’ose pas commettre cet attentat évident aux droits des gens : l’extradition d’un réfugié politique. Par contre, elle s’efforce par toutes sortes de détours de l’obliger à une rentrée ‘volontaire’ en Russie.

Miasnikov passe six mois d’attente cruelle, rebuté et berné par tous les consulats auxquels il s’adresse pour obtenir un visa, privé de toute relation avec ses amis d’Europe qu’il n’a pu prévenir de sa fuite que par un court télégramme. Finalement il parvint à s’évader de nouveau et à gagner Karakeus en Turquie. Là il trouve, pour la première fois depuis le début de mai 29, la possibilité de donner de ses nouvelles.

Cependant les mêmes vexations subies en Perse reprennent en territoire turc. Il ne peut aller à Constantinople, mais il est relégué dans un coin perdu, à Amassia (Asie Mineure), où il se trouve encore aujourd’hui prisonnier de fait de la police turque malgré tous les efforts faits pour sa liberté. »

Il arrive enfin à Constantinople le 27 novembre 1929 où il décrit ses perpétuelles persécutions : « depuis 1922 jusqu’à présent je n’ai jamais été libre, parfois les persécutions provenait du GPU et d’autres fois des départements d’espionnage de divers gouvernements. »(73) Si dur était son sort qu’il se rapprocha du consul soviétique à Trébizonde pour voir les conditions d’un éventuel retour en Russie, mais aucun accord ne put être trouvé. Au printemps 1929, Miasnikov a une correspondance avec Trotski, qui lui-même était exilé en Turquie. Que Miasnikov ait pris contact avec Trotski peut sembler surprenant, car c’était Trotski qui, quelques années auparavant, avait mené l’offensive contre lui au congrès du PCR. Mais depuis lors, Trotski, comme Miasnikov, avait été expulsé du Parti. Plus tardivement que Miasnikov, Trotski avait également soulevé la bannière de la démocratie contre la dictature de l’appareil bolchevik. Bien que Trotski nie que cette situation signifiait la «justification de Miasnikov et de ses partisans » (74) les deux hommes avaient assez de points en commun pour engager une discussion amicale. Ils se rencontrèrent quelques fois à Prinkipo et notamment Gérard Rosenthal qui s’y trouvait en ces circonstances raconte qu’il ouvrit la porte à Miasnikov un jour qu’il venait voir Trotski. (75)

Miasnikov eut de janvier à septembre 1930 une correspondance avec Trotski et lui demande même d’écrire une présentation pour son livre. Voici les réponses de Trotski :

« Cher camarade Miasnikov,

Vous savez probablement que je romps définitivement avec mes ‘amis politiques’ (faux en fait) qui s’approchent de vous sur la question de la nature de classe de l’URSS. Quels motifs politiques puis-je avoir de chercher ‘un contact’ avec votre position ? Car cela signifierait faire une confusion incroyable !

J’ai déjà insisté deux ou trois fois sur le point de vue que nous devions exclure complètement la politique de nos rapports personnels, vu les contradictions profondes et irréconciliables de nos opinions. Cet état d’esprit chez moi est déterminé par l’aspiration sincère de ne pas saper nos rapports purement personnels. Je regrette beaucoup que vous négligez simplement ma position sur cette question.

Salutations fraternelles. (10 janvier 1930)

P.S. Pour liquider les malentendus. Il n’est pas du tout question d’une publication de votre texte (à cause de son caractère même) par une quelconque maison d’édition « neutre « . Donc, il ne peut être publié que par telle ou telle fraction. Mais les fractions se forment justement pour exprimer leur position et lutter contre les autres. » (76

Il y eut un deuxième courrier manuscrit celui-là de septembre 1929 :

« Pour une raison que je ne comprends pas, vous continuer à ajouter une calomnie à une autre. Jamais je n’ai voté pour vous fusiller. Jamais en ma présence, un pareil vote n’a eu lieu. Je n’ai jamais entendu parler ni d’un pareil vote, ni d’une pareille discussion. Celui qui dirait le contraire, je le nommerais menteur.

A mon avis, le plus raisonnable serait d’arrêter cette correspondance. Certes, je suis prêt comme avant à vous prêter toute assistance pratique. »(77)

Après les rebuffades de Trotski, Miasnikov est un individu isolé. Pour comprendre ce rude échange de courrier, il faut lire l’article « l’oublieux Miasnikov » publié dans La Vérité du 16 mai 1930.(78) Dans ce débat, il semble que Trotski ait parfaitement raison de ne pas vouloir mêler les relations politiques et les relations individuelles. Et sur le plan politique il a raison de ne pas accepter de faire l’introduction du livre de Miasnikov pour ne pas apporter de confusion politique puisqu’il n’y a pas d’accord entre leurs deux positions. On peut toutefois comprendre Miasnikov qui se trouve devoir faire face à une situation humaine bien plus terrible que celle de Trotski et isolé, il recherche donc maladroitement quelques appuis politiques.

A Istambul, Miasnikov finit par recevoir un permis pour la France et Paris. Il s’y établit en avril 1930, trouvant du travail dans son ancien métier : une usine métallurgique. En 1931, il édite son manuscrit sur la bureaucratie soviétique sous le titre d’Ocherednoi obman (L’Ultime mensonge). Deux ans après, quand Lucien Laurat publiera un traité semblable, Trotski note rapidement le parallèle. Laurat, écrit-il, ignorait « évidemment que sa théorie avait été formulée, seulement avec beaucoup plus de panache et de splendeur, il y a trente ans par le révolutionnaire Russo-Polonais Machajski, » et, tout récemment, par Miasnikov, qui développe l’idée que « la dictature du prolétariat en Russie soviétique a été supplantée par l’hégémonie d’une nouvelle classe, la bureaucratie sociale»(79)

A Paris Miasnikov a eu du mal à s’insérer dans la vie politique. Il est d’abord en contact avec Pappalardi de l’Ouvrier communiste et en 1933 avec Albert Treint.

Graduellement, cependant, sa situation matérielle s’améliore. Il a appris à parler français puis épouse une française (bien que Daia Grigorevna était encore vivante). Enfin, il retrouva plusieurs connaissances oppositionnelles de gauche: Ruth Fischer, Maslow et Victor Serge(80). En 1935-36, il travaille « intensément » selon les termes de Ruth Fischer(81), avec cette dernière, Sedov, Maslow et Ciliga(82) pour la commission John Dewey-La Folette-Otto Rülhe sur les crimes de Staline et les procès de Moscou.

Les dernières années avant la guerre mondiale, il participe à un cercle de discussion avec Maslow, Ruth Fischer et Ciliga(83) auquel participe également la menchevik de gauche Vera Alexandrova critique littéraire du Sotsialistiches Kijvestnik (Messager socialiste). Le cercle était très déboussolé. Maslow était pessimiste sur le prolétariat allemand atteint de « provincialisme ». Miasnikov versait dans un certain « patriotisme » après la guerre de Finlande. C’est à cette époque que Maslow lance sa revue Cahiers d’Europe. Il n’y aura que 2 numéros avant que la guerre ne l’interrompe. Miasnikov publie dans le deuxième numéro de février 1939 Dictature et démocratie (publié ci-après). La suite de son travail annoncée dans ce premier article ne le sera jamais.

Ruth Fischer indique qu’il avait suivi des cours de perfectionnement et acquis un diplôme d’ingénieur. Il avait alors cinquante ans. En 1939, quand Fischer l’a vu pour la dernière fois, il lui a semblé raisonnablement content de sa situation. C’était dans la période avant le déclenchement de la 2ème guerre mondiale.

Miasnikov est resté en France tout au long de la guerre. Puis en 1946, il a disparu. Ses amis parisiens, cherchant à découvrir ce qu’il était devenu, ont appris qu’il avait été transporté en Russie par un avion soviétique. Il n’a pas été établi de façon certaine s’il y était retourné de sa propre volonté ou enlevé par le KGB.(84)

Selon Roy Medvedev, à la fin de la guerre un représentant du gouvernement soviétique est venu voir Miasnikov pour le persuader de retourner. Miasnikov a d’abord refusé, peut-être se rappelant son expérience de 1923, quand il a été trompé par de fausses promesses pour rentrer d’Allemagne. Il lui a assuré, cependant, qu’il n’y avait plus rien à craindre, que le passé avait été oublié, et que la permission d’habiter librement à Moscou lui avait été accordée par la « plus Haute Autorité », c’est-à-dire par Staline lui-même. Miasnikov, en dépit de ses craintes, a finalement accepté de partir. Mais, quand il débarqua à Moscou, il fut arrêté à l’aéroport et amené à la prison de Butyrki.(86)

Alors qu’il était en France, une tragédie survint à son épouse et à ses enfants. Pendant la guerre mondiale, ses trois fils partirent à l’armée et périrent au front. Ces malheurs poussèrent Daia Grigorevna à la dépression ; elle fut placée dans un hôpital psychiatrique. Libérée après une année, elle ne récupéra jamais complètement. Et en 1946 intervient le choc définitif. Elle apprit que son mari, qu’elle n’avait pas revu depuis vingt ans, était à la prison de Butyrki, et qu’elle était autorisée à lui rendre visite. Déconcertée par la nouvelle, elle chercha le conseil d’amis. Une semaine après, elle se rendit à Butyrki. Elle arriva trop tard. Miasnikov, lui dit-on, venait d’être exécuté. En l’entendant, Daïa Grigorevna subit un nouveau choc, amenée à nouveau à l’hôpital, elle mourut peu après.(87)

Miasnikov a payé le prix fort pour ses idéaux de révolutionnaire. Malgré ses errements après 1930, sa vie politique a été héroïque depuis le refus de compromettre ses principes sous le tsarisme jusque sous le stalinisme. Ces faits sont suffisamment la preuve de son intégrité révolutionnaire. Miasnikov parmi les oppositionnels, reste celui qui critiqua la politique officielle avec des propositions alternatives crédibles et fortes pour la construction d’une nouvelle société socialiste. A la vision centraliste, Miasnikov oppose une vision de la participation des travailleurs à la gestion de la société, de la démocratie prolétarienne des conseils ouvriers avec la liberté de discussion et de débat que ce soit dans le parti ou dans les conseils. Un jour viendra où ses idées, seront défendues pour une véritable révolution communiste dans l’intérêt des ouvriers et de l’humanité toute entière.

Michel Olivier

Nota depuis la dernière édition : voir de Bruno David, Le dossier Miasnikov des archives de la Préfecture de Police de Paris, 2011, qui donne des informations importantes sur la vie de Miasnikov pendant la deuxième guerre. Il tort le cou à la rumeur selon laquelle Miasnikov était devenu un agent du Guépéou.

1. Organisateur des métallurgistes ; il se suicide à Berlin de désespoir .en 1926-27. Cf. Victor Serge, Mémoires d’un révolutionnaire, Seuil, Paris, 1951, page 205.

2. Cf. Michel Olivier, La gauche bolchevik et le pouvoir ouvrier, 1919 – 1927, Paris, 2009, 88p.

3. Pour une exposition des positions en présence, et des luttes dans le parti avec l’Opposition ouvrière, voir Les origines de l’absolutisme communiste, Leonard Shapiro, Albatros, Paris, 1957 pages 213 et suivantes.

4. Intervention d’Ossinski en mars 1920 lors du IX° congrès du Parti ; voir Protocoly IX, pages 123-124, cité par L. Shapiro, idem.

5. Cf. Shapiro, idem page 190.

6. Discours d’Ossinski, cité par Shapiro, idem, page 191.

7. Ossinski, cité par Shapiro, idem, page 191.

8 Il aurait pris contact avec le KAPD et entretenu des liens réguliers avec lui. Cf. Un appel de l’Opposition des ouvriers russes. Il est dit que ce groupe quasi clandestin a collecté de l’argent parmi les travailleurs en Russie afin de financer des écrits qui devaient être imprimés en Allemagne. Mais, comme le souligne le Dreadnought, l’inflation en Russie était si forte que le million de roubles si péniblement collecté se trouva dévalué ; il permit à peine une fois converti de payer les frais d’envoi. Cet Appel insistait sur les tâches fondamentales du groupe en tant qu’avant-garde pour s’opposer à la NEP et au Front Uni du gouvernement soviétique russe déclarant : nous sommes entrés dans la lutte contre la trahison envers les premiers triomphes de la révolution. Notre mission est de poursuivre la révolution. Par leur désignation du parti et du gouvernement comme « Russes », ils indiquent qu’ils les considèrent comme des organes nationaux – c’est-à-dire non prolétariens – qui ont abandonné l’internationalisme. Envoyèrent-ils un délégué au 3ème congrès du KAPD à Hanovre qui rendit compte du « travail illégal » en Russie ? Dans le même numéro du Workers’ Dreadnought du 29 juillet 1922 se trouve un texte plus long sur l’échec du Front Uni.

9. On peut penser qu’il s’agit de Kropf et Basil Ivan Raminov ou Rumanov. Il semble que se soit le compagnon de Käthe Friedländer qui appartenait à l’exécutif de la KAI. (Archives Canne-Meyer, IISG, Amsterdam).

10. La Gauche Hollandaise, éditions du CCI, Naples, 1990, cf. page 150.

11. Cf. KAZ – Kommunistische Arbeiter Zeitung numéro 204. Ce groupe en dehors du parti demandait le respect de la démocratie ouvrière et la lutte contre la bureaucratie du parti.

12. Cf. le Programme du Komintern ouvrier, publié en annexe. Encore en 1929, Miasnikov reconnaît un certain rôle pour les syndicats comme contrôle de l’économie soviétisée.

13. L’on retrouve l’idée de « révolution double », idée que développaient certains courants au sein de la gauche germano-hollandaise et qui se généralisera en son sein ultérieurement.

14. R.I. Kovalski, The Bolshevik Party in Conflict, University of Pittsburgh press, 1991. cf. la revue Kommunist, numéro 4 (juin 1918).

15. Sur ce point, il semble que le CCI se trompe dans son travail sur l’histoire de la gauche communiste russe, Londres, 2003.

16. La Révolution prolétarienne« , numéro 178, 10 juillet 1934.Sur ce point, il semble que le CCI se trompe dans son travail sur l’histoire de la gauche communiste russe, Londres, 2003.

17. R. Sinigaglia, Mjasnikov e la Rivoluzione russa Edizioni Jaca Books, Milano 1973.

18. To zhe, da ne to, in G.E. Zinoviev, Petrograd, 1921, pages 282-283 – On the Motovilikha factory, cité par Avrich.

19. N. Sokoloff, Enquête judiciaire sur l’assassinat de la famille impériale russe, Paris, 1924, pages 298-300 et Victor Serge, L’An I de la révolution russe, Maspero, Paris, 1971, tome 2, page 86. Nous ne rentrerons pas dans la polémique sur : Miasnikov a-t-il pris tout seul cette initiative ou était-il mandaté par le pouvoir soviétique ?

20. Devjataja konferencija RKP(b); Sentjabr’ 1920, Protokoly, Moscou, 1972, pages 110 et 111.

21. Sotsialisticheskii vestnik, février 1922.

22. Extraits dans Sorine, Rabocaja gruppa (Mjasnikovscina), Moscou, 1924 – préface de Boukharine – et The Miasnikov memorandum, Cienfuegos Press Anarchist Revue, vol 1, automne 1977, pages 87 et 88, d’après Avrich.

23. Sorine, idem, page 76.

24. Lénine, Œuvres, vol. 53, pages 85 et 86.

25. Lettre de Lénine in Œuvres, vol. 32, pages 536 et suivantes. Reproduite ci-après.

26. Lénine, Œuvres, vol. 53, page 115, première édition.

27. Lénine, Œuvres, vol. 54, page 59, selon Avrich, op.cit..

28. Lénine, Œuvres, 1970, vol. 4554, page 401.59.

29. Izvestia, 1921.

30. Paul Avrich L’opposition bolchevique à Lénine : G. Miasnikov et le Groupe Ouvrier. The Russian Revolution, vol43, 1984, pages 1 à 29 et Roberto Sinigaglia, op. cit.

31 Schapiro, idem, p.306 note 33

32. La Révolution prolétarienne, n° 178, 10 juillet 1934

33. Marin bolchevik qui s’était distingué au début de la révolution. En septembre 1921 il présente au soviet de Moscou une pétition réclamant « tout le pouvoir pour les Soviets, et non pas pour les partis

34. Shapiro, Idem, pages 253 et suivantes.

35. Le messager socialiste, Journal menchevik.

36. Ciliga affirme que le GO a dirigé les grèves ouvrières de 1923, ibid., p. 263.

37. Traduit et publié également à Berlin avec des commentaires du KAPD.

38. Daniels, page 204.

39. Jan Waclaw Machajski (1866 – ?), anarchiste polonais. Quelquefois orthographié : Makhaïsky.

40. Cité par Avrich, ibid.

41. Vétéran bolchevik de Karkov, délégué au Xème congrès du Parti.

42. Ouvrier de la Compagnie des automobiles de Moscou (AMO) de 1917 à 1922.

43. Rejoint le Parti en 1917 selon Ciliga. Voici ce qu’en dit Miasnikov dans l’Ouvrier communiste, numéro 6-7 de mars 1930. Il « a 35 ou 36 ans. Il était ouvrier (métallo) dans l’Oural. Entré au parti en 1918. En (janvier) 1929, il est arrêté comme appartenant au Groupe ouvrier, et est exclu du parti. Auparavant, il avait été réintégré (après une arrestation antérieure en 1924, [rajout de notre part]) et devient recteur de la faculté ouvrière « Lénine ». C’est un camarade très éclairé, possédant de très grandes connaissances dans le domaine des sciences sociales, et ayant donné un cours d’économie politique à l’Université. »

44. Vladimir Potapovich Demidov (1884-1977)

45. Maria Karlova Berzina, membre du Soviet de Moscou.

46. Sorine, ibid, pages 110-114.

47. Ruth Fischer, Staline et le communisme allemand, Cambridge, MA, 1948, page 247.

48. D’après Ruth Fischer, ibid page 182.

49. Nom donné par Trotski à cette crise. Au printemps et à l’été 1923 la crise ne fait que s’aggraver et Trotski la représente par un diagramme au XII° Congrès du PC de l’URSS: les courbes des prix industriels et agricoles après s’être recoupés à l’automne 1922, ne cessent de s’écarter. A la fin de l’été 1923, les prix industriels atteignent 180 à 190% du niveau d’avant guerre, tandis que les prix agricoles stagnent à 50%.

50. Membres de la gauche du parti qui deviendront membres de la future Opposition de gauche (trotskiste) mais aussi des Décistes.

51. Trotski, “Lettre à une assemblée du parti”, 8 octobre 1923 in Appendice 1 à Cours nouveau, pp. 83‑89 dans De la révolution, Editions de Minuit, Paris, 1963. Ce texte a été publié dans le Bulletin communiste, 27 décembre 1923 et dans La Correspondance internationale, 31 janvier 1924.

52. Russia and British labour delegation – A reply, London, 1925, page 23, cité par Avrich.

53. L’Ouvrier communiste, numéro 4-5, novembre 1929.

54. On retrouve cette expression dans les textes de Miasnikov.

55. Il s’agit de la garnison du Kremlin dont une compagnie a du être transférée à Smolensk. Russia and British labour delegation, ibid, page 23, cité par Avrich.

56. « On l’a inculpé comme rédacteur de l’organe des Groupes ouvriers, La voie ouvrière vers le pouvoir (Rabotchij put’ k vlasti), paraissant illégalement à Moscou. Depuis une année déjà, il est enfermé à l’isolateur politique de Verkhne Ural’sk. Le 14 novembre 1929, il commença la grève de la faim, réclamant un jugement public avec une défense véritable, ou bien sa libération. » L’Ouvrier communiste, numéro, 6, 1930.

57. Lettre reproduite, ci-après, lettre que Miasnikov pensait être perdue dans les archives du GPU.

58. Cf. Sur « l’évangile de Démian » écrit par Miasnikov dans la prison de Tomsk, ci-après.

59. ibid., Avrich.

60. Lire ci-après le récit du passage en occident par Miasnikov lui-même dans la préface à L’ultime mensonge de 1930-31

61. A. Ciliga, Au pays du mensonge déconcertant, Champs Libre, Paris, 1977, page 140.

62. Lettre de Hedda Korsch à Pappalardi du 30 juin 1927, ibid, page 32.

63. Lettre du 30 juin 1927, ibid.

64. Lettre de Hedda Korsch à Pappalardi du 30 août 1927, cf. numéro 53 des Cahiers Pietro Tresso page 33.

65. La Plate-forme de l’Opposition des Quinze (du groupe Sapronov-Smirnov, etc.) a été publiée en France en janvier 1928 par les Groupes d’avant-garde communiste sous le titre de « A la veille de Thermidor ». C’est Hedda Korsch qui en fit la traduction en allemand.

66. L’Ouvrier communiste, numéro 6-7 de mars 1930.

67. L’Ouvrier communiste, numéro 6-7 de mars 1930

68. Ce texte a été rédigé par Miasnikov. Il fut publié en France pour la première fois par Albert Treint le 15 mai 1933.

69 . Miasnikov, Donnez des juges aux prolétaires russes ! in La Révolution Prolétarienne, n°178 du 10 juillet 1934.

70. Ciliga, op. cit. page 285.

71. Dante Corneli, Vorkuta, livre 4, Tivoli, 1975, page 32.

72. Lettre de Korsch à Pappalardi du 8 avril 1929 in numéro 53 des Cahiers Pietro Tresso page 44 et Œuvres de Korsch, tome 5, Hanovre, 1996.

73. Archives Trotski.

74. Cours nouveau, page 29.

75. Gérard Rosenthal, Avocat de Trotski, Robert Laffont, Paris, 1975, page 102 et 103.

76. Archives Trotski à l’IISH – boîte numéro 232. Lettre en russe, traduction A.G.

77. Manuscrit in archives Trotski à l’IISH, boîte N° 231. Manuscrit en russe, traduction A.G.

78. Numéro 46 du 16 mai 1930. Cf.: ci-après.

79. p.112 in Trotski in Writtings of Leon Trotsky (1933-1934) N.W., 1972.

80. p. 141, Victor Serge, Mémoires d’un révolutionnaire, Seuil, Paris, 1951,

81. Ruth Ficher/Arkadi Maslow, Artrünnig wider Willen. Aus Reden und Manuskripten des Exils, Olbenbourg, Munich, 1990.

82. Il quitte définitivement la Russie le 3 décembre 1935.

83 Ciliga, Sam kroz Evropu u ratu, 1954, p. 13-20, sur Miasnikov qu’il dit avoir une « énergie volcanique » et être un « génial autodidacte », d’après Philippe Bourrinet in Ante Ciliga (1898-1992), Paris, 1998. La revue de Maslov, janvier 1939, numéro 1 – Cahiers d’Europe – Europäische Monatshefte – publia un texte de Ciliga, « Les maîtres du Pays« , p. 29-33.

84. Marc Chirik disait l’en avoir dissuadé puis, qu’un jour, il avait disparu. (témoignage personnel). Henri Poulaille, lui, ne réussit pas à l’en dissuader car il voulait rentrer en URSS « pour y œuvrer » (p. 951 in Victor Serge, Mémoire d’un révolutionnaire, op.cit.).

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Textes d’Emma Goldman sur les bolcheviks

22 décembre 2014

Le site de la revue Ni patrie ni frontières vient de mettre en ligne une brochure de 60 pages contenant plusieurs textes d’Emma Goldman sur la Révolution russe et un article de Léon Trotsky sur Cronstadt, publiés dans Ni patrie ni frontières n° 1 en 2002.

emmabrochure

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Voir aussi:

Cronstadt 1921: Défense de Trotski, réponse à Trotski (V. Serge, 1938)

21 décembre 2014

Extrait de La Révolution prolétarienne N°281 du 25 octobre 1938.

Par une note publiée en Amérique, en fin de juillet, Léon Trotski a enfin précisé ses responsabilités dans l’épisode de Cronstadt. Les responsabilités politiques, telles qu’il les a toujours affirmées, sont celles du Comité central du P.C. russe qui prit la décision de « réduire la rébellion par la force des armes si la forteresse ne pouvait pas être amenée à se rendre d’abord par des négociations pacifiques, ensuite par un ultimatum. » Trotski ajoute: «Je n’ai jamais parlé de cette question (Cronstadt 1921), non que j’aie quoi que ce soit à celer, mais au contraire, parce que je n’avais rien à dire. Personnellement, je n’ai participé en rien à l’écrasement de la rébellion ni aux répressions qui suivirent. »

Trotski rappelle quel différend le séparait dès alors de Zinoviev, le président du soviet de Pétrograd. «Je restai, écrit-il, complètement et démonstrativement à l’écart de cette affaire

Il sera juste de le retenir après certaines attaques personnelles dirigées contre Trotski par la mauvaise foi, l’ignorance et l’esprit de secte. Car il y a tout de même lieu, en Histoire, de distinguer entre les responsabilités politiques générales et les responsabilités personnelles immédiates. (*)

«Je ne sais pas, écrit encore Trotski, s’il y eut des victimes inutiles. Je crois Dzerjinski plutôt que ses critiques attardés. Les conclusions de Victor Serge sur ce point – de troisième main – sont dénuées de valeur à mes yeux. » Celles de Dzerjinski sont, elles, de septième ou neuvième main, car le chef de la Tchéka ne vint pas à Pétrograd à cette époque et ne fut lui-même renseigné que par une voie hiérarchique sur laquelle il y aurait beaucoup à dire (et Trotski le sait mieux que personne). Pour moi, habitant Pétrograd, je vivais parmi les dirigeants de la ville.

Je sais par des témoins oculaires ce que fut la répression. Je visitais à la prison de la Chpalernaya des camarades anarchistes, emprisonnés d’ailleurs en dépit de tout bon sens, qui voyaient partir chaque nuit pour le polygone des vaincus de Cronstadt. La répression fut atroce, je le répète.

D’après les historiens soviétiques, Cronstadt insurgé avait disposé d’environ 16.000 combattants.

Quelques milliers réussirent à gagner la Finlande par les glaces. Les autres, par centaines et plus vraisemblablement par milliers, furent massacrés en fin de combat ou exécutés par la suite. Où sont les statistiques de Dzerjinski – et que valent-elles s’il y en a ? Le seul fait qu’un Trotski, au faîte du pouvoir, n’ait pas éprouvé le besoin de se renseigner avec précision sur cette répression d’un mouvement insurrectionnel de travailleurs, le seul fait qu’un Trotski n’ait pas connu ce que savaient tous les communistes du rang : que l’on venait de commettre par inhumanité un crime inutile contre le prolétariat et les paysans — ce seul fait, dis-je, est gravement significatif. C’est, en effet, dans le domaine de la répression que le Comité Central du parti bolchévik commit dès le début de la révolution les fautes les plus graves, celles qui allèrent contribuer le plus dangereusement d’une part à bureaucratiser le parti et l’État, de l’autre à désarmer les masses et plus particulièrement les révolutionnaires. Il est grand temps de s’en rendre compte.

Victor Serge

Note:
(*) Comme certaines des attaques auxquelles je fais allusion sont venues de la presse anarchiste, qu’il me soit permis de préciser ici ma pensée à l’aide d’un exemple récent : les camarades du POUM et de la CNT ayant été persécutés et impunément assassinés en République espagnole alors que la CNT participait à divers titres à un gouvernement bourgeois, la CNT porte évidemment la part de la responsabilité politique de ces crimes contre le mouvement ouvrier dont il serait pourtant injuste de rendre ses dirigeants personnellement responsables.

Voir aussi:

Les bolcheviques et le contrôle ouvrier 1917-1921 (Brinton, 1970)

15 juin 2014

Nous avions publié il y a quelques années trois extraits de ce texte de Christopher Pallis alias Maurice Brinton, publié en 1970 et traduit en 1973 dans Autogestion et socialisme: Lénine et le contrôle ouvrier en 1917 , La revue “Kommounist” et les communistes de gauche en 1918  et Le X° Congrès du Parti bolchevik en 1921. Nos camarades du CATS de Caen viennent de le mettre en ligne intégralement au format pdf:

Brinton 1973

cliquer sur l’image pour ouvrir le pdf externe

Le livre est aussi disponible en anglais et en espagnol au format pdf.

Voir aussi:

La vigilia della Rivoluzione (Chliapnikov)

4 juin 2014

Traduction en italien d’un extrait du livre d’Alexandre Chliapnikov paru en 8 épisodes dans les suppléments hebdomadaires en italien de l’Humanité en 1924:

vigilia-1

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Voir aussi :

et le livre complet en anglais:

cliquer pour ouvrir le pdf en anglais

Oppositions en Russie (textes 1918-1926)

28 avril 2014

Brochure pdf de 76 pages compilant divers textes déjà publiés sur notre site:

oppositions-1

cliquer sur l’image pour ouvrir le pdf

 

Pour une commission d’enquête (1936)

10 septembre 2013

Paru dans La Révolution prolétarienne du 10 septembre 1936.

POUR UNE COMMISSION D’ENQUETE 
Aux ouvriers, à tous les travailleurs

Camarades,
Le 25 août dernier, Zinoviev, premier président de l’Internationale Communiste, Kaméniev, ex-président du Soviet de Moscou, Mratchkovski, Smirnov, Tervaganian, Bakaiev, Evdomikov, tous artisans de la première révolution victorieuse de notre temps, fondateurs de la 3e Internationale, ont été exécutés avec d’autres militants ouvriers par le gouvernement de Staline; Trotski, organisateur de l’Armée Rouge, a été condamné à mort, et Michaël Tomski, président de la C.G.T. russe, acculé au suicide.

Tout ouvrier révolutionnaire, tout homme raisonnable, ne peut être que profondément troublé et indigné par l’étrange et tragique procès de Moscou, d’où furent brutalement écartées les organisations ouvrières internationales et où aucune preuve matérielle ne fut apportée à l’appui des accusations les plus invraisemblables.

Au moment où l’on annonce l’introduction d’une nouvelle Constitution, qui garantit l’inviolabilité de la personne, la liberté de parole, de pensée, de réunion aux anciens policiers tsaristes, curés et exploiteurs, on fait condamner par un tribunal militaire composé de trois fonctionnaires officiers, les anciens bolchéviks, les compagnons de Lénine, sans défenseurs, sans- le moindre contrôle ouvrier international, sans préparation, dans une ambiance qui pue la provocation policière. Et l’on annonce que d’autres militants russes seront traités de la même manière s’il plaît à Staline.

Chacun sent que dans ces conditions il est impossible d’ajouter foi aux déclarations inouïes obtenues des accusés.

Nous proclamons que la classe ouvrière a le droit de savoir la vérité !

Seuls des nationalistes réactionnaires, reniant totalement l’internationalisme prolétarien, peuvent refuser à la classe ouvrière internationale le droit de connaître les faits précis, les conditions exactes et les motifs véritables de l’épouvantable exécution de Moscou.

Aussi les travailleurs révolutionnaires n’ont-ils pu qu’approuver l’intervention de la grande organisation de la classe ouvrière, la Fédération Syndicale Internationale, qui, avec l’Internationale Ouvrière Socialiste, a demandé que des garanties élémentaires fussent accordées aux militants accusés.

Le refus brutal du gouvernement de Staline et sa hâte suspecte à exécuter les militants du mouvement communiste ne font que rendre plus nécessaire cette intervention des organisations ouvrières internationales.

Cette intervention s’impose avec d’autant plus de force lorsque l’on sait que de nouvelles exécutions en masse se préparent en Russie et que, par centaines, des militants du mouvement ouvrier russe sont suspectés, arrêtés ou « suicidés ». On menace Rykov, ancien président du Conseil des Commissaires du Peuple. Boukharine, Rcidek, Piatakov, Ouglanov, Kollontaï, etc., etc. En un mot, tous ceux qui conduisirent le prolétariat russe à la utctMre d Octobre 1917 sont exterminés ou menaces d’extermination.

La première démarche de la F.S.I. et de l’I.O.S. perdrait tout sens si, après le refus de Staline, elle ne se continuait pas par la création d’une commission chargée d’assurer elle-même les garanties élémentaires qu’on avait réclamées. Après avoir réclamé ces garanties pour ceux qui sont morts faute de les avoir eues, la FSI se doit d’éclaircir le mystère tragique du procès et de la fusillade de Moscou.

Seule une commission ouvrière internationale, à la constitution de laquelle les organisations ouvrières se doivent de travailler de suite, présentant toutes garanties d’impartialité. c’est-à-dire complètement indépendante du gouvernement de Staline, peut délivrer les travailleurs révolutionnaires du
doute terrible qui les étreint et leur apporter la clarté qu’ils réclament.

Quant à nous, militants révolutionnaires, qui considérons comme notre devoir impérieux la défense de la classe ouvrière, russe contre la réaction et contre le fascisme, nous qui considérons comme notre devoir impérieux la défense des conquêtes socialistes d’Octobre 1917 et la défense de la démocratie prolétarienne, nous n’avons plus le moindre doute sur la signification véritable des exécutions du 25 août.

Nous disons aux travailleurs : Bien loin d’être, un acte de défense de la révolution russe, la fusillade de Moscou est un monstrueux attentat contre la classe ouvrière russe et contre la classe ouvrière du monde entier.

Au moment où la contre-révolution engage une offensive acharnée, menée par tous les moyens, même les plus vils, contre le prolétariat international, contre ceux qui entendent lutter contre le capitalisme fasciste ou « démocratique » pour et par la révolution socialiste, contre tous ceux qui veulent le triomphe du socialisme en Espagne et en France et qui, à cause de cela, repoussent et dénoncent la politique de nationalisme, de réaction, d’union sacrée, de « Front français , au moment où l’unité de lutte révolutionnaire de la classe ouvrière s’impose plus que jamais, par ce crime Staline la brise et appuie ainsi la contre-révolution en faisant exterminer ceux dont toute la vie fut celle des révolutionnaires, et en lançant la calomnie la plus vile qui ne peut que décomposer le mouvement ouvrier.

En 1917, les gardes blancs russes et les contre-révolutionnaires de tous les pays, ont déjà essayé de calomnier Lénine, Zinoviev, Trotski, en lançant contre eux l’infâme accusation d’être des agents de l’Allemagne.

Aujourd’hui, Staline et ses agents reprennent contre les travailleurs socialistes et communistes révolutionnaires cette même accusation empoisonnée.

Nous ne permettions pas, alors, que l’on souille la Révolution russe en prétendant qu’elle était faite par des terroristes, des bandits, des agents de l’impérialisme allemand. Aujourd’hui, nous ne permettrons pas davantage que l’on reprenne cette méthode infâme dans tous les pays pour y saboter la révolution socialiste.

Aujourd’hui comme en 1917, il s’agit de défendre la révolution socialiste, en Russie, en Espagne, en France, dans le monde entier.

Camarades,
Exigez la vérité ! Empêchez que l’on étouffe la voix de ceux qui, comme Trotski, ont le droit de se défendre, de dénoncer et de s’exprimer librement.

Opposez à toutes les formes de la réaction le bloc uni de tous les travailleurs révolutionnaires !

Avec nous, demandez instamment que la Fédération Syndicale Internationale constitue une commission d’enquête !

Debout pour sauver les militants ouvriers de Russie !

Gauche révolutionnaire du Parti Socialiste, Parti d’Unité Prolétarienne (Fédération de la Seine), Parti Ouvrier Internationaliste, Entente des Jeunesses Socialistes de la Seine, Jeunesses Socialistes Révolutionnaires, Groupe international des communistes de gauche. Les revues : « Que faire ? », « Le Combat Marxiste », « Camarades », « La Révolution Prolétarienne».

P.-S. – Envoyer les adhésions à ce manifeste à Gaston Goldschild, 28, rue Pigalle, Paris.

pourunecomm

Alexandra Kollontai – A Biography (Cathy Porter, 1980)

1 août 2013

Une biographie en anglais d’Alexandra Kollontaï disponible ici au format pdf:

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Cliquer sur l’image de couverture pour accéder au pdf

Les idées d’Alexandra Kollontaï (Louise Weiss, 1921)

1 avril 2013

7ème chapitre de Cinq semaines à Moscou, paru dans L’Europe nouvelle du 17 décembre 1921.

Au cours de mes investigations charitables, si je contemplais la mort, je regardais aussi la vie, et j’abordais, avec d’infinies précautions, les plus graves problèmes de l’existence humaine.

De quels fils était tissée, pour les êtres qui m’entouraient, la trame des jours ?
J’ai décrit la misère. Il me faut maintenant peindre le malheur.

– Je lis, tous les soirs, Tolstoï à mes filles pour leur enseigner la société de jadis, me confiait une mère de famille, car, ici, il ne reste rien du monde d’autrefois.

De fait, parfois, au spectacle d’un si prodigieux bouleversement, le vertige me gagnait comme devant une sarabande. J’ouvrais une armoire j’y découvrais un lustre brisé. Je rendais visite à un ouvrier un professeur m’ouvrait la porte. Je demandais du thé la tasse était en porcelaine et la soucoupe en faïence.
J’achetais des cigarettes à une mendiante elle me répondait en une langue de duchesse. J’entrais dans une boutique acheter de la mortadelle on me proposait des souvenirs de Napoléon.

*

Celui de mes maris que je préférais… Ainsi commençait l’histoire d’une sœur journaliste.
Je souriais.

Mais oui, répondait elle, un tantinet agressive, pourquoi ne les appellerais-je pas tous mes maris ?

Le manque de farine, de lait, de linge, de bois, auquel les chefs essayaient de pallier par des promesses brûlantes de bonheur universel à venir, l’exiguïté des demeures, l’obligation incombant à chacun de travailler dur pour gagner une nourriture insuffisante, la nationalisation des biens, l’avilissement du papier-monnaie qui avait ramnené tout le monde à une égale pauvreté, les emprisonnements arbitraires, la fin des traditions, la volonté de donner à la terre entière l’exemple d’un ordre nouveau, l’impuissance de maintenir même les progrès de la vieille civilisation, la perpétuelle transformation des décrets et des lois, créaient dans le pays un ensemble social dont il me paraissait délicat, intrinsèquement ou relativement, de juger la valeur. A Moscou, ville des assiettes dépareillées, des meubles trop grands pour des logements trop petits, des tableaux sans cadre, ville sans jeunesse insouciante, sans superflu, mais énivrée d’indépendance, ville des couples désassortis, et réassortis après d’affreux drames, il n’y a plus rien que la Révolution.

– Et il ne nous reste qu’elle, me disait l’un de ceux qui l’avaient faite.

La hantise d’un désastre me poursuivait.

Je pensais qu’Alexandra Kollontai m’orienterait, en m’indiquant les lois générales qui, quand même, devaient ordonner ces essentiels déplacements et régir l’indispensable morale.

Alexandra Kollontai !
De beaux yeux bleus, un teint coloré, des cheveux grisonnants coupés en frange sur le front, une intelligence de feu, de la grâce dans le sourire avec la force épanouie de celles qui ont vécu, mais qui ne connaissent pas la vieillessé, une conquérante – voilà la femme.

Organisatrice clandestine des ouvrières russes dès le début du siècle, collaboratrice des sociaux-démocrates allemands au cours des années d’exil, participante à la grève des ménagères en août-septembre 1911 à Passy, aux Batignolles, aux Buttes-Chaumont, à Asnières agitatrice aussi en Belgique, en Suède, en Norvège, en Danemark, aux Etats-Unis avant la guerre ; arrêtée en Allemagne dès les premiers jours d’août 1914, et passant en Suède grâce à l’intervention de Karl Liebknecht; expulsée de Suède, surveillée en Danemark, appelée en Amérique par les socialistes d’extrême-gauche et y parlant dans 81 cités contre la guerre nationale, mais pour la guerre civile rentrant en Russie à la chute du tsarisme, adversaire de Kerenski, qui l’enferme, mais n’a pas le loisir d’instruire son procès commissaire du peuple à l’Assistance publique dès l’avènement du bolchevisme, démissionnaire lors de Brest-Litowsk, faute d’admettre la paix avec les impérialistes allemands chargée, en 1919, de la propagande en Ukraine, à la tête actuellement du mouvement des femmes communistes et en opposition avec « la nouvelle politique de Lénine » voilà la révolutionnaire.

Son entourage ? Pour une part des collaboratrices sérieuses qui mettent leur compétence professionnelle et leur dévouement au service des institutions sociales créées par la réformatrice, pour une autre, des mégères qui, sous couleur d’obéissance à l’idéal nouveau, se livrent aux, pires extravagances ou qui, d’une voix fanatisée niaient la criante détresse d’autrui.

Ses idées ? Quoiqu’elles aient négligé absolument les faits humains, et qu’elles n’aient oublié qu’une chose en voulant transformer la société, à savoir cette société elle-même, il faut les exposer aussi exactement que possible.

Elles relèvent de la conception communiste, radicalement opposée à la philosophie individualiste, et s’inspirent de la plus stricte défense des intérêts de la femme, considérée, ainsi que l’homme, comme une unité de travail.

*

En résumé, la femme a le droit et le devoir d’exercer ses facultés de travail, soulagée dans ses fonctions maternelles, précisément par la société reconnaissante qu’elle perpétue en procréant. Les formes de la famille et par conséquent, du mariage, ne sont que les aspects d’une réalité économique, et transitoires comme cette réalité. Avec l’évolution vers le capitalisme d’Etat et, au delà vers le communisme, la famille, recevant de l’extérieur tous les produits qu’elle consomme, se composant de membres qui travaillent en dehors d’elle, tend à devenir inutile, nuisible même par le gaspillage de temps et de matières premières que son organisation suppose. Au terme de cette évolution, la femme, se suffisant à elle-même et prise en charge par la Collectivité dès que l’enfantement l’affaiblit, se libérera complètement des chaînes du mariage et de la famille. La famille, telle que la conçoivent les bourgeoisies européennes, s’oppose à l’avènement du communisme. Il faut la détruire ou, plutôt, la réduire à sa plus simple expression l’union de l’homme et de la femme fondée sur l’amour. Quand cesse l’amour, cesse la vie du couple.

La république des travailleurs ne s’intéresse qu’à l’enfant, unité de travail qui accroît sa force. Elle ne possède aucun droit de regard dans les affaires conjugales, sauf au point de vue de l’hygiène de la race et à celui de l’accroissement ou de la diminution des naissances.

Les ultimes conséquences de ces théories s’aperçoivent. Je les résumerai, sans trahir la pensée de Kollontaï, par une de ses propres formules:

Au lieu de la devise ancienne Tout pour l’aimé, notre éthique écrit Tout pour la communauté. (Thèses sur la morale communiste et le mariage. Brochure en préparation.)

Ainsi, Alexandra Kollontaï, romantique dans son effréné marxisme, avec un dédain superbe des bonheurs sûrs, conquis au cours des âges par le groupe familial et pour l’amour d’une construction sociale, dont l’expérience russe elle-même aurait dû lui prouver l’utopie, balayait le passé.
Je lui opposai le spectacle de la réalité révolutionnaire.

D’abord, comment justifiait-elle le décret autorisant les avortements, elle qui ne rêvait que « de palais de la maternité, où les mères n’auraient qu’à jouir du radieux sourire de leur enfant ? » Elle n’ignorait pas plus que moi que, dans les hôpitaux, les médecins ne suffisaient pas aux opérations de ce genre, et que les maisons clandestines se multipliaient « ayant à leur porte des queues plus interminables que celles qui stationnaient aux boulangeries », prétendaient les mauvaises langues.

C’est l’affreuse misère qui seule a motivé cette loi. Les femmes ne peuvent pas nourrir leurs enfants. La communauté n’a pas encore les moyens de les élever. Que faire ? Il valait mieux autoriser, provisoirement, ce que nous ne pouvions pas empêcher.

– Et dans la ville, toutes ces unions d’un jour ou d’une semaine, toutes ces femmes qui loin d’obéir au sentiment cèdent à celui qui leur apporte un supplément de nourriture, un morceau de savon, une paire de bas.

Je sais bien, dit Alexandra Kollontaï, dont tant de véritable générosité animait les paroles, qui, inlassablement, avait sauvé des enfants, qui toute sa vie avait cherché sincèrement une plus haute loi d’amour, mais dont l’obstination à tirer des faits mêmes qui les condamnaient, la justification de ses chimères, me paraissait insensée, je sais bien comment les choses se passent. Les dures nécessités matérielles pèsent lourdement sur les épaules féminines. La femme, en cette période transitoire, n’a pas encore pu acquérir de suffisantes capacités techniques pour lutter à armes égales contre l’homme, et est contrainte de recourir à lui.

– Dès quinze et seize ans, remarquai-je.

Mais aujourd’hui la femme qui se vend ne se méprise plus elle-même. L’homme qui la prend ne la méprise pas non plus. Tout le monde a trop souffert. Tout le monde comprend.

Fallait-il que le malheur fût absolu, pour inspirer aux uns une telle compréhension des autres ! Mais déjà, Alexandra Kollontaï, non sans finesse, esquissait la psychologie de certains couples révolutionnaires. Elle raconta comment l’absence du moindre superflu rendait difficiles les anciennes fantaisies, comment la vie de parti absorbant les forces vives de l’élite l’empêchait de sacrifier au sentiment, comment les jeunes femmes, sans goût aux occupations ménagères, s’accordaient les mêmes libertés que les hommes de leur âge, et la tendance délibérée du plus grand nombre à ne pas essayer d’obtenir du même être les joies complexes dont il est pourtant permis à un seul, de rêver.

Pour ma part, j’avais déjà reçu beaucoup de confidences.

L’humanité est à nu en temps de famine et ceci me frappait :

La disparition absolue des conventions du monde laissait à chacun une inimaginable liberté. La tolérance, en matière de morale individuelle, n’existait plus, car elle eût supposé l’intolérance. Mais, aussi, les accaparantes obligations de l’existence quotidienne empêchaient les savantes constructions intellectuelles que Stendhal indique à l’origine des passions, et pour lesquelles, vraiment, il ne restait pas de temps.

Le monde d’autrefois mourait. Celui de demain, en dépit d’Alexandra Kollontaï, de ses amis ou de ses adversaires, ne vivait pas encore. Divisée à  l’extrême, morcelée à l’infini, décomposée, la palpitante masse sociale attendait… Quoi ?… Des espérances confuses, je dois le reconnaître, fermentaient. Et, en cette période qui malgré les apparences n’appartenait pas au communisme, les personnalités s’affirmaient avec éclat.

Quelles tragédies des amours qui se brisaient, des désespoirs de vieillards qui sentaient la jeunesse les renier, des lâchetés, des colères, des héroismes ! Et en marge du malheur, quels déchaînements ! Journalistes, mercantis, artistes, fonctionnaires, philosophes, écoliers, voyageurs et voleurs, aujourd’hui, en Russie, vous pouvez agir à votre guise gardez-vous, seulement, de gêner la Révolution.

La police veille.

rougetravailleur